Hoy os traigo la reseña de un libro que me gustó mucho y que me sorprendió: La ciudad del agua, la primera entrega de la trilogía Mystic city de Theo Lawrence. La sipnosis me llamó la atención desde el primer momento y, cuando lo leí, descubrí que era algo más de lo que parecía.
Aria Rose no recuerda los últimos meses de su vida. Según le han contado, sufrió una sobredosis de Stic, una droga mística ilegal, que casi la mata y que ha provocado las lagunas en su memoria. Por eso, no recuerda su intensa historia de amor con Thomas Foster, el hijo de la familia enemiga de la suya, que durante años se ha disputado el control de Nueva York. Sin embargo, gracias a Thomas y a ella eso parece haber acabado, pues se van a casar, unificando así tanto a las familias como a los partidarios y luchar juntos contra un nuevo líder místico que está ganando poder.
Sin embargo, a Aria la historia que le han contado no le cuadra y, además, siempre acaba encontrándose con Hunter, un místico que le ha salvado la vida. Poco a poco, Aria empieza a replantearse el mundo donde vive y las cosas que siempre le han contado sobre los místicos, la política y cómo está organizada la ciudad de Nueva York.
Theo Lawrence, con la ayuda de Aria que ejerce de narradora, desarrolla una ciudad de Nueva York distinta. Gracias al calentamiento global, los polos se han derretido y la ciudad ha sido creciendo hacia arriba, presa de un calor infernal. Eso, provoca que la sociedad esté brutalmente dividida entre aquellos que tienen más dinero y que viven en edificios de cristal con todo tipo de lujos y tecnología y los que viven en las profundidades, marginados y místicos, aquellos humanos que poseen magia y que, supuestamente son un peligro.
La verdad es que Theo Lawrence preparaba un batiburrillo de lo más curioso que, sin embargo, funciona. Es como si cogiera fantasía, ciencia-ficción, una distopía y un poco de Romeo y Julieta con un giro nuevo y lo metiera en una batidora. Por eso, La ciudad del agua resulta una lectura bastante original, pese a que basarse en el planteamiento tan manido que en su día escribió Shakespeare.
Porque ni siquiera eso lo es.
Supuestamente, Aria está locamente enamorada de Thomas, cada uno de una familia rival que lucha por hacerse con el control de la ciudad de Nueva York. Y "supuestamente" es la palabra clave, pues nada es como ella cree. Y yo os lo digo porque es leer las cuatro primeras páginas y deducir lo que ocurre. Vamos, no es que Theo Lawrence intente darle mucho misterio a los giros en general, mas sobre todo a ese en particular.
Quizás, por eso, Aria al principio es una protagonista un tanto desesperante. No es que llegue a caer mal, porque no es el caso, pero dan ganas de zarandearla a ver si deduce de una puñetera vez lo que está tan claro. Y es que Aria se aferra a las historias que le cuentan sus padres, cuando es más que evidente que no son más que mentiras para tenerla controlada. Sin embargo, pese a que nuestra heroína sea un poco corta de entendederas, lo compensa con otras virtudes: es valiente, decidida, piensa en los demás y su comportamiento es más normal que el de la gente que la rodea. Además, aprende rápido y tiene mucho arrojo, por lo que acaba siendo una heroína muy digna.
El resto de los personajes cumple con su función: las amigas bobas y superficiales, los padres como claros villanos y mafiosos, los rebeldes como los buenos... En esa categoría estaría Hunter, el chico de la novela que, al menos en mi opinión, no está suficientemente bien desarrollado. Quizás es porque la novela está narrada en primera persona por Aria y, por tanto, Hunter no sale en demasiadas páginas, pero la cuestión es que no se llega a conocerlo más allá del cliché de rebelde y salvador.
Eso sí, tiene escenas muy chulas con Aria, sobre todo en el último tercio, así que el cupo parejil para mí lo cumple.
La ciudad del agua, por encima del todo, es muy entretenida. Al principio cuesta entrar un poco en la historia, pero enseguida acabas deseando saber cómo va a continuar la historia y si Aria descubrirá de una vez lo que tú ya sabes. De hecho, la última mitad del libro tiene un ritmo casi frenético, que hace que sea difícil abandonar la lectura.
El único problema que le he visto yo a esta historia es que es muy previsible. Ningún giro o revelación ha llegado a sorprenderme siquiera, aunque eso no ha impedido que la novela me haya gustado. Por otro lado, La ciudad el agua está muy bien escrita, lo que, junto a la originalidad del conjunto, compensaba la falta de sorpresas. Theo Lawrence tiene una narrativa elegante, cuidada y efectiva, que se adaptaba muy bien tanto a las escenas de acción como a otras más cotidianas. Eso sí, la historia gana enteros cuando se deja de sonrisas falsas y fiestas en la superficie para sumergirse en las profundidades de la ciudad y las persecuciones.
La ciudad del agua, por tanto, no es la mejor novela del mundo, sobre todo por el primer tercio más lento, pero sí que ofrece un universo original y atrayente lleno de aventuras y una buena protagonista.
El próximo lunes literario estará dedicado a... Once escándalos para enamorar un duque de Sarah McLean.
No hay comentarios:
Publicar un comentario