jueves, 30 de abril de 2015

Daredevil y los orígenes

Hoy estrenan Los vengadores: La era de Ultrón y para celebrarlo, voy a contaros maravillas del último producto de Marvel o, lo que es lo mismo, la primera serie nacida de su alianza con Netflix: Daredevil. Porque, amantísimos lectores, Daredevil mola un huevo. Pero uno enorme, ¿eh?

La cuestión es que ya existía una película basada en el personaje y protagonizada por Ben Affleck, al cual últimamente le caen hostias a mansalva hasta por ser casteado (pobrecito), pero bueno. La película de Daredevil es bastante regular, aunque si las comparas con otras del género (la primera Hulk, Linterna verde, las últimas de Superman o ese esperpento, que debería ser borrado de la existencia por la grieta de Doctor Who, que es Elektra) pues es hasta maja, pero, vamos, que la nueva serie le da mil vueltas.

Por si no sois unos frikis como yo, os contaré que Daredevil nos presenta a Matt Murdock, un abogado que siendo niño se quedó ciego por tener un accidente con un camión cargadito de productos radioactivos. Éstos hicieron que, aunque perdiera la vista, el resto de sentidos de Matt se agudizaran de forma sobrehumana. Una vez es adulto, Matt acaba llevando una doble vida: por la mañana tiene un bufete con su amigo Foggy Nelson, donde únicamente aceptan casos que consideran justos, mientras que por la noche se lía un pañuelo a la cabeza (sí, lo he puesto a propósito porque hoy tengo el día tonto) y ejerce de justiciero.


Matt, además, vive en Hell’s kitchen, que cuando los cómics empezaron a publicarse era un lugar muy, muy chungo, pero que actualmente se ha recuperado bastante. Sin embargo, los chicos de Marvel son muy listos y son muy conscientes de que todos sus productos (sean películas, sean series) pertenecen al mismo universo, así que han usado la batalla de Los vengadores contra los Chitauri (es decir, la batalla final que vemos en la primera cinta de Los vengadores) para justificar que Hell’s kitchen vuelva a ser un barrio destrozado y lleno de corrupción.

La verdad es que en ese sentido Marvel le da mil vueltas a DC. Mientras que éstos últimos no tienen prácticamente continuidad entre unas cosas y otras (el universo Flarrow y el de las películas son diferentes y ni siquiera mantienen coherencia en los repartos), en Marvel todo está integrado y de tal manera que no necesites verlo todo y, al mismo tiempo, si lo haces, pillas un montón de guiños. Por ejemplo, Matt Murdock fue al mismo orfanato que Skye de Agents of Shield, lo que es una pasada.

Pero hablemos de la serie en cuestión, de Daredevil.

Lo primero que me sorprendió de Daredevil fue lo rápido que le cogieron el pulso. Así como Agents of Shield tuvo un primer tramo muy titubeante, en Daredevil desde el principio tanto el tono como el devenir de la historia estaba muy marcado. Eso hace que desde el principio Daredevil sea una serie con su propia personalidad y, además, una que se distingue perfectamente de otras series de la casa. Daredevil es oscura, también brutal y, en cierta manera, bebe de otros productos del género como The dark knight o incluso Arrow, aunque se distingue gracias a sus protagonistas.


Porque, aunque la serie lleve el título de Daredevil y Matt Murdock sea el centro de la misma, en ningún momento se ha dejado de lado a ningún personaje y, de hecho, el trato dado a Wilson Fisk, Foggy Nelson y Karen Page hace que sea una serie bastante coral, lo que en mi caso fue una muy grata sorpresa.

Y es que Daredevil es una historia de orígenes muy bien contada. Sí, desde el minuto uno Matt ya es un justiciero enmascarado y Wilson Fisk es un mafioso, pero ni uno es Daredevil, ni el otro es Kingpin.

Sin embargo, a lo largo de estos trece episodios que conforman la primera temporada se van desarrollando ambos personajes y su camino se va trazando para que acaben convertidos uno en un héroe y el otro en un villano, además de en enemigos. De hecho, tanto el retrato de uno como de otro fueron muy interesantes, mostrando tanto el lado humano como esa doble vida que llevan y cómo cada uno se enfrenta al mundo, además de sus respectivos pasados.


Me gustó mucho cómo han enfocado a Wilson Fisk, me ha parecido una idea muy original el mostrarlo como un ser torturado que, aunque es un villano, se cree un salvador y que, al igual que Matt, tiene cierta espiritualidad. Porque si a Matt le viene por ser cristiano, con las dudas morales que eso le provoca, a Fisk ese aspecto le viene de Vanessa, su interés romántico y otro muy buen personaje. De hecho, Vanessa ha sido un personaje muy, muy interesante desde su aparición en la galería de arte.

Eso sí, si hay un personaje que tengo que destacar es a Karen Page.

Ídola suprema. En serio.

Yo no soy una experta en los cómics de Daredevil, pero sí que conocía a Karen y no dejaba de ser la novia pavisosa. De hecho, me imaginaba que el personaje iba a ir por esos derroteros porque, además, admitámoslo, los personajes femeninos en las películas de Marvel dejan bastante que desear en líneas generales, pese a haber excepciones (Peggy Carter y La viuda negra en Soldado de invierno, prácticamente). No obstante, en Daredevil se ha seguido la senda de las series y nos han dado a una señora heroína de la cual soy muy, muy fan.


Porque Karen Page mola un huevo. Me sorprendió un montón lo dura que podía llegar a ser, los ovarios que tiene la tía y eso sin perder un ápice de dulzura y humanidad. Porque Karen es el encanto de chica que se molesta por ancianitas, que es el corazón del bufete, pero también es la que sigue adelante en la búsqueda de la verdad pase lo que pase, la que encuentra la pista que nadie más ha hallado y, sobre todo, la que protagoniza la pedazo de escena del almacén. ¿Qué no sabéis de que hablo? Bueno, ved Daredevil y flipad, chavales.

Me encantó que Karen fuera un personaje con una personalidad muy marcada, su propia historia y que el tema “ser la chica del héroe” haya sido descartado. De hecho, el triángulo amoroso es muy, muy sutil. Sí, está claro que a Karen le gusta Matt (que otra cosa os diré, a cualquiera con ojos o sentidos súperdesarrollados le gustaría Matt, para qué mentir), al igual que está claro que a Foggy le gusta Karen, pero no han pasado de insinuar todo eso, mientras se dedicaban a regalarnos una dinámica tan entretenida como adorable entre los tres miembros del bufete.

Que, por cierto, otra cosa que me ha sorprendido de Daredevil es el buen ritmo que ha llevado la historia y cómo no han tardado en hacer que sucedan ciertas cosas como lo que pasa en ese genial episodio titulado Nelson v. Murdock.


Vamos, que los trece episodios les han dado para mucho y encima ha estado muy bien contado, hilado y de forma muy adulta a la par que entretenida. Es decir, que no tengo nada malo que decir, porque hasta el casting es maravilloso y no sólo se parecen a los personajes, sino que están perfectos en el papel. Lo siento por Ben Affleck (de verdad que no me gusta darte zascas, Ben, pero es lo que toca), pero Charlie Cox se hace con el personaje con tanta maestría que hasta se te olvida que existió una película anterior. Bueno, de hecho ocurre lo mismo con el Wilson Fisk de Vincent D’Onofrio, que hace que olvides al de Michael Clarke Duncan.

De ahí que no me extrañe que les hayan renovado por una segunda temporada. Y, sí, la espera va a ser larga, pero Marvel ha decidido repetir la fórmula de las películas y va a dedicar una serie a un personaje en concreto para unirlos al final en otra serie que llevará el título de Los defensores.

Así que ya hemos conocido a Daredevil y ha molado mucho, pero pronto nos tocará conocer a Jessica Jones (con Krysten Ritter a la cabeza, lo que a mí me resulta raro porque siempre la veré como la Gia Goodman de Veronica Mars, pero eso ya son paranoias mías), a la cual le tengo muchas ganas y no sólo porque David Tennant vaya a ser el villano, sino porque espero que siga la estela de Daredevil y tengamos otra señora serie.

PD: ¿No es súper curioso que Vincent D’Onofrio haya pasado de ser Thor en Aventuras en la gran ciudad (genialidad ochentera donde las haya) a ser Kingpin?

lunes, 27 de abril de 2015

Cómo matar a una ninfa

Estas Navidades me regalaron los dos libros de Clara Peñalver dedicados a su detective Ada Levy y hoy os traigo a vosotros la reseña de la primera novela: Cómo matar a una ninfa, que supuso toda una grata sorpresa.

Ada Levy es una joven granadina que, debido a su traumático pasado, huye de las relaciones y lo que más le gusta es su libertad. Ada es fotógrafa, además de una amante de las motos, así que trabaja para una revista de viajes orientada a moteros y, también, se gana un sobresueldo haciendo algunos trabajillos para un amigo suyo, que es detective privado, Enrico.

Es precisamente Enrico quien le acaba pidiendo que coja un caso como detective más que como fotógrafa, ya que él tiene que salir de la ciudad. Ada acaba aceptando y es así como empieza a investigar la desaparición de la famosa modelo Mari Vila. Desde el principio, Ada tiene un pálpito sobre el caso y cree que está relacionado con El asesino de la hoguera, un psicópata que lleva tiempo carbonizando a mujeres en España. También desde el principio, Ada establece una conexión muy fuerte con Mari Vila, la desaparecida, así que decide que va a resolver el caso suceda lo que suceda.

Así da comienzo Cómo matar a una ninfa, la novela en la que conocemos a Ada Levy y también su mundo, su Granada. Y es que Cómo matar a una ninfa, al menos para mí, es una novela un tanto difícil de categorizar, ya que Clara Peñalver aúna dos géneros de tal manera que no es fácil el decantarse sólo por uno: por un lado, es una novela negra, pero por otro también lo podría ser romántica, pues sin renunciar a la investigación, vamos conociendo la vida personal de Ada y sus relaciones con los hombres.

De hecho, es Ada el corazón de la novela, es lo que importa.

Desde el principio sabemos que durante la investigación del caso Mari Vila le sucedió algo muy traumático, pues la novela está contada en segunda persona, ya que Ada le está contando lo sucedido a una psicóloga. Y, de hecho, ese futuro trauma es una intriga más, además de descubrir qué le ha ocurrido a Mari Vila, si sigue viva y quién la ha secuestrado en primer lugar. A decir verdad, al principio a mí lo que más me interesaba saber era qué le iba a ocurrir a nuestra intrépida protagonista.

Aunque a medida que Ada empieza a internarse en el caso, éste empieza a hacerse más y más complicado y acabas completamente atrapada por él, queriendo saber qué ha ocurrido y cómo va a terminar todo. Es cierto que, al menos a mí, me resultó un poco predecible, pero aún así el libro es tan entretenido y está tan bien llevado que merece mucho la pena.

Porque en Cómo matar a una ninfa no dejan de ocurrir cosas. Sí, no todas están relacionadas con la investigación propiamente dicha, sino que la mitad tienen que ver con la vida personal de Ada. Sin embargo, resulta de lo más interesante, sobre todo porque Ada es una gran protagonista.

Vamos, yo soy muy, muy fan de Ada. Clara Peñalver tiene muy clara a su protagonista y es muy efectiva al presentarla, pues no hacen falta más que un par de párrafos para conocerla, por mucho que luego la autora la explore. Ada tiene las cosas muy claras, además de una personalidad fuerte, aunque no por eso es perfecta. De hecho, a lo largo de la novela Ada mete la pata tanto en lo profesional como en lo personal, pero eso sólo logra que sea muy humana. Porque, además, aunque se equivoque resulta muy comprensible por qué lo hace y, encima, es una tía que cae bien desde el principio.

Y si Ada es un buen personaje, el resto del elenco no le va a la zaga. No tienen ni el mismo desarrollo, ni podemos conocer sus pensamientos de primera mano como en el caso de Ada, pero desde el principio quedan bien retratados y cumplen a la perfección con su cometido. Así, tenemos una serie de sospechosos con los que no sabes a qué carta quedarte, la gente que pertenece al círculo de Ada que te caen inmediatamente bien (a destacar su vecina, que es un amor de mujer) y también unos cuantos capullos a los que calas desde el principio.

Eso sí, lo único que me ha chirriado un poco ha sido el tema romántico. Al principio, debido a su historia personal, Ada mantiene encuentros sexuales con amigos suyos, pero de pronto se cruza con un hombre y se enamora casi al instante. No sé, no terminó de convencerme la historia de amor, sobre todo cuando nos hemos tirado 200 páginas leyendo que Ada es muy independiente y está empeñada en no encontrar el amor. Me hubiera gustado un desarrollo mejor llevado, la verdad.

Aunque, bueno, es el único elemento que no me ha gustado de Cómo matar a una ninfa, ya que el resto me ha encantado. Incluso la narración de Clara Peñalver me ha enamorado: es muy efectiva y me gusta mucho ese tono un tanto irónico que tiene Ada al contar su historia. De hecho, me arrancó más de una carcajada en los momentos más distendidos. Luego, se adapta perfectamente al carácter de la escena: desde aquellas llenas de acción a otras que son muy duras.

Vamos, en conclusión, que leáis Cómo matar a una ninfa, que mola mil y no os va a decepcionar.

El próximo lunes literario estará dedicado a... Los tres círculos de plata de J. Cister Rubio.

viernes, 24 de abril de 2015

Las reinas desaprovechadas

Probablemente sea injusto que escriba esta entrada precisamente esta semana, en la que Once upon a time ha emitido el que probablemente sea el mejor episodio de este tramo de la cuarta temporada, Sympathy for the De Vil (hasta el título es maravilloso). Sin embrago los hechos son los que son y, tras el maravilloso arco dedicado a Frozen, los guionistas nos están dando uno completamente distinto y que es bastante mediocre.

De hecho, está sufriendo varios de los defectos que tuvo la serie en su segundo año, que fue el más flojo con diferencia.

Es cierto que no se les puede acusar de que no pasen cosas, ni que anden perdiendo el tiempo, porque es verdad que la historia que nos han propuesto va avanzando. También es verdad que con la fórmula de dos arcos argumentales por temporada, que siempre he considerado un acierto, es difícil que el ritmo se estanque. Sin embargo, en estos nuevos episodios han perdido el toque que hacía de Once una serie muy disfrutable: ya no tiene encanto, la mayoría de los personajes o no pintan nada o directamente caen gordos y no parece que haya un rumbo muy definido, al menos ahora mismo.


Uno de los problemas que le veo a Once upon a time, sobre todo en la actualidad, es que en realidad la mitad del reparto son meros figurantes. Por ejemplo, Charming ahora mismo es una extensión de Snow y se limita a seguirla; Hook únicamente sigue en la serie porque es guapo, pero no tiene utilidad más allá de soltar la frase de turno y acompañar a Emma; Belle únicamente está supeditada a Rumpel y Will... ¿Alguien se acuerda de que Will está en Storybrooke?

Y por si ese desequilibrio no fuera ya desmedido, los guionistas se han liado la manta a la cabeza y en vez de darnos una única villana, nos han dado a tres con sus respectivas historias y personajes relacionados con ellas.

La cuestión es que en el arco anterior sí que integraron bien a Ingrid y el cuarteto salido de Frozen: el misterio tenía que ver con ellos, todos los personajes tenían conexiones con los de Storybrooke y permitían ver facetas de dichos personajes nuevas. Por ejemplo, Charming y Belle disfrutaron de sus propias historias como entes propios, no como pareja de un personaje más fuerte.


Sin embargo, esta vez se les ha ido de las manos completamente. Como bien dice el dicho “quien mucho abarca, poco aprieta” y en Once upon a time ahora mismo están sufriendo eso más que nada. Normalmente cada arco está protagonizado por una única historia, pero en esta nueva etapa han querido ofrecer tantas cosas que se están quedando a medio gas y no terminan de dar en la tecla. De hecho, cada vez que veo un nuevo episodio me da la sensación de que es un batiburrillo de ideas que no están bien hiladas entre sí. Como si la historia se les estuviera yendo de las manos.

Y lo peor es que esa saturación de historias es innecesaria y para lo único que sirve es para quemar tramas e ideas que podrían usar con mucho mejor tino en próximos arcos.

El ejemplo más descarado de esto sería la integración de Úrsula como una de las reinas de la oscuridad. ¿Para qué? ¿Qué finalidad ha tenido? Ninguna. Hemos tenido a Úrsula en Storybrooke dos episodios, no ha hecho nada y no ha servido de nada, salvo para darnos el tradicional episodio dedicado a Hook, que, para variar, suele ser más relleno que otra cosa. Incluso trajeron a Ariel de vuelta para sacarla cinco minutos de forma muy peregrina. Pues, hombre, siendo Úrsula y Ariel, dos personajes importantes dentro del universo cinematográfico Disney, no puedes hacer ese destrozo con ellas. Úsalos bien, coño.


Y como lo de Úrsula tantas otras tramas que no pintan nada, no están bien orquestadas y ni siquiera tienen sentido: lo de Will y Belle no puede estar peor llevado, es que encima los guionistas ni se molestan en disimular que no es nada. Bueno, es que lo que están haciendo con Will también tiene tela. Mucho dijeron que Will era un personaje pensado para este segundo arco (que tiene sentido dada su conexión con Maléfica), pero para lo único que lo sacan es hacerle compañía a Belle. Eso sí, explicarnos su historia (¿es pre o post Once upon a time in Wonderland? ¿Cómo está de vuelta en Storybrooke? ¿Qué pasa con Anastasia?), eso no lo harán, no, ¿para qué?

Por otro lado, están volviendo a pecar en lo de tener a ciertos personajes a la deriva: los Charming no sólo no hacen nada, sino que cada día son más odiosos. Cada vez que se ponen a defender el que Emma debía de ser una heroína y que hicieron bien y demás mierdas me pongo mala. ¿Qué clase de amor es esa que viene con condiciones? ¿Qué pasa? ¿Qué si su hija no fuera perfecta no podrían quererla? No sé, me parecen unos padres horribles. A ver, no digo que deban dar palmas con las orejas con la posibilidad de que fuera una villana, pero sí que deberían aceptar a Emma tal y como es, con oscuridad y todo, en vez de modificarla para ser la heroína perfecta.

El otro personaje a la deriva sería Rumpelstiltskin. A ver, desde un punto de vista racional, si me pongo en la piel de los guionistas, es cierto que Rumpel es un personaje muy complicado para mantener: si lo vuelves completamente malo, vas a tener que acabar con él y pierdes a uno de los motores de la serie; si lo redimes del todo, con lo poderoso que es, se acaban los problemas.


Sin embargo, tal y como está ahora mismo Rumpel está sufriendo el efecto Regina en la segunda y todos sabemos que eso no es bueno. Para bien o para mal deberían tomar de una vez una decisión: o lo redimen o no, porque está claro que esa posición de estar en tierra de nadie no termina de funcionar.

Pero, bueno, no todo es malo y sí que hay cosas que me están gustando. Por ejemplo, Regina está fantástica y es de agradecer que esté teniendo mayor protagonismo, porque encima los guionistas le han cogido el punto y sigue molando un montón. Incluso parece que se lo han cogido también a Robin Hood, que protagonizó un episodio (con giro loquísimo incluido) que estuvo bastante bien también. Además, abre lo que parece que va a ser el primer arco de la quinta y puede estar bien.


También me resulta interesante la posición de Emma, sobre todo tras este último episodio, y lo que está por llegar con la reaparición de su amiga Lily que, como sospechábamos, era alguien. Que, por cierto, los Charming irán de héroes, pero en esta historia Maléfica es la víctima y Snow una petarda egocéntrica de mucho cuidado y egoísta donde las haya. En serio, creo que no hay peor madre que esta mujer: ¿qué es eso de preferir dejar a su hija sola, frente a un destino como romper una maldición, que colaborar con Maléfica porque sus ideales van primero?

Ahora la cuestión es saber si llegarán hasta el final con Emma o, al final, se solucionará antes de Emma dé el paso de convertirse en una villana.

La verdad es que el desenlace de este último episodio, Sympathy for the De Vil, me ha sorprendido mucho, al igual que lo ha hecho la historia de Cruella. Encima, la presencia de Cruella sí que tenía su razón de ser, aunque también haya sido un personaje desaprovechado como Úrsula. Curiosamente, creo que Cruella era la que nos chirriaba a todos un poco y, al final, creo que ha sido el mayor acierto, al menos de lo que llevamos de temporada 4b.


A lo largo de cuatro temporadas todos los villanos tenían sus motivaciones, los guionistas nos decían que el mal se hace y no se nace, pero con Cruella ha sido justo al revés. Además, su historia sí que ha estado muy bien contada: lo que parecía una historia de Cenicienta con amor épico incluido se acaba tornando en algo muy distinto. Por primera vez nos han puesto a una auténtica psicópata y, de paso, nos han enseñado una cara del Autor completamente distinta a la que nos venían contando.

Que, por cierto, a ver si nos cuentan más cosas del Autor porque parece un personaje de lo más interesante y el que esté pululando por Storybrooke puede cambiar muchas cosas (por favor, que haga a Regina feliz de una vez, que se lo merece). Bueno, y ya de paso, a ver si Maléfica chamusca a los Charming de una vez y nos libra de su presencia. Sí, soy completamente team Maléfica. De hecho, ahora mismo soy más de villanos que de héroes, pero bueno.

Faltan cuatro episodios para terminar temporada y habrá que ver si todo se encarrila, si logran darle un buen cierre a este arco y qué nos tienen preparado para el siguiente. ¿Se atreverán con Camelot o incluso algún tipo de deidad en plan mitología griega o escandinava?

Bueno, la quinta temporada está aún lejana, así que, de momento, crucemos los dedos para ver si con dos de las tres reinas de la oscuridad fuera de juego, la historia mejora.

miércoles, 22 de abril de 2015

La condena de Macarena

Ya dije en su día, básicamente cuando se estrenó Bienvenidos al Lolita, que Globomedia es una productora que tiene dos perfiles de producto: por un lado, aquellos que son muy clásicos y recuerdan a otras series de la casa (con desiguales resultados porque Byb es una serie muy maja, pero Bienvenidos al Lolita se quedó en tierra de nadie); por otro, series completamente innovadoras (para mí El internado fue quien abrió la veda a series nuevas y, por tanto, a la etapa dorada que está viviendo el panorama catódico patrio).

Pues bien, el pasado lunes Globomedia y Antena 3 estrenaron Vis a vis, una serie que tenía visos de ser muy distinta a lo que veníamos viendo hasta ahora. Que, por cierto, un aplauso para Antena 3 porque lleva toda la temporada apostando por proyectos que no pueden ser más diferentes entre sí. Así da gusto, vamos.

La cuestión es que parece que en Globomedia han tomado nota de los (muchos) fallos que tuvo Bienvenido al Lolita (tenía corazón, pero se quedó a medio gas por eso de que quien mucho abarca, poco aprieta) y han decidido olvidarse de las series donde se reflejan absolutamente todos los tipos de público y se han dedicado a lo que se les da mejor: arriesgar e innovar. Y la jugada les ha salido maravillosamente.


Macarena (una más que fantástica Maggie Civantos, que ya era encantadora como la rubia cándida del cabaret antes citado) ingresa en prisión, supuestamente por un error. Por si el cambio de ambiente no es radical, la primera noche que pasa entre rejas la presa con la que había entablado más amistad aparece muerta. Entonces, se entera que la difunta en cuestión, Yolanda (Belén Cuesta) acabó en prisión por atracar un furgón y que toda la pasta sigue escondida en algún punto de la geografía española y que, se rumorea, Yolanda dejó pistas escondidas en la cárcel sobre la localización.

Ya el punto de partida es muy llamativo, sobre todo porque deja claro que Vis a vis no es una historia amable sobre unas reclusas o una comedia, sino un thriller lleno de tensión. Un thriller bastante duro, encima.

Además, la serie no se anda con chiquitas y va directa al grano, ofreciéndonos un piloto de ejecución casi perfecta. Pocas veces he visto un piloto con una presentación tan efectiva y, al mismo tiempo, tan entretenida. Y con la de personajes que debía introducir es algo que alabar, pues no tardamos en hacernos una idea de cómo es la situación tanto en la cárcel como en la familia de Macarena, al mismo tiempo que empezamos a descubrir cómo son los personajes.


Eso, sin renunciar ni al ritmo, ni a avanzar en la trama.

Además, personalmente me ha parecido muy original los recursos empleados para dar información sin interrumpir el hilo del episodio. Comenzamos con nuestra rubia protagonista, Macarena, ingresando en prisión y sin dejar de repetir que ella es inocente y todo es un error. Desde ahí, todo empieza a desarrollarse sin prisa, pero sin pausa y si nos tienen que dar información, lo hacen a través de breves flashbacks o de fragmentos de un documental donde las presas hablan.

Todo eso envuelto con una factura muy, muy buena. Tanto la iluminación con el montaje están muy a la altura y tienen escenas muy, muy conseguidas. Por ejemplo, la historia del atraco de Yolanda me pareció una maravilla y eso que era tirando a breve. También aciertan con el tono de las escenas, sabiendo dar desde la cotidianeidad que disfrutan las presas que ya llevan ahí un tiempo, la incomodidad de Macarena ingresando en prisión o la tensión de la escena en el cajón de los balones.

Se agradece muchísimo que Vis a vis no intente una mezcla de géneros y apueste directamente por el thriller, por mucho que tenga ciertas pinceladas de humor. La verdad es que la historia me enganchó desde el principio: quiero saber tanto quién acabó con Yolanda, como el devenir de todos estos personajes.


De hecho, es que los personajes también me convencieron mucho desde el primer momento. Comenzando por una Macarena que sólo en un episodio empieza a espabilar y que pasa de ser pava de narices a ir dándose cuenta de que va a tener que ser más hábil y más dura si quiere salir de prisión enterita. En ese sentido, creo que puede ser una gran protagonista, me gusta que espabile pronto y, como ya he dicho antes, Maggie Civantos está muy, muy bien en el papel.

Bueno, la verdad es que el casting al completo me parece un acierto.

Todos los actores están muy cómodos en sus papeles y todos los personajes apuntan maneras y eso que sólo nos han dado pinceladas de ellos. Pero, vamos, que estoy deseando saber cómo van a desarrollar a las presas (mucha ídola hay entre ellas, que yo no sé si soy más fan de Saray, de La rizos o incluso de Yolanda lo poco que salió) y los tejemanejes que mantienen tanto presas como funcionarios.


Curiosamente, aquí la gran mayoría de personajes son bastante chungos, incluso los que no son delincuentes (el personaje de Roberto Enríquez es duro de narices desde el momento en el que aparece), pero en este caso sí que tiene sentido y sí que resulta natural y coherente, no como en el caso de su predecesora, Bajo sospecha, donde quedaba de lo más forzado. Eso sí, no hay nadie más chungo que Zulema, que nada más aparecer da miedito y apunta maneras de ser un personaje muy, muy interesante, sobre todo en contraposición con nuestra heroína.

Aún quedan factores que entrar en juego (conocemos a la familia de Macarena, pero muy por encima y hay que ver cómo se van a integrar en la trama) y yo tengo mucha, pero que mucha, curiosidad por ver cómo va a continuar la historia. Así que el próximo lunes no pienso perderme el segundo episodio y, en serio, si no habéis visto Vis a vis, pues id ahora mismo a hacerlo, venga.

PD: Por cierto, no he visto Orange is the new black (a ver si este verano le pongo remedio, por otro lado), así que no he entrado en comparaciones y, digamos, he visto Vis a vis sin esperarme nada. Pero, vamos, como que son muy distintas, pese a estar basadas en una cárcel de mujeres, ¿no?

lunes, 20 de abril de 2015

La noche del jaguar

Hace unas semanas reseñé La noche del cazador, que era la primera entrega de la saga Psi/Cambiantes de Nalini Singh y que me gustó mucho. Pues hoy os traigo la reseña de la segunda entrega, La noche del jaguar, que está protagonizada por una pareja diferente, pero relacionada con la de la primera parte. Ahora bien, ¿se puede leer La noche del jaguar sin haber leído La noche del cazador? Pues sí, puesto que la autora recuerda los hechos clave de tal modo que no te pierdas nada, pero, vamos, que es mejor leerlos en orden. Además, cuando reaparezcan personajes del libro anterior, ya les conoces y comprendes mejor la situación.

Faith NightStar es una Psi extremadamente valorada, pues puede ver el futuro y tiene una precisión increíble, así que los Psi la protegen con exhaustividad, pues ella es la que más dinero puede crear con sus predicciones. Por eso, Faith lleva una vida de lo más solitaria y controlada, mientras se dedica a usar su don constantemente. Sin embargo, las visiones de Faith comienzan a cambiar: ya no son meras predicciones económicas, sino que ha visto cómo su hermana es asesinada, algo que no tarda en suceder.

Entonces Faith empieza a tener visiones relacionadas con el asesino de su hermana, que no parece que vaya a detenerse a la hora de matar. Como teme que todo eso sea señal de que se esté volviendo loca y como también quiere hacer justicia, Faith decide escabullirse para pedir ayuda a la única persona que no la encerraría por estar perdiendo la cabeza: Sascha Duncan, la Psi que renegó de los suyos. Y cuando Faith va en busca de ayuda, se topa con Vaugh, D’Angelo, un miembro del clan Dark River, cuya parte animal se siente atraído hacia Faith hasta tal punto que decide seducirla y enseñarle las ventajas de sentir, mientras la ayuda a buscar al asesino con el que está teniendo visiones.

Como veis, los elementos son prácticamente los mismos a la novela anterior: una protagonista Psi que está en peligro por no ser tan insensible como se supone que es su raza, un hombretón cambiante y un turbio asesino que tiene que ver con los Psi. En ese sentido, La noche del jaguar no se distingue demasiado de la novela anterior, aunque sí que tengan elementos diferentes.

Por un lado, en La noche del jaguar se añade cierta continuidad, en el sentido que nos reencontramos con personajes que conocemos, vemos cómo les va la vida a la pareja anterior (Sascha y Lucas) y, sobre todo, seguimos viendo los chanchullos del Consejo de los Psi y como intentan detener una situación que, poco a poco, se les está yendo de las manos. Además, se incorporan elementos que, imagino, serán importantes de cara a próximos libros y que prometen que se va a continuar con esa historia a largo plazo que tiene que ver con el Silencio.

En lo que respecta a la pareja protagonista, pues por un lado tenemos a Vaughn, a quien ya conocíamos: a diferencia del resto de su clan, él es un leopardo y vamos a saber al fin cómo acabó en los Dark River si no son de la misma especie y su historia. También le vamos a ver luchando por Faith, además de protagonizando un divertido tira y afloja con ella, sobre todo una vez superada la sorpresa que le produce conocerla.

Faith, por su parte, es una protagonista bastante distinta a Sascha. Si ésta creía que era alguien sin poder y también completamente agobiada porque desde niña sentía, Faith es prácticamente todo lo contrario: es increíblemente poderosa, controla sus habilidades y poco a poco empieza a abrirse a los sentimientos y a rebelarse ante una vida que, hasta ese momento, la había satisfecho. Precisamente es su reputación lo que hace que sea considerada por el Consejo para formar parte de ellos, por lo que podemos ver cómo este grupo va operando desde las sombras.

La verdad es que Faith me sorprendió bastante, ya que a pesar de sus circunstancias es muy valiente y también bastante espabilada, sobre todo una vez empieza a darse cuenta de que Sascha tiene razón en lo que respecta a los Psi. Me cayó bastante bien, a pesar de que Sascha me gustó mucho más y su situación estaba mucho más lograda en el sentido de que la tensión era mayor.

Me gustó mucho el que volvieran a aparecer muchos personajes de la novela anterior y la relación que se establece entre Faith y ellos, sobre todo la amistad con Sascha. También me gustó ver la situación actual de Sascha y Lucas en el clan y como, poco a poco, la autora va perfilando a futuros protagonistas de sus novelas.

En esta segunda entrega de la saga Psi/Cambiantes, nos encontramos con todos los elementos de la primera novela (misterio, tensión, amor y un mundo muy complejo) y con una historia que, aunque puede resultar un poco repetitiva, acaba adquiriendo personalidad propia. Además, las tramas de largo recorrido que poco a poco Nalini Singh va sembrando apuntan maneras. Vamos, que estoy deseando leer la tercera parte, Caricias de hielo, y las siguientes, claro.

El próximo lunes literario estará dedicado a... Cómo matar a una ninfa de Clara Peñalver.

viernes, 17 de abril de 2015

El ministerio del Tiempo 1x08 - La leyenda del tiempo

Pues toca escribir la crónica del último episodio de la primera temporada de El ministerio del Tiempo y yo ya les estoy echando de menos. Pero, bueno, primero toca hablar de este genial de temporada, donde han pasado un montón de cosas, así que no me enrollo más:

El episodio comienza con Amelia visitando su tumba en 1940, mientras Alonso ve desde la distancia a su mujer embarazada en 1570 y, finalmente, a Julián en el 2012 comprando el pan. Ja, que es lo habéis creído, porque efectivamente está observando a Maite. Si es que Julián no hace otra cosa, macho, le falta cantar Every breath you take (I'll be watching you). Sin embargo, en esta ocasión un hombre está sentado con él en el banco y Julián le pregunta que por qué se ha sentado, si hay muchos bancos libres, a lo que el hombre le responde que para que no esté solo.

Lorca: A ver, Julián, esto debe parar porque la siguiente vez vas a soñar con Raphael cantando 'Yo soy aquel' y va a ser peor.

El hombre se presenta como Federico y le da la mano, momento en el cual intuimos que sucede el atropello de Maite, más que nada la vemos cruzar, a un niño con una pelota y el ruido de un frenazo. En ese momento, Julián se despierta y recibe una llamada del Ministerio. Espera, espera, ¿Salvador también sabe cuándo se levantan? Increíble, este hombre lo petaría en cualquier concurso de la televisión.

Entonces pasamos a la explicación de la misión. Hoy viajarán a 1924 a La residencia de estudiantes de Madrid, un lugar donde la cultura fue muy importante y donde pasaron todo tipo de genios tanto patrios como extranjeros. Mientras les ponen al día les enseñan imágenes en plan presentación de clase y Alonso comenta, como dando el visto bueno, que le gusta el bigote de Einstein. Y yo soy muy fan de la tontería esa. Sí, siempre fijándome en lo importante.

Alonso aprobes.

Bueno, a lo que iba, en 1924 en La residencia de estudiantes de hizo una versión de Don Juan Tenorio y en el póster de dicha obra, pintado por Dalí, aparece una tablet y, claro, Dalí era un visionario, pero no tanto. Salvador sigue con su power point y les explica el reparto, que sería algo normalito de no ser porque Julián se da cuenta que Federico García Lorca es el hombre de sus sueños... y me ha quedado muy romántico, pero vosotros me entendéis.

Amelia tarda cero coma en darse cuenta de que algo pasa entre Julián y Lorca (¿qué me pasa hoy con los dobles sentidos?) y él se lo cuenta, mientras Ernesto le expresa sus dudas a Salvador sobre que Irene esté trabajando. Salvador dice que Irene necesita trabajar, que de hecho ella le llamó para volver, pero Ernesto sospecha que fue Irene quien salvó a Leiva en primer lugar.

Salvador le dice que únicamente fue humanitaria, algo que debió de haber sido él antes, pero Ernesto sigue sin parecer muy convencido y se va a una reunión. Al verlo salir tan apresurado, Angustias pregunta qué ocurre y Salvador le dice que ya le conoce, que el trabajo ante todo, por lo que ella le dice más o menos que quien fue hablar. Entonces le pregunta si no piensa nunca en ir al pasado para ver a su difunta mujer, pero Salvador cree que sería peor. Dos cosas: 1) no podemos acusar a Salvador de ser un hipócrita; 2) a ver, Salvador, ¿no se te ha ocurrido hablar con Julián sobre esto, eh, eh?

El trío, por su parte, se encuentran con Velázquez de camino a la puerta. Él va a ver como Goya pinta los frescos; según él no es muy buen dibujante, pero tiene mucha fuerza (yo coincido, por cierto). Entonces le hablan de Dalí, pero Velázquez tuerce el morro. Según él, era un dibujante increíble, lo que tiene su mérito, aunque no tiene alma, vamos. De hecho, según Velázquez su mejor virtud es que le admiraba y hasta le plagió el bigote. Soy muy fan de este hombre, en serio. ¡En la próxima temporada tiene que ser fijo sí o sí!

Velázquez: Así que, nada, me he puesto así de guapo para reunirme con los guionistas y que den papel. Que yo lo valgo.

Después, el trío va a la residencia y se reúnen con el funcionario, que es jardinero y se gana un sueldo extra sirviendo al Ministerio. El funcionario les da los carnets de estudiantes y les dice que con que vayan al teatro y digan que son estudiantes, ya servirá. También les aconseja que tengan cuidado, porque la gente está zumbada en ese lugar. Amelia se pregunta por qué dice eso y entonces vemos a Buñuel corriendo por ahí sin camiseta. ¿Os dais cuenta? ¡Buñuel es el Mario Casas de los años 20! ¡OMG!

El trío va al teatro, donde el director de la película (que va a grabar la obra de teatro) va ahí de súper artista y los está poniendo a todos a parir, pero a parir, eh, en plan Risto Mejide, cuando le da un chungo. Julián se encarga de la situación, a pesar de que hay una estudiante de medicina muy remona, y lleva al director a la habitación de Lorca que se queda mirando a Julián en plan raro. Total, que Julián se da cuenta de que el director es diabético y eso flipa aún más a la estudiante de medicina, Silvia, aunque Lorca aparece y les interrumpe. Lorca entonces le pregunta a Julián si se han visto antes y éste le dice que no, aunque Lorca no le cree porque siempre recuerda las caras.

Mientras tanto, Amelia y Alonso están buscando la tablet, pero lo que encuentran es una foto de boda de Amelia y Julián con sello del Ministerio incluida. Venga, todos a coro: WTF?! En serio, es muy WTF?! todo.



El trío vuelve al despacho de Salvador y Julián está muy, muy chinado, pero los jefes no saben nada. De hecho, aseguran que no tienen ese tipo de documentos sobre los funcionarios. Salvador les explica que la foto no es una falsificación y le pregunta a Amelia sobre ella, pero, claro, para Amelia es su futuro y no lo ha vivido. Eso sí, lo que hacen es explicar su falso noviazgo para protegerla de sus padres y Ernesto comenta que los únicos que guardaban un secreto eran ellos. Amelia se sorprende e Irene le dice que, de haberlo sabido, les habrían regalado algo. Me parto, es que lo suelta con una calma, encima, como si fuera lo más obvio del mundo, xD.

Julián deduce que la misión es una trampa y los demás están de acuerdo, así que, gracias a la idea de Amelia, deciden hablar con todos, sobre todo con Dalí para ver de dónde narices ha salido la tablet. Después, Julián intenta calmar a Amelia, diciendo que la boda sería un montaje, pero Amelia cree que es real por ciertos detalles como la diadema de su madre y la mantilla de su abuela. Julián sigue insistiendo en que es un montaje, aunque también le propone ir a comprobarlo, pero Amelia no quiere saber más sobre su futuro.

Entonces Julián le deja muy claro que él no será ni su marido, ni el padre de su hija; también le dice que es su amiga, que la quiere un huevo pero como tal, porque sólo querrá a Maite. No es por nada, pero se puede ser cabezón y luego ya, si eso, se puede ser Julián. Dios, qué obcecación la suya, madre mía. Si es que me dan ganas de zurrarle con un mazo gigante marca ACME a ver si reacciona de una vez, con lo remona y maja que es Amelia, por favor.

Bueno, esa noche Julián vuelve a soñar que está en el 2012 observando a Maite correr y, de nuevo, Lorca aparece a su lado. Una vez más, Lorca le da la mano, que lo distrae lo suficiente como para perderse el accidente de coche, aunque los dos se acercan para ver a Maite sobre el capó de un coche. En 1924, Lorca despierta en su cama, diciendo "es él" a la vez que en 2015 lo hace Julián.

Al día siguiente, el trío vuelve al Ministerio y se cruza con Jordi Hurtado, que se pone a compartir batallitas con Irene. Julián alucina, por supuesto, y Jordi Hurtado se marcha por una puerta a grabar el concurso. No, en serio, soy muy fan, me muero de la risa.

Jordi Hurtado: Mucho cachondeito se traen conmigo, pero llevo mil años presentando un programa y viajando en el tiempo. I'm the boss, bitch.

En 1924 la obra de teatro sigue y Buñuel comenta que no entiende lo de dirigir, eso sí, tras llevarse un señor hostión de doña Inés. Cuando el ensayo para, el director le pide a Alonso que sea su apuntador y pide que alguien vaya a por Dalí. Julián se ofrece voluntario y la estudiante de medicina quiere acompañarlo, pero es Lorca quien le sigue y, de paso, le pregunta por qué le parece raro que a Buñuel no le guste el cine. También le dice que es homosexual y que está enamorado de Dalí, antes de preguntarle si viene del futuro, de una época donde la gente corre con pijamas de colores. Básicamente le cuenta el sueño y, claro, Julián alucina.

Cuando parece que están a punto de llegar a algún sitio, aparece Dalí y tanto él como Lorca se van, mientras Julián aprovecha para registrar la habitación de Dalí. Entonces encuentra un retrato de... sí, Lola Mendienta, el perejil de todas las salsas y a la que echamos de menos.

Mientras tanto, Irene seduce a doña Inés y Amelia habla con la estudiante de medicina, que sólo quiere saber si Julián está libre porque le gusta mucho. Amelia ya se ve venir el drama, así que le recomienda que se centre en sus estudios y la chica le cuenta que su madre le dice lo mismo y que, de hecho, su abuela fue de las primeras mujeres en estudiar en la universidad. Y, oh, qué casualidad, su abuela se llamaba Amelia Folch. Una vez más, todos a coro: WTF?!

 Silvia: Mi abuela se llama Amelia Folch... y no tenía fotos de ella, al parecer.


Representación gráfica de la pobre Amelia en este momento.

De vuelta al Ministerio, gracias a las nuevas informaciones, Ernesto descubre junto a Angustias que han aparecido obras de Dalí que no deberían existir. A Ernesto sí que le cuadra el que Lola saque provecho de los viajes en el tiempo, pero no que sea ella quien mande las fotografías, ya que así no consigue pasta ni nada. Se replantean que a lo mejor Lola quiere que Amelia y Julián cambien su destino, pero Julián insiste en que no pasará. Hijo, yo soy Amelia y ya me ofendo con tanta insistencia en que no se casará conmigo.

Julián, por su parte, deduce que Lola tiene que seguir cerca de Dalí, así que deciden atraparla. Julián decide encargarse de Dalí, así que va a hablar con él sobre la mujer que le compra el arte. Dalí cree que ha sido Lorca el que le ha ido con el cuento, que es un chismoso... ¡Eh, tú, ¿de qué vas?! ¡Con Lorca no se mete nadie, que es un amor! ¬¬U Julián intenta congraciarse diciendo que le gusta pintar y Dalí se pone a alabar a Velázquez (no, no me ganas, lo siento, con Lorca no se mete nadie) y acaba diciendo que él no cree ni en cubismo ni en nada, sólo en lo que dé más dinero.

Vuelven al ensayo, donde Alonso va a prepararse para ser apuntador, cuando descubre una foto de Blanca herida que dice "puedes evitarlo". El pobre Alonso se cabrea un montón y justo en ese momento Buñuel se pone en plan latin lover, así que Alonso decide pagarlo con él. Los dos se ponen en plan quién tiene la chorra más larga, deciden batirse en un duelo de boxeo (a Alonso no le gusta que no se pueda ni morder, ni arañar, ni dar cabezazos) y básicamente lo tumba de un puñetazo. Ese poderío de Alonso, por favor.

Alonso: Me dejan a mí en Poniente y arreglo todo a hostia viva, ¡vive Dios que sí!
Julián: Esto más que 'León come gamba' es 'Buñuel(o) come puño'. Ay, si es que tengo una chispa...

Por su parte, Amelia e Irene están siguiendo a Dalí para ver si se reúne con Lola, aunque es Lola quien las ve a ellas. Por eso, Lola no acude a la cita, así que las chicas vuelven a la residencia.

Más tarde, representan Don Juan Tenorio y Alonso alucina y es súper adorable, en serio, porque parece un crío descubriendo algo maravilloso por primera vez :3 A Julián le dice que es lo mejor que ha visto en su vida y Julián se está partiendo la caja, cuando doña Inés le trae un sobre que ha encontrado con su nombre. Tras abrirlo, Julián se va completamente afectado y Lorca le sigue. El pobre Julián se echa a llorar, así que Lorca le consuela... justo cuando la nieta de Amelia lo ve y lo malinterpreta todo.

Así que la muchacha se agarra un señor berrinche y Amelia va a consolarla. La chica se queja de que todos los grandes partidos o son gays o están pillados (verdad universal, vamos) y se pone a decir cualidades de Julián, lo que hace que Amelia se dé cuenta de que ella está en la misma situación, pero ella sigue consolándola. Si es que esta chica es un amor, en serio. ¿Ves, Julián, es un jodido amor?

Después, vuelven al despacho de Salvador donde éste les echa la bronca por las cagadas, pero Alonso se justifica con la foto de Blanca. Salvador alucina, pero Julián ya está en intenso mode on y empieza a despotricar como suele hacer y se va haciendo una salida dramática. Sus compañeros le siguen, así que él les dice que tienen que hablar lejos del Ministerio, por lo que van a su piso. Una vez ahí, Amelia cuenta lo de su nieta y Julián les muestra la fotografía de Maite muerta. Alonso, entonces, le recomienda que no se deje guiar por la rabia, que es lo que Lola quiere; Amelia no está convencida de que sea Lola, ya que no es de su estilo, pero Julián desecha la idea y dice que le ha abierto los ojos. Julián, que cuando te pones intenso, piensas con el culo, mira que yo te advierto.

En esas, Lola cita a Amelia en la residencia al día siguiente, así que las dos mujeres se reúnen en la capilla. Ahí, Lola le dice que la tablet sí que es suya, pero que no la dejó a propósito (Dalí es un fisgón y le registró el bolso... ¿soy la única que se pregunta qué le ve Lorca a Dalí? Lorca, you deserve better ù_ú). También admite que está usando a Dalí para hacer dinero, pero le dice que ella no les está mandando las fotografías: odia al Ministerio, pero no a la gente que lucha en él.

Lola: Ya te lo he dicho, Amelia, sólo trafico con arte para sacar pasta, no con los libros de Canción de hielo y fuego. Además, dudo que el Martin no los escriba hasta un futuro muy, muy lejano.

Lola va a irse, aunque es demasiado tarde, pues Alonso y Julián aparecen para atraparla. Lola acusa a Amelia de traicionarla y ésta responde que Lola siempre acusa al Ministerio de mentirles, pero que la única que lo ha hecho es ella. Lola dice que todos van a traicionar al Ministerio tarde o temprano... Jo, menudo mal fario, que con todos renegados no hay serie, que se titula El ministerio del Tiempo, no Los renegados del Tiempo.

De vuelta al Ministerio, Salvador les felicita, aunque Amelia no está muy contenta con el giro de los acontecimientos, por lo que Salvador y Ernesto les recuerdan sus grandes éxitos. Irene dice que no se ha portado bien con ellos al mandarles las fotografías a los tres, eso hace que Julián reaccione: él no ha hablado de la foto de Maite con nadie, salvo sus compañeros, por lo que Irene se ha expuesto a sí misma. Irene lo admite todo y cuando Salvador le pregunta por qué lo ha hecho, ella responde que la culpa de todo la tiene Salvador y que ella no ha ganado nada, que todo es una mierda y él lo sabe. Alonso le dice que lo único que sabe es que Irene era su superior y los ha traicionado y Julián dice que Leiva y cía dan la cara, pero Irene ha enmerdado a Lola que era inocente del todo. Irene ni se inmuta y dice que será que se le está pegando el estilo del Ministerio.

Irene: Mardisión gitana pa' ti, Salvador.

Y, a ver, dos cosas: 1) o hay un giro muy loco, lo que es muy improbable, o mi ship Irene/Lola se ha ido a la mierda; 2) qué poco, pero qué poco, me ha convencido este giro. A ver, entiendo que Irene se rebelara (me parece un poco incoherente con la actitud de Irene en el episodio anterior, pero, vale, está enfadada y decepcionada, lo compro), pero me parece muy forzado y totalmente fuera de lugar que putee al trío y que culpe de todo a Lola. No sé, está claro que con quien la tiene tomada desde que ve a Leiva es con Salvador (y como yo con Jaime Blanch no soy objetiva, no voy a entrar a si es justo o no), ¿por qué herir así al trío y jugar tan cruelmente con Amelia?

Que me hace gracia que se vaya diciendo que el Ministerio usa a sus agentes como kleenex, no porque no sea verdad, sino porque ella ha hecho exactamente eso mismo con el trío.

Salvador, entristecido, les felicita y el trío se va preguntándose en quién pueden confiar. Julián, entonces, dice que va a volver a la residencia para despedirse de Federico y le recomienda a Amelia que le acompañe para descubrir cosas sobre su vida, pero la pobre Amelia no tiene ánimo. A todo esto, Julián habla sobre que Lorca tiene sueños proféticos, sobre que no se encontró su cuerpo y yo ya estoy súper dispuesta a que Lorca sea un funcionario porque sería lo más de lo más y vosotros lo sabéis.

Al final, Julián y Amelia vuelven a la residencia para acudir a la fiesta de despedida. Lorca está triste porque Dalí se va a París y le pide a Julián ir a hablar a solas, mientras Dalí le pide a Amelia hablar un momento a solas. Dalí le da un sobre a Amelia de parte de Lola y la pobre Amelia, para variar, se lleva un disgusto de impresión. ¡Dejad de putearla, señores guionistas! ¿En vuestro tiempo libre pateáis gatitos? Porque, en serio, torturar tanto a Amelia equivale a eso, que lo sepáis.


Representación gráfica de Amelia, que va a acabar por ingresar en una clínica de reposo con tanto disgusto.

Mientras tanto, en el Ministerio Ernesto le pregunta a Salvador se aplica el procedimiento estándar y Salvador le dice que contra Lola sí, pero a Irene la va a mandar a un centro de reeducamiento. Ernesto sigue empeñado en que Irene debería pagar, porque ha atentado contra el Ministerio y ayudado a Leiva, pero Salvador le deja claro que quien salvó a Leiva al sacarlo de prisión fue él, de ahí que Leiva no le matara en el episodio anterior. A Salvador lo único que le duele es haberlo hecho tan tarde, porque la situación de Leiva le parecía injusta. Después, le pregunta a Ernesto qué va a hacer y Ernesto le dice que siempre le será leal, que no se puede imaginar qué sería del Ministerio sin él. Al final, deciden cargarle el muerto a Lola (oye, vale que Lola es una aprovechada de la vida, pero, tíos, que es inocente) y contarle la verdad al trío en su debido momento.

Vale, hago un inciso para emparanoiarme un poco. ¿Serán las palabras de Ernesto proféticas? Quiero decir, durante toda la temporada todos ven en Salvador al Ministerio, más que verle a él, ¿Significará eso, junto a que Salvador está hasta las narices de las reglas, que va a haber una revolución con él a la cabeza? Porque sería la mejor forma de que hubiera cambios sin que se liara parda. Mmm.

De vuelta a 1924, Lorca le dice a Julián que él también se va porque tiene carita de adiós y Julián cree que no volverán a verse, pero Lorca no está tan seguro. ¡Espero que sí, que Lorca mola mil y debe volver! Lorca le recita un poema que imaginó la noche anterior y Julián lo recita, así que Lorca deduce que viene del futuro. Entonces, parece que Julián va a advertirle, pero al final únicamente se despide y se va muy jodido. Amelia le intercepta y Julián vuelve a ponerse intenso, así que Amelia deduce que va a salvar a Maite e incluso se ofrece a ayudarlo.

Yo sigo con mi campaña para que Lorca sea funcionario del Ministerio y lo veamos más.

Así, nuestros protagonistas se separan en dos equipos para cambiar el pasado: por un lado, Alonso se hace pasar por un espíritu, usando versos del Tenorio porque Alonso es grandeza, para impedir que el cabrón maltratador pegue a Blanca e incluso tiene una bonita escena con Blanca, que le toma por un fantasma.

Por otro lado, Julián y Amelia van a 2012, se montan en un coche y van a detener el accidente. Pero, ya sabéis, karma is a bitch, así que cuando están llegando, Maite les ve en el coche y se queda parada, mientras Julián la mira a ella y se choca con un coche que ha dado un frenazo, provocando el accidente en el que muere Maite. Así se abre una cuestión muy interesante: ¿siempre había ocurrido así, hay hechos en el pasado inamovibles y el tiempo encuentra siempre la manera de que ocurran o lo han provocado ellos al viajar en el tiempo? Es exactamente la misma duda que se le queda con el tema de su padre en el episodio ochentero, pero peor, claro.

Amelia logra sacar a Julián del futuro del accidente, ya que Julián del pasado va a llegar con la ambulancia y lo lleva a su casa, en el presente, donde le dan unos tranquilizantes. Alonso se queda cuidándole y le dice, creyéndole dormido, que él ha conseguido cambiar el destino de su esposa, algo con lo que yo discrepo. Si no me falla la memoria, Alonso Junior le explica a su padre que Blanca al principio lo pasó muy mal, pero después volvió a casarse y fue feliz. Así que, en realidad, imagino que el librarse de los malos tratos de aquel capullo era su destino, no sufrirlos.

Julián, al oírlo, pone cara de malo y cierra los ojos, mientras vemos a Amelia sosteniendo una foto de ella con Julián y un bebé, muy felices los tres. Entonces recuerda las palabras de Julián y rompe la foto muy, muy triste.

Y eso ha sido todo por esa temporada y yo me muero de ganas de ver la segunda, porque entre el futuro/pasado de Amelia y cómo se ha quedado cada personaje la siguiente puede ser aún mejor. En casa llevamos desde el lunes discutiendo qué hará The drama king a continuación: si tomarla con Irene o rebelarse. La verdad es que, aunque me esperaba ese último giro, no ha podido molar más, como la serie en general, que ha sido enorme. No, en serio, qué ganas de que se empiecen a saber cosillas de la segunda temporada y ojalá repita algún episódico de esta primera temporada.

martes, 14 de abril de 2015

Decepcionante Bajo sospecha

Ayer terminaron dos de las series españolas que estaba viendo y, como escribir las crónicas de El ministerio del tiempo me lleva más tiempo, hoy toca hablar del desenlace de Bajo sospecha, un nuevo exitazo del binomio Bambú-Antena 3.

Pero antes de hablar del final del caso, quiero analizar lo que ha dado esta primera temporada de sí porque o bien soy yo que soy muy rara o, la verdad, no entiendo esa avalancha de piropos que se está llevando Bajo sospecha. Es cierto que Bajo sospecha ha cumplido muy bien con lo que se espera de un thriller, es decir, que invitaba a seguir viéndola y ha tenido algún episodio que otro muy logrado (para mí el mejor de ellos el que estuvo marcado por la muerte de Alicia y la de Bosco).

Sí que han sabido mantener el interés hasta el final, pero creo que ha sido lo único que han cumplido y que han sacrificado muchos aspectos para mantener el interés.


Porque la verdad es que Bajo sospecha ha tenido un guión facilón donde los haya, lleno de giros mal planteados y peor resueltos y que parecía tomarnos a todos por idiotas. Vamos, que Bajo sospecha es una serie muy mal escrita, lo que es una auténtica pena porque la historia que han planteado sí que era interesante y daba para una serie muchísimo mejor de la que nos han ofrecido.

En primer lugar, nos han dado a una galería de personajes que importaban poco o nada. Si tras ver el primer episodio ya me quejé de que a la familia Vega al completo les faltaba un cartel luminoso que dijera "somos muy chungos", con el desarrollo de la temporada la situación no sólo ha mejorado, sino que ha empeorado. A ningún personaje, a excepción del de Carmen, parecía afectarles la desaparición de Alicia: todos actuaban de forma egoísta, errónea y ponían la zancadilla continuamente a la policía, lo que quedaba completamente absurdo porque la policía quería encontrar a una niña desaparecida y después a su asesino, no es como si los estuvieran investigando.

Ese continuo mal rollo, esa insistencia en que cualquiera podría ser el malo de la película, ha provocado dos cosas muy contraproducentes en la serie: por un lado, era imposible empatizar con los personajes, a pesar de que sufrieran, por lo que ese factor drama familiar quedaba muy deslucido. Por ejemplo, era imposible compadecer a Begoña incluso con la desaparición y posterior asesinato de su hija.


Por otro lado, que se adivinaba muy claramente, sobre todo en los últimos episodios, por dónde iban a ir los tiros al final.

Pero, bueno, eso último no tiene tanta importancia. A estas alturas de la vida todos hemos visto muchas series, todos hemos leído muchos libros y no es como si cogiéramos una novela de Agatha Christie para introducirnos en el género. Con eso quiero decir que si todos son súper mega sospechosos, ya sabemos que el culpable va a ser el único que parezca inocente. Es como cuando en una serie con casos, los personajes episódicos son interpretados por desconocidos, a excepción de uno, que es un actor importante y entonces sabes que él es el culpable.

Sin embargo, lo que a mí sí que me ha decepcionado, porque me ha decepcionado muchísimo, es el devenir de la historia. Bajo sospecha no es una historia orgánica, sino antinatural y forzada. Para alargar la historia, para buscar ese factor interés, los guionistas no han tenido reparo en cambiar personalidades, escribir giros que caían en el olvido y, sobre todo, idiotizar a todo el mundo. Manda narices, porque manda narices, que los policías al completo sean tan rematadamente imbéciles. ¿De veras eran necesarios dos episodios para saber a quién protegía Carmen? ¿En serio? ¿De veras me tengo que creer que una súper policía y psicóloga es tan sumamente idiota de dejar una prueba crucial donde Begoña pudiera verla con echar un vistazo? ¿De veras hay que creerse que Casas no tuviera cuidado con Vidal sabiendo de lo que era capaz?

También era para mear y no echar gota las actitudes de todo el mundo, así, en general, sobre todo teniendo en cuenta el drama familiar que tenían entre manos.


De hecho, lo de los personajes de esta serie está tan mal montado que voy a romper una lanza a favor de Blanca Romero. Sí, Blanca Romero no es la mejor actriz de la serie, es bastante limitada, pero hay que admitir que la chica no podía hacer más con un personaje tan soso. Sólo hay que examinar los grandes actores que tiene Bajo sospecha para ver lo desaprovechados que están todos, que la gran mayoría pasan sin pena ni gloria, destacando únicamente Yon González, Alicia Borrachero y Vicente Romero, que han tenido los personajes más agradecidos.

En lo que respecta al final, tengo sentimientos encontrados.

Por un lado, creo que la idea era buena. Ya lo he dicho. Es muy perturbador que todo fuera una estratagema de los niños que se salió de madre, también lo es el personaje de Pablo, sobre todo en los flashbacks. En ese sentido estoy contenta con el final de Bajo sospecha, me parece hasta valiente.

Por otro lado, la ejecución sencillamente no ha estado a la altura, ni mucho menos. Bueno, como el resto de la serie, a decir verdad. Desde cabos sueltos (¿cómo acabó la profesora muerta dentro del coche de Andrés? ¿De qué se ha dado cuenta Begoña al hablar con la abuela? ¿Quién mató a Bosco? ¿Qué había en las hojas que Begoña quemó?) hasta personajes y tramas que han quedado descolgadas. Ningún Vega ha tenido ningún final, ni siquiera se han molestado en intentar rellenar los huecos de los dramas familiares como la paternidad de Roberto o el inexplicable matrimonio entre Begoña y Andrés.


Vamos, que el cuidado de los guionistas por la familia Vega es nulo. No sé, deberían haber dado un cierre a la familia, aunque sólo fuera por los ocho episodios que han protagonizado, sobre todo si tenemos en cuenta que la segunda temporada será otro caso.

De hecho, el final que se insinúa para la familia principal es de nuevo muy facilón. No sólo Pablo no va a pagar por lo que hizo (y no sólo dejó encerrada a su hermana durante días en una cabaña, sino que asesinó a su prima), sino que los otros tres miembros de la familia han sido exonerados mágicamente cuando Carmen y su hermano enterraron a Nuria y luego fueron a mover el cadáver, Roberto destruyó pruebas y amenazó a Laura y Emi se sacó de la manga una acusación hacia Vidal, un policía, sabrá ella por qué, que tampoco tenía mucho sentido. Y por si eso no fuera poco, Carmen aún se permite el ir de superioridad moral con Laura que no fue honesta, pero ha sido la menos deshonesta y, encima, estaba intentando salvar a Alicia. No es como si hubiera ido a por la familia de Carmen.

Un desastre, vamos.


Pero, eso sí, lo que sí nos han dado ha sido un beso entre Laura y Víctor, que ya ha sido el despiporre y el festival del absurdo. Durante toda la temporada se ha desaprovechado brutalmente tanto la relación entre ellos como el hecho de que estuvieran infiltrados como matrimonio: Laura y Víctor eran herramientas para investigar el caso, punto, no personajes que tuvieran personalidad o una historia detrás, más allá de las leves trazas expuestas en el primer episodio (¿hemos vuelto a saber del marido de Laura o de sus problemas para concebir? No, en absoluto).

Así que, vamos, que salgan con el beso sin que hubiera tensión sexual no resuelta, ni alguna escena entre ellos que no fuera investigando es de chiste. De chiste.

Imagino que tendremos segunda temporada, sobre todo por las audiencias que ha estado teniendo, así que pido, por favor, que dejen de tomarnos por lerdos y nos den una serie más consistente que lo que ha sido esta primera temporada de Bajo sospecha. Porque, la verdad, ha sido bastante decepcionante este primer caso.

lunes, 13 de abril de 2015

El color de la magia

Tengo que admitir una cosa: yo nunca había leído un libro de Terry Pratchett. Sí, sabía quién era (vivo en Calahorra, que tiene sus cadencias, pero tampoco es una cueva), también había oído hablar de Mundodisco, pero nunca había leído nada de él. Con la triste noticia de su muerte, hablamos de él en casa y, por algún extraño motivo, teníamos la primera novela de Mundodisco, El color de la magia, así que acabé leyéndolo.

Bueno, por cierto, tenemos la teoría de que el libro surgió de algún coleccionable de estos que infestan los quioscos en septiembre, aunque prefiero pensar que surgió de la nada y me estaba esperando, xD. Vale, vale, me dejo de chorradas y voy con la reseña de El color de la magia.

El Mundodisco es un mundo plano que descansa sobre cuatro elefantes que, a su vez, se encuentran a lomos de la tortuga Gran A'tuin, que recorre el espacio. Mundodisco es un lugar peculiar lleno de magia, héroes, grupos de asesinos y ladrones y personajes de todo tipo, además de una alta tasa de mortalidad que tiene a la Muerte muy ocupada.

En medio de todo esto tenemos a Dosflores, el primer turista del Mundodisco, que ha dejado su agradable hogar para conocer héroes, vivir aventuras y ver peleas de taberna. Dosflores llega acompañado de un baúl cargado de oro, miles de patitas y una personalidad psicópata que sigue y protege a su dueño con mucho ahínco. Dosflores se acaba cruzando con Rincewind, un mago tan fracasado que sólo conoce un hechizo que no puede realizar porque no sabe cuál es y sus efectos podrían ser catastróficos, a quien arrastra en sus disparatadas aventuras por todo Mundodisco.

Esta primera entrega está dividida en cuatro historias cortas protagonizadas por el peculiar equipo que forman Rincewind, Dosflores y su Equipaje, siendo ellos el hilo conductor de cuatro disparatadas desventuras, que tienen como propósito el explorar por primera vez el curioso Mundodisco. En su camino, nuestros héroes (por llamarlos de alguna manera) se tropezarán con todo tipo de personajes y de situaciones de lo más absurdas.

La verdad es que El color de la magia es un libro bastante peculiar, que no sé muy bien cómo definirlo, aunque me ha gustado mucho y estoy deseando leer otras entregas de Mundodisco (según he leído, en esta saga puedes leer el libro que te apetezca cuando quieras, en vez de llevar un orden). Me ha parecido muy divertido y también muy original y me ha bastado un libro para declararme fan incondicional de la Muerte, que molaba mogollón. En serio, es muy, muy grande, yo me moría cada vez que aparecía persiguiendo a Rincewind.

También Rincewind me ha gustado mucho, ese mago tan sumamente desastroso que sólo conoce un hechizo y que se niega a pronunciarlo, por mucho que el hechizo intente salir cada dos por tres de sus labios. Rincewind es un desastre, es también un cobarde de mucho cuidado y codicioso y práctico y acaba viéndose arrastrado a todo tipo de locuras gracias a Dosflores, que no se achanta ante nada y parece atraer el caos y le pueden las ganas de ver el mundo a la sensatez. De hecho, estos dos hacen un gran dúo de personajes, aunque si algo me ha gustado ha sido ese Equipaje psicópata que les va siguiendo con sus cientos de patitas.

En lo que respecta a las distintas aventuras que conforman El color de la magia, las cuatro son de lo más dispares, aunque igual de divertidas. Sirven muy bien como presentación del Mundodisco y permite ir haciéndose una idea de cómo funcionan las cosas ahí e ir aprendiendo nociones generales sobre el mismo.

Eso sí, creo que el principio de la novela te deja muy descolocado y cuesta empezar a leerlo, aunque no tardas en meterte de lleno en la historia. Como ya he dicho, El color de la magia es una novela bastante curiosa, por no decir directamente que es bastante rara. Sin embargo, sí que creo que cumple bastante bien como introducción y es tan absurda que no puedes evitar reírte un montón con toda la panda de zumbados que la protagonizan.

Vamos, que estoy deseando leer más entregas (y, por suerte, me he pillado las tres siguientes, yey =D).

El próximo lunes literario estará dedicado a... La noche del jaguar de Nalini Singh.

sábado, 11 de abril de 2015

Los artificios de Arrow

Esta semana ha habido parón en el universo seriéfilo de DC que más mola, vamos, que no ha habido ni episodio de The Flash, ni de Arrow, así que he pensado en escribir una entrada sobre ésta última, sobre todo en este punto. Y es que, mientras su compañera de fatigas sólo va a más, Arrow acaba de atravesar una racha difícil.

Si ya en su día comenté lo mucho que me gustó ese primer tramo dedicado a la investigación de la muerte de Sara, ahora he de decir que la vuelta no ha estado marcada precisamente por la gracia, sino todo lo contrario: vamos, que los guionistas se han lucido un poco con un tramo de lo más dispar, en el que no todo ha sido malo, pero sí que se ha notado un bajón de calidad, al menos hasta ahora.

Básicamente lo que ocurre es que los guionistas de Arrow no son sutiles a la hora de escribir. Cuando te enfrentas a una historia, está claro que quieres guiar a tus personajes por un camino determinado, que lleguen a un punto x y, por tanto, la labor de un buen escritor es que los personajes alcancen ese estado antinatural para ellos (o fuera de su zona de confort, como prefiráis), pero de forma natural y orgánica. Pues bien, en Arrow se les nota muchísimo los requiebros que hacen para seguir la senda marcada en la sala de guionistas, forzando situaciones y cambiando personalidades según convenga.


Así, en Arrow son capaces de lo mejor y lo peor en ese sentido.

Por ejemplo, observemos al personaje de Laurel. Sé que Laurel es un personaje bastante odiado, algo que yo no comparto. La defendí en el primer parón y ahora lo hago más que nunca. Es cierto que Laurel pasó un segundo año penoso; de hecho, se puede acuñar perfectamente el término ‘La maldición de los Lance’, porque cuando uno mola, el otro se vuelve gilipollas y viceversa. Pero la cuestión es que Laurel se quedó descolgada al no ejercer el rol de interés amoroso del héroe y la bajaron a los Infiernos, aunque han logrado alzarla en esa conversión en heroína muy bien llevada.

¿Le ha resultado fácil? No, claro que no, ella está aprendiendo y comete errores y se lleva hostias, pero tiene claro su objetivo. Pero es lógico si pensamos que ha pasado de ser una mera fiscal a ser Black Canary, al igual que su posición actual en los conflictos del equipo Arrow tiene mucho más sentido que la mayoría de la de los personajes.


Laurel es un personaje enfadado, lo lleva siendo desde la muerte de Tommy y a mí eso es algo que me gusta. Creo que es poco habitual que se dé un personaje femenino con tanta ira en su interior y que le dé vía libre. Por eso, me parece que sus conflictos con Oliver sí están bien llevados: no sólo Malcolm mató a su hermana, sino que Laurel es una tía dura y con moralidad flexible. Pero también es amiga de Oliver y, aunque esté enfadada con él, le apoya, lo que queda bastante coherente.

Y es que Oliver ahora mismo está sufriendo un poco el síndrome de Jack en Perdidos: todo el mundo le exige algo y a la mínima se le tiran a la yugular. Que sí, que no está siendo la mejor temporada de Oliver tampoco, no está inspirado el muchacho y a veces me da la sensación de que se piensa que Thea es un vampiro de The vampire diaries y va a apagar sus emociones el día menos pensado.

Sin embargo, Oliver sí que está siendo coherente: él ha renunciado a Felicity, así que, aunque el Gilipalmer no le gusta, se calla y apechuga con su decisión. Incluso se puede entender esa fijación por mantener a Malcolm Merlyn con vida, aunque todos sepamos que es un hijo de puta con tirantes. Oliver siempre ha intentado redimir a la gente (recordemos a La cazadora) e incluso se puede comprar el que necesite a Malcolm para enfrentarse a Ra’s al Ghul tras que éste le matara con facilidad. No obstante, para mí es harto evidente que se están buscando mil excusas para mantenerlo con vida y en el final de temporada Malcolm se sacrifique por Thea.

El problema es que Malcolm se ha convertido un poco en un lastre para la serie, creo que con menos episodios su historia habría quedado mejor. Bueno, la verdad es que este año no es que estén demasiado inspirados con el timing y hemos tenido un arco central a la deriva, como si no se supiera a dónde se dirigía la serie, más allá de contar las historias de Laurel y Thea que, por cierto, han sido lo mejor de este tercer año.

Y es que yo creo que se ha notado mucho (y para mal) la ausencia de un claro villano: durante los primeros nueve episodios se centraron en el caso de Sara, pero después han tardado la vida en presentar a Ra’s al Ghul como el malo de temporada. Sí, Ra’s estaba ahí, pero tampoco ejercía el papel de enemigo y ha sido un error. De hecho, este último episodio, Public enemy, ha vuelto a subir el nivel y ha sido porque Ra’s se ha convertido en una gran amenaza de una vez y ha puesto a Oliver contra las cuerdas de una forma distinta a lo visto y muy efectiva.


Ni que decir tiene que me muero por saber cómo va a continuar la historia, porque ese giro ha sido enorme.

Ahora bien, si la falta de villano ha sido un fallo y Malcolm tampoco es que esté ayudando en esta segunda parte de la temporada, Arrow tiene su propio cáncer con nombre propio: Ray Palmer. Vale, yo ya había hablado de esto, pero es que, sinceramente, sigo sin entender el propósito de este personaje más allá de forzar un segundo spin-off. No sólo el Gilipalmer es un personaje muy poco inspirado con un casting terrible, sino que desde que apareció nos hemos visto obligados a soportar tramas que nada tienen que ver con la serie.

El Gilipalmer está protagonizando su propio spin-off dentro de Arrow, teniendo tramas propias que no encajan ni por tono, ni por conexiones, ni por nada y para lo único que sirven es para romper el ritmo del episodio. De nuevo, me referiré a Public enemy, que fue un pedazo de episodio y cuya intensidad se veía cortada por la estúpida trama de Ray en el hospital.

Y, por cierto, ¿es necesario que sea tan rematadamente gilipollas? Es que, en serio, cada cinco palabras tiene que recordarnos lo maravilloso que es. Oh, sí, tío, eres un puto genio, quizás no tenga tu cerebrito, pero no soy tan idiota como para que tengas que recordarme cada dos por tres tus méritos. Y, por cierto, yo de ti no chuleaba tanto porque necesitaste un escáner para descubrir a Arrow, pero Harrison Wells lo dedujo en cero coma sin maquinitas ni mierdas.


Lo peor del spin-off del Gilipalmer es que tiene secuestrada a Felicity, que está protagonizando un arco verdaderamente lamentable e incoherente. No entiendo el que hayan dado tantas explicaciones a que le dé una oportunidad al Gilipalmer, cuando la situación era sencilla: Oliver no cree que puedan estar juntos, así que le da una oportunidad a otro chico que puede hacerla feliz. Jolín, no hay nada de malo en eso, no veo por qué han tenido que retorcer todo tanto y escribirlo tan mal.

Porque, encima, todos hemos visto ya demasiadas series como para no saber que la relación de Felicity con Ray es un mero entretenimiento para alargar la tensión sexual no resuelta, así que son ganas de fastidiar un gran personaje al volverlo bipolar.

En primer lugar, Felicity siempre ha sido alguien que ha apoyado el que Oliver no mate y, de hecho, en la temporada anterior cuando Oliver se carga al Conde para salvarla, a ella le afecta mucho. Por eso, no me entra en la cabeza la fijación que tiene con que Oliver mate a Malcolm Merlyn, por mucho que éste sea un cabrón que ha hecho que Thea mate a Sara.


Eso, por no hablar de sus repentinos cambios de humor y salidas de tono que no vienen a cuento: desde ese "no quiero ser una mujer que tú ames" hasta ese "te alegría que Ray muriera" totalmente gratuito. Yo aún sigo traumatizada con la escena de la primera frase, no sólo porque fue cruel de narices, sino porque parecía el berrinche de una niña pequeña: Oliver vuelve de la muerte, descubre que Ra's al Ghul (quien le mata muy fácilmente) viene a por su familia y tiene que enfrentar esa situación. Vamos, no es como si Oliver no cumpliera las fantasías de Felicity por irse de juerga, colega.

Sin embargo, en los últimos episodios Felicity parece ser la que era, aunque sigo creyendo que el Gilipalmer es una mala influencia para ella. Y estoy muy harta de que la arrastre en tramas que no pegan con Arrow y que van muy a la deriva, como si estuvieran gastando minutos para llegar a este último giro.

Lo malo es que lo vamos a tener de visita en The Flash, aunque, bueno, si el doctor Wells se viene arriba y se carga a Gilipalmer y a Iris de una tacada, yo daré palmas con las orejas. No, en serio, si eso pasa, yo prometo iniciar una religión en torno al doctor Wells, que es grande donde los haya. No creo que tengamos tanta suerte, pero, bueno, por suerte parece que vamos a tener dos últimos tramos espectaculares o, al menos, el trailer lo es. Así que esperemos que Arrow recobre la molonidad perdida, que es lo que parece que va a ocurrir.

PD: ¡Ay, la escena del beso, ay! Imagino que es una trampa, no dejo de repetírmelo, ¡pero ay!