Así como el año pasado sólo compré
Arrow de los estrenos televisivos, este año he acabado enganchada a más de ellos. Y mi intención inicial era hablar hoy sobre
Agents of Shield, pero me vais a perdonar que lo deje para otro día porque, tras haber visto el final de temporada, he de hablar de
Sleepy Hollow.
Sleepy Hollow cuenta la historia de
Abbie Mills, una policía que vive en
Sleepy Hollow y que descubre, anonadada, que un jinete sin cabeza se pasea por su ciudad. También conocerá a
Ichabod Crane, un soldado de la guerra de la independencia, que lleva dormido desde entonces. Los dos deben unirse para luchar contra el jinete, que resulta ser uno de los jinetes del Apocalipsis, e impedir el fin del mundo.
Sleepy Hollow es una locura. En serio, es una mezcla de géneros y elementos fantásticos de lo más brutal: testigos, demonios, brujas, jinetes del Apocalipsis, personajes importantes de la historia americana luchando contra el mal...
Lo dicho: es una locura. Pero es una locura que mola. Mola un huevo.
Además, como la temporada ha sido únicamente de trece episodios (y la segunda tendrá otros tantos) no hemos tenido ningún episodio de relleno, sobre todo visto el final. Pues en todos ellos se ha ahondado tanto en la mitología de la serie, como en los personajes, todo ello sin renunciar a la acción, a la diversión y a darnos pistas sobre el final.
De hecho, hacía tiempo que no veía una serie (nueva, se entiende) donde elementos tan dispares, encajaban tan bien. En parte, y manteniendo las distancias, me ha recordado a
Fringe por esa amalgama entre acción, diversión y la evolución de unos grandes personajes. Además, sale
John Noble, grande él allá donde va. Y es que
Sleepy Hollow no ha ido de trascendente, ni de súper drama de la hostia y se ha dedicado a entretener y a contar esa historia tan loca que ha llegado hasta a contener un zombie de
George Washington. Ahí es nada. Pero, lo dicho, la cuestión es que funciona, entretiene y, además, es simpática y conecta con el espectador.
Eso se debe, sobre todo, a la relación entre los protagonistas,
Ichabod y
Abbie, donde no han intentado meter la típica tensión sexual no resuelta. Otra cosa que les agradezco. Porque
Ichabod y
Abbie tienen química, pero más como colegas que en plan romántico. De hecho, las escenas en las que
Abbie le enseña el mundo moderno a
Ichabod no tienen desperdicio: desde las del móvil, hasta mi favorita, que es la indignación de
Ichabod porque se cobre por el agua.
Y poco a poco fueron introduciendo más personajes, tanto en el presente como en el pasado:
Jenny, la hermana de
Abbie; Irving, el jefe de
Abbie, que poco a poco cobró protagonisto;
El comedor de pecados...
Y ahora sí que sí, me toca hablar de ese fantabuloso final de temporada, por lo que va a haber
spoilers que no deberíais leer salvo que hayáis visto ya el episodio.
Qué episodio.
En los once anteriores, los guionistas fueron llevándonos hasta este final: la unión entre los testigos, el trauma que
Abbie arrastraba desde niña, la humanización de
Irving y, sobre todo, los flashbacks de
Ichabod que relataban cómo conoció a
Katrina, cómo se originó el jinete sin cabeza o la revelación de que
Ichabod tenía un hijo,
Jeremy, y el triste final del niño pese a los intentos de
Katrina de salvarlo.
Así, como suele ocurrir con las series fantásticas, la misión se acabó tornando lo más personal posible para ellos cuando el segundo jinete tomó forma. Porque, no sé vosotros, pero yo sí sospechaba que
Henry no era tan bueno como aparentaba y que trabajaba para
Moloch, incluso pude prever que era el segundo jinete, pero que era
Jeremy. Oh, no, eso sí que no. Me dejaron con la boca abierta con esa revelación, sobre todo porque encajaba a la perfección.
Ya sabíamos que el primer jinete tenía mucho que ver con
Ichabod y
Katrina, siendo el mejor amigo de él y el ex-prometido de ella; también sabíamos que, estando
Ichabod en su letargo,
Katrina había tenido un hijo, al que había abandonado por motivos ajenos a ella y que su aquelarre había terminado con el niño, por temor a su poder. Todo eso confluyó al final, cuando resultó que
Jeremy era
Henry Parrish, no el amable
Comedor de pecados que creíamos, sino el segundo jinete, que había apañado todo para que llegara ese momento. Y aunque los dos intentan llegar a él, hacerle ver que no fueron responsables de su destino,
Jeremy/Henry no sólo no les hace caso, sino que llega a decir que
Moloch es su padre. Auch, pobre
Ichabod. Es todo tan cruel... tan perfecto, pero cruel, como suele ocurrir con las buenas historias.
Me quito el sombrero ante los guionistas. Chapeau.
De hecho, lo trazaron todo tan bien que hasta quedó natural y lógico que todos los personajes acabaran en una situación chunga de narices:
Abbie se quedó en el purgatorio, cumpliendo la profecía de
Moloch, para enfrentarse a él y de paso cumplir con su palabra de sacrificarse en pos de la humanidad;
Ichabod recuperó a
Katrina al fin, pero el reencuentro fue breve, pues mientras que
Muerte se la lleva a ella,
Jeremy lo entierra bajo tierra a él;
Irving es detenido para proteger a su hija que, pese a ser inocente, iba a acabar cargando con un asesinato; y
Jenny atrapada bajo aquel coche tras descubrir el secreto e intentar proteger, una vez más, a su hermana.
Os pongo un primer plano de Tom Mison, que es tan guapo que no he podido resistirlo.
Vamos, que te quedas sufriendo cual perra por todos los personajes y lo peor es que hasta septiembre no habrá más episodios. ¡Arg, qué desesperación!
Pero, bueno, al menos así han mantenido el nivel en todos los episodios, petándolo en este con el descubrimiento del mapa, los dilemas morales (¿dejarías tirada al amor de tu vida para salvar la humanidad?) y el purgatorio. Dios, qué purgatorio. Qué mal rollo daba. Y es que
Sleepy Hollow, pese a contar con ese humor tan simpático, también sabe dar un mal rollo que te cagas con esos demonios tan originales y la ambientación tanto del pueblo como de las escenas más sobrenaturales.
Y con todos los protagonistas en peligro,
Jeremy habiendo roto el segundo sello y jodiendo a sus padres, se han despedido hasta el año que viene. Ahora sólo nos queda esperar, teorizar y devorar cada noticia que salga. Ah, y alabar al cast, sobre todo a
John Noble, que cumple tanto como señor rarito adorable y como villano chungo.
Qué larga va a ser la espera.