Ayer tuve un día muy ocupado y no paré en casa hasta muy tarde, así que no cambié el Maromo de la semana... de nuevo, lo sé. Pero, a cambio, os traigo una reseña que tenía preparada y que da inicio a una mini sección, los lunes literarios, que nace de que se me han acumulado varios libros por reseñar, así que vais a tener una reseña cada lunes durante, al menos, las próximas cuatro semanas.
Y hoy os traigo la reseña de Peter Pan, la novela de J. M. Barrie, que ha dado lugar a muchísimas adaptaciones. La historia ya la conocía, pero siempre había tenido curiosidad por leer el libro y, cuando lo vi en una feria del libro, me hice con él. Además, la edición de Biblok que conseguí es muy maja con la tapa dura y una colección de ilustraciones que acompaña el texto.
Creo que la historia la conocemos todos: Peter Pan es un niño que vive en Nuncajamás y que, por lo tanto, nunca crece. Un día, pierde su sombra en casa de los Darling y, cuando vuelve a recuperarla, conoce a Wendy, la mayor de los hermanos Darling, y la invita a acompañarle a Nuncajamás, para que sea la madre de todos, luche con los piratas y viva mil aventuras.
Empecé a leerlo con cierto miedo. Miedo de que me decepcionara, de que lo encontrara aburrido o demasiado anticuado, miedo de que no me gustara y que no dejara de pensar en la película con la que crecí. Pero no. Peter Pan me ha encantado de cabo a rabo.
Aunque conocía la historia y la recordaba bien, las páginas de la novela me han cautivado. J. M. Barrie tiene una prosa muy particular, pero me ha gustado mucho, me ha parecido muy bonita, con personalidad y con aire de cuento, lo que hacía de la historia algo mucho más entrañable. Además, creo que Barrie sabía comprender a los niños, la niñez, y escribió Peter Pan para ellos. Es un libro que leería a mis hijos y que ellos disfrutarían tanto como yo.
También es muy entretenido, con las aventuras por Nuncajamás, con los niños perdidos, Campanilla, Peter y el temible Capitán Garfio y sus piratas.
Aunque, sobre todo, me ha parecido tan bonito como triste. Ya no es sólo el proceso mediante el cual Wendy comprende que tiene que crecer y abandonar Nuncajamás, convertirse en un adulto, algo que no desea, sino que también habla mucho de pérdidas. La pérdida de la inocencia, de la ilusión, de las relaciones...
Peter tiene una personalidad algo más compleja que en la película de dibujos, no tan idealizada, tiene más veras y más defectos. Es un tanto egoísta y egocéntrico hasta el extremo de olvidarse de personas que habían sido importantes para él. Y eso me pareció triste, muy triste, sobre todo cuando ni siquiera es capaz de recordar a Campanilla.
También lo es su relación con Wendy. Tienen escenas de lo más bonitas y tiernas, pero al final Wendy elige crecer, volver a casa, y Peter tiene que dejarla marchar. La verdad es que la relación entre los dos se me ha antojado bastante más romántica de lo que vi en la película, pero no sé si es una ida de olla mía o si era la intención de Barrie, que soy muy dada a las parejitas ;P
Pero también tiene partes muy divertidas y, personalmente, disfruté mucho con los pasajes sobre la familia Darling y su día a día: como los padres de Wendy, John y Michael se enfrentaban a criar a tres hijos, al trabajo y a hacer malabarismos con las cuentas. También me gustó mucho Nana, la perra que tienen como niñera los Darling, y la relación con el resto de la familia.
Como ya he dicho, es una lectura muy recomendable, muy bonita y que no se ha quedado ni anticuada, ni pasada de moda.
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