El pasado martes nos decía adiós
Gran hotel tras nueve magníficos episodios y lo hacía por todo lo alto con una boda, asesinos, misterios resueltos y mala leche por doquier y no sólo por parte de los personajes ;)
A lo largo de estos nueve episodios hemos podido ver muchas cosas, sobre todo porque no han perdido el tiempo y, además de ofrecernos pistas e información constantes, nos han ido mostrando las distintas caras de los personajes; en el caso de aquellos más fáciles de conocer como, por ejemplo,
Javier que, desde el principio, se sabe que es la oveja negra, nos han ofrecido una evolución.
Javier es uno de mis personajes preferidos. Quizás se debe a que siento predilección por
Eloy Azorín o, quizás, a que siempre me han atraído los malos y los perdidos, pero me encanta. Me sorprendió mucho el que alargaran durante varios episodios la trama de
Javier y sus líos de faldas con dos hermanas, algo que me gustó porque, además de para conocer a
Javier y ver la distinta relación que tenía con los miembros de su familia, sirvió para que decidiera crecer un poco... Pero sólo un poquito :P
Me gusta mucho esta foto :3
Estoy deseando saber cuál será el papel de
Javier en la segunda temporada porque, de momento, lo veo un tanto descolocado al no ser partícipe de los tejemanejes de su familia y, a excepción de
Alicia, no le veo unido a alguien. Quizás lo vuelvan a acercar a
Julio o, quizás, exploten más la extraña alianza que hay entre él y
Sebastián, el dueño de la taberna de Cantaloa.
Por cierto, también estoy deseando saber más de
Sebastián porque, hasta ahora, además de tener chanchullos con bastante personajes, ha demostrado estar mejor informado que muchos otros y saber por qué me trae por la calle de la amargura.
De hecho, uno de los poquísimos peros que le he visto a esta primera temporada es que me parece que han tenido a un par de actores y de personajes bastante desaprovechados. Además del citado
Sebastián, el maître
Benjamín también ha estado un tanto ausente, bueno, estaba ahí presente, pero no llegaba a tener algo más que un par de intervenciones por capítulo y, generalmente, a modo de comparsa de
Andrés o
Julio.

Estoy segura de que lo hicieron a propósito, al fin y al cabo como ellos mismos dicen un buen sirviente debe estar siempre y no hacerse notar, pero, claro, adoro a
Manuel de Blas desde
El internado, así que mi fan del
Viejo siniestro interior estaba un poco descontenta... Hasta que llegó el último episodio. Ahí fue cuando descubrieron a
Benjamín como el asesino del cuchillo de oro, giro que a mí, personalmente, me dejó con la boca abierta porque estaba prácticamente convencida de que el asesino no era otro que
Andrés.
De momento,
Benjamín parece que abandona el
Gran hotel, aunque, claro, como todo en este final de temporada no ha llegado a suceder porque todas, absolutamente todas las tramas, han quedado en estado interrumpido, sin que llegue a pasar nada que no pueda ser reversible, por mucho que parezca lo contrario.
Por ejemplo, la trama romántica de la serie, el tan manido amor imposible entre una señorita rica y un chico pobre, parece que ha alcanzado un nuevo estado de imposibilidad con la boda con el villano de la serie,
Diego. Sin embargo, de momento parece. Sí, tanto
Diego como
Alicia han dado el “sí quiero”, pero en aquella época todavía se estilaba aquello de: si alguien tiene algún impedimento para que esta unión no se lleve a cabo, hable ahora o calle para siempre. ¿Quién sabe? A lo mejor
Julio irrumpe en la boda o nos sorprende algún personaje como
Javier, que últimamente andaba un poco desaparecido.

Y, hablando de la relación, me gusta mucho que no sea una trama excesivamente importante, aunque siempre esté ahí. Eso sí, he de admitir que me recuerda (y mucho) a la de
Victoria y
Ángel en
La señora, el tipo de personajes, el tipo de relación, los obstáculos. Si, al final, la boda de
Alicia y
Diego tiene lugar, será todavía más parecida y sólo faltará que
Julio se nos meta a cura.
Por suerte, nos han puesto a
Alicia y a
Julio jugando a los detectives para averiguar qué le ocurrió a
Cristina Olmedo, lo que nos ha permitido conocer más facetas de los dos. Por separado
Alicia y
Julio cumplen con su papel, quizás no son los personajes más carismáticos, pero a mí me caen bien y entiendo bastante el enfrentamiento por la familia que tienen.
Además,
Amaia Salamanca (que no me parece mala actriz, pero sí un poco limitada) cumple perfectamente con su papel y
Yon González, como siempre, se sale. Por cierto, que sepáis que estoy muy traumatizada porque en
Vayatele leí que
Yon actúa como
Mario Casas, algo que no comparto en absoluto.
A decir verdad, el reparto en general me ha convencido muchísimo. Al principio no me convencía
Adriana Ozores, pero al final o le ha pillado el punto al personaje o yo a ella. Sin embargo, ni siquiera tras nueve episodios he logrado hacerlo con dos de las chicas: por un lado,
Marta Larralde me parece muy falsa actuando y tiene suerte de que su personaje,
Belén, sea odiosa por sí sola y, a pesar de su actuación, logre el cometido de su personaje: provocar el odio visceral. Por otro, está
Paula Prendes que no os diré yo que no se deba a que le tengo manía (aunque hablando en la EOI y con
Miki he descubierto que hay más gente que opina lo mismo), pero que no me la creo. No me creo sus gestos y es oírla y resultarme falsa.
Es que es pensar en Belén y recordar la canción de Rasputín: muerteee, xD.
Eso sí, me sorprendió mucho su personaje porque me esperaba que fuera una pobre víctima, pero no. No solo no estaba muerta (qué gran final de episodio ese giro), sino que
Cristina no era ni buena ni víctima. Personalmente, me resulta una excusa barata el “los
Alarcón me volvieron así” con el que se justificaba ante su hermano, al que demostró que no le era fiel en absoluto, jugando con él durante ese único episodio en el que estuvieron juntos, pero disfruté como una enana con el giro que le dieron al personaje y, sobre todo, haciendo que
Alicia y
Julio compartan esa situación de creer en sus familiares cuando éstos no se merecen tal confianza.
Y tras su brutal aparición,
Cristina desapareció dejándonos otro final de infarto en el que era asesinada y, también, consumida por su propia venganza. Si hubiera confiado en
Julio o si hubiera desistido en su intento de matar a
Doña Teresa, hubiera vivido.
A decir verdad, esa trama me pareció un poco cogida con pinzas. Seguramente se deba a la falta de información (o porque me he perdido algo), pero el odio de
Cristina no lo entiendo. A ver, me refiero a antes de que intentaran matarla porque, según ella, les roba y les extorsiona por culpa de los propios
Alarcón (no deja de entonar, cual mantra, que todos los
Alarcón son malos). Incluso después, me parece muy justificado el que odie a
Doña Teresa y a
Diego, pero, ¿y los demás?
Eso sí, no termino de entender la parte final y cómo
Diego se hizo con la carta. Es que, una de dos, o
Cristina se la da antes de que la mate
Sofía (
Cristina le dice que le ha dado la dichosa carta a alguien y me imagino que es a
Diego) o, por otro lado,
Sofía no recoge la carta y luego
Diego encuentra el cadáver y se aprovecha.

No nos lo dejan muy claro (yo de la palabra de
Cristina a estas alturas dudo muchísimo), pero cualquier opción me parece muy ilógica. O sea,
Diego intenta matar a
Cristina y la traiciona más que nadie porque eran amantes, pero ella le facilita la carta, aunque sea por dinero. No sé, ya puestos a ponerse en plan
V de vendetta debería vengarse de los dos, ¿no? Y, en el otro caso,
Sofía mata a
Cristina por la puñetera carta y se la deja olvidada. Muy WTF? todo, pero, bueno, todo sea para que
Diego entre en juego de nuevo y para que
Alfredo demuestre que, en el fondo, es un cacho de pan enamorado.
Porque hace falta estar enamorado para sacrificarse por
Sofía y para intentar por todos los medios ahorrarle un escándalo a una familia que no ha dejado de humillarlo y pasarle por encima, mujer incluida. Aunque, bueno, si
Alfredo pasa una temporadita en la cárcel,
Sofía podrá ocultar su embarazo mejor porque yo, personalmente, me preguntaba cómo pensaba hacerlo si comparten lecho habitualmente.

Otra trama más, por cierto, que se ha quedado en ese estado interrumpido y de la que pueden dar marcha atrás. Aunque si hay una que ha quedado así, aunque a priori parezca que no, es la protagonizada por mi habitante preferido del hotel.
Estoy hablando de
Andrés, claro.
Andrés, ese ser adorable y más bueno que el pan, que no ha mostrado dobleces, sino una lealtad fuera de lo común y con casi todo el mundo. Siendo el que cuida de
Julio, el que le saca de líos y, también, su
Pepito grillo particular, por mucho que
Julio no soliera hacerle caso. También ha sido un apoyo para
Alicia y para
Catalina y también para ese ser ruin y simplemente malvado que es
Belén, que llevó el dicho “por el interés te quiero,
Andrés” a un nuevo nivel.
No me digáis que no es bonico Andrés :3
Estoy segura de que yo no odiaría tanto, pero tanto, a
Belén si no se aprovechara del pobre
Andrés y del amor que siente él por ella. Vamos, es que a cada episodio estoy deseando que
Ángela (grande, muy grande) la torture dolorosamente para rematarla entre terribles sufrimientos.
Al final, en el último episodio, descubrimos que el contenido de la dichosa carta era uno de los secretos de
Alarcón padre al que, por cierto, tengo la teoría de que alguien le asesinó.
Andrés se descubría como el hijo mayor de
Alarcón padre (desconocemos a la madre por el momento, ¿
Lady quizás?) y, por tanto, como el heredero del
Gran hotel. Curiosamente, en ese mismo episodio, veíamos a
Andrés jugar a ser el gran señor estando a solas en el gran salón.
Y, aunque yo estaba segura de que la que iba a espichar era
Belén por idiota (¿decirle eso a
Diego, really? Como diría
Eli Gold, puedo con muchas cosas, pero si hay algo que odio es a los aficionados), al final nos han puesto a
Andrés sufriendo una descarga y cayendo sobre la mesa. En apariencia,
Andrés está muerto, pero yo, quizás porque me niego a creer que hemos perdido a
Andrés, no me lo creo hasta que lo vea en una tumba o algo así. De hecho, como ya he dicho, podrían fácilmente echarse hacia atrás y dejarlo en un intento.
Sin embargo, hasta que regresen con la segunda temporada únicamente nos queda teorizar para acortar la espera y, en mi caso, anhelar un crossover entre esta y
Gran reserva. Imaginad lo que molaría una reunión de los maléficos progenitores de ambas familias y también del detective
Ayala (me encanta, qué crack de hombre) junto a la agente
Ortega; seguro que estos dos se iban de vinos a despotricar sobre sus respectivos sospechosos habituales porque a ninguno de los dos les dejan tranquilos entre unos y otros :P