Llevaba dos semanas ya faltando a mi cita con el lunes literario, pero hoy regresa y por todo lo alto, pues os traigo la reseña de un libro que me encantó: Lola y el chico de al lado de Stephanie Perkins. No era la primera vez que leía algo de la autora, pues hace unos meses leí su primer libro, Un beso en París, así que estaba muy motivada y las expectativas estaban altas, muy altas.
Pero Lola y el chico de al lado las cumplieron. Dos de dos, Perkins, dos de dos, qué grande eres, coño.
Lola Nolan es una diseñadora en ciernes, amante de las pelucas y de todo tipo de ropa. Además, es la responsable hija de una pareja gay, la mejor amiga de una futura gran detective y sale con un guapísimo rockero. Pese a sus problemas, Lola tiene una vida pacífica... hasta que, un buen día, la casa de al lado vuelve a estar habitada por la familia Bell, lo que quiere decir que Cricket ha vuelto y eso desestabiliza todo el mundo de Lola.
Una vez más, nos encontramos ante una historia romántica, pero, al igual que sucedía con su novela anterior, Stephanie Perkins logra que no se parezca a nada anteriormente visto o leído. La historia que nos presenta en Lola y el vecino de al lado, aunque tiene ciertos tópicos del género, también es muy original, lo que es de agradecer y lo que hace que se adore la novela al instante.
Empezando con los personajes, capitaneados por Lola, que ejerce de narradora. Lola es un personaje muy definido, profundo y que resulta muy original tanto por fuera como por dentro. Lola se pone pelucas, se viste de forma vistosa, excéntrica, pero es una buena chica: estudia, obedece a su padres, está siempre ahí para su mejor amiga... Pero también es humana, se equivoca como hacemos todos, se mete en líos a veces sin querer o guiada por un motivo, otras por pura cabezonería o ceguera. Y eso la hace interesante, hace que le cojas cariño enseguida.
El entorno de Lola, encima, mola un montón. Su amiga, Lindsey, adora las historias de detectives (le encanta Verónica Mars, con eso se ganó mi amor eterno) porque quiere ser una. Sus padres son geniales, me encantaron y, además, me gustó cómo trata la autora el que sean homosexuales, con esa normalidad y alejándose tantísimo de los tópicos. Me gustó mucho la relación de Lola con sus padres, por cierto, me pareció de lo más mona y de lo más real; además, yo opinaba como ellos en cierto tema, así que les comprendía perfectamente.
De hecho, esa es otra de las virtudes del libro: logras comprender a los personajes, incluso cuando no tienes toda la información. Y es que, al estar narrado en primera persona por Lola, sí que tienes todos los datos de ella, pero no del resto de los personajes.
Por eso, me parece que Stephanie Perkins hizo un gran trabajo como autora, pues, pese a contar únicamente con el punto de vista de Lola, calas perfectamente a los otros personajes, aunque Lola no lo haya hecho o no pueda hacerlo. Porque Lola tiene una historia pasada con Cricket Bell, el protagonista, el chico de la historia, vaya. La cuestión es que, desde el primer momento, tú sabes que Cricket le hizo algo a Lola, no sabes el qué, pero sí que la dejó hecha polvo. Y, sin embargo, desde el instante en el que apareces, adoras a Cricket Bell.
Porque Cricket tampoco es el típico galán de novela romántica: es terriblemente alto, con el pelo en punta, no es ni popular, ni un rompecorazones, sino un chico mono, que es un genio. Vamos, que desde que le conoces, quieres abrazarle y no dejarle ir nunca porque es lo más mono que existe. Personalmente, encontré muy interesante que Cricket fuera paradito, empollón, vamos, un chico normal, muy real.
La relación entre ambos me encantó. Creo que Stephanie Perkins sabe llevarla muy bien, con calma, pero sin resultar lenta. Vamos, que la novela tiene el ritmo perfecto: los sucesos fluyen con naturalidad, quedando todo muy logrado y nada forzado.
Además, y es un detalle tonto que me hizo sonreír como una tonta, en Lola y el chico de al lado también salen Anna y Étienne. En serio, qué ilusión me hizo ver que salían, aunque fueran secundarios. Por un lado, veíamos cómo continuaba su historia, lo que es guay, porque es de las pocas veces que se sabe qué hay después del "Fin" y, por otro, no les roban el protagonismo a Lola y Cricket.
Por lo demás, sólo me queda repetir lo que ya dije en su día sobre el estilo de Stephanie Perkins: es bonito, se adapta perfectamente a cada tipo de escena, tiene golpes de humor muy buenos, los diálogos son muy reales y sabe explotar bien el romanticismo sin caer en tópicos, ni en cursiladas, lo que se agradece. De hecho, al igual que sucedía con Un beso en París, Lola y el chico de al lado es increíblemente romántico, pero no resulta empalagoso, sino perfecto.
Una vez más, no puedo más que recomendar encarecidamente a esta autora.
El próximo lunes literario estará dedicado a... Las guerras del Mundo Emergido I. La secta de los asesinos de Licia Troisi.
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