Hoy os traigo la reseña de un libro que, aunque no fue exactamente lo que me esperaba, me gustó mucho: Las carreras de Escorpio de Maggie Stiefvater. Yo ya conocía a la autora, pues había leído su trilogía Los lobos de Mercy Falls, así que estaba convencida de que me iba a gustar. Sin embargo, como ya he dicho, la novela no era lo que pensaba que iba a ser y creo que de eso tiene la culpa la promoción de la misma.
Pero, antes de entrar en faena, ¿de qué trata Las carreras de Escorpio?
En la isla de Thisby todos los años tienen lugar las famosas Carreras de Escorpio, donde los hombres montan capaill uisce, que son unos caballos marinos que, aunque son más rápidos y grandes que los normales, también son peligrosos: son violentos, difíciles de manejar y les encanta la carne humana.
Sean Kendrick siempre ha tenido muy buena mano con los capaill uisce, habiéndose convertido en el ganador de las carreras durante los últimos cuatro años. Sin embargo, lo único que Sean ambiciona es Corr, el caballo marino que ha entrenado durante años y que pertenece al hombre al que trabaja. Este año, en cambio, tiene la oportunidad de ser libre al fin, pues si gana la carrera podrá quedarse a Corr.
Puck Connolly es la mediana de tres hermanos que quedaron huérfanos debido a los capaill uisce. Su vida dista mucho de ser perfecta, pues apenas tienen dinero para sobrevivir, pero al menos tiene a sus hermanos... o eso cree ella, pues Gabe, su hermano mayor, está dispuesto a marcharse de la isla, algo que ni Puck ni su hermano pequeño conciben, así que Puck acaba compitiendo en parte para mantener a Gabe con ellos, en parte para conseguir el dinero con el que pagar las deudas que la acosan.
Por tanto, tenemos un chico, una chica y una carrera a vida y muerte. Con esos ingredientes, unidos a la campaña de publicidad que hablaban de una historia trepidante, podría pensarse con facilidad que estamos ante un Los juegos del hambre, pero con caballos asesinos en vez de mutos. Pues no, nada más lejos de la realidad.
Las carreras de Escorpio no es una novela trepidante. Ojo, con eso no estoy diciendo que es aburrida, porque no lo es. En absoluto. Sin embargo, no es una novela que desprenda acción a raudales, donde estén pasando cosas continuamente, sino que se toma su tiempo para ahondar en los personajes, en cómo son y por qué están dónde están y, también, cómo es el mundo que les rodea.
En ese sentido, recuerda a la trilogía anterior de Maggie Stiefvater, Los lobos de Mercy Falls, ya que también ahí la autora se tomaba su tiempo para examinar a los personajes. Sin embargo, ambas obras sólo comparten ese ritmo pausado, pues Las carreras de Escorpio no se parece en nada a Temblor y sus continuaciones. En realidad, no se parece a nada que haya leído jamás, tiene su propia personalidad y eso me ha gustado muchísimo.
De hecho, más que el amor romántico, lo que la novela trata es el amor por la libertad, por uno mismo como individuo y por los caballos. Porque se nota que Maggie Stiefvater adora los caballos, lo que hace que sea una novela aún más especial. Aunque los caminos de Puck y Sean se cruzan, aunque hay una historia de amor, está en un muy segundo plano, ya que lo primero son las motivaciones de cada uno por participar en la carrera y cómo afrontan los distintos problemas: Puck con su familia y con prácticamente toda la isla en contra de ella porque su participación en la carrera no es normal, Sean aguantando carros y carretas por un trabajo que, en realidad, no le apasiona tanto como todo el mundo cree...
La verdad es que los dos personajes me gustaron muchísimo.
Puck es una chica fuerte y valiente, que tiene las ideas claras: sabe lo que quiere y que nadie regala nada, así que lucha con uñas y dientes para conseguirlo. Además es muy fácil comprenderla, empatizar con ella, ya que la novela está narrada en primera persona (Sean y ella se turnan como narradores). De hecho, precisamente por lo fácil que es entender a Puck, el cariño que se le coge, se acaba detestando a Gabe. La autora no entra demasiado en los motivos que le llevan a abandonar la isla, así que sólo sabes que se larga dejando atrás a dos hermanos que le necesitan y que, aunque le buscan, no le encuentran.
Por otro lado, Sean es un chico sensato, que sabe mucho de caballos porque los adora y que debe lidiar con un imbécil integral que se cree más listo que él y le hace la vida imposible. Es un poco trama de instituto así contado, pero, creedme, en el libro no es así. Sean, además, es un chico que puede parecer frío, aunque tiene mucho carácter y cuando se abre con los demás (con Puck básicamente) es un amor.
Porque, como ya os he dicho, hay relación. Sin embargo, es más el comienzo de una relación. Puck y Sean se van conociendo poco a poco, sin enamoramientos a primera vista, ni palabras cursis. A Puck, él le atrae, pero su primer encuentro es un tanto accidentado, algo que se soluciona cuando empiezan a conocerse y a respetarse mutuamente, teniendo como punto de unión el amor que ambos profesan a los caballos y a la isla donde viven.
La isla, por cierto, podría ser otro personaje. Y es que Maggie Stiefvater ha creado una mezcla entre la época actual y algo más mágico, tradicional incluso, a la perfección. Me ha parecido muy original el lugar que ha creado, también las costumbres que se ha inventado y todo lo que rodea a los capall uisce. Además, sabe escribir muy, muy bien. A mí siempre me ha gustado mucho su estilo, pues no abusa de florituras, ni de lo que yo llamo el efecto "mira qué bonito escribo" y aún así logra crear un ambiente especial, mágico, en casi todas sus escenas.
Eso sí, tanto la historia como el final son bastante predecibles. En realidad es una historia bastante sencilla, sin giros, ni sorpresas, que se centra sobre todo en los dos personajes protagonistas, pero aún así yo la disfruté muchísimo y me tuvo enganchada. Además, es una novela que se lee con facilidad, engancha y que, sobre todo, entretiene. Por eso, pese a que no era lo que me esperaba (yo creía que iba a ser algo más Los juegos del hambre), me gustó mucho y, a su manera, me sorprendió gratamente.
El próximo lunes literario estará dedicado a... Play de Javier Ruescas.
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