Hace ya un tiempo, descubrí una novela que me encantó de principio a fin y que a día de hoy recuerdo con mucho cariño: Los días que nos separan, de Laia Soler. Por eso, cuando me enteré de que la autora iba a publicar un libro nuevo, fue directo a la lista (infinita) de libros que quería comprarme y así lo hice. La nueva novela lleva el título de Heima es hogar en islandés y no puede ser más diferente a la anterior de Laia Soler, pero, eso sí, ambas me han gustado un montón.
Y, como de Los días que nos separan ya os hablé en su día, ahora vamos con la reseña de Heima es hogar en islandés.
Laura tiene acromatopsia, una enfermedad que hace que lo vea absolutamente todo en blanco y negro y que, desde niña, ha hecho que sea diferente. Además, Laura tiene problemas y serios, ya que acaba de dejar una relación complicada con su novio y sus padres la usan como arma arrojadiza en un arduo proceso de divorcio. Por eso, cuando ya no puedo más con la situación, Laura decide marcharse de Barcelona y, siguiendo lo que considera una señal, acaba en Islandia.
Al principio, Islandia no es que le guste con su agua que huele raro, el frío y otra serie de cosas, pero entonces Laura se cruza con el simpático Orri. Enseguida hacen buenas migas, por lo que Orri la acaba invitando a que recorra la isla con él y su amigo Guðjon. Aunque al principio Laura no está muy por la labor, decide arriesgarse y así los tres comienzan un viaje por esa extraña y exótica isla.
Y hasta ahí puedo leer. Más que nada porque, si siguiera, debería entrar con spoilers y no lo voy a hacer porque tenéis que dejar que Heima es hogar en islandés os sorprenda. Y es que, ante todo, esta novela es impredecible.
Puede que a priori parezca un road-trip, género que a mí particularmente me gusta mucho, pero no es lo es. Mejor dicho: no es sólo eso, porque sí que es cierto que la historia se basa en un viaje en coche por Islandia. Sin embargo, poco a poco el argumento va virando hasta tocar otros géneros literarios. De hecho, la novela está dividida en tres partes y es como si cada una de ellas pudiera englobarse en uno de ellos, aunque a lo largo de la historia todos se van mezclando: road-trip, comedia, romance, drama... hasta fantasía.
En ese sentido, el trabajo que realiza Laia Soler es asombroso, ya que combina todos los géneros en una sola novela con mucha gracia. Todo queda natural, orgánico, y aunque de repente brote la fantasía en una historia supuestamente realista, queda bien y crees que es posible. Porque, encima, hasta las pinceladas de fantasía están muy ligadas a la realidad, sobre todo porque tanto el carácter como las decisiones de los personajes son realistas.
Los personajes, por su parte, son muy humanos. Empezando por Laura, nuestra protagonista y también nuestra narradora. Conocemos su punto de vista de todas las situaciones y también como piensa. La verdad es que con Laura me ha ocurrido una cosa extraña: a pesar de que comprendía por qué hacía algo o qué la llevaba a tomar algunas decisiones, había ocasiones en las que me desesperaba de lo lindo. Laura es una reina del drama. Que sí, tiene motivos, pero eso no quita que lo sea. También tiene una historia dura detrás, es cabezona, cotilla y un tanto hipócrita.
Encima, a veces la muchacha se hacía unas pajas mentales que era como para pegarle con el libro. Sin embargo, también es una buena persona, con sus virtudes y sus defectos pueden ser los nuestros también. Por suerte, su evolución a lo largo de Heima es hogar en islandés es enorme y acaba madurando muchísimo.
Luego tenemos a Orri, un chico muy simpático, extrovertido y divertido, que básicamente es amor. Es imposible no querer a Orri desde que lo conoces y por eso se comprende perfectamente el que Laura decida acompañarle en el viaje y le coja tanto cariño desde el principio. Leal, alegre, un guía estupendo para conocer Islandia, ya que se toma muy en serio ese papel como parte del trato que tiene con Laura. Vamos, que, como ya he dicho, Orri es amor y un gran personaje.
Y para terminar el trío de protagonistas tenemos a Guðjon, amigo de toda la vida de Orri y su contrapunto perfecto. Callado, un poco misterioso y también un poco brusco. A Guðjon se le va conociendo poco a poco, pues al principio no es que hable mucho y también es un personaje muy complejo. Para mí, fue mi personaje favorito, no sólo él me encanta, sino que me pareció todo un acierto la forma en la que Laia Soler lo desarrolla, como la mostrando sus distintas capas a lo largo de la historia y acaba convirtiendo a Guðjon en el chico de la novela, de la historia de amor.
Porque, sí, hay historia de amor, pero está maravillosamente bien escrita y estructurada. No es amor a primera vista, sino que Laura y Guðjon se van conociendo a lo largo del viaje y se van enamorando poco a poco. Eso sí, desde el principio las interacciones entre ellos son un puntazo y molan mucho tanto cuando son divertidas hasta cuando se tornan más dramáticas. Eso sí, en general tienen ese un de romanticismo de cuento tan conseguido como bonito.
De hecho, Heima es hogar en islandés tiene un carácter muy de cuento, encantador, que hace que sea una novela muy especial. Es decir, que la historia te toca el corazón como pocas y acabas encantada y llorando y pensando lo bonito que es todo. No es que sea sentimental, ni una intoxicación de azúcar, sino que Laia Soler sabe mantener a raya el encanto y, aunque es una novela muy mona, nunca cruza la línea hacia lo cursi, ni siquiera un poco.
Eso sí, tiene un pequeño defecto y es que el principio peca de ser lento. A mí me costó un poco meterme en la lectura de Heima es hogar en islandés, pero luego no deja de ir a más y a más y tiene un final por todo lo alto.
Además, resulta original. No sólo por la curiosa mezcla de géneros, de la que ya os he hablado, sino también por estar ambientada en Islandia. Y qué bien está la ambientación. Hay fotos que acompañan el texto, aunque tampoco son necesarias, pues con las descripciones ya puedes imaginarte ahí. A decir verdad, después de leer Heima es hogar en islandés no me importaría nada, pero nada, ir a Islandia a recorrer la isla aunque sea sin lugareños monos.
Podría explayarme más, que a enrollarme no me gana nadie, pero creo que puedo terminar la entrada con el conciso resumen de: leed Heima es hogar en islandés porque es una maldita preciosidad de novela.
El próximo lunes literario estará dedicado a... Las tejedoras de destinos de Gennifer Albin.
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