Hace algún tiempo leí Un canalla siempre es un canalla, con el que Sarah MacLean iniciaba su nueva saga, Las reglas de los canallas, que volvía a repetir el esquema de pareja por libro. Bueno, la historia de Penelope y Bourne queda cerrada, pero justo al final del libro, la autora inicia la trama del siguiente con una pequeña escena y por eso yo me moría por hacerme con la segunda entrega, Amor con amor se paga.
Y me encantó muy mucho.
Lady Philippa Marbury es la cuarta de cinco hermanas y siempre ha tenido muy claro que es muy distinta a todas ellas, también al resto de chicas de Inglaterra. Pippa es rara, ya que le interesa la ciencia por encima de todo, descubrir cómo funcionan las cosas y le aburren las fiestas, los vestidos y demás. Por eso, cuando Pippa tiene la oportunidad de casarse con Lord Castleton, acepta sin dudarlo porque es un hombre bueno, que comparte su amor por los perros y, no sólo la dejará seguir con sus experimentos, sino que quiere contar con ella para que le ayude con los negocios y la economía familiar.
Pippa está feliz con su compromiso, pero hay algo que la obsesiona: la noche de bodas. No sabe exactamente qué se espera de ella como esposa, lo que la tortura. Y, por eso, decide llevar a cabo su propia investigación, antes de que llegue la boda. Así que, ni corta ni perezosa, se presenta en El ángel caído, el club más exclusivo de Londres, en busca de ayuda. Más concretamente la de Cross, uno de los socios de su cuñado, de quien ha oído hablar maravillas. Las damas de Londres cuentan que Cross es un amante experto, que puede desnudar a una mujer sin ni siquiera tocarla y eso es precisamente lo que Pippa quiere.
Ni corta ni perezosa, Pippa le pide a Cross que la ayude con su investigación, lo que rompe todos los esquemas de un hombre que, desde hace años, controla todo lo que hay a su alrededor. Y es que Cross, el conde de Harlow, arrastra su propio pasado traumático, que le sigue afectando en la actualidad y que hace que se centre únicamente en los negocios y en proteger a su hermana, Lavinia, algo con lo que cuentan sus enemigos.
El argumento de Amor con amor se paga es bastante complejo, ya que, al igual que todos los libros de Sarah MacLean, mezcla la historia entre sus protagonistas con otras cuestiones. En este caso, la complicada situación de Cross, que desde el principio es chantajeado para casarse con la hija de su máximo rival, a expensas de que, si no cumple, será su hermana Lavinia la que pague el pato. Pero no es el único problema de Cross, que sigue sintiéndose culpable por su pasado y es que él no debería ser el conde de Harlow, ya que ese título pertenecía a su hermano, que murió.
Precisamente es ese pasado de Cross lo que hace que su reticencia a dejarse llevar y a intentar proteger la reputación de Pippa tenga tanto sentido. A lo largo de la novela vemos en Cross a un alma atormentada, aunque no por eso trata mal a nadie, lo que es bastante novedoso en esta clase de personajes.
Y es que Amor con amor se paga es bastante original tanto en su planteamiento como en su desarrollo, ya que los personajes no se comportan como en la mayoría de las novelas. Y no sólo porque ambos sean unos cerebritos, sino por muchas de sus reacciones: Cross desde el principio se niega a casarse, también resulta que es célibe, Pippa nunca hace un drama de ninguna de sus situaciones, el tercero en discordia juega un rol muy original también...
De hecho, Pippa es todo un soplo de aire fresco.
No puedo adorar más a lady Philippa Marbury, su curiosa mente, su inocencia y su fuerza. Me fascinó desde el principio tanto el modo en el que ve el mundo, como lo que va evolucionando y las decisiones que va tomando a lo largo de la novela. Me pareció adorable, divertida y admirable. Es tan sencillo quererla como comprender qué la mueve o cómo ha terminado en esa situación.
Además, es tremendamente divertida, sobre todo en su relación con Cross. La forma en la que lo fascina al mismo tiempo que lo desespera, el cómo se abre paso hacia su corazón sin pretenderlo y las múltiples conversaciones inteligentes que tienen. Su toma y daca mola muchísimo, es chispeante, al igual que ellos, que tienen una química brutal.
La verdad es que me leí Amor con amor se paga en un santiamén. Entre lo divertidas que son las escenas entre ellos, lo interesante que era el pasado de él y las ganas de saber cómo iba a terminar su historia, básicamente no podía dejar de leer. Y, encima, se disfrutaba muchísimo, me lo pasé como una enana, vamos, mejorando todavía más el sabor de boca que me dejó su primera entrega, Un canalla siempre es un canalla. Por eso, tengo muchísimas ganas de leer la siguiente novela, que encima está protagonizada por Temple, a quien se le va cogiendo cariño en cada una de sus apariciones.
El próximo lunes literario estará dedicado a... La bolsa o la vida de Catharina Ingelman.
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