jueves, 6 de julio de 2017

La estupidez de Iron Fist y otros defectos

Después de ver (y obviamente disfrutar) las desventuras de Matt Murdock y Jessica Jones en sus respectivas series, estaba deseando ver qué hacían con su otros dos superhéroes: Luke Cage y Danny Rand. Los dos habían tenido una colección menor, pero muy entretenida, conocida como Héroes de alquiler, así que esperaba que tiraran por ahí, sobre todo al saber que tanto Misty Knight como Colleen Wing iban a aparecer en dichas series.

Bueno, pues mi gozo en un pozo. Y es que Luke Cage tuvo un arranque demasiado denso, aunque Misty fue grandeza y El Giro (sí, con mayúsculas) de mitad de temporada le dio la vida e hizo que todo mereciera la pena. Sin embargo, meses después llegó Iron Fist. Puño de hierro en los cómics españoles.


Más bien Truño de hierro.

Porque, sí, seamos honestos, Iron Fist es un truñete. Hala, ya lo he dicho. Ojo, notad que lo he dicho como con diminutivo, porque se le coge cierto cariño pese a que es desesperante a más no poder y tiene más fallos que si yo ahora hiciera un examen de chino.


Iron Fist arranca con el advenimiento de Danny Rand a Nueva York, tras pasar años en unas montañas místicas, entrenándose para convertirse en el Iron Fist, un guardián místico que da hostias como panes y usa su chi para hacer varias cosas, entre ellos brillar como un Gusiluz. La cuestión es que Danny no se marchó voluntariamente, sino que, siendo niño, sufrió un accidente de avión en el que sus padres murieron. Así que, claro, a ojos de la sociedad, Danny Rand está muerto y, cuando él quiere recuperar su antigua vida, pues no lo tiene precisamente fácil, sobre todo porque los que recordaba sus amigos (los hermanos Joy y Ward Mitchum) no están dispuestos a soltar la empresa que su padre compartía con el señor Rand.

Y ahora, si no la habéis visto, pensaréis: eh, un momento, es una serie de superhéroes con un pavo que es la leche en las artes marciales, ¿dónde está la gran amenaza? ¿Dónde está ese malo que debe enfrentarse al héroe?

Pues... digamos que no hay.


A ver, entremos más en detalle. Daredevil se enfrentaba primero a Kingpin y luego a La mano, mientras Jessica Jones hacía frente a Kilgrave y Luke Cage se las veía con varios personajes que claramente se oponía a él. Es decir, además de construirnos a los héroes, se desarrollaban a los villanos y la batalla entre ellos, que normalmente tenía consecuencias muy personales para ellos (siendo el enfrentamiento entre Jessica y Kilgrave el mejor ejemplo de ello). Eso permitía que la historia se centrase y que el enfrentamiento interesara al espectador.

Bien, eso no ocurre en Iron Fist. Y es, en mi opinión, uno de los fallos más garrafales que tiene la serie. La trama está desdibujada, no tiene un rumbo fijo, sino que da coletazos, mientras los conflictos se alargan artificiosamente, debido a que el noventa por ciento de los personajes son tontos del culo. Danny no tiene un enemigo definido, no tiene nada a lo que enfrentarse y lo peor del caso es que el Iron Fist es el enemigo declarado de La mano... que sabemos que está en Nueva York gracias a la segunda temporada de Daredevil, donde funcionaban muy bien como villanos (son súper inquietantes) y donde te cuentan que tienen un súper plan malvado. ¿Utilizan eso como excusa para el regreso de Danny Rand? No, qué va, Danny ni siquiera sabe qué mierdas es La mano y se lo tiene que explicar un personaje secundario.

A día de hoy sigo alucinando con el desaprovechamiento de este tema. Joder, La mano son un grupo de ninjas chunguísimos que resucitan y dan miedito. ¿Por qué no enfrentar a Danny desde el principio con ellos e ir preparando el terreno para The defenders, que llega este agosto? ¿Por qué?

En su lugar, se pierden en mierdas sin sentido, sosas a más no poder, que hacen que esa Mano oscura y tétrica de Daredevil parezca un puto partido político con problemas internos. A ver, en serio, ¿a quién se le ocurrió esta gran idea? ¿A quién? ¿Cogieron a un becario de fiesta para escribir la serie o qué?

Madame Gao vuelve a Netflix... y resulta que es la Susana Díaz de La Mano.

Snape, yo nunca te mentiría... aunque sólo sea porque tienes Veritaserum.

Y es que no sólo la trama está completamente desdibujada y carece de emoción o de mínima coherencia, sino que el gran recurso de los guionistas para alargar los problemas y que la temporada dure trece episodios es escribir una galería de personajes que parecen competir entre ellos por ser el más idiota de la ciudad. Empezando por un Danny Rand que parece mentira que creciera en un ambiente relativamente hostil para convertirse en el Iron Fist. Comprendo que decidieran hacer un personaje inocente, era una buena forma de desmarcarse de sus otros tres compañeros en The Defenders que viven torturados por su pasado. Además, Finn Jones vende muy bien esa inocencia de niño. Pero, ojo, una cosa es la inocencia y la otra la estupidez. En trece episodios no tiene ni un solo momento en que puedas pensar que Danny Rand tiene alguna neurona en su cabecita rubia y cae en todas las putas trampas que le ponen, que no son tampoco elaboradas.

Tampoco ayuda esa fe ciega que tiene en la familia Meachum, cuando no dejan de demostrarle que no son de fiar y que le apuñalan por la espalda a la primera. Se puede comprender que en un principio sea el único lazo de unión con su pasado y los vea desde la óptica del niño que fue, pero llega un momento en que sencillamente te desespera que siga cayendo en lo mismo una y otra y otra vez.

Aunque el dudable honor de ser el personaje no se lo lleva Danny, ya que al menos le coges cariño, sino que va para Joy Meachum, seguramente el personaje más insustancial de este universo Marvel.



Si algo he apreciado de estas series de superhéroes es que saldan la deuda pendiente de los personajes femeninos que tienen las películas de Marvel. No sólo nos regalaron a esa espléndida Jessica Jones, sino que se han molestado en desarrollar a otras heroínas más secundarias y darles su propia entidad. Por ejemplo, puede que Karen Page sea el interés amoroso de Matt Murdock, además de una sencilla secretaria sin poderes, pero no queda reducida a ese cliché, sino que la desarrollan, tiene sus conflictos y su propia trama donde demuestra que, a su manera, es una superheroína. Y lo mismo se puede decir de Trish Walker y de Misty Knight.

Pero en Iron Fist se limitan a presentarnos a un personaje sin personalidad, que se mueve a bandazos precisamente por eso y que no tiene ni un mísero conflicto. Eso, por no hablar de lo sumamente irritante que es, además de una egoísta de mucho cuidado. Por suerte, lo hacen mejor con Colleen Wing, aunque tengo la sensación de que, en manos de otro guionista, Colleen habría sido mucho más remarcable. Incluso habrían llevado muchísimo mejor su relación con Danny (la de Trish y Will en Jessica Jones está mucho mejor llevada, incluso resultaba más romántica... hasta que pasa lo que pasa).

De hecho, es curioso que el único personaje con el que me quedo de Iron Fist es, quizás, el que es más prescindible y prácticamente inventado. Ward Meachum comienza la serie siendo un gilipollas avaricioso, pero luego es el único que tiene trasfondo, complejidad y que está en una situación comprometida, no porque sea idiota o porque sí, sino porque las circunstancias le obligan y le dan muy poco margen de actuación. Además, es el único que tiene una evolución y el cual va aprendiendo de todo lo que sucede, aunque tampoco le libra de actuar de forma estúpida a veces.


Ahora bien, pese a la cantidad de cagadas y lo desesperante que puede acabar resultando por tanta estupidez reunida, Iron Fist tiene varias cosas a su favor: el reparto, encabezado por Finn Jones, que consigue aguantar el tipo con semejante esperpento, y también el hecho de que, al menos, resulta entretenida. A diferencia de los primeros episodios de Luke Cage, no me costaba ponerme con ella, a pesar de que resoplaba casi continuamente.

A ver, no, en serio, ¿te encierran en un psiquiátrico porque pareces un loco y tu única actuación es repetir que eres el Iron Fist, un guerrero místico que controla su chi? Sí, claro, muy lógico todo.

No, en serio, no supero la tontería de esta serie.

De hecho, pronto nos llegará la reunión de los cuatro superhéroes en The Defenders y ya me veo que Danny va a ser la mascota del equipo, ese personaje tontito que sigue ahí porque los otros le tienen cariño. Es que, en serio, no me imagino como el Lerfist este va a encajar con los demás.

Y vosotros, ¿habéis visto Iron Fist? ¿Os gustó?

lunes, 26 de junio de 2017

Wonder Woman, Patty Jenkins, 2017

No, no estáis flipando. Esto es una entrada nueva. Sí, he vuelto. Increíble. Lo sé.


La cuestión es que este año me matriculé en el primer curso de Geografía e Historia de la UNED, lo que sumado al trabajo ha hecho que deje de lado el blog, más que nada porque no me daba la vida. ¡Y anda que no lo he echado de menos! No sé cuánto voy a actualizar, ni con qué asiduidad, pero espero no tenerlo tan abandonado, sobre todo en verano.

Además, anda que no ha habido cosas que comentar este año: el peliculón nuevo de La bella y la bestia, el regreso (por todo lo alto) de la saga de Piratas del Caribe, el súper reencuentro de OT, mogollón de series y libros molones, el que fui a la convención en Londres Heroes and villains... He tocado a Stephen Amell... no viene a cuento, lo sé, pero... ¡¡Le he tocado, a esos músculos cincelados por los dioses, seh!! Bueno, y otros ;P Ahora me odiáis, me lo merezco, lo asumo.

¿Y qué me ha hecho regresar?

Pues ha sido, ni más ni menos, la nueva película ambientada en el universo DC, Wonder Woman. La primera película protagonizada por una superheroína, que ya era hora, leches. Y encima es un peliculón. Así que, claro, hay que comentarla. Y tengo que declararle mi amor a Gal Gadot, que ya me gustó mucho en Batman contra Superman y aquí ha terminado de enamorarme.

Pero, como las costumbres son las costumbres, y por si acaso hay alguien que no tiene ni idea de qué va Wonder Woman, pues vamos con un pequeño resumen:

En la antigüedad, Zeus creó a la humanidad y uno de sus hijos, Ares, al considerar que no se merecían ni el mundo ni el favor de los dioses, comenzó una guerra en la que exterminó a todos los dioses. Únicamente Zeus pudo derrotarle, aunque Ares no murió, por lo que dejó a las amazonas protegidas en la isla de Themyscira, para que pudieran acabar con él, cuando se alzara de nuevo.

Diana (Gal Gadot), hija de la reina de las amazonas, es criada en Themyscira, donde se convierte en una experta luchadora. Sin embargo, su vida cambia irremediablemente, cuando un piloto inglés, Steve Trevor (Chris Pine), irrumpe en la isla, perseguido por los nazis. Así es como Diana conoce que el mundo exterior está en guerra, así que decide abandonar su hogar, en busca de Ares y cumplir así su misión.

Creo que lo primero que se debe señalar de Wonder Woman es que es la película del nuevo universo cinematográfico DC con el guión mejor escrito, más rotundo y compacto. A diferencia de sus compañeras, no hay ninguna laguna, ni ningún WTF?! ridículo, de esos que te acosan una vez has salido de la sala del cine. Lo que hay es una aventura con mucho sentido y, sobre todo, el desarrollo de dos personajes principales, que funcionan tan bien juntos, como por separado.

Y es algo que, en un principio, temía, pero que al final me ha convencido mucho. De verdad, tras ver el primer trailer, me inquietó que se centraran en exceso en la historia de amor. Pero no, creo que hay un buen equilibrio entre la atracción que va surgiendo entre Diana y Steve y el desarrollo personal de cada uno. Así, mientras se explora lo que le supone a Steve ser un espía y el querer hacer del mundo un lugar mejor, también se trata la pérdida de inocencia de Diana y el cómo hace frente al mundo de los humanos, alejado de la pacífica isla donde se crió.


Personalmente, me ha gustado mucho cómo han desarrollado a Diana, a lo que contribuye mucho el gran trabajo de Gal Gadot. Para mí, está sencillamente perfecta en el papel, puesto que es capaz de expresar mucho con una mirada. Desde la esperanza y la emoción, hasta la ruptura y la ira. Y resulta muy creíble en las escenas de acción, al igual que en las que son más personales y las de corte más humorístico. Y, sí, nunca he leído cómics de Wonder Woman, pero sencillamente me he enamorado de esta mujer y lo mucho que transmite, en serio.

Porque Wonder Woman se aleja un poco de la intensidad de Batman contra Superman para regalarnos momentos más distendidos, muy bien introducidos, por lo que resultan otro punto positivo más. De hecho, ese sentido del humor, ayuda mucho a que Diana resulte adorable, pese a que sea prácticamente perfecta.

Y es que Diana no sólo da hostias como panes, si la ocasión así lo requiere, sino que también habla varias lenguas y es buena estratega, lo que es un gustazo. En cierta manera, me recuerda a Supergirl, la serie de la CW, ya que son heroínas fuertes tanto física como intelectualmente y ambas saben cuándo y cómo deben luchar. Sí, ahora mismo me estoy imaginando un crossover y me emociono yo sola.

¿Quién quiere ver a esta mujer compartir pantalla con Melissa Benoist?

Yeah... Me lo imaginaba.

Junto a la pareja protagonista, aparecen una serie de secundarios bastante simpáticos, que además tienen cierto trasfondo. ¿Se puede pedir más? Bueno, sí, un malo a la altura, porque Wonder Woman sufre La maldición del supervillano. Es decir, el rol del villano lo ocupa un personaje bastante plano, una mera personificación de una amenaza, que la heroína debe solventar. Pero, bueno, es prácticamente una norma no escrita del cine de superhéroes y a mí me pesa más que los protagonistas estén bien llevados.

Al igual que les perdono lo predecible que es el giro final porque, sinceramente, creo que no es lo primordial, ni lo que interesa en la película. Y, mira, lo dicho, toda la historia tiene bastante coherencia, lo que es de agradecer, porque encima funciona muy, muy bien.

A Wonder Woman, además, le sienta de maravilla la estética, ambientada en la Gran Guerra, lo que es hasta novedoso. Mientras que la Segunda Guerra Mundial ha sido muy explotada en el cine, la primera ha pasado más desapercibida y, por eso, me ha parecido más original. Encima, dota a la película de una personalidad especial, que la hace única tanto en su universo cinematográfico, como en el cine de superhéroes en general. Sí, vale, Capitán América: El primer vengador también tiene un trasfondo bélico, pero su tono es muy distinto, básicamente porque sus protagonistas lo son.


Aunque me parece maravilloso que ambas tengan a un Chris interpretando a un Steve.

También me lo parece la banda sonora. Era escuchar el tema de Wonder Woman y emocionarme yo sola. Eso sí, la película tiene algo muy, muy malo: el doblaje. Dios mío de mi vida, vaya mierda de doblaje. Creo que nunca había oído un doblaje tan malo y tan falso, ni siquiera en los realities de Divinity.

De hecho a día de hoy sigo sin entender por qué Diana se pasa la película hablando varios idiomas y tú los escuchas con sus subtítulos incluidos, pero luego se infiltran en Alemania y se ponen a hablar con acento alemán-chungo. ¿Qué pasa? ¿El alemán es el inglés con acento o qué? ¡Tío, qué cutrez más grande!

Pero, bueno, más allá de eso, la película me gustó mucho y no me importaría volver a verla ahora mismo. De hecho, la espera a que la editen en DVD será larga, muy larga, al igual que la película de La liga de la justicia, que ahora me apetece mucho más (sobre todo por Gal Gadot y Ezra Miller, que interpretará a Flash).

A lo largo de la semana, subiré una entrada dándole estopa a Iron Fist (que yo llamo Lerdfist o Truño de hierro, depende de si tengo el día más o menos internacional, xD. Y dad gracias de no oír mi tono emocionado/ofendido, porque con esta me vengo muy arriba). Si queréis que haga una entrada sobre algún tema concreto, me lo decís y yo lo intento.

miércoles, 7 de diciembre de 2016

Nosotros después de las doce

En cuanto supe que Laia Soler había sacado una nueva novela, la apunté prácticamente la primera en la lista de lecturas pendientes, ya que es una autora que me conquistó con su primera novela, Los días que nos separan, amor que se afianzó con la segunda, Heima es hogar en islandés. Además, no sé cómo lo logra esta mujer, pero siempre, siempre, me acaba emocionándose muchísimo.

Total, que en cuanto pude me hice con su tercera obra, Nosotros después de las doce, y no pudo gustarme más. Qué preciosidad de novela, en serio. Así, resumiendo antes de empezar con la reseña propiamente dicha. Así que, nada, será mejor que vaya con ella y lo primero de todo es contaros de qué trata:

Aurora vive en Valira, un pequeño pueblo en las montañas que debe su nombre a una reina hada y que, por eso, se dice que es mágico y atrae a los turistas. Aurora, de hecho, sabe que la magia existe, ya que su abuelo posee un carrusel que puede borrar el dolor al borrar los malos recuerdos, algo que únicamente conocen abuelo y nieta.

El verano acaba de comenzar, el verano antes de que todos vayan a la universidad, menos Aurora que va a quedarse en Valira porque no tiene claro qué hacer con su vida. Es entonces cuando Erin, su mejor amiga, vuelve al pueblo tras haber vivido los últimos dos años en la ciudad. Pero Aurora no sólo se reencuentra con ella, sino también con Teo, el hermano de su amiga, con quien nunca ha tenido demasiada relación, aunque ahora empiezan a sentirse atraídos, algo con lo que Aurora no contaba.

Lo primero de todo sería señalar que, por tercera vez, Laia Soler ha logrado llegarme al corazón con facilidad asombrosa y, de nuevo, me he descubierto con lágrimas en los ojos leyendo algunos pasajes de su novela. Aunque sea repetirme, no sé cómo esta mujer logra emocionarme tanto con sus novelas, pero lo hace y encima lo disfruto porque no pueden ser más bonitas.

Porque Nosotros después de las doce es una preciosidad.

Una preciosidad muy, muy bien pensada. Una vez has terminado de leerla, todo encaja de forma magistral y no queda más que aplaudir a Laia Soler por lo bien armada que está su historia y el sentido que tiene todo.

Desde el principio, gracias a ese pueblo llamado Valira que tan bien va dibujando a medida que avanzan las páginas, la novela tiene un aire de cuento que le va como anillo al dedo. Con esa aura de magia que envuelve la historia, pero que resulta natural y sencilla, un añadido más, en lugar de ser algo más directo como podría ocurrir en novelas del tipo Harry Potter o Cazadores de sombras. Porque Nosotros después de las doce es una historia de amor, es una historia de aceptar el dolor y de mejorar y de encontrarse a sí mismo.

Y me resultaría imposible explayarme más sin entrar en spoilers, algo que no quiero hacer porque, de veras, merece mucho la pena dejarse embrujar por la magia de Valira, de Aurora y de Teo.

Así que, en líneas generales, os diré que Nosotros después de las doce tiene una historia de amor preciosa, que está muy bien planteada, con dos personajes que te conquistan casi desde la primera página y que tienen muchísima química. Me gustó muchísimo cómo se va desarrollando la relación entre Aurora y Teo, funcionan muy bien juntos y también por separado.

Teo es una monada de chico con las ideas muy claras. Es encantador, divertido, un artista con sus miedos y sus problemas, lo que hace que sea más que el interés romántico de la protagonista. Me encantó tanto por sí mismo, como pareja de Aurora y como hermano de Erin.

Y luego tenemos a Aurora. Ay, Aurora. Qué difícil es hablar de ella sin entrar en spoilers, en serio. Aurora es un personaje extraño con el que es tan sencillo conectar como extrañarse ante ella, como si tuviera una personalidad indefinida. Sin embargo, creo que muchos hemos pasado alguna vez su situación: el no saber qué hacer, el ser alcanzada por el futuro... Por eso, es muy sencillo empatizar con ella. También me gustó el cómo se plantea las relaciones casuales y ese alegato de que las chicas también podemos tenerlas sin que sea algo negativo.

Aurora es el centro de la novela, el resto de personajes confluyen en ella y, cuando la has terminado, se comprende perfectamente por qué Aurora es cómo es y por qué Laia Soler ha planteado así el personaje.

El resto de personajes cumple con su función, destacando a Erin y al abuelo Duvois, que son los que más peso tienen entre los secundarios. La primera es un buen nexo entre Aurora y Teo, además de una muy buena amiga para la protagonista, pero también tiene sus propios problemas, al igual que el abuelo Duvois. Se agradece que, aunque sean personajes secundarios, tengan profundidad y desarrollo. Y, de hecho, la relación de Aurora con ambos, sobre todo con su abuelo, no puede ser más tierna.

Y ya sólo me queda señalar que el final es maravilloso, al igual que la novela entera que, encima, se lee en un suspiro. Una vez has abierto Nosotros después de las doce resulta imposible no seguir leyendo hasta que llegas al final y, cuando lo has acabado, sólo puedes sonreír y básicamente morirte de amor.

Vamos, que Nosotros después de las doce es una lectura prácticamente obligada.

La próxima reseña estará dedicada a... Harry Dresden 2. Luna llena de Jim Butcher.

martes, 6 de diciembre de 2016

Animales fantásticos y donde encontrarlos, David Yates, 2016

Hoy vengo a hablaros de Animales fantásticos y dónde encontrarlos, la primera de una serie de cinco películas ambientadas en el mundo de Harry Potter, pero que no tienen nada que ver con El niño que vivió. Y es que, de he admitir, que no estaba para nada motivada con esta película.

Sí, tengo el libro en el que se basa (al igual que Quidditch a través de los tiempos) y personalmente disfruté mucho de su lectura, gracias a las gloriosas anotaciones de Harry y Ron. Sin embargo, no me llamaba nada la atención la película, pese a las noticias que iban sacando... al menos hasta que supe que era Rowling quien estaba tras el guión. Ahí la cosa cambió mucho y luego el tráiler ayudó a que me entraran unas ganas locas de ver la película, de la cual no sabía qué esperar.

Y menuda maravilla que encontré, oye.

Animales fantásticos y dónde encontrarlos nos traslada a Nueva York en los años 20, donde Newt Scamander (Eddie Redmayne) desembarca tras haber estado viajando con una maleta llena de criaturas mágicas. En Europa, el malvado mago Grindelwald está sembrando el caos, lo que ha llevado a los magos a llevar a cabo una política de ocultación total para no ser descubiertos por los muggles, que en Estados Unidos son llamados no-mags. Por eso, Newt no tarda en meterse en problemas, cuando su escarbato se escapa para colarse en un banco, donde se cruzaran con Jacob (Dan Fogler), un no-mag que de pronto descubre la magia, y con Tina (Katherine Waterston), que le acaba arrestando.

Mientras tanto, de forma paralela, Graves (Colin Farrell) está investigando unos ataques sufridos en Nueva York por alguna clase de magia que todavía no han identificado, pero que puede poner a la sociedad mágica en serios apuros.


Como ya he dicho antes, Animales fantásticos no tiene nada que ver con Harry Potter, pero al mismo tiempo también tiene muchas cosas en común, sobre todo porque se nota (y mucho) la mano de J. K. Rowling detrás de ambas historias. Y es algo que se agradece muchísimo (Harry Potter y el legado maldito tiene muchos problemas precisamente por la falta de Rowling. Eso es así).

Desde la estructura, que combina las aventuras del grupo principal, con esa trama más oscura de misterio, donde elementos aparentemente inconexos acaban colisionando en un final que no puede ser más maravilloso. Además, me gustó mucho que a lo largo de la película, te van ofreciendo al información necesaria para que comprendas a qué se enfrentan, por qué sucede lo que sucede y cómo pueden derrotarlo, algo que ya ocurría en las novelas de Harry Potter.

Eso sí, aparte de ese toque Rowling, Animales fantásticos es una historia completamente nueva que no vive de rentas de la saga principal, algo que me alegra muchísimo. Sí, hay elementos conocidos como menciones a Hogwarts, a Dumbledore o Grindelwalt, pero la película nos presenta un grupo de personajes completamente nuevos y explora una sociedad mágica distinta a la que conocemos. No sólo está ambientada décadas antes que la historia del Niño que vivió, sino que la acción tiene lugar en Estados Unidos donde la sociedad mágica funciona de manera distinta: desde los términos (no-mag en lugar de muggle) hasta la justicia o los procedimientos como, por ejemplo, conseguir una varita.


Es cierto que hay algunas lagunas, pero también es verdad que se trata de una película y hay restricciones. Estoy segura que en un libro, se habrían rellenado esos huecos y, quién sabe, puede que se haga en las entregas posteriores.

Pero, de momento, nos encontramos con una película terriblemente entretenida, que hace que no despegues los ojos de la pantalla y que pierdas la noción del tiempo. Además, la trama me pareció muy bien pensada y que todos los elementos están muy equilibrados: desde la exploración de los personajes, hasta esa mezcla de misterio, aventuras y humor, aderezada con multitud de criaturas mágicas que resultan sencillamente increíbles de ver.

Bueno, yo en la lista de Navidad voy a incluir al escarbato, por supuesto.


Además, la mayoría de los personajes de la película son maravillosos y resulta imposible no rendirles pleitesía desde el principio. Desde ese Newt Scamander que, sí, es raro y sólo parece sentirse cómodo entre sus criaturas, pero que es una auténtica monada de chica y resulta un héroe genial, hasta Jacob y Queenie, que le acompañan en sus aventuras. Jacob no puede ser más gracioso y sus reacciones a la magia eran grandiosas, al igual que su amistad con Newt, que es muy bonita. Queenie, por su parte, es una legillimen (lee el pensamiento) y bastante más útil de lo que parece a primera vista.

También me gustaron mucho Credence y Graves y todo el reparto está genial. Pero, claro, he dicho “casi todo” porque hay una excepción que me puso histérica durante toda la película y que todavía no comprendo porque es así.


Y es que la protagonista, Tina, es insufrible. No sólo es una petarda de mucho cuidado que lo acaba liando todo durante todo el rato y de motu propio, mientras intenta recuperar su trabajo, sino que es una jodida inútil. En serio, los demás personajes tienen sus momentos de gloria, pero ella sólo sirve para dar por saco, mientras pasa de puntillas por la película, constantemente apocada y asustada, lo que no deja de fliparme porque se supone que era una auror. Pero, a ver, señores, ¿cómo va a ser auror esta tía que se hace caquita a la mínima? Jolín, se topa con Ojoloco Moody y se desmaya de la impresión.

No, en serio, qué horror de personaje. Es uno de los peros que le encontré a la película que, por lo demás, me encantó. El segundo sería el, para mí, garrafal error de casting que supone Johnny Depp como Grindelwalt porque, sinceramente, es un actor que no me casa ni con el personaje, ni con el tono de la película. De hecho, lo poco que sale, más parece el juez Doom de Quién engañó a Roger Rabbit que ese hechicero malvado y sibilino que supuestamente es Grindelwalt. De hecho, en apenas una escena, Johnny Depp tira por la borda todo el trabajo que se ha hecho antes con el personaje, ya que parece otro completamente distinto, cuando no debería ser así.

Pero, bueno, sólo nos queda esperar al resto de películas, donde espero que vuelvan los personajes que nos han presentado en esta.

PD: Sé que suelo empezar la semana con una reseña, pero la voy a dejar para mañana porque esta pobre entrada llevaba esperando muchos días ya.

jueves, 1 de diciembre de 2016

Frases inspiradoras del mes: Noviembre 2016

Hoy empieza el mes de diciembre, que es uno de mis favoritos y hace que ya esté en plan navideño, pero que aún quedan semanas. Y, por eso, las Frases inspiradoras del mes cambian de color y todo es más bonito. Bueno, que me enrollo yo sola y no es plan, así que, haré lo que de verdad importa: por un lado, agradecer a todos aquellos que colaboráis en esta sección, ¡sois súper rebonicos, en serio! Y, por otro, dejaros con las frases:

"Una de las peores cosas que tiene la muerte de alguien es recordar todas esas veces en que no le hiciste las preguntas necesarias, todas esas veces en que diste por sentado, como un idiota, que tendrías todo el tiempo del mundo para hacerlo." Jesse Holmes (narradora) en Postdata: ¿quién eres? de Julie Buxbaum cortesía de Noelia.

"- Sí, conservo esa flor. En realidad no estoy seguro de por qué. Pero... ¿dejas de amar a alguien porque te traiciona? No lo creo. Eso es lo que hace que la traición duela tanto: el dolor, la frustración, la furia... y yo seguía amándola. Y la amo todavía.
- ¿Cómo? ¿Cómo puedes? ¿Y cómo puedes fiarte ya de nadie? ¿No aprendiste de lo que te hizo?
- Creo... creo que si me dieran la opción entre amar a Mare, traición incluida, y no haberla conocido nunca, elegiría amarla. Me arriesgué y perdí, pero el riesgo mereció la pena. Lo mismo pasa con mis amigos. El recelo es sano en nuestra profesión... pero solo hasta cierto punto. Prefiero confiar en mis hombres que preocuparme sobre lo que pasará si me traicionan." Kelsier y Vin en Nacidos de la bruma I. El imperio final de Brandon Sanderson.

"Sé espontánea, sé imprudente. ¡Vive el momento!" Dexter en One day (Siempre el mismo día).

"- Entonces podemos acceder REM de su GPS militar y rastrearla a la inversa la, eh, cosa de la memoria.
- Perdona. Ninguna de esas cosas son cosas, Gibbs. Y una de ellas es una banda. Y cuando alguien apaga su teléfono no hay nada que hacer. Está... apagado." Abby Sciutto y Leroy Jethro Gibbs en Navy: Investigación criminal.


"No sé cómo se siente uno cuando está enamorado pero si el amor es pensar en alguien cada segundo del día… Si significa que tu humor cambia cuando esa persona se acerca… Si estar enamorado significa que harías cualquier cosa por ella, entonces estoy perdidamente enamorado de ti." Tyler Bruce en Did I mention I need you de Estelle Maskame cortesía de Noelia.

"- ¿Por qué has pedido un bocata de fiesta?
- Teníamos invitados y me apetecía.
- Sólo vamos a ver Juego de tronos y un bocata de fiesta implica que es una fiesta.
- Tu presencia implica que no lo es.
- Las fiestas me gustan tanto como a cualquiera, siempre que a cualquiera no le gusten las fiestas." Sheldon Cooper y Leonard Hofstadter en The big bang theory.

"- Señor Rumson, ¿es qué cree usted que todo lo que produce la tierra debe usarse para hacer licor?
- Sí, siempre que sea posible.
- Debería leer la Biblia, señor Rumson.
- Ya he leído la Biblia, señora Fenty.
- ¿Y no le animó a dejar la bebida?
- No, pero frenó mi interés por la lectura." Señora Fenty y Ben Rumson en La leyenda de la ciudad sin nombre.

"No, no estés muerto, Raymond. Por otro lado, si estás muerto, por favor, quédate muerto." Martin Stein en Legends of tomorrow.


"Primero me encuentra borracha, ahora me encuentra limpiando la caca de un pony ladrador que está a punto de entrar en modo ataque. Perfecto. No hay duda de por qué nunca he tenido novio." Lily en Cuaderno para dos de David Levithan y Rachel Cohn cortesía de Noelia.

"Las heridas pueden crear monstruos y usted tiene heridas profundas." Chuck Aule en Shutter Island.

"- ¡Es tan estúpido! ¡Estoy casada! Quería perderla. No sé... Es que... me siento rara. Como... si hubiera perdido algo, una parte de mi identidad.
- Lo entiendo. Y yo culpo a la flor.
- ¿Qué?
- Es perfecta, intacta. Luego estrújala. Ahora se ha estropeado.
- Sé que no estoy estropeada.
- Pero te sientes como si hubieras perdido algo y no lo has hecho. Simplemente has ganado algo. Una nueva dimensión en tu vida, en tu relación." Jane Gloriana Villanueva y Xiomara Villanueva en Jane the Virgin.

"Su ego extiende cheques que su bolsillo no puede pagar." Pete "Maverick" Mitchell en Top Gun.


"Siempre pensé que las mejores relaciones son aquellas que son felices y satisfechas en el silencio tanto como lo son en la acción." Isla Martin en Felices por siempre jamás de Stephanie Perkins cortesía de Noelia.

"Ha cometido el horrendo, ofensivo e insultante error de amarme. Y por ello merece ser castigado. George y Martha. Triste, triste, triste." Martha en ¿Quién teme a Virginia Woolf?

"- Luego nos detuvimos para comer. Insististe en que probáramos una especialidad local que llamabas "wy". Lo cierto es que resultó una comida agradable, aunque tú seguías muy borracho.
- Estoy seguro de que para entonces ya me estaba recuperando.
- Magnus, tratabas de flirtear con tu propio plato.
- ¡Soy un tipo muy abierto de miras!" Catarina y Magnus Bane en Cazadores de sombras: Las crónicas de Magnus Bane de Cassandra Clare, Sarah Rees Brennan y Maureen Johnson.

"Así que le dije al jardinero: ‘Yoshi, no quiero un jardín Zen en casa. Si quisiera rastrillar grava para mantener mi armonía interior, me iría a Yokohama’. Se ofendió tanto que empezó a destrozar las preciadas camelias de Maris. Yo no pude tolerarlo por más tiempo así me fui a la habitación y me encerré hasta que se calmó." Niles Crane en Frasier.

"El mejor tipo de amor, es aquel que despierta el alma, te trae paz a la mente y te hace aspirar a más, eso es lo tú me has dado y lo que yo he esperado darte siempre." Noah Calhoun en El diario de Noah (película).

"- Algún día, cuando esté más estable emocionalmente, quiero leer el discurso de derrota que escribiste para mí.
- Nunca lo escribí." Leslie Knope y Ben Wyatt en Parks and recreation.

"En la tienda nosotros los vendemos y los compramos, pero en realidad los libros no tienen dueño." El señor Sempere en La sombra del viento de Carlos Ruiz Zafón.

"Si dices que no, eres una mojigata; y si dices que sí, eres una mujerzuela. Vaya trampa." Allison Reynolds en El club de los cinco.

"- Ese se parece a mi padre... ¡Ese es mi padre! ¡No puedes usar su esperma! ¡No puedes usar su esperma!
- ¡Mi hijo sería tu hermano!" Jake Peralta y Charles Boyle en Brooklyn Nine-Nine.

"- Chicos, no quiero sermonearos, pero resulta un tanto vergonzoso que un grupo de adultos cultos, y Joey, no puedan nombrar todos los estados. ¿Nunca habéis visto un mapa o una de esas bolas redondas de colores que se llaman globo?
- Eh, Magallanes... Tienes cuarenta y seis estados." Ross Geller y Chandler Bing en Friends.

"Somos hijos del hierro —pensó con una repentina oleada de orgullo, y durante un instante volvió a ser un príncipe, el hijo de Balón, con la sangre del Pyke. Pero hasta pensar era peligroso. Tenía que recordar su nombre—. Hediondo, me llamo Hediondo, rima con redondo." Theon Greyjoy en Canción de hielo y fuego V. Danza de dragones de George R.R. Martin.

"- Ojalá hubiera hecho todo lo inimaginable contigo. Durante toda mi vida, ojalá siempre pudiera ser así.
- Lo será." Daisy Buchanan y Jay Gatsby en El gran Gatsby (película del 2013).


Y como en cada entrada de esta sección, esperar que os hayan gustado y recordaros que, si lo deseáis, podéis participar y que, de hecho, estamos encantadas con que nos mandéis vuestras citas favoritas ^^ Para participar, simplemente tenéis que hacernos llegar la frase inspiradora en cuestión (junto a la procedencia de la misma) a través de uno de estos medios:

A) Dejarla a modo de comentario en cualquiera de las entradas de Frases inspiradoras del mes.

B) Enviarla a nuestro correo: epic.us.blog@gmail.com

C) Dejarla en el muro de nuestra página de feisbuk y, de paso, si os apetece y eso, regalarnos algún like ;P 

miércoles, 30 de noviembre de 2016

El imperio final

Si es que no tengo perdón. Justo cuando me toca subir la reseña de esta pedazo de novela, voy y me retraso lo que no está escrito. Peor, bueno, aquí estoy para contaros las maravillas de El imperio final, la primera entrega de la trilogía Nacidos de la bruma de Brandon Sanderson, que ha reeditado Nova con una edición súper molona que merece muy mucho la pena.

No era la primera vez que degustaba al señor Sanderson, ya que hace un tiempo me leí El Rithmatista y me encantó, pero aún así este hombre me ha vuelto a dejar flipada y sólo puedo arrodillarme ante él y declararle pleitesía eterna. Bueno, y un poco en menor medida, he de hacerlo con Yos Paranoias que me recomendó ambos libros. ¡Gracias, Yos!

Hace años, el Lord Legislador salvó al mundo y, en el proceso, se convirtió en un dios inmortal, que ahora gobierna el mundo con mano dura desde El imperio final. Sin embargo, su mandato no es precisamente la panacea, pues la población está dividida en castas muy extremas, donde los nobles lo poseen todo y los skaa son esclavos y tratados de forma horrible.

En medio de esta situación, Kelsier regresa al Imperio final para reclutar a su antigua banda de ladrones con la intención de llevar a cabo el golpe más grande que jamás han dado: robarle el control de la ciudad al Lord Legislador para dárselo a la rebelión skaa. Kelsier, tras pasar por una experiencia traumática al ser enviado a los pozos, ha descubierto que es un alomántico, es decir, que puede controlar los metales para adquirir distintas habilidades. Pero Kelsier no es el único, ya que acaba dando con otra alomántica, Vin, una ladronzuela que no confía en nada, ni en nadie, pero que decide seguir con Kelsier y su banda para aprender a usar sus poderes, aunque poco a poco empieza a darse cuenta de lo que es la amistad.

A grandes rasgos, esa es la trama de El imperio final, donde Brandon Sanderson nos presenta una propuesta muy típica de la literatura fantástica (el héroe que debe derrocar al vil tirano), pero logra hacerla suya y hacerla bastante original.

Desde la ambientación en ese entorno urbano, un poco victoriano, con un mundo muy rico en detalles donde todo tiene sentido: la diferencia entre clases, las distintas culturas, la historia... Hasta ese planteamiento de la magia que no puede estar más trabajado, ni ser más molón. En serio, Sanderson se curra un sistema de magia que no tiene lagunas, que es completamente nuevo y que funciona a las mil maravillas. En ese sentido, no queda más que quitarse el sombrero ante él.

Bueno, en ese y en todos.

Porque sus protagonistas son absolutamente increíbles. La narración sigue los pasos de Kelsier y Vin, contándote lo que piensan y sienten, pero aún así resulta muy sencillo el ir conociendo al resto de personajes que pululan por El imperio final: Dockson, Brisa, Ham, Cubbs... Todos ellos me conquistaron desde el principio y están muy bien escritos, resultan muy humanos y reales, pero, para mí, los mejores personajes son Kelsier y Vin.

El primero porque es imposible no adorarlo, algo que viene al pelo mientras vas leyendo la novela, pues acaba siendo prácticamente venerado por lo skaa. Con su filosofía de vida, sus planes, su forma de ser... No sé, yo me enamoré de él en nada. La segunda, Vin, porque mola mucho. Que diréis, que tontería, pero si tenemos en cuenta que es una protagonista femenina independiente y arisca pues es que no queda otra que agradecerle a Sanderson que creara un personaje así. La evolución de Vin es lógica, ella es original y cae bien y, encima, hay una historia de amor muy bien planteada. Si es que no se puede pedir más.

Y, aún así, lo hay. Puesto que Brandon Sanderson habla sobre muchas cosas en su novela: formas de enfrentarse a la vida, política, religión... Todo ello salpicado de una trama que, aunque al principio es lenta, empieza a meter el turbo para darnos un final explosivo que te arrastra hasta la última palabra.

Mirad que yo me veía venir lo que iba a pasar, pero aún así a día de hoy sigo impresionada. Además, hay unos cuantos giros que no se ven venir, pero que luego tienen todo el sentido del mundo y te dejan completamente flipado cuando los lees. De hecho, el final de El imperio final es más o menos cerrado, aunque deja ciertas cuestiones que, imagino, se tratarán en las siguientes partes: El pozo de la ascensión y El héroe de las eras, que evidentemente estoy deseando leer.

Os podría contar más, pero creo que lo mejor es que empecéis a leer Nacidos de la bruma y os maravilléis. Así que os dejo con el hecho de que mola un huevo y, eso, que lo leáis, que no os arrepentiréis.

La próxima reseña estará dedicada a... Nosotros después de las doce de Laia Soler.

jueves, 24 de noviembre de 2016

Los aciertos (y el desacierto) de Olmos y Robles

El lunes terminó la segunda temporada de Olmos y Robles, que espero que vuelva con una tercera entrega porque, en serio, esta serie mola mucho. Eso sí, este año decidieron ser más precavidos y cerraron la temporada de tal manera que da pie a continuación (a fin de cuentas, con una serie de casos, siempre se puede sacar trama y ciertas situaciones podrían explotarse en el futuro), pero que también puede servir de final de serie si TVE decide no renovarla.

Pero ojalá lo haga. En serio, TVE, por favor, renuévala, porque se lo merece y mucho. En serio. ¡Por fi, por fi, por fi!


Vale, dejo de suplicar y paso a analizar lo que ha dado de sí esta temporada. Y como siempre me ha gustado ir de menos a más, voy a comenzar con el único pero que ha tenido la temporada, un pero que tiene nombre propio:

Nora, la jueza petarda.

Vale, lo de petarda lo he añadido yo, tiene otro apellido la muchacha y tal, aunque la cuestión es que se merece el epíteto. Desde que Nora hace su aparición, se dedica a ser un auténtico grano en el culo, no porque tenga motivos, sino porque lo es. Es borde, les frena continuamente y está todo el día involucrada en las investigaciones, como si fueran estúpidos y la necesitaran, cuando en realidad sólo es un estorbo.



Así que verla era desesperante, no sólo porque fuera francamente desagradable, sino porque era la conjunción de todos los clichés que odio en los personajes femeninos: desde contar con una actriz cuyo único mérito es ser guapa, que no tiene vis cómica (puede que Rubén Cortázar no sea el mejor actor del mundo, pero ha mejorado mucho y puede ser muy, muy gracioso), hasta el hecho de que, siendo guapa, hay que confundir necesariamente el ser fuerte con ser desagradable. Y era especialmente sangrante porque todas las féminas de Ezcaray son fuertes y útiles sin tener que estar ladrando todo el rato. Porque, encima, es que Nora no tiene absolutamente ningún motivo para ser una borde de mierda, ya que desde que aparece todos la tratan con respeto y educación.

Por eso, en ningún momento compré que Robles pudiera sentirse atraído por ella, sobre todo porque tampoco es que tengan ningún momento de conocerse. Además, Rubén Cortada y Elisa Mouliáa menos química no pueden tener. A ver, que es un poco de cajón: si coges al contrapunto serio y a una sosa y los juntas pues... no va a salir nada bueno.

Además, hubo un detalle que tuvieron con Nora que no me gustó nada. Cierto es que es un personaje plano, pero en un episodio ella bromea con que es dura porque la violaron, aunque no llegan a aclarar si es verdad o sólo una coña. Y me parece un tema con el que no se debería bromear, pero, por otro lado, me vuelve a parecer un clásico odioso que una víctima de violación acabe siendo así de petarda.

Así que, por favor, dejad a Nora en Haro (otra cosa que cabría preguntarse es cómo la jueza de Haro se pasa la vida en Ezcaray, pero bueno) y, si queréis buscarle una novia a Robles, traed de vuelta a la psicóloga interpretada por Begoña Maestre, que era amor del bueno y en un episodio encajó más en el pueblo que la dichosa jueza.


Pero Nora no era la única incorporación a la segunda temporada, aunque sí la única que se podrían haber ahorrado. Puede que al principio Esteban estuviera un poco a rebufo de su tío Atiza (que lo he echado un huevo de menos, por cierto), pero acabó desarrollando su propia personalidad y dando muy buenos momentos, sobre todo desde que Arrea entró en juego.

Comentemos lo grande que ha sido Arrea. En primer lugar, me gustó mucho que nos trajeran a una guardia civil (Isa y, sobre todo, Cata siempre han sido claves para resolver cosas, pero aún así mola que tengamos una guardia civil), pero además es que Arrea me conquistó desde el principio: tan dura, pero tan dulce, tan profesional y lo mucho que molaba la tía. Además, los guionistas le regalaron un episodio de lucimiento a Elena Alférez, cuando Arrea es secuestrada. Y, de paso, aprovecharon su secuestro para que la psicóloga les hiciera ahondar más en cuestiones interesantes: el cómo Arrea lo va superando, la culpabilidad de Esteban, la situación de Robles...

Porque este segundo año ha versado sobre la investigación de Robles del asesinato de sus padres, cuya primera pista se la ofreció Alcides a modo de despedida al final de la primera temporada. Curiosamente esta segunda temporada ha ido mucho sobre la familia, no tanto sobre qué ocurrió con los padres de Robles (aunque la conspiración ahí estaba y nos dio un magnífico final), sino sobre cómo Robles ha encontrado su propia familia en Ezcaray. Lo hemos visto acostumbrado a la gente del pueblo, aceptando plenamente que quiere a Olmos y, al final, todo ha girado en la relación de los dos, que ha podido con todo.


Y, oye, ha sido muy bonito ver lo unidos que están ahora. También se ha agradecido que, de vez en cuando, Robles haya abrazado la personalidad de Ezcaray: disfrazarse con Olmos, gastarles la broma del hombre lobo (impagable escena, por cierto) y que ni siquiera ha intentado abandonar Ezcaray ni una sola vez.

Por otro lado, hemos seguido con las tramas de Ezcaray, que han tenido como epicentro la batalla de Cata y Damián por la alcaldía, lo que de paso les ha permitido desarrollar la pedazo de química que han tenido Ana Morgade y Alex O’Dogherty desde el primer momento. Cada vez que se ponían a pelear y acababan acostándose, era tan gracioso como satisfactorio, aunque he de decir que me ha parecido que han pasado un poco por encima y se han limitado a ser graciosos, en lugar de ahondar en qué sentía cada uno.

Sí, de vez en cuando veíamos a Cata cuestionándose todo y dividida entre el hecho de que Damián le atraía tanto como horripilaba, pero creo que en su caso nunca han aclarado si era algo más sentimental que sexual. Curiosamente, en el caso de él sí que se veía más claramente que era amor (la banda sonora, el ir a buscarla todo el rato, las caritas que ponía...) y eso es algo que evidentemente no sabe manejar. Por eso, aunque me alegra mucho que acabaran la temporada juntos, me ha faltado profundidad y desarrollo en el conflicto y alguna escena en la que Damián se ganara realmente el perdón de Cata tras la putada que le hizo.


Ojalá que tengamos tercera temporada y así pueden explayarse más, sobre todo porque el intercambio de roles puede ser grandioso: desde un Damián completamente desubicado en casi todos los aspectos (ya no es alcalde, lo que le definía, y además no es alguien acostumbrado a tener relaciones) hasta esa Cata que pasa de ser la oposición a alcaldesa.

Finalmente, me queda hablar de Isa, que ha encontrado completamente su lugar en esta temporada. Isa siempre ha molado, pero ha sido, quizás, la que más ha cambiado en esta segunda entrega: y no sólo porque se haya atrevido a estar con Olmos, pese al gafe que la acompaña (debería fundar un club con Maggie de Doctor en Alaska, por cierto), sino porque ya no es esa mujer desubicada que no sabe qué hacer con su vida y que tiene miedo por todo. No, Isa ha encontrado su lugar y la hemos visto decidida e interviniendo en asuntos serios y arriesgados, lo que ha molado muchísimo.

Además, con ella se ha demostrado uno de los aspectos que más me gustan de esta serie: ¡los personajes actúan con lógica! Isa se comporta extraño en un episodio y es descubierta por Olmos, que la enfrenta en cero coma como haría cualquier persona normal, aunque no así un personaje catódico.

Y es por cosas como esas o sus grandes personajes o su sentido del humor o incluso los casos (el de las joyas de la Castafiore fue muy genial) Olmos y Robles debería ser renovada por una tercera temporada. Lo merece. Nosotros merecemos seguir disfrutando de esta serie. Así que, de nuevo, insistió (que sí, soy muy cansina), pero, TVE, por favor, renuévala.