Como me apetecía escribir algo para el blog y que Magik no
se atreve con esta serie por cierta razón de la que hablaré luego, he decidido
tomarle la delantera.
Lo primero de todo: ¿de qué va The New Normal? Esta serie
nos cuenta la historia de una pareja de gays, Bryan y David (interpretados por
Andrew Rannells y Justin Bartha respectivamente), que deciden que quieren tener
un bebé y empiezan a buscar un vientre de alquiler. Lo encuentran en Goldie (Georgia King), una
joven madre de una niña llamada Shania, que acaba de mudarse a Los Ángeles
después de separarse de su marido, y que trae a remolque a su conservadora
abuela, a la que llaman Nana (Ellen Barkin). Además, también tenemos a la asistente de Bryan, Rocky (NeNe Leaks), que es básicamente la típica negra, incluso con sus momentos de chunga.
Y ahora, respondamos a la pregunta que ronda esta entrada
desde el principio… ¿qué le pasa a esta serie, es que hay caníbales devoradores
de bebés de por medio? ¿Matan gatitos? Entiendo vuestros miedos, eso de que
Magik no se atreva a verla es preocupante, pero tranquilos. El problema de esta
serie es su creador, que no es otro que Ryan Murphy. Yo lo digo desde ya: no
veo Glee. Y además creo que no he visto nada de este señor nunca. Pero no
creáis que no sufro sus acciones, porque lo hago, las sufro. Soy el paño de
lágrimas (o algo así, porque lo que genera este hombre suele ser más bien violencia, no lágrimas) de Magik y de mi hermana, las cuales el día menos
pensado montarán un club de odio a Rachel que además tendrá una sección
dedicada a sacudir a todos los personajes, menos a Blaine, de vez en cuando
“aunque sea para quitarles el polvo” (mi hermana dixit). Por esto, yo tampoco
me lancé a verla hasta que leí que Matt Bomer iba a aparecer en la serie
haciendo de exnovio de Bryan. Sí, soy una vendida.
Después de ver los seis episodios que hay hasta ahora
emitidos, he llegado a diversas conclusiones. Primero, la serie se deja ver, no
es ningún bodrio, y desde luego es muy mona si te gusta el slash (o BL, como
queráis llamarlo). Y segundo, de momento
no funciona como debería funcionar esta serie.
Empiezo por las cosas malas. Se supone que es una comedia de
episodios de 20 minutos, y tiene algunas características de este tipo de series
y del Murphy. Por un lado, los personajes tienen algunos rasgos exagerados de
forma no creíble para buscar provocar risa. Esto no sería un problema si
realmente fueran graciosos. Los momentos supuestamente cómicos como máximo te
arrancan una sonrisa a duras penas. Esto pasa sobretodo con Bryan y David.
Luego está Nana, que como abuela ultraconservadora, habréis imaginado que está
muy en contra de los gays y no aprueba lo que su nieta está haciendo. Esta
mujer tiene líneas que se componen básicamente de los insultos más trallantes
contra los homosexuales que se pueden oír (como por ejemplo el “salami smokers”
del piloto). Y de regalo, contra los demócratas, los latinos y más o menos
cualquiera que no sea un estadounidense conservador católico. A mí
personalmente más que gracia lo que me provoca es una cara de genuina
admiración ante el hecho de que a alguien se le haya ocurrido la frase que sea
cuando se luce especialmente insultando y un “¡Qué bestia!” susurrado para mí. Finalmente está David, que francamente de momento está completamente desaprovechado, una pena, cuando tiene cierto punto tirando a nerd que podría dar para mucho.
Aaawwww *o*
Ahora pasamos a lo bueno, que está íntimamente relacionado
con lo malo. He dicho que la serie no te hace reír y que los momentos cómicos
como máximo te sacan una sonrisa. Bueno, pues lo que sí que destaca son una
serie de momentos muy tiernos que te pintan la sonrisilla tonta en la cara, y
alguno sentimental que a mí personalmente han conseguido que se me salten las
lágrimas. Esto último también se debe, en mi opinión, a la actuación sobretodo
de Andrew Rannells, que si bien peca de ser el prototipo de gay aficionado a los musicales, conocedor de
todas las celebrities y extremadamente superficial, y por tanto con muchos
puntos para ser odiado por repelente, de momento yo creo que aguanta bastante
bien las exageraciones estúpidas y nada creíbles de su personaje. He leído por ahí que es una especie de Kurt crecido. Como no veo Glee no puedo opinar
en esto, la verdad, aunque me siento inclinada a decir que Bryan es
posiblemente un tanto más encantador, aunque solo sea por el buen hacer del
actor. Y ojo, no estoy queriendo implicar que Chris Colfer es mal actor porque, como ya
digo, yo no veo Glee, lo único que implico aquí más bien es en todo caso que a mí me ha caído en gracia Andrew Rannells.
Así pues, sabiendo lo que funciona mal y lo que funciona
bien, ya sabemos por qué esta serie de momento no cumple su cometido. Al acabar
el episodio, yo debería acordarme de la escena que me ha hecho reír, pero de lo
que me acuerdo es de la escena tierna, porque es la verdaderamente memorable de
los 20 minutos. Por lo tanto deberíamos decir que más que una comedia es una…
¿ternedia? xD Yo voy a seguir viéndola porque Bryan y David, y también Shania,
me dan mucha ternura, la verdad (aunque según qué momentos podrían noquear a un
diabético xD), pero sospecho que si la serie no coge el rumbo, a lo mejor no
dura mucho. Tiene más de una cosa en contra: no hace reír como comedia y esta
exageración de los personajes puede llegar a resultar cargante. Yo misma ahora
encuentro entrañable a Bryan, pero a lo mejor dentro de 10 episodios si no le
dan un uso realmente cómico a su extravagancia y siguen por el mismo camino,
acaba por parecerme insoportable y tan repelente que no me quedaría nada más
que ver en la serie. Esperemos que no, aunque solo sea porque Andrew Rannells y
Justin Bartha quedan muy monos juntos.
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