Ya sabéis que soy seguidora de la saga Víctor Ros que, de hecho, ya reseñé en esta entrada. Así que cuando supe que habían publicado un nuevo libro protagonizado por el detective, lo quise. Al final, se lo acabamos regalando a mi padre y, tras aguardar a que él se lo leyera (que una es buena hija... vale, vale, él lo escondió para que yo no pudiera hacerle chantaje con los spoilers y es bastante más alto que yo, mala combinación para mí), me llegó el turno de disfrutar de La última noche de Víctor Ros.
Ramón Férez, el primogénito de una rica familia de Oviedo, aparece muerto y, lo que en un principio parece un caso sencillo, acaba tornándose un misterio casi indescifrable cuando medio Oviedo parecer ser sospechoso de haber cometido el asesinato. Por eso, el juez encargado del sumario, Agustín Casamajó, acaba recurriendo a su amigo Víctor Ros, ahora detective privado, para que resuelva el caso. Víctor accede a ayudar, pese a que Oviedo fue donde se infiltró y donde le espera un antiguo amor de juventud al que falló durante su misión.
Con esta premisa, nos encontramos con una nueva aventura protagonizada por el señor Ros, cuya situación personal continúa de la entrega anterior: Víctor ha dejado la policía, mandado a la porra al sello de Brandenburgo, ha adoptado a Eduardo y lleva una vida plácida... que se ve agitada cuando Casamajó, un antiguo amigo de Oviedo, le pide ayuda con un caso.
Este nuevo caso me ha parecido el mejor de lo que llevamos de saga y, de hecho, La última noche de Víctor Ros se ha convertido en mi entrega favorita. Me ha parecido mucho más emocionante y adictivo y lo leí en apenas un par de días. A decir verdad, consiguió que me sintiera tonta, pero tonta, tonta, pues al principio –a diferencia de las otras novelas– me tenía más perdida en la trama que Marco en el día de la madre. Vamos, que no tenía ni idea de por dónde iban los tiros. Entonces leí el final, lo disfruté y me di cuenta de que estaba tan bien hilado, que había tantas pistas, que debería haberlo adivinado.
Además, en esta entrega Víctor me cayó mucho mejor. Me pareció mucho más humano y fue estimulante verlo en jaque por una vez. Jerónimo Tristante ha ambientado cada aventura de Víctor en una ciudad diferente (Madrid, Córdoba y Barcelona) y me ha parecido un acierto que esta cuarta la situara en Oviedo, un lugar con historia para el detective. Pues fue en Oviedo donde despuntó al infiltrarse en un grupo de anarquistas, lo que le llevó a traicionar a gente que conocía y, por tanto, Víctor ha de hacer frente a su propio pasado encarnado en Esther, su primer amor.
En este enfrentamiento a su pasado, que le lleva a re-examinar sus actos cometidos hace ya tiempo, se puede ver como ha ido evolucionando el personaje desde sus inicios. Dado que estamos ante una saga, me parece toda una proeza por parte del autor hacer que Víctor evolucione, crezca, muestre nuevas facetas, pero sin perder su esencia.
Y si Víctor, como personaje, ha salido reforzado de este envite, para mí otra que también lo ha hecho ha sido Clara. A mí Clara siempre me ha gustado. Me parece un buen contrapunto para su marido, ofreciendo otra visión de sus casos y manteniéndolo más cercano, más humano, por así decirlo. No voy a entrar a destripar el libro, nada de spoilers, así que sólo voy a señalar que su aportación a esta aventura me encantó. Me gustó ver el cambio de registro en Clara, verla más activa y lo que acaba provocando al final.
Porque, aunque todo se resuelve y el final queda cerrado, vuelve a repetirse lo que en la entrega anterior: el autor deja la puerta abierta a una nueva entrega. Por mi parte, ojalá saque una quinta aventura, sobre todo si supone una novela como la que nos ocupa: entretenida, de lectura fácil, interesante y mejor que sus predecesoras.
El próximo lunes literario estará dedicado a... Predestinados de Josephine Angelini.
SE VE MUY BIEN, NO SE SI EN MEXICO ESTA PERO LO RASTREARE PARA COMPRARLO.
ResponderEliminarSALUDOS
Pues no sé si se publica en México, la verdad, pero seguro que hay versiones para descargar en caso de que no lo haya ;)
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