Poco a poco sigo con las sagas que tengo empezadas y que, encima, son bastante largas (aunque ninguna gana a Mundodisco de Terry Pratchett, pero bueno) y en esta ocasión os traigo la reseña de Caricias de hielo, la tercera entrega de Psi/Cambiantes de Nalini Singh cuyas dos primeras partes me gustaron, aunque no tanto como esta. Y es que, si en la reseña del segundo tomo, La noche del jaguar, me quejaba de que resultaba un poco repetitiva, en esta nueva novela todo es muy distinto.
En las dos primeras novelas el esquema era el mismo: chica Psi que cree estar a punto de volverse loca, conoce a chico Cambiante que la ayuda a comprender que sentir está bien y se enamoran. Sin embargo, en esta ocasión los roles se han intercambiado, ya que la chica es Cambiante y él es Psi y, además, los dos están al mismo nivel y ninguno ejerce de “mentor” del otro. Y, claro, eso cambia bastante las cosas.
Además, Caricias de hielo, a pesar de ser una historia auto-conclusiva e independiente, continúa con la trama iniciada en la primera novela de la saga, La noche del cazador. Con eso quiero decir que se puede leer sin haber leído las otras dos partes, pero que es mucho más conveniente haberlas leído para comprender mejor la situación de nuestra protagonista.
Y es que Caricias de hielo nos cuenta la historia de Brenna Kincaid, que fue secuestrada, vejada y torturada por un diabólico Psi y que ahora debe hacer frente a las consecuencias de aquel episodio: no sólo es incapaz de transformarse en lobo, sino que a su alrededor todos la tratan como si fuera de cristal y la sobreprotegen, algo que la desespera. Por si Brenna no tuviera suficiente, uno de los suyos aparece asesinado y todo le resulta tremendamente familiar, por lo que empieza a plantearse que la oscuridad se ha instalado en ella y que algo falla en su persona.
Con todos esos problemas, Brenna encuentra consuelo en la persona más insospechada, Judd Lauren, uno de los Psi que su clan tiene ocultos para salvarlos del Consejo. Judd es un Psi peligroso, que antes de dejarlo todo por proteger a su familia, fue soldado de élite del Consejo y se vio obligado a hacer cosas tan terribles que acabó convirtiéndose en un hombre peligroso y frío. Sin embargo, a fuerza de tratar a Brenna, su determinación va minándose y acaba comprendiendo que la chica es algo más para él... lo que podría ser aún más peligroso.
Como ya he dicho antes, en Caricias de hielo los roles se intercambian y la dinámica es muy diferente. Si en las dos primeras novelas los personajes masculinos eran los Cambiantes que ayudaban a las chicas Psi y en cierta manera las instruían en lo que era sentir, aquí tenemos a dos personajes muy fuertes, que se ven atraídos y que tienen que lidiar con esa atracción que desemboca en una relación nada habitual. Es cierto que es Brenna la que lucha por estar juntos, pero la lucha de Judd es contra sí mismo y contra su don, que en este caso es muy, muy peligroso.
Si Sasha no sabía cuál era su poder y Faith era una vidente, Judd tiene un talento de lo más extraño y mortal que controla gracias al Silencio. Por eso, tanto sus recelos como su empecinamiento en mantener en Silencio, en vez de romperlo como otros Psi, resulta muy natural y comprensible.
La verdad es que la relación entre ambos está muy bien planteada y sus escenas juntos molan un montón, ya que los dos tienen mucho carácter y al mismo tiempo se entienden muy bien, así que sus interacciones siempre son muy disfrutables. Vamos, que han sido los protagonistas que más me han gustado y con los que mejor me lo he pasado, sobre todo con esa Brenna, que es una protagonista maravillosa. En parte porque es fuerte, cabezota y es ella la que lleva la voz cantante; en parte porque sigue traumatizada y lucha contra eso con todas sus fuerzas, intentando recuperar lo que perdió tras el ataque.
Me gustó mucho descubrir que los protagonistas eran dos personajes que ya conocíamos y que, de hecho, se conocen en la primera novela de la saga. De hecho, me ha parecido todo un acierto continuar con esa trama, además de con las luchas internas del Consejo, que ya habíamos visto en La noche del jaguar, y con sus planes para controlar aún más a su raza. Incluso hemos seguido viendo que, además de los protagonistas de las novelas, hay más Psi que están luchando contra la tiranía del Consejo.
También aparecen de vez en cuando personajes que ya conocíamos, como las parejas de las novelas anteriores y los secundarios que aparecían en ellas, lo que hace que el universo que ha creado Nalini Singh sea mucho más real. ¿Qué Brenna cree que algo va mal en ella? Bueno, pues aparece Sasha para intentar ayudarla con su empatía. ¿Qué los Snowdancer están en problemas? Pues su líder se reúne con Lucas para tratar la situación.
De hecho, en Caricias de hielo tanto el universo como la mitología de éste se expanden, al aparecer otras razas de Cambiantes u otros aspectos de la cultura Psi (como todo lo que tiene que ver con el antiguo trabajo de Judd y lo que hace a escondidas en la actualidad). También se da más cancha a otros personajes, como el líder de los Snowdancer a quien se le puede conocer mejor, seguramente con la intención de que protagonice su propia historia en el futuro.
Es decir, que Caricias de hielo me ha parecido no sólo el mejor libro de los Psi/Cambiantes que he leído por el momento, sino que también me ha parecido el más completo. La historia de amor era novedosa y explosiva, los protagonistas molaban mucho y encima, junto a explorar aún más la mitología, hay grandes dosis de acción, que hace de su lectura mucho más adictiva y en ocasiones tensa, pues el cerco que ejerce el malo sobre Brenna está mucho más conseguido que las amenazas de novelas anteriores.
Vamos, que me ha encantado y ahora es un drama que no tenga los siguientes en casa. Ains.
El próximo lunes literario estará dedicado a... Las aventuras de Huckleberry Finn de Mark Twain.
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