miércoles, 8 de julio de 2015

Entre mujeres anda el juego

Quedando menos de dos meses para que la tercera temporada de Amar es para siempre termine, ya empiezan a conocerse fichajes de cara a la cuarta (yo sigo flipando con Toni Cantó, todo sea dicho) y ayer nos confirmaron que la nueva pareja será interpretada por Junio Valverde y Michelle Calvó. Y aunque la historia que van a plantear con Guillermo y Sofía (el nombre de sus personajes) tiene pinta de molar mucho y hacernos sufrir cuales perros también, de momento no ha llegado, no así el tramo final de la tercera.

Y, claro, una tiene que hablar de todo lo que ha pasado hasta ahora, más que nada porque este año nos han dado una señora temporada llena de virtudes y algún que otro pero, sobre todo en ciertos finales.

Por ejemplo, es increíble el ritmo que han mantenido. Es cierto que Amar, en líneas generales, no es una serie lenta, aunque sí que ha disfrutado de etapas que han alargado más de la cuenta (me viene a la cabeza las semanas en las que Carlos/Alberto estuvo oculto en la casa de Olavide sin más posibilidades que clamar venganza, algo hecho para cuadrar tramas).  Pero este año todas las historias han ido sin prisa, pero tampoco sin pausa y ya hemos despedido a buena parte del reparto y muchas cosas han salido a la luz, aunque no todas, que es lo que nos toca ahora y estoy deseando.


Porque, sí, ya sabemos quién mató a Cristina y también nos confirmaron que Jorge es el hijo perdido de Víctor, algo que se veía venir desde el principio. Sin embargo, son secretos que todavía deben conocer los personajes de la serie (por favor, que alguien le cuente a Arratia lo de Cristina, es ya una necesidad) y que van a hacer saltar el status quo que hay ahora mismo en la Plaza de los Frutos.

De hecho, la trama principal que atañe a Víctor también lo hace con muchos otros personajes y va a molar cuando se sepa toda la verdad, tanto que Jorge es su hijo como el que éste está atrapado entre la espada y la pared. Va a ser interesante cómo van a afectarle a Laura ambas revelaciones, aunque no sólo a ella, porque María va a tener que abrir los ojos al fin con respecto a Sor Teresa y todos los afectados por los ataques del CIL van a tener que asumir que un vecino querido está mezclado en la explosión.

La verdad es que este año todo el entretejido de tramas está muy bien escrito y me gusta ver que, en realidad, todos los personajes y tramas están más o menos mezclados. Fue otra de las cosas en las que fallaron el año pasado, no sólo la historia de amor era insufrible, sino que encima Diego y Valeria estaban desconectados de todo el mundo.


Además, este año los guionistas saben a dónde van y han sabido hacer evolucionar a los personajes de manera orgánica para que lleguen a ese punto sin que resulte artificial o, como espectador, veas venir a dónde quieren llegar. Así, Lucía pasó de ser una petarda insoportable a una heroína o Benigna dejó de ser odiosa para convertirse en una cascarrabias adorable que se desvive por aquellos a los que coge cariño.

A decir verdad ahora mismo el hostal es uno de los lugares más disfrutables, pues la dinámica entre los distintos personajes que viven ahí es muy natural y muchas veces muy divertida. Porque Benigna tiene muy mala leche, pero también se le ve que ha ido cogiendo cariño a los huéspedes, sobre todo a esa estupenda incorporación que ha sido Arratia. Ay, qué relación más guay tienen estos dos. Entre esa relación y la que tienen los hermanos Castro ahora mismo, muero de amor. Incluso es de las pocas ocasiones en las que trago a Beatriz, ya que ha sido muy bonito ver cómo han ido acercándose.

Pero yo quería hablar de Lucía. Ay, mi Lucía, con lo que tú has sido. Lucía siempre fue muy despierta, también intuitiva y se ha pasado la serie calando a todo el mundo: Julián, Juanillo, Cristina... También hemos visto cómo ha madurado y, sobre todo, luchado por lo que quería de la mejor manera posible. Así, nos han dado a un personaje femenino muy fuerte, con las ideas muy claras y suficiente carácter como para defenderse sola, sin tener que recurrir a nadie.


Es más, en la relación que ha mantenido con Américo la adulta y la madura ha sido ella, pues Lucía siempre ha conocido a la perfección al agonías de Américo y le ha aceptado tal cual era, mientras que él siempre se ha empeñado en cambiarla. Es que parece que Américo, en todo este tiempo, no conoce a Lucía y eso que, aunque ahora puedan reprocharse varias cosas a Lucía, siempre ha sido perfectamente clara.

Porque, sí, Lucía siempre dejó claro que el puesto de dependienta en la droguería era algo eventual con lo que no se iba a conformar. Ella siempre ha querido ser artista o, en su defecto, secretaria, así que no sé de qué se sorprenden tanto que intente con todas las fuerzas conseguir su sueño de ser cantante. ¿Qué se va a pegar un hostión épico porque se ha dejado engatusar por los cantos de sirena de Dante? Desde luego. ¿Qué se le está subiendo el éxito a la cabeza y está perdiendo la perspectiva y dan ganas de zarandearla para que reaccione? Pues también.

Eso sí, el problema es que Lucía está tan machacada por aquellos que dicen quererla que, aunque ahora mismo tiene un señor bofetón, no puedo evitar estar de su parte y lamentar el destino que va a sufrir. Porque me estoy viendo venir que Dante la va a violar y le va a quitar de un plumazo las ganas de ser artista. Pero, bueno, yo de Lucía lo mandaba todo a la mierda, sobre todo a esa madre y novio que esgrimen argumentos como “tu sueldo es el más grande en casa” o ese “te permito que cantes en el Café, pero ya”. En serio, Américo es una decepción máxima. Entiendo que tema que Lucía le olvide si cumple su objetivo, pero el que tenga que controlarla tanto me pone de los nervios.

Es curioso, de hecho, que pese a que la temporada tiene una orientación ligeramente más masculina (terroristas, asesinatos, mucha acción), la tercera haya sido la temporada de las mujeres. Porque ellas están en las posiciones más interesantes, cada una a su manera.


Como esa pobre Clara con la que es imposible no sufrir y que va capeando el temporal como buenamente puede, intentando que ese ser despreciable con el que se casó ni la hiera a ella, ni a ningún ser querido. Eso, mientras se va enamorando poco a poco de Nicolás, que es un amor y que espero que la ayude a que a Juan le den garrote. En serio, el día en que Juan muera, creo que seré capaz de dar una fiesta y todo, porque anda que no es odioso. Porque la pobre Clara está pagando el intentar cumplir sus sueños, algo que, curiosamente, va a repetir su amiga Lucía y eso que no podían ser más dispares. Pero el paralelismo está ahí (el desear algo, la falta de perspectiva y ceguera) y sólo nos queda sufrir.

Otras que también molan son las hermanas Gómez, tan distintas pero tan parecidas al mismo tiempo, porque si María está cegada por Sor Teresa, Leonor lo está por ese profesor con el que está (incomprensiblemente) liada y que, se ve, es un caradura de mucho cuidado. Eso sí, la relación entre ellas no puede estar más conseguida y las actrices están tan geniales que transmiten muy bien el que son hermanas que se quieren, pero no se entienden. Las escenas entre ellas son una maravilla y, a diferencia de Beatriz, María se hace querer y entender con ese pavo subido que le da el tener diecisiete años y un cacao en la cabeza impresionante.


Habrá que ver cómo se le pasan las ganas de ser monja (¿será Víctor quien le abra los ojos con el tema de los niños robados o tendrá algo que ver con Juan, ya que su ordenación es en la misma fecha en la que éste se lleva a Clara a Valencia?) y, también, como Leonor abre los ojos y descubre que Miguel es el amor de su vida. Porque todos sabemos que Leonor tiene que estar con Miguel, no sólo es un encanto, sino que funcionan muy bien juntos y a ella ya la hemos visto celosa unas cuantas veces, ju, ju, ju.

De los dramas de Paco y Serafina paso de hablar, porque me aburren mucho y los dos me caen como el culo. Así que pasando, sobre todo porque me toca hablar de otro gran personaje femenino, de una ídola suprema. Sí, de la gran Laura Blasco.

Porque Laura es una gran protagonista, lo ha sido a lo largo de todos estos meses y, aunque es humana y ha cometido errores, en ningún momento ha actuado de forma estúpida o han dado ganas de abofetearla. Laura ha sido la único que se ha limitado a soportar las continuas decepciones de los demás, que no han dejado de darle por culo: desde un Ismael que no ha hecho más que cagarla una y otra vez y no ha sabido aprovechar esa hermana que estaba dispuesta a cualquier cosa por él, hasta ese Julián que únicamente la ve como una coartada y ahora alguien que puede darle un hijo.


Estupendo el giro que ha dado Julián, cada vez más desalmado y más pasado de rosca, lo que hace que sus escenas hasta hagan gracia, pese a ser un auténtico hijo de puta. Yo sigo esperando que se desvele como el líder del CIL y que Arratia acabe con él, para liberar a Laura y, de paso, aligerar la culpa de Jorge.

Porque, ojo, aunque fue sin querer y en un intento de salvarla, Jorge mató a Juana y yo no sé hasta qué punto Laura podría perdonar eso. Bueno, es que no tengo ni idea de cómo va a acabar la historia de Laura. Porque ahora mismo está entre padre e hijo, sin que ninguno de los tres lo sepa, aunque teniendo algo muy claro: de quien está enamorada es de Jorge. En ese sentido, la unión entre Laura y Víctor está muy bien escrita, pues se relacionan de tal manera que se ve un gran cariño, una gran amistad, pero que no va a haber nada más. Al menos, no tiene pinta, porque Laura y Víctor no tienen ese halo romántico o de química que sí que tienen Laura y Jorge, aunque ahora estén peor que nunca.

Algo, por cierto, totalmente comprensible, porque Jorge parece bipolar con su actitud. Es verdad que el pobre muchacho está en una situación muy comprometida (el CIL lo tiene amenazado con hacer daño a Laura, Arratia lo tiene de espía y Beatriz no deja de darle por culo, como un molesto perrito faldero), pero también lo es que con Laura parece no aclararse. Cuando están juntos ya sabe que Laura está casada y que tiene responsabilidades, por eso es para pegarle su ataque de cojonitis con la excusa de que no quiere ir con él. Para Laura la herencia de su padre es importante y, hasta hace unas semanas, tenía un hermano al que no podía dejar tirado.


Ahora parece que va a intentar conquistar a Laura de nuevo, algo que espero que pase porque los dos me gustan juntos. Aunque, eso sí, ella no puede tener más razón en que Jorge nunca piensa en sus actos y eso sólo hace sufrir a la gente. Vamos, que darle tantas alas a Beatriz va a romperle el corazón a ésta, además de poner celosa a Laura, lo que siempre es divertido de ver.

Sólo espero que Laura tenga un final feliz porque es una protagonista estupenda, que combina muy bien inteligencia (a diferencia de la gran mayoría de protagonistas de Amar, sí que es una buena empresaria) con corazón y es uno de los mejores personajes femeninos, en una temporada televisiva española que ha tenido unos cuantos muy destacables. Yo, de momento, creo que Víctor morirá salvando a Laura y Jorge y cerrando así el círculo: salvará a su hijo y a la mujer a la que ha jurado cuidar porque es idéntica a su mujer y podrá estar al fin en paz.

A ver lo que nos deparan estos dos últimos meses de temporada, pero, desde luego, este tercer año está dando gusto verlo.

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