Si me leéis con asiduidad, sabréis que me encanta Kerstin Gier, es una ídola y libro que saca, libro con el que hago, porque la señora Gier escribió la trilogía El amor a través del tiempo y eso es oro puro. En serio, esa trilogía es lo mejor de lo mejor y, si no la habéis leído, hacedlo. Obligué a mi padre a leerla y le gustó, ahí lo dejo.
Bueno, ahora Kerstin tiene nueva trilogía (sí, yo aquí tratándola como si fuéramos amigas de toda la vida): Silber. Hace tiempo leí su primera parte, que me encantó, y en cuanto salió la segunda, tuve que hacerme con ella. Así que, sí, todo este rollo es para contaros que la reseña de hoy va sobre Silber. El segundo diario de los sueños.
Tras todo lo sucedido en la primera entrega, Liv conoce una etapa de tranquilidad: la curiosa situación familiar parece haberse normalizado, está más integrada en el instituto y es feliz junto a Henry, con quien sigue investigando el mundo de los sueños. Sin embargo, todo empieza a descontrolarse poco a poco: un curioso hombre les persigue en sueños, su hermana Mia sufre sonambulismo de repente, Henry aún le oculta cosas y, encima, Secrecy, el blog de chismorreos de su instituto, parece conocer todos sus secretos, lo que le complica la vida aún más.
Así, mientras lidia con los problemas de su nueva familia y los que le provoca Secrecy al contar sus secretos, Liv debe hacer frente a las amenazas en sueños y también descubrir por qué su hermana de pronto camina dormida y cada vez de forma más osada y peligrosa.
Si bien es cierto que disfruté como una enana de Silber. El primer libro de los sueños, también lo es que no terminaba de hacer click. Era como si le faltara algo para ser perfecto. Pues bien, en esta segunda parte Kerstin Gier termina de pulir su historia y todo encaja muchísimo mejor. En primer lugar porque no peca de introductoria, como ya conocemos el mundo y a los personajes, va directa al grano y las relaciones entre los personajes ya están establecidas, por lo que las desarrolla mejor y son aún más creíbles. En segundo lugar porque hace una purga de personajes secundarios bastante importantes: a excepción de Jasper ninguno desaparece, pero sí que muchos están en un segundo plano que le sienta mucho mejor a la novela, como es el caso de Arthur o los compañeros de clase de Liv que en la primera parte salían más-
Además, en cierta manera, en esta segunda novela tenemos una trama completamente nueva. Sí, se mantienen algunos misterios desde El primer libro de los sueños, como la identidad de Secrecy o las cosas que Henry no termina de compartir, pero la aventura es distinta. En la primera parte ya se resolvió el tema de Anabel, que no desaparece, aunque es abordado de manera distinta y, encima, tenemos nuevos misterios que Liv y Henry intentan resolver como la extraña aparición de Lord Muerte o el sonambulismo de Mia.
De hecho, la relación de estos dos me ha gustado mucho. Siempre me ha parecido que hacen muy buena pareja, sus diálogos no tienen desperdicio y Henry es un buen compañero de aventuras e investigaciones para Liv. Además, empezamos a saber cosas de él y de su familia, que justifican el que sea reacio a compartir sus secretos con Liv.
También me ha gustado mucho tanto la evolución de Grayson como las relaciones de amistad que ha mantenido tanto con Liv como con Henry. La verdad es que los tres hacen muy buen equipo y la autora transmite muy bien la camaradería que hay entre ellos.
Y si la parte de los sueños y los misterios ha sido interesante y adictiva, la parte familiar ha sido descacharrante. Ambos mundos, todos los ingredientes de la novela, están perfectamente integrados en El segundo libro de los sueños, pero sí que se puede dividir en dos partes diferenciadas: las aventuras de Liv en el mundo de los sueños y la situación con su familia patchwork, que ella dice.
Tras que tanto Liv como Mia, Grayson y Florence se hayan acostumbrado a vivir juntos y las cosas vayan a mejor, hace irrupción un nuevo personaje que trastoca la vida de todos: la señora Spencer, la abuela de Grayson y Florence, alias La Bocre. Esta mujer se las apaña no sólo para entrometerse en las vidas de sus hijos, sino para sacar lo peor de Liv y Mia al ponerlas de los nervios, lo que da lugar a escenas muy memorables, como la venganza que orquestan las hermanas Silber. Si con estos libros en general me parto de la risa, con las partes que tenían que ver con La Bocre directamente me moría.
La verdad es que hasta el tema familiar funciona muchísimo mejor en esta segunda parte y me gusta cómo va evolucionando ese aspecto, como las hermanas Silber poco a poco se van integrando en su nueva familia. Quizás la señora Silber sigue sin convencerme demasiado como madre, pero en esta segunda novela resulta más maternal y algo más creíble.
Como llevo diciendo a lo largo de toda la reseña, Kerstin Gier ha pulido los aspectos que no terminaban de estar tan bien como el resto y el resultado ha sido una novela estupenda, muy recomendable: divertida, trepidante, de lectura tan amena como rápida y con una protagonista a la que es imposible no idolatrar. De verdad, poneos a leer los libros de Silber porque Liv Silber es un personaje al que queréis conocer y sus aventuras no pueden molar más.
Ay, qué larga se hará la espera hasta la tercera parte.
¿Y quién puñetas será Secrecy?
El próximo lunes literario estará dedicado a... Palmeras en la nieve de Luz Gabás.
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