Hoy es fiesta en La Rioja, algo que me gusta comentar porque, eh, es fiesta y estoy de vacaciones, ¡hay que celebrarlo! ¿Y qué mejor para hacerlo que publicar la reseña que para eso es un Lunes Literario sea fiesta o no? Además, hoy os traigo la reseña de una novela que disfruté muy mucho: Lord John y el prisionero escocés, la tercera (y penúltima) entrega de la saga de Lord John.
La verdad es que pese a estar ambientadas en el mismo mundo y protagonizadas por los mismos personajes cada novela de Lord John ha sido distinta a la anterior y esta no ha sido la excepción.
Por un lado, Lord John contrae una deuda de honor con un colega, que acaba de fallecer, que le lleva a trabajar en un caso para llevar a un oficial corrupto a la justicia. En medio del papeleo que le ha dejado el difunto militar, se encuentra una hoja a la que no le encuentra sentido alguno porque está en irlandés. Lord John, a sabiendas de lo meticuloso que era su compañero, sabe que es importante y su hermano, Hal, acaba encontrando el modo de saber qué significa la hoja en cuestión.
Por otro lado, Jamie Fraser vive tranquilamente en Helwater, donde puede ver a su hijo crecer de la distancia, cuando un fantasma del pasado vuelve. Su nombre Ian Quinn, un irlandés al que conoció en prisión y que quiere reclutarle para intentar un nuevo Levantamiento. Jamie, que sabe que la causa nunca llegará a buen puerto y cansado de problemas, sólo quiere vivir en paz, por lo que se niega a colaborar con Quinn. Sin embargo, el duque de Pardloe, también conocido como Hal Grey, decide llevarlo a Londres para que les ayude a Lord John y a él con el caso que tienen entre manos.
No es la primera vez que Jamie Fraser aparece en esta saga, que cronológicamente abarca el periodo de tiempo en el que Jamie y Claire estuvieron separados entre la segunda y tercera entrega de su propia saga. Sin embargo, las apariciones anteriores eran algo más bien puntual y siempre desde el punto de vista de Lord John, mientras que en El prisionero escocés el punto de vista se reparte entre los dos.
Y, claro, Jamie es Jamie, lo que significa que mola mucho. Además, en el punto donde se encuentra la acción la relación entre Jamie y Lord John no puede estar en peor punto. La verdad es que la relación entre los dos personajes siempre ha sido muy compleja, incluso cuando están en buenos términos. Por eso, es muy interesante el que Diana Gabaldon decidiera compartir los puntos de vista de los dos para ver cómo es el reencuentro y como, poco a poco, vuelven a vencer sus diferencias y ser amigos de nuevo.
También es interesante que se vea el punto de vista político de ambos, ya que Lord John es fiel a la corona, mientras que Jamie es jacobita. Bueno, el conflicto escocés es un tema que me gusta mucho. Lo conocí gracias a los libros de Forastera (que me llevaron a investigar en Internet para no hacerme la picha un lío, todo sea dicho) y la verdad es que me gusta mucho como la autora ofrece las dos visiones del conflicto. Además, en este libro en concreto habla sobre Irlanda, lo que es un cambio de escenario y una novedad en la saga y que le ha sentado muy bien.
Al igual que el darle más cancha a la familia de Lord John. En otras entregas habíamos conocido bien a su madre, también a Hal, pero en El prisionero escocés no sólo hemos visto otras facetas de Hal (verlo conversando con Jamie fue un placer o los miedos de John de que acabaran a palos), sino que hemos podido conocer a Minnie, lo que ha molado cantidad. Quién iba a decir que Minnie era lo que era. Y, de paso, la autora nos regala una escena de Lord John con sus sobrinos que es lo más mono que he leído en mucho tiempo. En serio.
De nuevo, había un misterio que Lord John debía resolver, aunque en este caso más que el misterio (como ocurría en Lord John y un asunto privado), lo importante eran las aventuras y los cambios de escenario que sufrían los personajes, sobre todo para ver como iba evolucionando la relación de John y Jamie y como, poco a poco, dejaban la apocalíptica discusión atrás y volvían a ser amigos y respetarse.
Por lo demás, no me queda más que repetirme, pues Diana Gabaldon sigue escribiendo tan maravillosamente bien, no le tiembla el pulso al seguir la historia y vuelve a regalarnos unos personajes inolvidables. Una vez más, sólo me queda hacerle reverencias a Diana Gabaldon.
El próximo lunes literario estará dedicado a... Obsidian de Jennifer L. Armentrout.
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