Pero no quiero adelantarme porque Byb no es una serie perfecta y prefiero centrarme en el defecto que le he visto en estos dieciséis episodios, antes de hablar de sus maravillas. Cuando hablé de sus primeros episodios, encontré que todo el entramado de personajes tenía un talón de Aquiles, la familia de Bornay, que era lo que menos me interesaba de lejos. La cuestión es que, poco a poco, con el devenir de los episodios, esa situación se ha visto mejorada... en parte.
Porque la familia del personaje de Luisa Martín, ella incluida, me sobran. Mucho. No sólo eso, sino que tanto ella como su hija son los peores personajes de la ficción y sus tramas son un agujero negro que rebobinaría sin dudarlo.
El personaje de la criada (es que ni siquiera recuerdo el nombre) tiene un discurso rancio e insostenible, ¿o es que acaso se puede comprar que tras que Bornay provocara el suicidio de su hermana, no sólo siga trabajando para él, sino que venere a los señores como si fueran dioses? Yo es que no lo entiendo, para nada. De hecho, me pone negra su eterna retahíla sobre lo buenos y generosos que son los señores dándoles trabajo y bla, bla, sobre todo cuando los señores son un par de cabrones clasistas que los tratan a patadas.
El de la hija tampoco es mucho mejor. Eso sí, mientras que la criada tiene cierta personalidad (es muy cliché, pero eso es otra cuestión), el de la hija ni eso. Ese es el mayor problema de Martina, que ni siquiera es un personaje, es alguien limitado a estar o con Bornay o con Mario. No hay más. No tiene trama, no tiene ni escenas que ayuden a hacer de ella algo más que la secretaria buenorra de turno. Por no tener, no tiene ni escenas "monas" con Mario.
Me aburro.
Y esta chica necesita una personalidad con urgencia.
De hecho, ese triángulo es lo peor armado de Byb con diferencia. Tal y como lo plantean es para que el espectador desee que Martina elija a Mario sobre Bornay, que desees que ese "amor imposible" se cumpla. Sin embargo, es que no nos dan nada. Absolutamente nada. Ni un mísero flirteo, ni escenas que apoyen a la pareja. Lo único que nos han enseñado es a Martina yendo de uno a otro, pasando completamente de Mario desde el principio. Porque siempre es él quien la busca a ella, porque es él quien le pregunta, pero ella pasa de Mario hasta el punto de no tener ningún detalle con él. Por eso, no entiendo esa fijación que tienen con la pareja, personificada en Juan.
Yo, no sé, pero si fuera Juan, no estaría emperrado en que mi amigo persiga a una chica que no ha hecho nada salvo utilizarle.
Si nos quieren vender la relación me parece bien, pero que lo hagan, leches. Porque, además, con las otras parejas sí que saben dar escenas que demuestran que hay sentimientos, ese tipo de escenas para que shippees, vamos.
Por ejemplo, hasta Hugo y Cayetana han tenido tonteo y escenas que muestran que ambos están interesados en el otro. Bueno, Hugo es otro personaje bastante tópico, plano y, sobre todo, soso a rabiar, pero me molesta menos que los otros dos miembros de su familia, quizás porque no es tan casposo o, quizás, porque hace de Cayetana un personaje más interesante.
Y es que resulta curioso que los mismos guionistas que nos han dado a ese trío tan rematadamente malo, sean capaces de hacer que el resto de los personajes, aunque estén basados en clichés, tengan ese algo que los diferencia y los hace cercanos y más interesantes para el espectador.
Hasta han logrado que Cayetana sea algo más que lo que parecía en un principio: la típica niña bien consentida y caprichosa. Sí, lo es, pero hay más. Personalmente, siempre me llama la atención que todo el mundo piense que es peor persona de lo que es, en especial el trío de chachos, que siempre están pensando mal de ella; sobre todo cuando, hasta el momento, ha sido Hugo el único que ha jugado un pelín a dos bandas al tontear con Sonia.
Cayetana se ha mostrado como alguien muy sincero, vehemente, víctima de esos padres tan sumamente horribles que no han dudado en humillarla y machacarla, pero también como alguien impredecible. Ya me sorprendió cuando guardó el secreto de Martina, por mucho que ante ella no se callara y no le ocultara su desprecio, pero en el último episodio me dejó a cuadros al acostarse con su amigo pijo al saber que estaba embarazada de Hugo y, también, al mentirle a éste. ¿Por qué lo ha hecho? ¿Para proteger a Hugo de la ira de Bornay? ¿Para ahorrarse problemas?
Me intriga saber por dónde va a ir Cayetana en la próxima temporada, aunque me fastidia saber que la que va a purgar todo esto va a ser Sonia, que no ha hecho nada para merecer acabar en semejante situación. Porque estoy segura que cuando esté en su momento más dulce con Hugo, éste descubrirá lo que pasa en realidad y la patata de Sonia se hará pedazos. Lo bueno de eso es que podrían lanzarse a liarla con Mario (el otro damnificado por los primos maravilla).
Sí, a mí no me quitarán de la cabeza que Fran y Macarena deberían ser pareja de nuevo. Además, el chico cínico y la chica idealista pueden dar mucho de sí. Yo lo veo. Lo veo mucho. Soy muy cabezona, ya me conocéis.
Aprovechando que he sacado a Sonia a colación y que el Pisuerga pasa por Valladolid, me toca hablar de una de las tramas de más largo recorrido y que más me han gustado y es esa situación tan jodida y maravillosa en la que están metidos ella, Candela, Pablo y Clara. Porque con su parte los guionistas han sabido entretejer una maraña complicada, pero también muy natural y realista, donde nadie es víctima ni verdugo.
Habría sido muy sencillo que escribieran que Clara era una pija insufrible, alguien a la que odiar, para que la pareja de Pablo y Candela contara con el apoyo del público. Sin embargo, Clara ha resultado ser un amor de chica: dulce, comprensiva, enamorada de Pablo, siempre dispuesta a ayudar y a apoyar a quien sea... De hecho, Clara lleva toda la temporada haciendo un esfuerzo tras otro, acallando el sufrimiento que le provocan ciertas situaciones que no es que los otros provoquen de forma malintencionada.
Y eso me ha sorprendido para bien, que se hayan salido de los tópicos al escribir a una chica que está enamorada y que en ningún momento le ha reprochado nada a Pablo, todo lo contrario: le ha apoyado, pese a que ella suele estar en la posición más jodida. Muchas veces Clara me ha dado mucha pena y las miradas de dolor de Cristina Alarcón (todo un descubrimiento esta chica, me parece súper natural y transmite un montón) llegan a la patata.
Porque es de ley que ella quiera ser el centro de Pablo, también ser la protagonista del día de su boda, al igual que lo es que Sonia desee estrechar lazos con su padre y que la relación de Candela y Pablo no esté tan muerta como ellos creían antes de reencontrarse.
Todos actúan como buenamente pueden, dejándose llevar por instintos muy humanos y sufriendo que el resto de personajes de ese cuarteto haga lo mismo. Porque a Candela se le despertaron sus sentimientos por Pablo tras conocer por qué se marchó, pero también aprecia a Clara. Y Pablo quiere a Clara hasta el mundo de tragarse sus principios, pero también se pone celoso cuando alguien se acerca a Candela y también le es muy fácil formar parte de su familia al conocer bien a César y Susana, lo que provoca que Clara se sienta una extraña y no olvide las palabras que su madre le dedicó con tal mala leche: que Pablo tiene ya una familia y ella nunca formará parte de eso.
Y todo es muy difícil porque todos te caen bien y es muy jodido porque todos sufren y, vamos, en el fondo todo eso mola. La verdad es que esa parte de la serie no puede ser más perfecta y no puede estar mejor escrita, además tiene ese punto de originalidad y de ser valiente porque no han ido a lo fácil.
De momento, nos han dejado a Candela dándole una oportunidad al buenorro (ay, qué grandes Sonia y Susana con el buenorro, sobre todo ésta última) y a Clara creyendo que Pablo ha vendido a su padre, justo cuando estaban en su momento más dulce. De hecho, es de lo más cruel que justo cuando Sonia le da a su padre su peluche, para su futuro hermanito, Mario haga saltar todo por los aires y provoque una crisis entre los dos. En serio, la crueldad, pero mola al mismo tiempo.
No sólo esas relaciones han estado muy bien escritas, el resto también: el matrimonio tan adorable de César y Susana (con sus hijos, que son genialosos), que en parte parece que ha adoptado a Lucas y eso mola; las distintas amistades en la revista; el odio y el rencor entre el matrimonio Bornay, que funcionan muchísimo mejor como villanos que como triángulo amoroso con Martina; la relación tan complicada entre Juan y Vero, a la que por cierto echo de menos.
Porque Vero es un personaje que siempre me ha gustado mucho. Me gusta que si se equivoca o hace algo que no está bien, asume las consecuencias, en vez de ir de víctima (Martina, te miro a ti). También me gustó que no dejara que Juan fuera con ella, me pareció muy honesto y valiente y, en parte, demostró que le quería. Así que yo espero su regreso como agua de Mayo. Y espero que acabe enamorándose de Juan, que me gustan mucho juntos.
Porque también creo que Juan va a volver, pese a ser el protagonista del peor cliffhanger de todos. Y es que, si las tramas horizontales en líneas generales han estado muy bien, las episódicas también y en este episodio culminaron con Juan más muerto que vivo tras haber sido víctima de una paliza brutal.
No es la primera vez que el afán periodístico crea problemas a los protagonistas, pues Pablo fue disparado en el cierre del estupendo episodio de la boda, justo en brazos de su hija tras que ella lo llamara por primera vez "papá". Lo que hace que Byb tenga ese aire de ensueño, de ideales que me gusta tanto, porque no sólo critican a los paparazzi sin despeinarse, sino que los guionistas parecen escribir una oda al periodismo de verdad y eso es bonito. Además, pone a los personajes en situaciones límite constantemente, porque en Byb siempre están pasando cosas, no saben lo que es el relleno.
La cuestión es que Juan y Mario habían descubierto el desfalco de Bornay, algo que les ponía contra las cuerdas porque, al fin y al cabo, Bornay les da de comer. Pero, además, Juan tenía entre manos el reportaje a una banda de moteros y, al incluir el testimonio de un amigo de Lucas al que habían estado a punto de matarle de una paliza, tanto él como Mario acaban sufriendo el mismo destino.
La verdad es que, si te paras a pensarlo, el episodio estuvo lleno de ironías crueles de este tipo, lo que demuestra, una vez más, que los guionistas saben llegar hasta el final. Ya lo demostraron en el episodio de la boda, que originariamente era el final de temporada, pero lo han seguido haciendo en estos tres añadidos, donde la tensión y el humor han ido de la mano: Pablo en el hospital fue angustiante por el médico que le atendía, Candela y Rubén en el coche, la despedida de Vero...
Por mi parte, sólo me queda decir que estoy deseando que llegue la segunda temporada y saber qué pasará a continuación tras ese final tan explosivo que se marcaron. Y me encantaría que se cargaran el lastre que supone el entresijo de la casa de los Bornay o que, al menos, mejoren a ese trío de rancios tan rematadamente planos.
Ah, y que el maromo se quede, yo quiero al maromo de vuelta, que me encanta. Y, de paso, que le den más cancha al hermano de Susana y a Lucas, que ahí hay tema ;P
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