Así, además del thriller El príncipe (que no, no he visto, me estoy resistiendo porque el actor protagonista no me gusta nada), nos sorprendieron con la dramedia Byb, de boca en boca y ahora han vuelto a hacerlo con Chiringuito de Pepe.
He de ser franca. No daba dos duros por la serie. Creo que se debe al título, que me parece muy casposo y, sinceramente, creo que juega un poco en su contra, aunque el centro de la ficción sea dicho chiringuito. Tampoco ayudaba que la protagonizara Jesús Bonilla. No porque sea mal actor, sino porque la sombra de Los Serrano es alargada y temía que tuviéramos a Santi Serrano 2.0.
Sin
embargo, el primer episodio llegó y me sorprendió, algo que se repitió con el
segundo y que ha vuelto ha suceder con el tercero. Puede que Chiringuito de
Pepe no sea una serie rompedora, ni una de esas pretenciosas que intentan
aparentar que tiene más nivel del que en realidad tienen, ni de esas
completamente novedosas... Pero es que no lo necesita, puesto que se trata de
una comedia ligera, entretenida y con el toque justo de emotividad. No intenta
cambiar el género, ni aparentar ser otra cosa de lo que es, sólo contarnos las
peripecias de unos personajes que chocan frontalmente y que están envueltos en
ese mundo de restaurantes que la hace distinta a otras ficciones.
Y esa
franqueza le sienta bien, incluso logra enternecer.
La
historia comienza dejándonos claro cómo de distintos son los mundos que van a
chocar: primero con ese vídeo elegante y ególatra de Sergi Roca y su cocina
minimalista, en contraposición con el anuncio cutre y anticuado del
chiringuito. ¿Y cómo colisionan ambos mundos? Pues cuando Sergi descubre que su
padre biológico es un tal Pepe Leal, que tiene un chiringuito en Peñíscola y
que ni siquiera sabe que tiene un hijo, va a conocerle y descubre que está en
la ruina. Por eso, decide echarle una mano y acaban siendo socios, aunque los
modos de ver la cocina de ambos sean tan distintos.
Vamos, resumiendo, que es un poco como el hijo que tendrían Pesadilla en la cocina y Doctor Mateo.
Porque
no sólo va de cocina tradicional contra cocina minimalista (o del carácter
tradicional de unos con el modernista de otros), sino también de cómo un
estirado como Sergi debe adaptarse a un pueblo con encanto, que está lleno de
tarados (dicho desde el cariño) con sus costumbres, sus manías y sus ganas de
putear al personal si es necesario. Algo que, claro, un hombre hecho a sí mismo
y cosmopolita no termina de comprender.
De
hecho, Chiringuito de Pepe tiene ese aire de encanto, de lugar feliz, que tenía
Doctor Mateo y el pueblo es otro personaje más. Los planos de Peñíscola son una
preciosidad y le dan ese toque de ser una serie bonita, de tener cierta
elegancia mezclada con luminosidad y alegría, que en un principio no parecía
que iba a tener. Al menos, yo me esperaba una serie chabacana en plan La que se
avecina (que, oye, me río mucho con ellos, pero hay que admitir que es casposa
total). Incluso los decorados tienen su encanto, siendo muy multicolores y muy
cálidos, en especial la tahona de Laura; el paraíso debe de ser algo así, con
todos esos dulces tan bonitos.
También me sorprendió la ternura que puede tener. Sí, es una comedia, ha tenido escenas descacharrantes (la parte de Vicente en casa de Laura fue memorable) y tiene chistes que pueden ser de lo más bastos, pero también tienen mucho corazón. Todos los personajes tienen una parte adorable, que hace que te caigan bien absolutamente todos, incluso Sergi que puede llegar a ser un borde del quince.
Eh, ¡y
ojo al dato! ¡Los niños molan! No, sé que no me vais a creer, pero hay dos
niños y molan. Además, no tienen trama obligatoria. De hecho, en el tercer
episodio apenas salen y esa breve aparición ha estado muy bien (Dani "ayudando" con los deberes a Oli fue graciosísimo). Bueno, la
cuestión es que Manu es el hijo de Sergi, que nada más llegar a Peñíscola para
instalarse con su padre, se enamora de Oli, que es la hija de Laura, la
pastelera. Y no sólo tienen esa parte adorable del primer amor infantil, sino
que pueden ser muy graciosos. La cara de felicidad de Manu al casi morirse por
el atracón de dulces no tuvo desperdicio, al igual que las escenas que comparte
con su padre.
Y los actores que los interpretan son muy rebonicos, por cierto.
A decir
verdad, el reparto de Chiringuito de Pepe es muy solvente: Jesús Bonilla está
perfecto como ese perdedor entrañable que intenta demostrar su valía, Santi
Millán es un estupendo Sergi Roca con sus ataques de ego y también su
corazoncito y Blanca Portillo es la amiga de Pepe, de la cual está enamorado,
y que lo conoce mejor que nadie. Vamos, nada nuevo, porque los tres han
demostrado muchas veces que valen, no es que sean novatos.
Al
igual que tampoco lo es el resto del reparto, aunque no
tienen tanta experiencia. Aunque es cierto que sí que me han sorprendido,
quizás porque les he visto en papeles muy distintos y nunca me había tocado verlos en estos registros: la dulzura y la paz que
muestra Begoña Maestre (que es muy genialosa ella), la inocencia y candidez de
Dafne Fernández (a la que me ha tocado verla en plan guarrona más que nada), la
vis cómica de Adrián Rodríguez (yo es que aún me acuerdo de su última temporada
en FoQ y me duele la patata, ay, qué drama) y lo sumamente tierno que está El
Langui, con su Vicente.
No sólo
todos cumplen, sino que se nota que hay química entre todos ellos, que
funcionan se relacionen con quien se relacionen. Por cierto, me
tienen muy despistada con el tema parejil, ya que veo muchas combinaciones
posibles. Yo me declaro Dani-Mati y Vicente-Laura for ever and ever, aunque al
pobre Sergi lo deje solito, xDD. Y, eh, no es por nada, pero en el tema
parejil, las cazo al vuelo (muchos años de shippear como una loca), así que, en
ese sentido, sí que me tienen muy alucinada.
Como ya
he dicho, Chiringuito de Pepe no inventa un género, no supone una revolución,
pero es una serie donde todos los elementos confluyen con naturalidad, que
tiene encanto y ese factor x, ese corazón, que hace que te intereses de verdad
por todos los personajes. Incluso puede resultar muy graciosa. Y la mezcla
mundo cocina con lo sumamente bonita que es Peñíscola, hace que tenga su propia
personalidad y se desmarque de otras series.
Es curioso porque, aunque son muy, muy diferentes, cuando empecé a ver Byb me sorprendió más o menos lo mismo: el tono que tenía, los personajes, el factor emotividad... Aunque he de decir que, mientras que en Byb hay cierta parte que me sobra y mucho, en Chiringuito de Pepe todos los elementos me han convencido por igual y creo que encajan muy bien.
Es curioso porque, aunque son muy, muy diferentes, cuando empecé a ver Byb me sorprendió más o menos lo mismo: el tono que tenía, los personajes, el factor emotividad... Aunque he de decir que, mientras que en Byb hay cierta parte que me sobra y mucho, en Chiringuito de Pepe todos los elementos me han convencido por igual y creo que encajan muy bien.
De todas las últimas series de Telecinco 'Chiringuito de Pepe' era la que peor pinta tenía y ha resultado ser la mejor de todas (para mí, claro). Aunque no soy seguidor de ella, sí que la he visto haciendo zapping y me ha sorprendido lo agradable que es de ver, hacía tiempo que no sentía esa sensación ante una serie. No descarto que con la tontería termine enganchándome, pero de momento no es el caso, me sigue echando para atrás que sea de esa cadena y la duración de cada capítulo.
ResponderEliminarPD: me hace especial ilusión ver a la ídola de 'El Internado'.
Si te sirve, podría parecer perfectamente que es de A3, salvo porque en el segundo episodio el niño ve a Jorge Javier en la tele. Y la duración, aunque es la típica de las series españolas, una vez que te pones con el episodio, no se nota.
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