jueves, 17 de diciembre de 2015

La resolución de Grant Ward

A falta de ver las dos winter finales que me faltan de las series que llevo al día (Limitless y The vampire diaries, la cual me da más miedo que un mono con una navaja) creo, sin lugar a dudas, que la más molona y el mejor episodio ha sido el que se han marcado en Agents of Shield, que está teniendo una tercera temporada brutal.

Por tanto, esta entrada va a estar plagadita de spoilers, así que leedla bajo vuestra responsabilidad. Pero, vamos, que si todavía no habéis visto el décimo episodio de la tercera temporada, Maveth, pues os recomiendo que paséis del post.


Esta tercera temporada comenzó con varios frentes abiertos y los personajes más o menos divididos para que todos esos frentes avanzaran: mientras que Hunter y May daban caza a Ward, Fizt y Jemma se centraban en el portal y el resto intentaba salvar a los Inhumanos a los que un monstruo estaba dando caza, Lash. De hecho, durante los primeros episodios se dedicaron a ir poniendo a los personajes en ciertos lugares estratégicos para, finalmente, unir todas esas tramas en una sola que no ha podido ser más potente.

Es increíble como en sólo diez episodios le han dado la vuelta a la tortilla, han cambiado las tornas y no les ha temblado el pulso a la hora de avanzar.

Así hemos tenido una resolución de todas esas tramas de lo más potente en el más que molón décimo episodio, Maveth. Por un lado, descubríamos que Lash, ese terrible Inhumano que iba arrancando el corazón de otros como él, no era ni más ni menos que el ex de May, Andrew. Había sido precisamente su conversión lo que había provocado que decidiera cortar toda relación con May.

¿Se puede sufrir más que esta mujer?

Y el giro fue tan impresionante como horroroso. Fue horroroso por todo lo que significó para May y, en menor medida, para Coulson y Daisy que también apreciaban y confiaban en el doctor; incluso lo fue para Lincoln que se vio condenado a la soledad y a la persecución por las acciones de Lash, que mató a sus amigos y eso provocó que ATCU lo considerara un terrorista. Sin embargo, aquel giro también logró que May aceptara mejor a los Inhumanos y que se forje lo que puede ser una curiosa amistad con Lincoln. De momento, sus escenas cuando May quiso que él la acompañara a una misión fueron de lo más descacharrantes.

Todo aquello también sirvió para aclararnos por fin si Rosalind era buena o mala, que resultó ser lo primero y yo lo agradecí porque me molaba. Además, fue gracias a ella que se dieron cuenta de lo que estaba sucediendo en realidad y era que Hydra estaba infiltrada en la ATCU (como les gusta a los de Hydra lo de dominar organizaciones en la sombra, hay que ver) y, en lugar de proteger a los nuevos Inhumanos, se estaban haciendo con ellos por otros fines.

Porque Hydra tenía un plan malvado en la recámara y, al final, resultó que todo estaba más o menos conectado, ya que Hydra quería a los Inhumanos para que sirvieran de ejército a un extraño ser que había sido exiliado a otro planeta. Con eso, todo confluyó: la escalada de Ward en Hydra, el portal que cruzó Jemma, el grupo de la NASA que envió a Will a ese extraño planeta que había sido devorado por una cosa e incluso se hicieron con Andrew para tenerlo en sus filas.


Y todo eso ha hecho que estos dos últimos episodios sean un todo, un todo de lo más potente que te dejaba pegado al sillón. En serio, qué bien escrito, qué molón todo y qué cruel al mismo tiempo.

Porque, como ya he dicho, no les ha temblado el pulso a la hora de contar la historia que tenían entre manos. Si Andrew fue el primer golpe que sacudió a los chicos de Shield, no fue el último: primero Ward asesinó a Roz y yo no se lo perdonaré nunca porque a mí Rosalind me molaba y su relación con Coulson era muy guay; después, en el otro planeta, descubrimos que Will murió salvando a Jemma y que esa misteriosa y terrorífica criatura había tomado su cuerpo, engañando a Fizt casi hasta el final.

¡Roz, te echaré de menos que lo sepas!

Pobre Will, que en un episodio ya me moló y de hecho yo estaba tan feliz shippeándolo con Jemma. Pero, bueno, la aparición de Will sólo sirvió para reforzar a los FitzSimmons como personajes independientes: él demostró ser todo un caballero, además de una gran persona, que decidió salvar a su rival costara lo que costara, porque era lo que debía hacerse; mientras que ella quedó atrapada en una situación muy delicada, ya que quiere a Fizt, pero estaba sola en un planeta hostil y se enamoró de Will.

Pese a que todos los personajes de Agents of Shield molan, creo que este primer tramo ha sido absolutamente el de Fitz y Jemma. De hecho, tras la bajada a los infiernos de Jemma en la segunda temporada, creo que ha sido una muy buena forma de redimirla en cierta manera. Además, protagonizó 4,722 hours un episodio que, contra todo pronóstico, fue una auténtica pasada y Elizabeth Henstridge llevó el peso de esos cuarenta minutos ella sola, sacándolo adelante de manera soberbia.

Incluso en estos dos últimos episodios han sido dos personajes que han destacado, aunque no tanto como Grant Ward, que ha estado en primera línea al final de este arco. Y es que estos últimos tres episodios han sido una especie de ensayo sobre Ward y su más que curiosa forma de ser.

La verdad es que, pese a todo, creo que Ward ha tenido una evolución no sólo lógica, sino muy bien llevada. Desde que se destapó como miembro de Hydra, los guionistas lo han tratado de forma muy coherente y, aunque en un principio hubiéramos deseado una historia de redención, no nos la han dado. En parte, es una pena, pero por otro lado también mola. Esto no es una película Disney, no es una comedia romántica, sino que aquí todos los actos tienen consecuencias y en ningún momento lo han endulcorado.


Y es que Ward es un hombre terriblemente torturado, también traumatizado, un hombre que lleva huyendo de sí mismo desde que era niño. Siendo un adolescente quemó a sus padres vivos en su casa (o, al menos, es lo que nos han contado, que aquí nunca se sabe) y desde entonces no sólo ha estado huyendo, sino que se ha escondido de sus propias acciones. Eso explica perfectamente por qué Ward siempre ha buscado a una persona más fuerte a la que seguir: primero con Garret, a quien le es fiel hasta que muere y, entonces, pasa a convertir a Skye en el centro de su mundo. Se obsesiona con cumplir la promesa que él mismo se impuso, hasta que la cumplió y ella le disparó, así que se dedicó a Kara y, tras su muerte, en cierta manera regresó a ser el acólito de Garret hasta cruzarse con Malick.

Es precisamente esa continua huida, el ser el perfecto soldado, lo que hace que Ward siempre elija mal, que actúe en el peor de los modos. Ward cree que es una víctima, que nunca hace nada malo, sino que le obligan a hacerlo los demás. Siempre encuentra alguien a quien culpar, al igual que siempre encuentra alguien a quien seguir, para esconderse de sí mismo.

Pero que esté traumatizado, que haya tenido un pasado difícil, no le da carta blanca para hacer lo que quiera y al final le ha pasado factura. Desde la segunda temporada hemos visto como Ward no dejaba de dar por culo, de cometer actos cada vez peores y de tener a Shield en el punto de mira como los culpables de todos sus males. Así no sólo casi mata a Bobbie, sino que atacó al padre de May, asesinó a Roz a sangre fría (yo esto sigo sin superarlo) y volvió a joder vivos a los FitzSimmons, todo ello haciéndose la pobre víctima.

Así que llegó un momento en que estaba claro cuál iba a ser su final, pero no por eso me dejó de sorprender la resolución de su trama en Maveth. Estaba más que claro que Ward no se iba a redimir, más que nada porque él se consideraba la víctima de los demás, como si su retorcida forma de pensar fuera la ley y él tuviera razón por encima de todo. También lo estaba que siempre se iba a subyugar a alguien que creyera más fuerte, en este caso abrazando la locura de creencia que le presentó Malick y que había forzado demasiado a Shield en general y a Coulson en particular. Por eso, yo tenía claro que Ward iba a morir a manos de Coulson más tarde o más temprano, aunque me sorprendió que fuera tan pronto.


En cierta manera fue hasta poético. Por mucho que Ward iniciara su propia caída al asesinar a sus padres, no fue hasta que Garret le encontró que el proceso fue definitivo. Ward quería un padre que le quisiera, algo que nunca había tenido, y Garret usó eso para moldearlo a su imagen y semejanza. Pero, claro, no nos olvidemos que Garret estaba grillado. Pero, bueno, a lo que iba, que siendo una figura paterna la que creó a Ward, fue poético que otra acabara con él. Coulson podría haber sido ese padre cariñoso que él quería, al igual que lo es para Daisy desde que se encontraron.

De hecho, es que el paralelismo con Daisy también está muy conseguido, al menos en mi opinión. Y es que ambos serían las dos caras de la moneda: huérfanos, con padres complicados (cierto es que Cal y Jiaying no maltrataron a Daisy, pero también la hacen pasar un infierno, sobre todo ella, que Cal al final se redimió) y deseando una familia.

Vamos, con este rollo quiero decir que, aunque una parte de mí siempre querrá que Ward se hubiera redimido a lo largo de la segunda, me ha gustado el final de su historia. Su muerte me ha parecido bien llevada, a la altura de las circunstancias y merecida. Además, ha sido un golpe maestro el que usen a Brett Dalton para interpretar a la misteriosa criatura que Hydra lleva adorando durante siglos y de la que apenas sabemos nada.

No sé por dónde tirarán en ese frente, ni lo que tienen planeado para el futuro, pero sí que tengo muchas ganas de verlo porque Shield no deja de ir a más y, desde luego, ahora mismo es una de las series que más molan en la televisión.

Menos mal que después de las vacaciones vuelven Peggy y Jarvis porque, si no, la espera para reencontrarnos con Shield se iba a hacer aún más larga.

No hay comentarios:

Publicar un comentario