martes, 19 de abril de 2016

Tatiana y Alexander

Ay, pobrecito blog, que lo he tenido abandonado casi una semana, pero es que he estado con un gripazo de impresión y luego he tenido que recuperar el tiempo perdido y hacer recados... Vamos, que ha sido un lío muy grande y por eso os traigo la reseña del lunes hoy, martes, porque yo lo valgo. Además, hoy vengo a hablar de Tatiana y Alexander, la segunda parte de El jinete de bronce, que reseñé hace un tiempo ya.

Y, como el libro arranca justo donde acaba El jinete de bronce, pues es necesario haber leído la primera entrega. De hecho, es que todos deberíais leer El jinete de bronce porque mola un montón, pero voy a dejar de hacer propaganda e ir con la reseña de Tatiana y Alexander:

A sabiendas de que la NKVD va a ir a por él al sospechar que es un ciudadano americano, Alexander decidió fingir su muerte ante los ojos de su esposa porque era la única manera de que abandonara Rusia y encontrara una vida mejor. Unos meses después de aquel trágico suceso, Tatiana llega a Nueva York enferma y deshecha, pero logra dar a luz a su hijo, con quien forma una especie de burbuja: Tatiana cree que su marido está muerto, que se ha quedado sola, pero no por eso puede avanzar u olvidarse de él. Por eso, decide quedarse a vivir en la isla de Ellis, por donde llega la gente a los Estados Unidos y donde trabaja de enfermera.

Por su parte, a miles de kilómetros de Tatiana, Alexander sigue preso y sufriendo las prácticas de la NKVD, que intentan que admita que en lugar de Alexandr Belov es el ciudadano estadounidense Alexander Barrington. Sin embargo, Alexander no deja que le rompan, pues sólo puede pensar en escapar y reunirse con Tatiana.

Si El jinete de bronce era el libro de Tatiana, pues ella ocupaba el noventa por cierto de la novela, Tatiana y Alexander es el libro de él. En la primera parte conocíamos a Alexander y su historia con ojos de Tatiana, pero en esta segunda entrega la autora, Paullina Simons, nos cuenta su pasado junto a su presente. Así, conocemos de primera mano a sus padres, la complicada relación con ellos y todo lo que ha tenido que pasar el pobre Alexander para sobrevivir en su precaria situación: siendo él niño, sus padres renunciaron a la ciudadanía estadounidense para mudarse a Rusia, donde acaban siendo perseguidos, lo que provoca que Alexander se quede en tierra de nadie y acabe adoptando una identidad falsa.

De hecho, las partes de Alexander han sido mis favoritas: desde los flashbacks hasta el infierno que tiene que vivir, tanto con los interrogatorios como el castigo posterior. Y es que esa parte es mucho más dinámica y tensa que la de Tatiana, que en esta ocasión tiene una trama más emocional.

Tatiana no está en zona de guerra, pero tampoco está en el paraíso que se suponía que iba a ser Estados Unidos. Sí, poco a poco va formando una vida, no se queda quieta, pero es incapaz de olvidar a Alexander y superarlo, a pesar de que las personas de su alrededor no dejan de insistirle con el tema. De hecho, Tatiana y Alexander es una novela romántica que se sale de lo común porque están separados, una cree que su esposo está muerto y el otro no tiene ni idea de dónde puede estar Tatiana, más allá de que ha salido de Rusia.

Sin embargo, el amor que sienten sigue ahí, en sus recuerdos y en sus pensamientos, mientras ellos siguen adelante: uno intentando escapar de Rusia y la otra intentando disfrutar una vida cómoda y apacible que se merece. Y eso me pareció muy bonito.

Además, la posición de Tatiana no es nada fácil, ya que ella cree que Alexander está muerto y no logra descifrar el mensaje que él le dejó. Sin embargo, no por eso se rinde y no deja de intentar saber qué le ha ocurrido a su marido de verdad. De hecho, precisamente por esa insistencia y esa lucha continua es imposible no odiar a Tatiana cuando decide darle una oportunidad a otro hombre, a pesar de que tú sabes que Alexander está vivo y haciendo lo imposible por reunirse con ella. Aunque, claro, no es como si llegue a pasar nada, porque eso ocurre justo en la última parte de la novela y es cuando Paullina Simons decide meter el turbo y regalarnos unos capítulos llenos de acción, donde es imposible dejar de leer porque tienes el corazón en un puño y necesitas saber cómo va a terminar todo.

Y, de paso, con esa última parte Paullina Simons vuelve a demostrar lo fuerte que es Tatiana y que ella no necesita a nadie que la salve. Era algo que ya habíamos visto en la primera parte, que Tatiana era más dura que las piedras y una chica muy inteligente, pero en esta segunda entrega se confirma lo ídola que es. Vamos, que ya todas las protagonistas podrían ser como ella, porque ejerce más de caballero andante que de damisela en apuros y eso siempre mola.

Me he estado concentrado en los dos protagonistas, que son el motor de la historia y lo más importante, puesto que no deja de ser una novela romántica y bélica. Sin embargo, no están solos, ya que los dos se van cruzando con todo tipo de personajes, que los acompañan en sus desventuras. Porque, encima, Paullina Simons no es cruel ni nada. En serio, qué manera de sufrir con la novela, gracias a lo implacable que es Paullina Simons y, sí, aún a día de hoy me sigo preguntando: ¡¿por qué lo de Pasha, maldita zorra del infierno?! ¿Por qué?

Pero, bueno, también es una novela muy, muy bonita y muy emocionante. Por lo que, una vez más, no puedo más que recomendar esta saga porque, en serio, mola un montón: romántica, dura, emocionante, tensa... Lo tiene todo y, además, Tatiana y Alexander tiene un final por todo lo alto.

El próximo lunes literario estará dedicado a... Sueños de piedra de Iria G. Parente y Selene M. Pascual.

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