lunes, 28 de julio de 2014

La verdad sobre el caso Harry Quebert

Este año le regalamos a mi padre La verdad sobre el caso Harry Quebert, una novela de la que había oído hablar maravillas. Y como, en mi casa, o te lees el libro el primero o te acosan a spoilers (true story), pues me puse con él en cuanto pude y lo devoré en unos pocos días, pese a que es un señor tochón.

La verdad sobre el caso Harry Quebert nos cuenta la historia de Marcus Goldman, un joven escritor que, tras convertirse en un súperventas con su primera novela, está sufriendo el síndrome de la página en blanco. Cuando su falta de inspiración llega a límites insospechados, acaba recurriendo a su amigo y antiguo mentor Harry Quebert para pedirle ayuda. Harry es un gran escritor, especialmente conocido por su segunda novela, Los orígenes del mal, que conoció a Marcus al darle clase en la universidad.

Estando Marcus en la casa de su amigo, pasando unos días en el pequeño pueblo de Aurora, descubre que Harry, cuando tenía unos treinta años, mantuvo una relación con una adolescente, Nola Kellergan. Poco después, el cuerpo de la joven Nola aparece enterrado en el jardín de Harry, abriendo un nuevo capítulo en la historia más sombría del pequeño pueblo: la desaparición de Nola treinta años atrás. Harry es detenido por el asesinato y Marcus, sin dudarlo un momento, se traslada a Aurora para investigar qué ocurrió con Nola y exculpar a Harry.

Así, en La verdad sobre el caso Harry Quebert tenemos una historia dividida en tres tiempos (1975, con la llegada de Harry a Aurora y su relación con Nola; 1998, con Marcus conociendo a Harry; 2008, cuando el cuerpo de Nola es descubierto en el jardín de Harry) y no una historia cualquiera.

Principalmente, la novela es un thriller y, como tal, cumple con varios tópicos del género (el pequeño pueblo idílico cuyos habitantes ocultan secretos, la policía no muy dada a investigar, el ricachón misterioso con un lacayo que da mala espina...). Eso sí, Joël Dicker sabe llevar muy bien tanto la tensión como los enigmas y el ritmo, llevando al lector de un giro a otro hasta resolver el caso. Ciertos giros son más predecibles, pero también los hay que te dejan con la boca abierta y, en general, te pasas el libro entero sin tener una idea clara de lo que ha pasado con Nola.

Sin embargo, La verdad sobre el caso Harry Quebert es algo más que un thriller, pues el autor usa como excusa el caso de Nola Kellergan para poder contar otras historias. Me pareció muy original y me gustó mucho que Joël Dicker hiciera hincapié en la literatura, los autores y el mundo editorial. Tanto Marcus como Harry son escritores, de hecho son mentor y alumno y al comienzo de cada capítulo hay un fragmento de conversación entre ellos, generalmente sobre la escritura. La verdad es que resultaba muy interesante el leer los consejos de Harry, las vivencias de cada uno y que se examinara tanto el proceso de escribir una novela como lo que viene después: las editoriales, las críticas, el público...

De hecho, si te gusta escribir (como a mí), me parece una lectura muy recomendable.

Y además del thriller y de esa especie de manual sobre cómo escribir un libro, La verdad sobre el caso Harry Quebert habla sobre el amor. El amor de muchas maneras: la amistad, el respeto y la admiración, el amor romántico, el amor no correspondido, el amor por rutina...

Pues en la novela hay una amplia galería de personajes y, aunque a priori parece que Marcus es el protagonista, poco a poco se van contando las historias de todos ellos. Joël Dicker se molesta en desarrollar a los personajes, en contarnos su situación, sus sentimientos, deseos y demás. Así, aunque muchos personajes están basados en tópicos (la chica mona de pueblo que desea algo más, pero se ve obligada a quedarse ahí; el empresario rico, que tiene secretos...), acaban siendo algo más que un cliché y se convierten en personajes con los que te encariñas.

Eso sí, también hay otros personajes que son mucho más complejos e interesantes. Es curioso, pues aunque Marcus es quien cuenta la historia y tiene sus matices, fue otro personaje el que resultó no sólo el centro de todo, sino lo más remarcable: Nola. Sí, tanto Marcus como Harry se ganan el cariño del lector y tanto la relación entre ellos como la de Harry con Nola están muy bien desarrolladas, pero Nola Kellergan es un gran personaje.

Lo que más curioso me resulta es que Nola es la víctima (la difunta, vamos) y, a priori, es de la que menos se sabe, aunque poco a poco Joël Dicker va formando el puzzle y, al final, acabas rendida ante ella. Nola es muy compleja, también la forma en la que vas conociendo, pero acaba descubriéndose como una chica complicada, inocente, romántica, valiente, dura... La verdad es que tampoco quiero explicar más porque creo que lo mejor es leer el libro e ir conociéndola, pero, vamos, que Nola mola mil.

Encima, como ya he dicho, la relación que Nola mantiene con Harry está perfectamente retratada y tiene escenas muy, muy bonitas. De hecho, la novela tiene pasajes que son una auténtica preciosidad, románticos incluso, sin rallar en lo cursi, que es algo que a mí, personalmente, me gusta mucho.

Todo ellos escrito con la fantástica pluma de Joël Dicker, que no sólo es terriblemente inteligente al orquestar la historia e ir dosificando la información, sino que posee una narrativa estupenda que sabe sumergirte en la historia, además de crear atmósfera. Como se supone que el libro que estamos leyendo, La verdad sobre el caso Harry Quebert, lo ha escrito el protagonista, Marcus Goldman, tras haber pasado por todo aquello, combina tanto la primera persona (evidentemente con Marcus como narrador) con otros recursos: tercera persona para flashbacks, fragmentos de la novela de Harry, de periódicos, etc. Joël Dicker se adapta a cada uno de esos recursos, haciendo que se diferencie una parte de otra y no por el tiempo de la narración, lo que me pareció todo un acierto y algo digno de admirar.

La verdad sobre el caso Harry Quebert me sorprendió muy gratamente, es una novela que recomiendo mucho y, desde luego, le pienso seguir la pista a Joël Dicker. Si queréis leer un thriller apasionante y que tiene ese toque especial, ese algo más, leed La verdad sobre el caso Harry Quebert que os va a gustar.

El próximo lunes literario estará dedicado a... Como desees de Anabel Botella.

domingo, 27 de julio de 2014

Maromo de la semana 175

Mañana es mi cumpleaños, así que toca ponerme un maromo en honor a mí y, encima, coincide con un número tan redondo como el 175, así que me lo he tomado como una señal para poner al maromo de los maromos, al muso personal de Epic Us al que nosotras alabamos y demás (creo que entendéis la de barbaridades que esconde ese "demás" ;P) porque, madre del señor, cómo está este hombre, por favor. Y, bueno, si no lo habiáis adivinado, se trata de...

Raúl Fernández de Pablo


Raúl nació el 10 de enero de 1975 y, desde que comenzó a actuar, ha estado muy involucrado en obras teatrales. Por desgracia, no he tenido el placer de poder verle, es lo que tiene vivir en un pueblo italiano al pie de la montaña Calahorra. Además, aquí siempre nos fijamos más en las series y películas, así que vamos allá:

Su debut televisivo fue en el año 2000 con un personaje episódico en El comisario, algo que se repetiría en otros dos episodios en siguientes temporadas y, no, según leo no repitió personaje. Después grabó el corto Diminutos del calvario y un par de episodios de Al salir de clase y también en un episodio de Cuéntame cómo pasó. En el 2004 consiguió un papel fijo en la serie de Telecinco Los 80, serie que estaba ambientada en aquella época y que contaba con José Coronado, Aitana Sánchez-Gijón y Félix Gómez entre otros. Era uno de los amigos de éste último, creo. La cuestión es que Los 80 se pegó el batacazo y fue retirada de antena antes de finalizar su primera temporada.


Tras Los 80, trabajó en el corto En el frigo e hizo una breve aparición en la película Semén, una historia de amor, que, por cierto, está muy chula. Luego tuvo un papel episódico en Al filo de la ley y en el 2006 volvió a fichar como fijo en una serie, en este caso Fuera de control de La 1. Fuera de control iba sobre un grupo de gente que trabajaba en unos informativos y no sé de qué hacía Raúl, pero según las fotos que he visto estaba muy, muy guapo... Ay, omá :3 Bueno, que me despisto, Fuera de control tuvo una única temporada y Raúl volvió a quedarse sin serie.

Entonces, apareció como primo de uno de los policías de Los hombres de Paco en un episodio y, también, en otro capítulo de Cuestión de sexo. Y, además, fichó por una serie que, quizás, os suene un poco: El internado, donde era Fermín, el cocinero del Laguna negra que cocinaba para 400 alumnos y, de paso, se ligaba como nadie a María, vengaba a su padre, cazaba nazis, salvaba al mundo y lo que se terciara. ¿Qué puedo decir yo de Fermín que no haya dicho ya? Recuerdo que desde el primer episodio me enamoró y, pese a que hace ya tiempo que terminó El internado, le sigo idoltrando porque era muy, muy grande.


El internado duró siete temporadas, que se rodaron entre el 2007 y el 2010 y durante aquel tiempo, Raúl también trabajó en otros proyectos: el corto Ana 27, la película El mal ajeno, varios episodios de la serie Mondo difichile y la mini-serie de Raphael. Tras que El internado terminara, Raúl volvió a trabajar con Globomedia en una comedia para La Sexta: BuenAgente. A mí BuenAgente me molaba (sí, empecé a verla por el argumento, ya sabéis, xD) y era curioso ver a Raúl como Teo, el hermano vago de la protagonista, que era un desastre, pero también era un amor. Además, aunque intentaban juntarlo con el personaje de Patricia Montero, yo lo shippeaba a lo bestia con el de Carmen Ruiz, pero nada de nada. La historia de mi vida con los ships, xD.

Raúl únicamente estuvo en BuenAgente en su primera temporada, marchándose en el último episodio de ésta, lo que fue una pena porque, en serio, Teo molaba mucho. Por suerte, Raúl no estuvo mucho tiempo sin empleo, pues en el 2012 fichó por el nuevo proyecto de Antena 3, la comedia Con el culo al aire, donde interpretaba a Ángel, un divorciado que se veía obligado a vivir en un camping por la crisis y que debía cuidar de su amigo del alma, que era el genial Raúl Arévalo. De nuevo, no tengo nada más que añadir porque siempre me he hartado de decir lo muchísimo que me gustaban estos dos, siendo mis personajes favoritos de la serie. Además, soy muy fan de que a Ángel le llamaran El centollo por sus evidentes atributos físicos... vamos, por lo rematadamente bueno que está el jodido. Ainss.


Estando en Con el culo al aire, Raúl también protagonizó la película Viaje a Surtsey, que no he visto, pero que tengo apuntada... también por el argumento, of course. Y, bueno, esta temporada Antena 3 se ha cargado vilmente (nunca mejor dicho y lo sabéis) Con el culo al aire, así que me ha dejado sin mi ración semanal de Rául. Mal, no mola nada. Mal, mal, mal. Eso sí, espero que fiche por alguna nueva pronto. No sé, yo le veo en Amar es para siempre de galán... también me veo yo de su chica, pero eso son cosas mías, xDD.

No, en serio, que le fichen en algún sitio pronto, por fa, por fa.

miércoles, 23 de julio de 2014

Recomendación épica: Community

Aprovechando que estamos en verano, que hay tiempo libre y pocas series, podemos darle una oportunidad a esas series que, por lo que sea, no hemos visto. Por eso, os traigo una nueva recomendación épica: Community.

Durante años estuve leyendo en webs sobre televisión como la gente sufría por Community y lo que le costaba renovar, también cualquier noticia que salía sobre ella y me llamaba la atención. Al final, como era un comedia de veinte minutos estas navidades empecé a verla y ahora estoy aquí, dispuesta a contaros lo sumamente grandiosa que es, dedicarle una oda o lo que haga falta.


Community nos cuenta la historia de Jeff Winger, un tío guay, un abogado de éxito que resulta que no se había sacado la carrera en Columbia, sino en Colombia. Así que, claro, cuando el pufo sale a la luz, Jeff se ve obligado a dejar de ejercer y debe volver a la universidad, por lo que ingresa en Greendale con la clara intención de sacarse el título haciendo lo mínimo posible.

Una vez en Greendale, conoce a Britta y se encapricha de ella y como Jeff es Jeff para ligársela acaba improvisando un grupo de estudio de español... al que se acaba viendo obligado a asistir y con el que se acaba involucrando a su pesar.

Básicamente Community va sobre las aventuras del grupo de estudio en Greendale y puede no parecer nada especial, pero, creedme, lo es. Porque Community tiene la costumbre de hacer de cada episodio algo diferente, de contar una historia nueva, de utilizar una estructura distinta en cada episodio y llevar a los personajes de una aventura loquísima a otra sin despeinarse.


Eso hace que Community sea una serie un tanto irregular. Como cada episodio es único, es un universo completamente nuevo, los hay que funcionan a la perfección, aunque también hay algunos que no terminan de hacer clic. Sin embargo, cualquier episodio flojo de Community suele tener algún gag o, al menos, sacar la sonrisa continua porque se le coge cariño a esa universidad de descerebrados.

Eso sí, cuando dan en el clavo, lo dan. Tienen episodios realmente divertidos, de carcajada continua y de llorar de la risa. Desde epiquísimas batallas de paintball que se les va de las manos, hasta otras cosas mucho más originales como un episodio en stop motion o el que es un videojuego de 8-bit o uno con realidades alternativas. Y eso poniendo los ejemplos que me han salido de pronto. Lo malo es que ahora me he puesto a recordar episodios que me gustan y es un no parar; tranquilos, que no me voy a poner a escribirlos todos, que no quiero aburridos.

Un día como cualquier otro en Greendale.

Sí, otro día normal en Greendale.
Si ya os digo yo que están muy locos, xDD.

Por cierto, cabe añadir que la cuarta temporada, en general, es floja, porque el creador de Community, Dan Harmon, fue despedido de la serie, para luego ser recuperado en la quinta y menos mal.

Y si Community es divertidísima y se le coge un cariño tremendo es porque tiene unos personajes estupendos. Puedes tener tus favoritos (aunque en mi caso es misión imposible quedarme con un único preferido), pero todos los personajes tienen algo, aportan algo y ninguno sufre ese efecto de "¿se va a morir de una vez para que deje de soportarlo?" que suele tener (casi) siempre un personaje de cualquier serie. No, aquí, interesan todos y los guionistas se molestan en que los principales se relacionen entre ellos de distinta manera y en tratarlos como grupo, lo que mola mucho.

Además, aunque los personajes estén basados en un tópico (Jeff es el guay, Britta la inconformista, Annie la responsable, Troy el deportista...) los guionistas saben construir unas personalidades más complejas, que les hacen más humanos y tremendamente divertidos. Encima, están taradísimos. Todos, sin excepción. Bueno, los hay que están más chiflados que otros. De hecho, creo que el profesor Chang y el decano son los más tarados del mundo mundial. Pero, vamos, que todos están fatal y eso mola mucho.

Chang es grandeza.
Es que encima ha sido de todo (profesor, espía, tirano, agente doble...) y siempre mola.

El decano también es grande y encima siempre anda disfrazándose.
Eh, clavó a Lady Gaga, eso es tener clase.

Las chicas también molan mil y son graciosísimas.
Y mejor paro ya de decir cuánto molan los personajes y poneros fotos o esto quedará eterno.

No he podido resistirme a poner a estos dos con su programa ficticio, xDD.

Incluso los secundarios están zumbadísimos. Y ese es otro de los puntos fuertes de Community: tienen un amplio abanico de secundarios que aparecen constantemente y que están muy bien definidos... y zumbadísimos: Leonard, Stars-burns, Magnitude, el profesor Ian Duncan...

Porque, encima, Community es terriblemente detallista. Tiene unos detalles impresionantes, que hacen que todo encaje perfectamente. Por ejemplo, en la primera temporada hay un episodio titulado The art of discourse, que termina con las típicas fotos donde se dice el futuro del personaje en cuestión. Bueno, pues en la de Britta decían que obtendría un i-pod nano en el 2014 y... voilá, en la quinta, que corresponde al 2014, lo sacan.


Otro ejemplo es que en la segunda temporada, hubo un episodio donde Abed protagonizó una trama él solo en segundo plano.



Eso, por no hablar de los mensajes frikis que suele haber por ahí.

Community, además, tiene todo tipo de humor. Desde referencias a la cultura pop, hasta chistes muy inteligentes o gags mucho más burdos como, por ejemplo, la estupendísima bandera de Greendale, de la cual soy muy fan. Es que soy muy, muy básica y estas chorradas me pueden.


Y, también, emplea mucho el humor metareferencial, sobre todo con Abed que ve su vida como una serie. Así, por ejemplo, si estamos en un episodio botella (esos que tienen lugar en un único decorado), Abed lo soltará. De hecho, con ese recurso, Dan Harmon suelta unas pullas flipantes. Como, por ejemplo, Troy metiéndose con Zach Braff porque éste abandonó Scrubs, ya que Donald Glover (el actor que interpreta a Troy) se marchaba de Community.

Además, el reparto de Community es maravilloso y, aunque ninguno es especialmente conocido (bueno, vale, Chevy Chase tuvo su momento y Ken Jeong ha aparecido en películas como las de Resacón), todos están estupendo les toque la trama que les toque o el sentido del humor que les toque, ya sean ataques de cualquier tipo (hasta Jeff, con lo estoico que es, ha perdido los papeles como nadie), cantar, bailar o lo que se tercie.

Como veis, Community es una serie que se afana en innovar, en no repetir ni los mismos chistes, ni las mismas tramas. Sí, hay relaciones que son más importantes que otras: la amistad de Abed y Troy, el tira y afloja entre Jeff y Annie, la obsesión del decano que hace que siempre esté persiguiendo a Jeff... Pero se esfuerzan en no ceñirse a ese guión, en juntarlos de distintas maneras y tratar de innovar con las bromas y las tramas, sacándose todo tipo de locuras de la manga.


Luego ya está el tema shipper. No es que sea una serie romántica al más puro estilo How I met your mother o le den tanta cancha a las parejitas como en The big bang theory, pero Community tiene una tensión sexual no resuelta estupendísima con Jeff y Annie, que tienen una señora química. Ay, esos besacos, por favor. Y encima han dado escenas y tramas de lo más divertidas, como el perturbador número musical del muérdago, xDD. De hecho, Jeff y Annie son el ejemplo de que los guionistas se dan cuenta de lo que funciona y de lo que no, pues al principio la serie estaba orientada al Jeff/Britta, pero acabaron cambiando de opinión al ver que Joel McHale y Gillian Jacobs tienen menos química que dos sillas.

Así que, nada, si queréis una serie para divertiros, elegid Community, que además sus episodios son de 20 minutos y eso se ve en nada.

¡Y, por favor, qué alegría que Yahoo la rescatara y le concediera una sexta temporada! ¡Six seasons and a movie!

lunes, 21 de julio de 2014

Y por eso rompimos

Cuando oí hablar de Y por eso rompimos de Daniel Handler, el libro que reseño hoy, me llamó la atención tanto por su argumento, que me parecía muy original, como por ser una novela ilustrada. La verdad es que tiene una edición preciosa, muy cuidada, lo que hace que sea un libro muy atractivo y que tuviera muchas ganas de hacerme con él. Sin embargo, tras haberlo leído, sólo puedo decir que el envoltorio es precioso, mientras que el interior es un asco.

Min es una adicta a las películas antiguas, al café y es una chica bastante bohemia. Ed es el co-capitán del equipo de baloncesto, tiene mucho éxito entre las chicas. No pueden ser más distintos, pero salieron juntos durante unas semanas. Su relación se terminó y, por eso, Min decide devolverle todas las cosas que había ido recolectando a lo largo de su relación, junto a una carta en la que le explica por qué rompieron.

La verdad es que, como ya he dicho, me pareció muy original la idea que planteaba el autor. No parecía una novela romántica al uso, no había final feliz y existía ese pequeño interrogante de por qué Min y Ed rompieron. Sin embargo, ha sido una de las novelas más decepcionantes que he leído en mucho tiempo. Vamos, que es un horror.

En primer lugar, es un tópico completo de principio a fin. Y, a ver, a mí normalmente no me molestan los tópicos, mientras que se utilicen bien y la novela tenga ese algo que logre emocionar. En Y por eso rompimos no hay nada de eso, sencillamente es un cliché detrás de otro sin nada más: el deportista mujeriego, la hipster de turno, partidos, bailes... No tiene nada, absolutamente nada, que la haga especial o le dé algo de personalidad.

De hecho, el mayor problema que tiene Y por eso rompimos es que es más plana que una tabla. Nada se salva, nada tiene un mínimo de profundidad o algo de encanto, ya que los personajes son lo peor. En serio, qué protagonistas más sumamente horribles. Y, claro, cuando estás contando la historia de instituto más típica y americana posible, pues si no tienes unos buenos personajes, no vamos a ningún sitio.

Min es la protagonista y nuestra narradora, ya que cuenta toda la historia en la carta más larga del mundo mundial. De hecho, no dejaba de recordar ese episodio de Friends en que Ross se queda dormido leyendo una carta de Rachel por larga que era. Pues esta ni os cuento. Bueno, el problema es que Min es una hipster de manual, eso se traduce en que es una pedante de cuidado, que se cree por encima de otros y que va de intelectual; además, tiene la costumbre de meter el título de una película cada dos palabras. El autor, encima, se inventa las películas, por lo que ni siquiera busca la complicidad con el lector y, en vez de entender la referencia, sólo puedes poner los ojos en blanco, más cansada que con la diosas interiores de Anastasia Steele.

Vamos, que me caía muy mal. Sus amigos también, bueno, salvo Al, que fue el único personaje al que no odié. Lo peor de todo es que están tan definidos, el autor trabaja tanto en ellos que no sabes si son chicos o chicas. Como os cuento.

Y si Min es irritante e intensa hasta decir basta, Ed es un gilipollas con un hostión en toda la boca. Qué fina soy y qué poética. Ed es el típico deportista americano, cerrado de mente y sin máximas aspiraciones que las fiestas y sus amados partidos de baloncesto. Enseguida está tildando a cualquiera de "maricón" por hacer cosas que a él no le parecen de hombres y es más simple que el mecanismo de un chupete. ¿A qué con lo de gilipollas lo había resumido perfectamente?

Así que, claro, con ese plan, nos encontramos ante una historia contada desde la amargura y, a ver, el tono está muy logrado, pero es que leer las cavilaciones de la plasta de Min es horror. Es que encima a mí las intensidades tales pues me hacen reír más que meterme en el papel.

Además, el estilo de Daniel Handler no ayuda demasiado a hacerlo, pues aunque pretende ser poético y bonito, acaba siendo tedioso, pues se pierde en divagaciones eternas. Al igual que tampoco lo hace el poco aprecio que tiene Daniel Handler a los párrafos de largura normal. ¿Tanto cuesta dividir el texto, eh? Jolines, si es que entre la intensidad de los pensamientos de Min y que los escribe agolpados en párrafos enteros pues había veces en que era difícil enterarse de lo que estaba leyendo. Bueno, no mentiré y diré que me resultaba muy sencillo desconectar del drama adolescente tan típico que tenía delante.

Que, por cierto, es otro de esos libros que si hiciera un juego de chupitos, hubiera terminado borracha porque la frase "y por eso rompimos" sale al menos una vez en todos los capítulos. O casi todos.

Y por eso rompimos es un cliché tras otro teñido de falsa trascendencia y protagonizado por la peor galería de personajes que se pueda imaginar. Las ilustraciones son muy bonitas, la edición preciosa, pero el contenido no merece la pena y, desde luego, no le recomendaría a nadie que perdiera su tiempo con esta novela.

El próximo lunes literario estará dedicado a... La verdad sobre el caso Harry Quebert de Joël Dicker.

domingo, 20 de julio de 2014

Maromo de la semana 174

Hoy es domingo y estoy en casa, por lo que voy a alegraros la vista veraniega con un nuevo maromo. Es un chico que me encantaba desde hacía tiempo y que cada día va a más guapo y encima últimamente se agencia personajes por los que siento debilidad, así que se juntan el hambre con las ganas de comer ;P Estoy hablando del guapísimo y remonísimo...

Eloy Azorín



Eloy nació el 19 de febrero de 1977 en Madrid y es hijo del cómico Eloy Arenas, vamos, que el arte le viene de familia ;) Bueno, Eloy debutó en 1996 con la película Como un relámpago y, después, participó en un episodio de la serie Hermanas y en la película Atómicas. En aquella época también fue uno de los protagonistas de La vida en el aire, una serie donde aparecía gente como Tristán Ulloa y Mariví Bilbao entre otros.

Entonces, comenzó a encadenar películas como Todo sobre mi madre (creo que esta la conocemos todos), Aunque tú no lo sepas, Besos para todos (ohh, esta me moló mucho cuando la vi y hay mucho chico mono como Eloy, el Maldeman del Internado o Roberto Hoyas :3), Juana la Loca, Cuba, Guerreros (esta también la he visto, pero no la recuerdo, bien por mí), Ausias March, Arroz y tartana, El año del diluvio y A + (Amas).


En el 2004 fichó por Hospital central, donde apareció durante una temporada interpretando a un joven médico que se liaba con Cruz. Sí, me acuerdo y todo. Es que yo ya andaba enamoradita perdida y mi madre y yo comentábamos lo mono que era el rubito, como le llamábamos. No era un mote muy original, pero nos servía perfectamente, xDD.

Tras su paso por Hospital central, Eloy regresó al cine apareciendo en Camarón, Skizo, Los Borgia y No me pides que te bese porque te besaré. De estas, sólo he visto la última y porque él era el protagonista junto a Teresa Hurtado (que ahora protagoniza Ciega a citas, por cierto). Ya sabéis que yo veo las cosas por el argumento, xDD. La verdad es que la peli me gustó un montón... y Eloy salía monísimo ^^

Ese mismo año, el 2008, Eloy volvió al mundo televisivo protagonizando Guante blanco, que era una maravilla de serie sobre ladrones y policías y con un reparto para quitar el hipo. Sólo os digo que además de Eloy, aparecía Jose Luis García Pérez y José Ángel Egido (alias el cardenal Mendoza de Águila roja). A mí Guante blanco me encantaba, me parecía una pasada y por eso me dolió en la patata que La 1 se la cargara tan fácilmente, jolines.


Tras trabajar en la película Todas las canciones hablan de mí, Eloy obtuvo un papel recurrente en Aída... que no he visto, pero en Wikipedia he leído que era un novio piloto de Paz. Al parecer, durante dos años, estuvo apareciendo y marchándose y, de hecho, en el 2011 fue uno de los protagonista de Gran Hotel. Más concretamente era el genial Javier Alarcón, el hermano mujeriego y desastroso que siempre ponía la parte más graciosa y uno de mis personajes favoritos. Es que Javier Alarcón era muy grande, no me digáis que no, siempre liándola pardísima y siendo la Lady Mary Crawley española, XDD.

Eloy estuvo en Gran hotel durante las tres temporadas que duró y, en aquella época, participó en un episodio de Águila roja y su personaje me moló... y no murió, lo que es de agradecer en esa serie. Tras que Gran hotel terminara, Eloy colaboró en la película Pancho, el perro millonario... y yo no entiendo por qué todo quisqui sale en esa película. En serio, ¿por qué? Vale, no la he visto, pero... es que se titula Pancho, el perro millonario, ahí termina mi alegato, señoría.


Y esta temporada hemos podido disfrutar de Eloy de nuevo como personaje fijo de una serie, ya que interpreta a Pablo en Sin identidad. Pablo es el hacker amigo de la protagonista y prácticamente la mejor persona de la serie, que está muy llena de chungos, xDD. Bueno, yo siento debilidad por Pablo (en serio, Eloy Azorín es mi kriptonita, siempre me encantan sus personajes) y quiero que se quede con la chica, hombre ya que lo merece. Si no tiene suerte, pues yo estoy aquí (guiño, guiño).

viernes, 18 de julio de 2014

Crónica de una camping cerrado anunciado

El miércoles la tercera y última temporada de Con el culo al aire llegó a su fin con un episodio que no estaba ideado con tal fin. Sólo hay que ver las cuestiones que quedaron abiertas de cara a una cuarta temporada que, finalmente, no va a ser, como la llegada de la madre de Sandra como inversora y la decisión de Ángel.

Por cierto, personalmente, yo creo que Ángel había decidido irse a Nueva York con Jorge. O, al menos, eso me gusta pensar.


La cuestión es que ha sido curioso como esta temporada podría haberse titulado perfectamente Crónica de una cancelación anunciada, pues se dieron una serie de catastróficas desdichas que jugaron en contra de la serie. Sí, estoy muy literaria hoy, al parecer. Bueno, una serie de elementos se confabularon y, por tanto, creo que a nadie le pilló por sorpresa la cancelación, salvo al propio equipo que había ideado la temporada meses atrás. ¿Y cuáles fueron esos elementos?

Antena 3

El principal responsable de la cancelación ha sido la propia cadena. No sé qué se han chutado o si han tomado mucho el sol y se les ha ido la pinza o qué, pero resulta tan curioso como estúpido el trato que le han dado a Con el culo al aire.

Antena 3 llevaba buscando una comedia de éxito tras el adiós de Aquí no hay quien viva, consiguiéndolo al final, tras unos cuantos intentos fallidos, con Con el culo al aire, que le dio dos temporadas con muy buenos resultados de audiencia. Por tanto, no me cabe en la cabeza que, en primer lugar, se arriesgaran a programarla contra Masterchef, cuya audiencia es impresionante, y Byb que no sólo se iba asentando, sino mejorando sus datos.


Pero, bueno, una cosa sería arriesgarse en el día de programación y otra cosa muy, muy distinta la tomadura de pelo que ha sido la emisión. Se saltaron un episodio por sus santos cojones y, en vez de entonar el mea culpa, dijeron que podían hacer lo que quería que para eso era su serie. Yo ahora me imagino al logo de Antena 3 diciendo: bota, bota y en tu culo explota. Eh, es ese nivel de madurez que mostraron. Lo malo es que no sólo se saltaron un episodio, sino que pusieron uno repetido sin avisar, el episodio perdido lo emitieron de forma aleatoria y la semana pasada repitieron otro en el último momento.

O sea... en serio... ¡¿Qué puta mierda es eso?! Pero... pero... no, no tengo palabras. Pondré gifs, que son más expresivos.

Ni siquiera Sherlock le encuentra sentido. Con eso lo digo todo.

Glozell: Mardición gitana para Antena 3, argggggg.

Luego, claro, nos extraña que la gente se vaya bajando del carro, eh. Lo dicho, una vergüenza el trato que le ha dado Antena 3. Básicamente se la ha cargado, vamos.

Aunque también es cierto que no ha sido el único factor. Hay que ser justos y señalar que no ha sido su mejor temporada. Ha tenido un par de episodios muy graciosos, pero, en general, han sido flojos e irregulares. ¿Y eso a qué se ha debido?

Repetición y encajonamiento

Básicamente me ha parecido que han sido muy repetitivos y que se empeñaban en agrupar a los personajes siempre de la misma manera, ciñéndose demasiado a un esquema que, en algunos casos, no terminaba de funcionar o no era tan gracioso como ellos creían.

Así, por ejemplo, hemos tenido la tediosa trama de Tino trabajando en una churrería y no ha sido graciosa. Tanto Tino como Alicia son gracioso cuando se juntan con el resto del camping y apenas han tenido interactuación en general. De hecho, sus mejores tramas han sido de ese tipo: cuando Chus les lía para organizar una feria, la trama del paintball... Además, los hijos, que dan mucho más juego, han estado relegados a mera comparsa y, por ejemplo, Javi y Dulce estuvieron muy graciosos en la temporada anterior.


La verdad es que esa división continua de personajes sí que funcionaba en algunos casos, aunque yo prefiero cuando van mezclándolos y, sobre todo, ofrecen partes más corales.

Los marqueses han sido de lo mejor de la temporada, ya que además de tener momentos hilarantes (el día que le querían robar el empleo a Ángel fue para llorar de la risa, con Sonsoles atacándole en el coche, por favor), también han sido lo más entrañable. Ellos pueden ser unos cabrones con los demás, pero se quieren y han sabido explotar ese amor sincero que se tienen. ¿O hubo algo más tierno y bonito que Jose Luis renunciando a Sonsoles, con todo el dolor de su corazón, para que volviera a tener dinero y el lujo al que estaba acostumbrada?

Ángel ha sido el otro que también ha mantenido el nivel. Es curioso porque su círculo se ha visto muy vilipendiado esta temporada (Sandra y Eli parecían estar de adorno en el camping, en general), pero él ha tenido protagonismo, relación con varios personajes y ha sido ese perdedor gracioso que siempre acaba cobrando. De hecho, Ángel ha sido un personaje muy agradecido, pues siempre lograba que los otros dieran buenos momentos: Paulino, Lola, su hijo y su ex-mujer, incluso consiguió que Rubén tuviera alguna escena decente...


Lo que me lleva a otro "pero" que les he visto en esta temporada:

Las nuevas incorporaciones

A priori, todos los nuevos personajes apuntaban maneras. De hecho, en general, todos entraron con muy buen pie para acabar desinflándose a los pocos episodios. Rebe entró muy fuerte con sus problemas de ira y el tira y afloja que había con Javi, pero luego la fusionaron con Eli y apenas pintaron algo en la serie, en general. Sí, vale, ambas han tenido sus momentos, pero su presencia ha sido muy, muy leve, hasta el punto de que apenas han tenido tramas propias.

Lo mismo le pasó a Chus, que entró con fuerza, pero luego tuvo un paso muy irregular por la serie: o tenía tramas muy graciosas o bastante sosas. A decir verdad, de la caravana el que mejor ha estado ha sido Dani, a quien le han dado más cancha esta temporada y de los pocos que, cada vez que aparecía, cumplía. Es una pena que, al final, no consiguiera mojar de una vez. Pobrecito.


Con Begoña me ocurrió lo contrario, que empezó sin llamar en exceso la atención (Manu fue mucho más gracioso con el descubrimiento de los bollos y sus deseos de comer macarrones con chorizo), pero luego me fue conquistando con esa mala hostia que tenía. Y, bueno, que una es fan de Ana Morgade y me hace mucha gracia haga lo que haga. Pero, la verdad, al final no me hubiera importado que Ángel la hubiera elegido porque tenían química, me creía que se habían querido y aún había algo y, encima, si la pobre Sandra se hubiera mimetizado con el ambiente, en esta temporada no se habría notado.

Julián López

Vale, a ver, voy a dejar una cosa clara: no me gusta Julián López. No me hace gracia, me parece un actor muy postizo y me pone nerviosa. No le conozco, pero es verlo en la tele y me cae mal. No puedo evitarlo.

Sin embargo, hay un hecho objetivo: si existiera un equipo como el de Mentes criminales que persiguieran a gente que se carga series en serie (valga la redundancia), irían tras este hombre. Serie que toca, serie que se va a la mierda. Los quien, Fenómenos y ahora Con el culo al aire. Tres de tres, qué exitazo. No es por nada, pero este hombre es gafe y espero que, si lo vuelven a fichar, sea en algo que yo no vea.

Yo no sé quién ideó este cambio, pero qué genio.

Además, es que menudo personaje. Buff, qué horror. Quizás es porque nada más entrar en la serie, intentó separar a Los marqueses y, oye, eso no mola, que una cosa es putearlos y otra meter cizaña entre ellos. Pero es que me parecía lo más soso que ha pasado por el camping, superando de calle al opositor y su madre. Encima, lo pusieron de sustituto de Jorge y... no, es que no, ¿vale? No.

La ausencia de Jorge

Jorge ha estado en muy pocos episodios (imagino que porque Raúl Arévalo estaba ocupado rodando películas), pero es que se ha notado. Se ha notado muchísimo. Era como si, con Jorge, se hubiera ido el pegamento, el factor x, que mantenía a la serie en equilibrio. De hecho, ese episodio en el que volvió acompañado de Úrsula Corberó fue mucho mejor que los que le siguieron y los anteriores.

Además, Jorge fue otro que dio escenas muy tiernas, como la despedida en el aeropuerto con Ángel o cuando Eli le dejó marchar para que fuera feliz en Nueva York. Por cierto, no perdonaré nunca que no hubieran vuelto y criado a su lentejito juntos. Me parece fatal. Es que, en serio, ¿tanto les daba darles un episodio extra para cerrar las tramas abiertas y darle un final más digno?


Bien pensado: ¿va a alguna serie de Antena 3 terminar de verdad? Porque, salvo Gran hotel, el resto ha sido chapuzas: Luna quedó en el aire, al igual que El barco o Física y química; Los protegidos tuvieron el detalle de improvisar unos minutejos finales, que sirvieron de cierre. No sé, personalmente me parece una falta de respeto hacia el espectador que no se le dé un final a una serie, sobre todo si ha durado más de una temporada. Porque, mira, si al menos ha sido cancelada en la primera temporada, como que sabe menos malo, pero si la has visto durante tres temporadas, ¿qué menos que darle un final digno?

Pero, bueno, es lo que toca. Además, sabe bastante malo despedirse de Con el culo al aire, pues hasta teniendo una temporada regulera, siempre lograban sacar sonrisas y arrancar una temporada y, además, un resbalón lo tiene cualquiera. Es una pena que no les hayan dado ni una mini-temporada más para cerrar y para explotar esas situaciones que planteaban... y, de paso, sacar más a Alex Barahona sin camiseta, que es bien.

miércoles, 16 de julio de 2014

La dualidad de Amparo

El jueves pasado María Fuentes se encaminaba a China tras los nueve episodios que conforman la primera temporada de Sin identidad, cerrando así un arco en la ficción. O, al menos, eso creo tras ese epílogo tan brusco y un tanto chapucero donde la voz en off de la protagonista resumía lo que pasaba desde que la embarcaban a China hasta que iba a parar a la cárcel, de donde se escapó en el primer episodio.

No sé qué deparará la segunda temporada, pero espero que esté ambientada en el presente y más orientada al thriller, a esa venganza que la protagonista nos prometía en cada episodio, con esas palabras en voz en off. Sí, ya sé que ya lo había dicho antes, pero es que tengo muchas ganas de ver la trama desarrollada en el 2013, sobre todo tras ver cómo han quedado las piezas en el tablero.

Porque a lo largo de estos nueve episodios hemos tenido pequeñas escenas del presente, casi siempre dedicadas a un personaje del entorno de María: su padre con una niña pequeña, su tío metido en la política, su madre llevando una fundación, Pablo siendo un aliado y Juan trabajando para Enrique.

María Mercedes: ¡Será vendido!
La cara de flipe de María Mercedes al ver a Juan. Sí, todos nos quedamos igual.

Lo que más me ha gustado de esta primera temporada es como han ido girando algunos personajes, como han mostrado que todos eran complejos y tenían distintos veres y como no todo era lo que parecía. En el primer episodio el personaje de Jordi Rebellón, Francisco, parecía el malo de la función, mientras que el de Tito Valverde, Enrique, se presentaba como el tío bonachón. Sin embargo, con el avance de la historia se fue demostrando que Francisco es un buen hombre, un hombre justo que cometió un error conducido por la desesperación y que Enrique era tan sumamente malvado que haría temblar al mismísimo Voldemort.

En serio, había escenas donde Enrique daba un miedo del copón. Qué sangre fría, qué par de narices y qué maldad sin fin. Es que le daba igual ordenar la muerte de un cualquiera que la de su propia sobrina, a la que se supone que quería, que el tío ni se inmutaba.

La verdad es que ambos hermanos son un par de desalmados, a los que me imagino pateando gatitos a su paso, pues Luisa es otra que tal baila. No sólo podía ser increíblemente cruel con sus supuestos seres queridos, sino que llegó hasta sentirse aliviada ante la desaparición de María, a la cual crió como su propia hija. Lo dicho, los hermanitos son el mal encarnado y tanto Tito Valverde como Lydia Bosch han estado estupendos; además, a mí nunca me había tocado verlos en ese registro y ha sido toda una sorpresa.


Otro que también ha mostrado ser algo más de lo que parecía fue Juan. Poco a poco fueron mostrando que, aunque era un personaje que ayudaba a la protagonista y, de hecho, era su pareja, también era un personaje oscuro. En su relación con María a veces pesaba ese egoísmo de querer usarla, por tanto exponerla, para salirse con la suya y tener un caso importante y famoso. Curioso, ya que él también era un niño robado y podía haber empleado su propio caso.

Sin embargo, no fue hasta el final de temporada cuando vimos que no era otro todo lo que reluce y que Juan tenía un secreto deleznable. Al menos, en apariencia. Porque es cierto que han dejado la cuestión de Juan un tanto ambigua. ¿Era verdad lo de la violación o no? ¿Trabaja codo a codo con Enrique porque se ha vendido o lo hace porque no tiene más remedio? La verdad es que tengo curiosidad por conocer la situación de Juan en el presente, conocerla de verdad y no esa breve aparición del último episodio.

Yo lo auguraba muerto, no traidor... No sé qué es peor.

Ha sido el desarrollo de los personajes lo que más ha merecido la pena de Sin identidad, sobre todo por como iban cambiando las tornas y la opinión del personaje cambiaba. Juan es un buen ejemplo, pues ha pasado de ser un poco el galán a ser una posible rata traidora, aunque el mejor caso es Amparo.

Porque Verónica Sánchez se ha adueñado de la función con su Amparo, el personaje más magnético, complejo y humano de todos los que aparecen en Sin identidad. Era muy sencillo comprender sus motivos, entender por qué tenía ese debate interno entre odiar y querer a María. María lo tenía todo (un padre que la quería, dinero, muchas opciones para su futuro, una carrera prestigiosa, ropa bonita, un apartamento maravilloso...), mientras que ella no tenía nada únicamente porque nació después. Encima, María acudía quejándose de sus circunstancias, buscando justicia por algo que Amparo no entendía, envidiándola por algo que para ella no tenía sentido.

Así, a lo largo de los nueve episodios Amparo se ha visto dividida entre el hecho de querer a su hermana y el hecho de envidiarla y de desear algo mejor para ella, salir de esa vida que odiaba. Y esa batalla interna, ese torbellino imposible de predecir ha sido muy interesante de ver. Nunca sabías por dónde iba a salir Amparo, lo que resultaba estimulante y encima Verónica Sánchez se comía la pantalla.


Porque su Amparo es envidiosa, es una buscavidas, pero también es alguien frágil que ha sufrido mucho y que está cansada de pasarlo mal. Esa mezcla de hermana y enemiga dio mucha vida a la serie y la fuerza de Verónica Sánchez eclipsó a los demás.

Megan Montaner es una actriz estupenda y lo está en el papel, sobre todo al comparar a María con Mercedes, pero su personaje no era tan atractivo como el de su hermana. María no es una mala heroína, sobre todo porque es el típico personaje que intenta hacer lo correcto y se lleva palos por todos los lados. No obstante, no hemos visto una evolución en María, no ha ofrecido distintas facetas, limitándose a ser un elefante en una cacharrería muy poco avispado. Sí, sabemos que María tiene carácter, eso está bien, pero era desesperante ver como caía en el mismo error estúpido una y otra vez.


Porque, vamos a ver, si tu tío es el jodido Voldemort y ha matado a Fernanda sólo para silenciarla, ¿de verdad es buena idea bramarle a la cara que le vas a hundir y que sabes cosas? ¿De verdad?

Al igual que en el último episodio Juan, al intentar buscar a María, iba anunciando a voz en grito todo lo que tenía, lo que es también muy idiota. Si les avisas, si les enseñas tus cartas, van a saber qué hacer y, dado que ellos no tienen alma, te van a dar por culo y no lo vas a ver. Es que es de cajón. Jolín, no es necesario leerse El arte de la guerra, sino pensar un poco.

En ese sentido, Amparo también era digna de admiración, porque es un personaje que sabe qué decir y en qué momento y a qué persona. En cuanto vio que Enrique quería solucionar todo por las buenas, se atrevió a pedirle pasta y, en cuanto comprobó que la situación se le escapaba de las manos, soltó el bombazo de su embarazo. Que, por cierto, han dado por hecho que es del primo, pero visto lo visto podría ser del jeque o incluso de Curro.

Tengo mucha curiosidad por saber qué ha sido de Amparo en el futuro, ya que ha sido el único personaje al que no hemos visto. ¿Estará casada con el primo? ¿Será su hija la niña que aparecía con Francisco? Por edad no creo, pues debería ser mayor, pero, oye, cualquier cosa.

El otro personaje que también ha mostrado ser más sensato y que se ha ganado un hueco en mi corazoncito ha sido Pablo. Pablo ha sido otro personaje que no ha mostrado dobleces, pese a que siempre estaba dispuesto a saltarse la ley para conseguir pruebas e incluso cruzó el límite de espiar a María, aunque fuera para protegerla. Sin embargo, se ha mostrado como su más fiel apoyo, no poniendo reparos en hacer lo que fuera: vigilar una taquilla, colarse en la clínica de Enrique...


Incluso fue Pablo quien, en cierta manera, salvó a María al impedir que asesinara a su tío a sangre fría y la condujera hacia una venganza, que puede dar mucho de sí. La voz en off con la que se despidieron anticipaba que María iba a volver a la familia con la intención de desestabilizar a todos y arrebatarles lo que más querían. Puede dar mucho de sí la incursión de Mercedes en la vida de su antigua familia, por lo que se le perdona a la serie el hecho de que la muerte de María esté tan mal orquestada. ¿Juan dice que una mujer cubierta de pies a cabeza es María y eso sirve para identificarla? Pues, bueno, aceptamos pulpo como animal de compañía.

La verdad es que, en mi opinión, el final fue un poco chapucero. No sé, me dio la sensación de que decidieron cambiar de rumbo y cerraron el pasado un tanto precipitadamente. Imagino que el pasado seguiría teniendo importancia en la segunda temporada, pero que van a apostar por la trama de venganza y el thriller que, en general, era lo que casi todo el mundo echaba en falta.

Yo, aunque me repita, estoy deseando ver como María y Pablo hacen justicia con esa panda de desalmados que son los Vergel, ya que tanto los hermanos como el primo han sido los auténticos villanos de la función, mientras que otros personajes como Amparo y Francisco se encontraban en una zona gris, donde no eran ni una cosa ni otra.

Bueno, y que de paso se líen, Pablo se merece a la chica, por favor.

Sólo espero que sigan con ese rumbo ascendente que llevó la ficción desde su segundo episodio, donde la intensidad y el ritmo han ido creciendo, hasta culminar en ese final donde todo se aceleró en la desesperada búsqueda de María, que dejó entrever el buen thriller que puede ser.

lunes, 14 de julio de 2014

Los adivinos

Hoy os traigo la reseña de una novela que, desde que supe de ella, sabía que me iba a encantar porque, básicamente, era la mezcla perfecta: fantasmas, jóvenes con poderes, una serie de asesinatos rituales y la Nueva York de los felices años 20. Estoy hablando de Los adivinos de Libba Bray que en España ha publicado la editorial Molino.

Y por si ese primer párrafo no os ha convencido de ir corriendo a leer Los adivinos, cosa que me parecería rara porque la mezcla es lo más, espero conseguirlo con la reseña:

Evie O'Neill vive en un aburrido pueblo natal donde no sólo no pasa nada, sino donde nunca podrá conseguir lo que más desea: ser excepcionalmente conocida. Evie, además, tiene un secreto: cuando toca una pertenencia de una persona, puede descubrir los secretos de ésta última. Una noche, en una fiesta habiendo bebido de más, Evie revela un secreto de uno de los jóvenes más ricos y poderosos de su pueblo, por lo que sus padres, para evitar un escándalo, deciden enviar a Evie junto a su tío Will.

Eso sería un problema... salvo por el hecho de que Will vive en la interesante Nueva York y, de hecho, comparte edificio con la mejor amiga de Evie, Mabel. Evie cree que su vida va a ser fabulosa a partir de ese momento, aunque no va a ser tan sencillo. Pues un misterioso asesino ha comenzado a matar en Nueva York y su modus operandi es tan extraño que la policía recurre a Will, experto en fantasmas y lo paranormal, para que les ayude y Evie acaba embarcada en la caza del asesino.

En realidad, la trama de Los adivinos es más compleja que eso, pues Evie es la protagonista, pero no es el único personaje. De hecho, es una novela bastante coral y, poco a poco, vamos conociendo la historia y la situación de muchos personajes diferentes. Las vidas de unos y otros se van entrecruzando, aunque no llegan a juntarse todos en un mismo momento y, de hecho, en muchos casos se siembra la trama a largo plazo que Libba Bray irá desarrollando en las próximas entregas. Sin embargo, en esta en concreto también hay una trama auto-conclusiva y es la del asesino en serie que mata para completar un extraño ritual.

Todas esas tramas, todos esos personajes tan dispares, encajan perfectamente en la novela, haciendo que no sobre ni una mísera hoja y eso que son unas 600. De hecho, es curioso que siendo una historia que le da importancia al día a día, a las vidas de los personajes y lo que piensan, sea tan terriblemente entretenida. Los adivinos tiene acción, pero también pasajes de ritmo más pausado donde se desarrollan relaciones entre personajes, se explora la personalidad de estos y se van lanzando pequeñas pistas sobre ese mal, esa amenaza que, desde el primer momento, se nota que se acerca. Hay mucha conversación, muchas fiestas y escenas en las que los personajes siguen con sus vidas más allá de extrañas pesadillas, asesinos y demás.

Porque Libba Bray hace un trabajo fantástico en lo que a ambientación se refiere. Se refleja muy bien el Nueva York de esa época, las costumbres, los distintos tipos de gente y ese romanticismo que tenían los años 20: los clubes clandestinos, las fiestas, las flappers, las revistas... Cada una de las páginas de Los adivinos te transporta a aquel mundo tan alegre y tan poco retratado. Al menos, yo no había leído una novela ambientada en esa época y eso que es una de mis favoritas, por lo que Los adivinos me ha parecido muy original.

Libba Bray no sólo crea un escenario creíble y muy bien documentado, sino que sabe crear atmósfera. Ya lo he dicho antes: desde el prólogo se nota que una seria amenaza ronda a los protagonistas, que es la tormenta antes de otra tormenta peor. No sólo eso, sino que la pluma de Libba Bray se adapta perfectamente a cada tipo de escena: desde las más rutinarias o distendidas a otras que dan auténtico mal rollo. Pues era aparecer Johnny el Travieso (el fantasma causante de los asesinos) de una forma u otra y la novela se volvía algo oscuro y macabro.

Es curioso porque, desde el primer capítulo, tú conoces la identidad del asesino (Johnny el Travieso), pero aún así la autora consigue que te interese la investigación que llevan a cabo los personajes y logra sorprender tanto como inquietar. La verdad es que Libba Bray lleva muy bien esa historia, está muy conseguida y tiene un final estupendo, en el que no voy a entrar para no spoilear.

En general, lleva todas muy bien, aunque no todas lograron convencerme por igual. Como ya he señalado, Los adivinos es una novela muy, muy coral y todos los personajes están muy bien construidos a lo largo de la historia. Pero, claro, luego entra el gusto personal y hay algunos que no me interesaron tanto como los demás.

En esta primera entrega la clara protagonista es Evie y, hala, qué protagonista. Me encantó. No es una heroína al uso y ahí radica su encanto. Evie es una flapper en cuerpo y alma: es coqueta, divertida, amante de las fiestas y de la bebida. Pero es mucho más. Me gustó mucho como, poco a poco, Evie se va revelando como algo más que la chica superficial que sólo quiere divertirse. Evie no tiene pelos en la lengua, ni se achanta ante nada y es una chica que tiene muchísima iniciativa. Muchas veces, Evie funciona como motor porque no se queda parada a verlas venir, sino que ella encara las situaciones, intentando obtener el mejor resultado. También es alguien que se preocupa por los demás, pese a que tenga un punto egoísta que la hace muy humana; es valiente, decidida y no necesita que nadie la salve.

Evie sería mi gran favorita de no ser por Sam Lloyd, con quien comparte el puesto. Sam es otro Adivino (que tiene poderes, vamos), que tiene la capacidad de repeler la atención de la gente: cuando él lo desea, nadie le presta atención. Sam, también, es un golfo que se cruza en el camino de Evie en cuanto ella llega a Nueva York y, desde el principio, saltan chispas porque él también tiene carácter, es divertido, encantador y un jeta que también tiene su corazoncito.

Por cierto, ni que decir tiene que soy pro Evie/Sam forever and ever. La verdad es que Los adivinos no se centra mucho en la trama romántica, dando unas leves pinceladas y regalándonos un divertido tira y afloja entre Evie y Sam que, de momento, no ha ido a más. Se adivina un triángulo amoroso, aunque la autora no le ha dado cancha, al menos en esta primera parte.

En cuanto al resto de personajes, pues hay de todo. La galería es muy amplia y, al final, todos (o casi todos) acaban teniendo algún secreto... que a veces conocemos y a veces no. Entre todos ellos, yo destacaría a Will porque me pareció muy interesante y creo que nos va a sorprender en el futuro y me encantaría saber qué ocurrió con su prometida; a Henry, caminante de sueños y pianista homosexual, que es dulce y sensato y siempre está cuidando de todos; y a Zeta, cuya historia me sorprendió tanto como su personalidad, pues al principio parecía la típica estrella de revista con la fama subida a la cabeza.

Sus puntos de vista me gustaron casi tanto como los de Evie y Sam. La verdad es que, en general, el único que no me convenció fue Memphis. No sé por qué, pero su parte siempre se me hacía más pesada y me interesaba menos.

Como veis, Los adivinos me entusiasmó cuando lo leí. Lo devoré enseguida, pese a que es un señor tochón. Encima, la edición de Molino me gustó muchísimo con esta portada y los tonos azules y plateados, me pareció muy acorde con la historia. Además, la historia central queda cerrada, siendo las secundarias las que más se quedaban en el aire: ¿qué se aproxima? ¿Quién o qué es fulanito? ¿Cuál será el poder de menganito?

No obstante, estoy deseando que salga su continuación, Lair of dreams, que no ha sido publicada ni en inglés. A esperar que toca.

El próximo lunes literario estará dedicado a... Y por eso rompimos de Daniel Handler.

miércoles, 9 de julio de 2014

De bodas, aeropuertos y otras cosas chachis

El verano, para un seriéfilo, es esa época donde una ve esas series que no tiene tiempo de ver durante el curso. En mi caso, acabo pegándome maratones de procedimentales, que me encantan y los veo casi todos. Una, que tiene alma de detective. Total, que estas últimas semanas me he visto las actuales temporadas de Bones, Castle y El mentalista y, cosa increíble, todas me han matado de amor y me han hecho súper felices. Ay, qué lejos quedaron los tiempos de sufrir cual perra con las tensiones sexuales no resueltas, ¡qué felicidad!

Así que, nada, un leve repasito de dichas temporadas. No esperéis nada muy serio, que es verano, he dormido tres horas y... soy yo.

Bones: novena temporada



La anterior terminó con el chalao de Pelant no sólo puteando a todo quisqui del Jeffersonian (NUNCA le perdonaré que atacara a mi Hodgins, si es amor), sino provocando que Booth cancelara su boda con Brennan sin darle motivos. Así que la temporada empezó chunga con Brennan sufriendo al no entender nada, Angela siendo mala con Booth y éste penando en silencio, sin poder tuitear ni nada, que Pelant les tiene hackeado hasta el frigorífico. Pero, por suerte, los guionistas de Bones decidieron no estirar el chicle y se cargaron a Pelant enseguida. Cuando Booth le pega un tiro y se lo carga de una puñetera vez fue fiesta, vamos.




High five, Booth!!


Luego llegó la boda y qué boda. BEST WEDDING EVER!! Así, en mayúsculas y tal, porque ha sido la mejor boda televisiva que he visto. No sólo fue terriblemente romántica, sino que tuvo guiños a las temporadas anterior (Brennan leyó la carta que le escribió a Booth en la segunda temporada, cuando la atrapó la enterradora, y fue fantabuloso) y fue divertidísima. Además, aparecieron prácticamente todos los secundarios de la serie, con la excepción de los hermanos de los novios y Zack. Jo, yo eché mucho de menos a Zack, que Brennan le adoraba y, no sé, Sweets podría haberlo sacado del psiquiátrico o algo.

Pero, vamos, que la boda fue súper friki, súper bonita y súper de todo. Encima, ellos estaban guapísimos y les caso el amigo de Booth ex-cura metido a camarero de un bar al que no va la chupipandi del Jeffersonian. Aunque, bueno, cuando van no consumen o no pagan so... xDD. Pobre ex-cura-camarero.


Y aunque ellos estaban guapísimos, he de señalar el epiquísimo vestuario que me llevaron los internos. Con excusa, eso sí, porque Brennan no quería invitarlos porque eran unos forever alone y le parecía mal pasarles por el morro su felicidad. Y, sí, se lo dijo tal cual al invitarlos a la boda que Angela organizó en un solo día. Por cierto, yo quiero que Angela me organice la boda.

Épico.
Sostengo que lo de Hodgins fue frikez pura porque él estaba enterado de la boda y demás.

El resto de la temporada ha tenido episodios muy divertidos, como el de la despedida de soltera, y otros más crudos, aunque molones y han estado puteando a personajes secundarios. De hecho, ha sido una temporada muy coral y eso es grandeza. Bueno, también tenemos nueva trama a largo plazo, que ha terminado en un giro muy chulo, que ha sido el de alguien infiltrado en el FBI, que ha provocado que Booth haya caído en desgracia. Vamos, el típico giro chungo que, en realidad, mola y que ha hecho que tenga unas ganas locas de ver la siguiente temporada.

Por cierto, me gusta mucho como están llevando las parejas en Bones, que estén unidas y tan monas sin que haya dramas ni mareos. Así sí.

Castle: sexta temporada


Castle se despidió con la proposición de Rick y la posibilidad de que Kate trabajara para el FBI. Se prometieron, ella se marchó y, aunque fue difícil, sobrevivieron sin peleas ni dramas entre ellos y se dedicaron toda la temporada a organizar la boda, mientras resolvían crímenes. Encima, qué crímenes, porque anda que no son frikis ni nada los guionistas de Castle también: el viajero del tiempo (que era Morgan de Chuck y eso moló mil), el episodio setentero (Ryan y Espo fueron lo mejor de lo mejor), el del bebé, el de la caza del tesoro, el de la telekinesia...

¡¡Grandeza!!

También estuvieron los que eran más serios y que molaron de otra manera: el de los clones moló mucho, al igual que ese en el que Castle debe ayudar a Alexis, en el que aparece el padre espía de Castle (quiero más apariciones de este hombre) o el de Beckett infiltrada. Sobre todo, el que terminaran con el caso de la madre de Beckett, que fue una pasada y, encima, se cerró.

Pero, bueno, veintitrés episodios nos llevaron a la boda, que no, no tenía lugar en el espacio como Castle quería, y que parecía gafada. El vestido de Kate se quemó, aunque eso fue lo mejor que les podía pasar porque el segundo vestido era precioso y el primero un engendro. No, en serio, es la cosa más fea que hayáis podido ver.

No me digais que no es más feo que pegarle a un padre.

Este, en cambio, es lo mejor.
Belle, Rumple tenía que haberte conseguido uno así.

También les falló el lugar y tuvieron que trasladar todo a la casa que tiene Castle en los Hamptons, pero, sobre todo, Kate descubrió que estaba casada con Pete Latimer. Vale, aquí se llama distinto, pero Eddie McClintock siempre será Pete para mí. Así que Kate tiene que ir a pedirle el divorcio, pero acaba metida en un caso loquísimo donde hay moteros, mafia y su ex-novio es la persona más caradura del mundo mundial. Para morirse de risa, en serio. Mira que me río con Castle, pero ese episodio fue lo más.

Lo malo es que, al final, cuando parece que por fin se van a casar contra todo pronóstico, Castle desaparece. Mejor dicho, parece que alguien se lo ha llevado. Y, a ver, tras veintitrés episodios de preparativos, con Kate tan guapísima de novia, que ni siquiera les dejen casarse y se casquen ese cliffhanger te deja así:





No, en serio, ¿por qué? ¿Por qué?

Espero que no estemos toda la temporada con la boda, sobre todo porque tengo ganas de un nene Castle/Beckett, que puede ser lo más.

El mentalista: sexta temporada


En la sexta temporada de El mentalista se dio fin, de una vez, al caso de John el Rojo y, a ver, el problema que le vi es que el universo de secundarios no es tan rico como el de Bones. Quiero decir, en Bones los personajes que aparecen de vez en cuando se quedan en la memoria (los internos, los familiares y amigos), pero en El mentalista se sacaron una lista con siete personajes a priori conocidos, pero que, salvo el de Malcolm McDowell, no se recordaban. Al menos yo. Quizás sólo soy tonta, no lo descarto.

Por eso, descubrir la identidad de John el Rojo pues, sin más. Eso sí, tuvo su aquel que, al final, fuera Percy de Nikita. Si es que este hombre siempre la está liando parda, xD.

Lo bueno del final del caso de John el Rojo fue que: por un lado, decidieron cambiar de escenario y trasladaron a Patrick, Teresa y Cho al FBI, dejando a Grace y Rigsby casados con una hija y trabajando en su propia empresa de seguridad informática. Y, eh, fue divertido ver a Patrick vacilar al FBI, tangarles y salirse con la suya, estando bastante más alegre que antes.

Por otro, que habiendo matando a John el Rojo había cumplido su venganza y podía pasar página. Porque no iba a pasar nada con Teresa mientras cazaban a John el Rojo, pero ya era libre de sus fantasmas y había homenajeado a su difunta mujer, así que el Jisbon tenía vía libre y eso molaba. Además, Teresa, que otra cosa no pero tonta no es, se ligó a Oberyn (eh, qué poderío tiene la tía) y puso celoso perdido a Patrick hasta el punto de que manipuló todo un caso para que estuvieran a solas en un hotel súper bonito.

La manipulación no le salió bien, Teresa tampoco se portó demasiado bien con Oberyn, pero qué narices porque, señoras y señores, tuvimos la jodida escena de aeropuerto más molona con permiso de la que protagonizó Thomas Sangster en Love actually. Es tan estupenda que hasta os dejo el video porque, en serio, qué escena:




 Soy muy fan de la mujer del avión. Me gusta imaginar que es la misma que apoyaba el matrimonio de House y Wilson, xD. También me gusta imaginar que House y Wilson se casaron y se dedican a recorrer el mundo dándose amor, pero eso es otra cuestión.

Vamos, acabando con la entrada eterna (me he crecido con los gif, lo sé), que me han encantado las temporadas de las tres series y que es guay que las parejas me hagan feliz, en vez de sufrir, para variar un poco y eso.

PD: El hecho de que la hija de Peter Bishop y Olivia Dunham vaya a ser Elsa en Once upon a time y que el gran Capie de Greek sea Kristoff es bien. También el que vaya a salir Elizabeth Mitchell, diva donde las haya.

PD2: Amo a Yahoo por encima de todas las cosas por renovar Community y, por favor, por favor, Dan Harmon, lía a Jeff y Annie de una puñetera vez, sobre todo tras esa declaración que supuso el final de la quinta. Ah. y que repita John Oliver como el profesor Ian Duncan porque es genialoso total.