jueves, 31 de marzo de 2016

La chica nueva de la oficina

Con unas tres semanas de retraso, porque soy así y yo lo valgo, os voy a hablar de uno de los últimos estrenos patrios: El Caso. Era una serie a la que le tenía ganas, básicamente porque la protagonista es Verónica Sánchez, a la que hay que rendirle pleitesía tras robar cualquier escena en Sin identidad con su estupenda Amparo. De hecho, Verónica Sánchez no llegó a fichar por Mar de plástico porque le salió El Caso, así que me generaba aún más curiosidad.

Y, bueno, el género negro es uno de mis favoritos, sobre todo en las series, así que tenía todas las papeletas para gustarme. Y me bastó ver el primer episodio para que me encantara, aunque los dos siguientes confirmaron que El Caso es muy, muy recomendable.


Bueno, situémonos, Madrid, 1966, Jesús Expósito (interpretado por Fernando Guillén Cuervo) es un periodista pasado de todo, que tiempo atrás fue policía y que arrastra un pasado truculento, pues su novia fue asesinada y está convencido de que el hombre detenido por el crimen no es culpable. Jesús escribe para El Caso, una revista de crímenes, lo que le lleva a colaborar más o menos estrechamente con la policía, sobre todo con el comisario Montenegro (Francisco Ortiz), que es el hermano de su antigua novia. Por otro lado, con quien se lleva a matar es con Antonio Camacho (Antonio Garrido), comisario jefe, que fue su amigo de la infancia.

La acción arranca no sólo con un nuevo caso que investigar, sino con la llegada de Clara López-Dóriga (Verónica Sánchez) a la redacción del Caso. Clara acaba de llegar de Londres, es joven guapa y básicamente una niña bien, que además es hija de un importante cargo del Régimen. Por eso, en un principio Jesús no la recibe precisamente con los brazos abiertos, ya que se teme que tiene que cargar con ella por un mero capricho. Sin embargo, Clara no tarda en demostrar su valía y ganarse el respeto tanto de Jesús como del resto de la redacción.

Como os podéis imaginar, El Caso mezcla tanto casos episódicos como una trama horizontal, que está protagonizada por El asesino del rosario, un asesino en serie que mató a la novia de Jesús y que desde el principio sabemos que no es quien pagó por los crímenes.


En ese sentido, El Caso podría ser una serie muy típica, sobre todo teniendo en cuenta la cantidad de procedimentales que hay con esa estructura. Sin embargo, desde el primer momento El Caso demuestra que es algo más y que tiene su propia personalidad. En primer lugar, por el aire noir que tiene, como de película antigua, para lo que usan no sólo la fotografía o la música, sino también la época en la que está ambientada. Estamos en 1966, en pleno franquismo, algo que no se ignora (hola, Velvet, ¿te crees que eres un multiverso de la DC o algo?), pero que tampoco es lo principal.

Sí, Clara, Jesús y compañía viven en la España de los 60, lo que no sólo se traduce en esa estética tan chula que tienen, sino en que hay muchos factores que influyen en sus vidas: el qué dirán, el poder de los políticos, censores, el empeño del Régimen por ocultar que en España había crímenes...

Es cierto que se toman ciertas licencias, pero no molestan y, como ya he dicho, emplean la época muy a su favor, lo que es todo un acierto.

Además, El Caso es algo más que un procedimental. Por mucho que los casos que van investigando Jesús y Clara, para obtener el artículo que corresponde, sean importantes y el motor de cada episodio, la serie nos cuenta más cosas. Y es que El Caso se está molestando en crear un universo complejo y formado por muchos personajes secundarios: desde la redacción de la revista, hasta los allegados de los protagonistas. Así, poco a poco van dando matices y perfilando a los secundarios, incluso dándoles sus propias tramas, que al final acaban confluyendo en las principales: la complicada situación de Germán por sus deudas de juego, les ha acabado dando pistas en varias tramas, por poner un ejemplo.


Y, claro está, se están molestando mucho en desarrollar a Jesús y Clara como algo más que ser el vehículo de la acción. Ambos son humanos, con sus defectos, sus virtudes y sus relaciones y también sus distintas situaciones.

Así, por un lado tenemos a Jesús, que quedó muy marcado por el asesinato de Asun, su novia de cuando era joven, lo que le afecta no sólo a la hora de seguir investigando el caso, sino también a la de desarrollarse con la gente de su entorno: el que era su mejor amigo le odia, sale con Rebeca pero no parece por la labor de comprometerse como ella quiere, Montenegro es como si fuera su hermano... De hecho, aunque no lo han dicho (de momento), se deja entrever que eso hace que se tome tan serio su trabajo y que acabara dejando la policía.

Encima, las escenas que tienen que ver con Jesús y El asesino del rosario son muy chocantes (el descubrimiento del cuerpo de Asun es una escena muy potente), de esas que se te quedan en la retina y resultan poderosas.

Por otro lado, está Clara y no puede ser más maravillosa. Clara no sólo demuestra desde el minuto uno que es lista y va a convertirse en una gran profesional, sino que tiene carácter, es maja y la pobre es una pupas. Por si no tenía suficiente con que su padre quiera cortar sus ambiciones para que cumpla con lo que él espera (quedarse en casa criando niños), la pobre descubre en el primer episodio que su marido la engaña con un hombre. Un hombre que, para más INRI, va a acabar siendo el censor que imponga su padre a la revista. Vamos, que se puede tener una situación familiar complicada y luego lo que tiene la pobre Clara.


Que, por cierto, fue ver el episodio piloto del Caso y comprender por qué Verónica Sánchez pasó del insufrible personaje de Marta en Mar de plástico para interpretar a Clara en El Caso. Es que no hay color, vamos.

Además, en El Caso todos los personajes son muy buenos (ya te caigan bien o te caigan mal) y todo el reparto está estupendo. Un reparto que, encima, no tiene desperdicio, pues cuenta con unos secundarios de lujo: Fernando Cayo me tiene ganada desde que aparece como el jefe caradura y rebelde de la revista, Blanca Apilánez tiene muchísima presencia como la reportera experimentada, Antonio Garrido no puede ser mejor haga lo que haga (que este hombre era Mario en Los protegidos y el malo malísimo de Augusto Lloveras en Amar es para siempre y estaba inmenso en ambos papeles)... y así podría seguir con todos, porque hasta Francisco Ortiz me ha sorprendido para bien (vale, quizás sea injusta juzgándole por ver escenas sueltas de El secreto de Puente Viejo si pasaba por ahí, pero ahí estaba fatal).


Otro aspecto interesante es que todos los casos están basados en hechos que de verdad ocurrieron y que protagonizaron las páginas de la revista. Por ejemplo, yo había oído hablar de la desaparición del niño pintor que es el misterio a resolver en el tercer episodio emitido.

Y encima El Caso mantiene ese espíritu de invitar al espectador a averiguar la solución al misterio junto a los personajes, como hacía la (muy tristemente) desaparecida Los misterios de Laura. Eso sí, los casos no están tan elaborados, ni resultan tan complicados como a los que se enfrentaba nuestra querida Laura Lebrel, y la serie tira más por el noir e incluso el thriller que por la complejidad del misterio. Aunque, bueno, eso no es que sea malo, ya que, como he dicho antes, le da su propia personalidad y hace que El Caso sea única.

Lo único malo que puedo decir de ella es que los de Antena 3 le han hecho la puñeta al programar Allí abajo el mismo día que venía emitiéndose El Caso, así que, claro, le ha acabado haciendo pupa.

martes, 29 de marzo de 2016

El ministerio del Tiempo 2x07 - Tiempo de valientes (I)

Ayer Rodolfo Sancho volvió a El ministerio del tiempo con la primera parte de un episodio doble, que ha sido tan curioso como molón. Y es que, por un lado, era como una película de guerra y, por otro, íbamos viendo lo que pasaba en el Ministerio mientras tanto. Así que como han pasado muchas cosas, no me entretengo y voy con el análisis.

El episodio comienza con esa escena de hace un par de episodios donde Torres despacha a Salvador (la muy puta, grrr) y luego él, al quedarse a solas, llama a Julián para advertirle de que saben dónde está, que debe marcharse y que ya no puede hacer más por él porque le obligan a irse. Entonces Julián, que está en Cuba en 1898, recoge sus cosas y huye, mientras son atacados por los yankis.

Dos meses después, Julián llega a Manila, donde empieza a ejercer de enfermero y se da cuenta de que el problema es que España básicamente los tiene olvidados y ni se preocupa de alimentarlos en condiciones. De hecho, según un amigo cartero de Julián, la mayoría se muere más por enfermedades que por balas.

Julián con el pijama de rayas (cantando): Mi mono Alonso y yo vivimos mil aventuras...

Están hablando cuando viene una urgencia y Julián, para sorpresa de todos los presentes, le salva la vida a un hombre realizando una traqueotomía, lo que no existía en aquella época. Como Julián es un pro de las referencias, cuando le preguntan sobre el procedimiento, no se le ocurre nada mejor que explicar que vio al doctor House hacerla en Madrid. Ay, que me da. Julián puede ser un intenso de la vida, pero para las referencias es el mejor.

Mientras, en el Ministerio a Salvador le están echando la bronca por el desorden que hay en el tema cuentas y le avisan de que le van a inspeccionar. Salvador está acompañando a la salida a la responsable de la bronca, Marisa, cuando se topan con Irene y Ernesto y queda claro que entre éste último y ella ha pasado algo. De hecho, hasta Salvador se ha dado cuenta, que le pide que haga lo que sea para relajarla, pero al parecer sería muy mala idea.

Total, que de cara a la auditoria Salvador decide poner a todo el Ministerio a trabajar como locos. Por eso, la patrulla acude al despacho del jefazo, donde ven salir a una pareja de funcionarios quejándose porque les han expedientado por escribir mal un informe. Lo más molón del asunto es que los funcionarios son Begoña Maestre y Javier Collado, es decir, mi Héctor Perea de mis amores, que encima sale muy guapo. Brevemente, pero muy guapo. Ainss. Ey, podrían traerlos de vuelta algún episodio en plan en serio, que ambos actores molan mucho y yo llevo MUCHO tiempo sin ver a Javier Collado en condiciones. Just saying.

Funcionaria-Begoña Maestre: Pues aquí estoy, de casting y eso, como me cierran el chiringuito...
Un día me tiraréis piedras por mis chistes malos y me los mereceré.
Mientras voy a contemplar al señor Collado, tan guapo él, ainss :3

Bueno, que me sale la vena fan y me pierdo. Cuando la patrulla entra al despacho, Salvador les pone al día de su nueva misión: la inspección de trabajo. A Alonso el tema le suena a chino, así que Salvador les explica la situación y les indica que tienen que dejar todo limpio y reluciente y Alonso se nos cabrea porque, claro, ¿cómo va a acabar el gran Alonso de Entrerríos, el Cid 3.0, pasando el mocho? Ay, Alonso, si es que eres tan genial, ainss.

Alonso: Antes muerto que ponerme a fregar, así de claro os lo digo.
Pacino (pensando): ¡Mierda! Se me revela el servicio, voy a tener que ponerle Downton Abbey para que aprenda.

Tras que Salvador aclare a qué se refería, les reparte las tareas: los chicos van a catalogar las puertas, mientras que Amelia va a supervisar los informes. A Amelia el reparto no le mola, pero también es cierto que está bien pensado.

Otros que están ocupados con el papeleo son Ernesto y Angustias, que están En busca de la factura perdida y lo que más encuentran son dibujos de Velázquez. Bueno, eso y una carta a Ernesto, que Velázquez uso para pintar. Lo importante es que en la carta le indican a Ernesto que tiene un hijo secreto. Claro está, Ernesto alucina y Angustias se nos queda con cara de póquer porque ha leído lo importante.

 Ernesto: ... ¿Hasta dónde has leído, Angustias?

Angustias: Pues... hasta la no firma y... bueno, también he pillado el diario de Salvador y las cartas de unos funcionarios... pero eso no ha sido culpa mía, sino del tórrido romance que mantuvieron en Altamira. ¡Engancha mogollón!

Ernesto se pone a seguir buscando para saber algo más sobre la carta, pero no encuentra nada y el pobre se desespera, aunque al menos Angustias le promete guardarle el secreto.

De vuelta en Manila, Julián está visitando al paciente al que le ha salvado antes y que está más que sentenciado, el pobrecito. Como se caen bien y el paciente no tiene pinta de sobrevivir, éste le pide a Julián que le lleve un camafeo de su familia a su esposa, de la cual le enseña una fotografía. El paciente habla de su esposa de forma muy emotiva y vemos que a Julián el tema le toca la patata y yo voy a pensar que está pensando en Amelia porque soy más feliz así y porque yo lo valgo.

Una vez que el chico muere, Julián decide ir a cumplir su promesa, así que se dirige hacia la aldea donde está María, la mujer del difunto, junto a su amigo cartero.

A todo esto, en el Ministerio, Amelia está repasando los informes y, claro, se acuerda de Julián e Irene lo ha notado. Por eso le dice que está bien recordar a la gente del pasado, pero le aconseja que viva de cara al futuro. Amelia, entonces, comenta que le gustaría estar probando puertas, cuando llegan Zipi y Zape trajeados y extrañados, porque han ido a una clase y los alumnos se han reído cuando el profesor ha dicho "decíamos ayer".

Amelia flipa al reconocer que han estado en la primera clase de Unamuno y está a punto de ahostiarlos, porque ni uno ni otro lo reconocen. Entonces, entre las dos les cuentan su historia para que comprendan el chiste, aunque los chicos no parecen ni pillarlo, ni apreciarlo, lo que cabrea aún más a Amelia.

Cara de "los voy a ahostiar vivos por lerdos".

Por la noche, en Manila, el cartero encuentra la foto de bodas de Amelia y Julián y le comenta lo guapa que es ella, algo con lo que Julián coincide. También dice que es muy lista y, ojo, reparemos en un detalle: ¡Julián lleva la foto de bodas con Amelia! O sea, ¡hostia! No una de Maite, sino una de Amelia. ¿Es esto un indicador de que Julián, el triste viudo ha pasado a la historia? Que no digo yo que vaya a tirarse de buenas a primeras en brazos de Amelia, pero si ha olvidado a Maite, tiraré fuegos artificiales.

Por cierto, su amigo aprovecha para enseñarle la foto de su princesa y... a ver cómo lo digo finamente, pues que parece la princesa Fiona, básicamente. La cara que se le queda a Julián no tiene precio. El cartero, entonces, le dice que son afortunados porque no hay nada peor que no tener a nadie para compartir las penas y las alegrías.

Julián entonces se tumba y vemos como, en su tiempo, Amelia sigue repasando el expediente de su segunda misión, cuando conoció a Lope, lo que hace que recuerde a Julián. Amelia acaba cogiendo el teléfono móvil, como dudando si llamarle, justo cuando Julián hace lo mismo. Eh, tíos, esto no es justo, que yo estaba tan contenta con los avances Amelia/Pacino y ahora me dan esta escena, que les ha quedado muy bonita.




Al día siguiente, en el Ministerio, el pobre Ernesto está casi penando por los pasillos (él también tiene muchos feelings right now) e Irene se preocupa por él, así que le propone tomar un café. Parece que la normalidad ha vuelto entre el equipo, por cierto. Bueno, Ernesto no acepta y sale pitando para encontrarse con Marisa que, a su vez, está instalando a sus hombres en el despacho de Salvador.

Ernesto le pide a Marisa que tome un café con él para hablar, lo que hace que ella le mire con aire suspicaz, aunque le sigue. Ernesto, entonces, intenta mantener la típica charla cordial-preludio de la gran pregunta, pero ella le corta y deja entrever que Ernesto no es que la hiciera muy feliz que se diga. Ernesto le cuenta lo de la carta y Marisa le dice que no es ella, además de sorprenderse de que sea un galán que tenga que ir novia por novia preguntando. Marisa, no estás sola. De hecho, yo estoy alucinando con esta faceta de latin lover de Ernesto. ¿Les inyectan Axe en vena en el Ministerio o algo así porque menuda panda de seductores que hay en ese edificio?

Ernesto: No soy un pichabrava, que conste.
Pero, entonces, ¿por qué no sabes quién es la madre de tu hijo? ¿Qué eres? ¿Ted Mosby?

Representación gráfica de mi persona desde que se ha sabido la bomba y desde que Ernesto no sabe quién es la madre.

Por su parte, Alonso está paseando tan contento por la ciudad, cuando se da cuenta de que llega tarde porque, al parecer, el espacio-tiempo transcurre distinto para Alonso dependiendo de en qué época esté.

Alonso se topa con una manifestación para impedir que desahucien a una pobre mujer, cuando se fija en que una de las instigadoras es exactamente igual a Blanca. Alonso flipa pepinillos, como para no, aunque logra reaccionar cuando la policía interviene. Y como Alonso es Alonso, se tira a lo kamikaze a defender al doppleganger de Blanca, que se llama Elena, y se lía a hostias como sólo él sabe hacer. ¿Resultado? Alonso es detenido, pero Elena se fija irremediablemente en él. Como para no.

De vuelta en 1898, el cartero deja a Julián en una aldea que tiene cuatro chozas y una iglesia y, dado que estamos en Filipinas, podemos levantar carteles de neón que digan: ¡qué mal rollo, qué mal rollo, Julián pírate de ahí! Julián, por cierto, no es muy bien recibido en la aldea, ya que El Bola le da la bienvenida a punta de bayoneta.

En el presente, Pacino sigue con su táctica pico y pala para seducir a Amelia y la convence para que le acompañe a examinar puertas. Amelia dice que tiene mucho trabajo que hacer, pero Pacino resulta muy tentador, así que se tiran a la aventura. A Pacino no le preocupa dónde puedan acabar, al menos hasta que Amelia apunta todas las posibilidades horribles que se le ocurran, aunque no por eso se detienen.


A mí Pacino me mira así, mientras me propone planes y acabo así.

Al cruzar la puerta, descubren que están dentro del Ministerio. Lo malo no es eso, sino que se cruzan con la patrulla original en plan decimonónico, con sus pelucas blancas (y Alonso protestando porque él ya tiene su propio pelo), que vimos en el séptimo episodio de la primera temporada. Amelia se esconde, sobre todo porque Julián está siendo muy mono con su yo pasada (por si la pobre muchacha no tenía suficiente con los informes) y encima Pacino finge salir de una puerta para conocerlo, lo que hace que Amelia acabe yéndose rebotada.

De hecho, lo acaba pagando con él de forma pasivo-agresiva y Pacino le explica que le ha sorprendido ver a Julián así, de golpe. Eso sí, como Pacino es muy espabilado consigue darle la vuelta a la tortilla y convencer a Amelia de que vaya a su casa a ver Historias para no dormir. Hasta le ofrece palomitas, que Amelia no sabe qué es, pero que le debe sonar bien, porque se ve que la palabra le choca.

En 1898, Julián es llevado ante los responsables del campamento, que quieren saber quién es Julián y qué hace ahí. Por cierto, además del El Bola, están el Teniente Coronel Armenteros de Amar en tiempos revueltos, el malo de Gran Hotel (que es el que no se fía de Julián) y uno que salió en Puente Viejo para morir (información ofrecida por mi señora madre). Total, que tras mucho divagar, deciden que Julián puede quedarse hasta el día siguiente. Entonces, entregará la joya y partirá. No, Julián, vete ahora. ¡HUYE, INSENSATO!

El médico le ofrece ayuda a Julián para encontrar a María y, de paso, le pone al corriente del mal estado en el que está el campamento, ya que apenas tienen víveres. El médico le presenta a un hombre, Alejo, ya que conoce a todo el mundo y le acaba llevando hasta María.

Julián no sólo le da el camafeo, sino que le explica lo sucedido y qué hace ahí. A María le sorprende que Julián haya cumplido su promesa y le dice que su marido era el mejor hombre que ha conocido. Julián se despide de ella y María le pregunta si vuelve a España, ya que si tiene a su mujer esperando, no debería hacerla sufrir. Curiosamente, en este episodio todo parece llevar a Amelia y a Julián a pensar en el otro.

Julián: Ya te podías dejar de recordarme a Amelia y darme algún Ferrero Rocher, antepasada de la Preysler, que no me engañas.

En el presente, Angustias le notifica a Salvador que Alonso ha sido detenido. Lo malo es que con Marisa investigándoles, el procedimiento estándar puede traducirse en una falta, así que decide encargarse él personalmente... cuando aparece Pacino para entregar un informe. Ni que decir tiene que Salvador tarda cero coma en pedirle que vaya a por Alonso.

Éste, por su parte, es conducido a una sala donde está Elena, la doppleganger de Blanca (es que encima se llama Elena, como en The vampire diaries, me niego a creer que es casualidad) y ella le explica que es abogada y que sólo le van a hacer pagar una multa, pero que ella se encarga. A Alonso el castigo le parece una tontá, sobre todo si lo compara con ir a galeras y, claro, la pobre mujer alucina... y lo hace aún más, cuando la policía lo libera sin cargos.

Y cuando Alonso de Entrerríos te mira así, tú te quedas:


Alonso le da las gracias a Elena, que le da una de sus tarjetas y le pide su número, algo que Alonso le da en cero coma. Entonces es recogido por Pacino, que lo lleva a casa, mientras le echa la bronca por haber metido la pata y por encima haber llamado a una abogada. Alonso le explica que no fue así exactamente, pero que si le cuenta todo le va a creer, a lo que Pacino le dice que a esas alturas se cree todo. Como para no entre viajes en el tiempo, paradojas, Argamasillas con rayos-x, Houdinis haciendo magia real...

Alonso le explica que la abogada, Elena, es exactamente igual a Blanca, su mujer. Es decir, que es ella, pero no puede serlo y tampoco puede ser una viajera del tiempo. Pacino cree que es casualidad, aunque Alonso piensa más en brujería.

En ese momento llega Amelia y Pacino cubre a Alonso delante de ella, mientras aprovecha para intentar quitárselo de encima, aunque su gozo en un pozo, ya que Alonso se queda a ver la serie con ellos. No sólo eso, sino que ignora las sutiles peticiones de Pacino de que les deje a solas y lo manda a hacer palomitas para Amelia y él porque no se aclara con el microondas.

Pacino: Oye, Alonso, ¿no te queda ninguna tarea pendiente por hacer? No sea que tengas que irte y eso...
Alonso: Oh, no, ya he fregado, tengo la masa de pan preparada para mañana, te he planchado la ropa...

Al final, Alonso se queda dormido en el sofá y Pacino lo tilda de angelito, lo que me hace mucha gracia, aunque a Amelia toda la situación le da ternura. Pacino, además, se pone a dedicarle miraditas a Amelia, que se acaba marchando porque no quiere llegar tarde a su casa, sobre todo por sus padres. Pacino le pregunta si siempre tiene que ser la seria, la obediente, pero Amelia se va igualmente, tras agradecerle la serie y las palomitas. Pacino, entonces, cierra la puerta un tanto bruscamente, lo que nos despierta al angelito. Jo, hijo, Pacino, que mala leche, eso no se hace.

En 1898, Julián está comiendo cuando el malo de Gran Hotel se muestra claramente hostil con él, vaya él a saber, pero Julián pasa del tema y se pone a leer. Eso llama la atención del resto de soldados y El Bola, además de presentarse, le pide que le escriba una carta para su novia. Así, Julián acaba haciendo de escriba de prácticamente todos los presentes. Así, de paso, nos presentan a dos soldados más, que son muy amor, por cierto.

Julián, seguramente invadido de amor tras escribir tantas cartas a novias y mujeres, acaba llamando por la noche a Amelia, pero ella no escucha la llamada al estar viendo Historias para no dormir. Eso sí, al día siguiente va a ver a Irene a comentarle que tiene una llamada perdida de un número desconocido. Irene le propone que devuelva la llamada y la operadora les dice que el número ya no se encuentra en territorio español.

Julian: Venga, Amelia, cógeme antes de que la soledad me lleve a llamar a Sandro Rey.

De vuelta a 1989, al ya no territorio español, Julián está a punto de marcharse, cuando ve al hombre que le ha ayudado colgado de un árbol. María le dice que lo han matado por ser amigos de ellos y El Bola se nos vuelve a poner paranoico, aunque Julián lo convence de que María no tiene nada que ver. Ésta les informa que todo el pueblo se ha unido a la guerrilla y se ha marchado, lo que sorprende al capitán, aunque su segundo al mando insiste en lanzarse al ataque.

El capitán no quiere ser el que rompa la baraja, así que les pide que hagan un reconocimiento para comprobar que no quede nadie, mientras lleven todas sus cosas a la iglesia, que es el mejor sitio para defenderse.

El médico, al ver cómo están acomodando todo en la iglesia, cree que básicamente es un caldo de cultivo para enfermedades: la comida está en malas condiciones, tienen muy pocas cosas... El segundo al mando (o el de Gran Hotel) insiste en que deben atacar, justo cuando llega la patrulla de reconocimiento para confirmar que no queda ni nada ni nadie. El capitán, que es bastante sensato, decide enviar una patrulla para intentar descubrir qué está pasando.

En el presente, Irene ha ido a pedirle ayuda a Angustias para localizar el teléfono y descubren que lo sacó Salvador. Éste, por su parte, está celebrando que todo va bien con un Ernesto meditabundo, cuando Irene aparece en su despacho para preguntarle si lo del teléfono es lo que cree que es. Entre los dos, ponen al día a Ernesto, que alucina, y de paso nos enteramos que Salvador le buscó un destino donde se sintiera útil, tal y como él le había pedido, y donde no le perdiera. Le había enviado a la guerra de Cuba, mantenían el contacto, pero gracias a Torres todo eso acabó.

 Salvador: ¿Qué pasa? ¿Angustias ha vuelto a leer a escondidas mi carta para los reyes magos?

Irene: Pues seguramente, pero esto es peor. ¡Alarma inminente, alarma inminente!

Irene les informa de que esté donde esté Julián, ya no está en territorio español. Vamos, que tienen a un funcionario perdido en el pasado y no en una misión oficial. Por eso, Salvador pide que le den el listado de llamadas de Julián y así descubren que la llamada a Amelia la hizo el 11 de junio de 1898, lo que es malo porque el día siguiente fue cuando Filipinas se independizó de España y Julián está en medio de una guerra.

De hecho, mientras ellos se enteran, vemos a Julián y al resto de soldados avanzar por la jungla. Julián no tarda en sospechar que les están emboscando, pero el de Gran Hotel pasa de todo y está en plan destructivo. Lo malo es que uno de los soldados se tropieza al marchar y se le dispara el fusil, delatando su posición, por lo que empiezan a correrlos a tiros.

Al final, tienen que salir corriendo de vuelta a la aldea, donde se encierran en la iglesia para aguantar el ataque. Vamos, que tenemos a los últimos de Filipinas. Ay, Julián, en la que has acabado metido, pollito. Encima me han herido a Jordi Vilches, que es amor del bueno y habla como Roger Rabbit. ¡No me lo matéis, anda!

La verdad es que el episodio ha sido un poco raro, porque como que ha combinado la gran trama de Julián con otras más pequeñitas y como de andar por casa, que pueden acabar dando mucho juego (el hijo secreto de Ernesto o la aparición de Elena), pero ha molado mucho. Toda la parte de Filipinas ha sido una auténtica pasada, si es que parecía una película de guerra y encima menudo repartazo que hay ahí metido. De hecho, para variar los secundarios son muy adorables (¡no me matéis a Jordi Vilches, en serio!) y preveo sufrimiento de cara al siguiente episodio.

Eso sí, sigo sin asumir que nos queda un único episodio de Pacino, a quien voy a echar muchísimo de menos, sobre todo porque hace muy buen equipo con Alonso tanto en plan acción como en plan amigos. Me van a dejar a Alonso solito y justo cuando se topa con el doble de Blanca. Ay. Es que, encima, a saber cómo reacciona Julián, el viudo intensito con el tema, aunque parece que en quien ha estado pensando todo este tiempo es en Amelia. Espero que al regresar esté más animado y se deje de intentar ver a Maite.

Bueno, eso ha sido todo por esta semana, pero el siguiente pinta súper bien, con los últimos de Filipinas atrincherados en la iglesia y Salvador mandando a Alonso en misión de rescate y con Ernesto buscando a su hijo y Pacino teniendo problemas con su familia. Ay, en serio, ¡Pacino no te vayas!

lunes, 28 de marzo de 2016

Sombra y hueso

Hoy os traigo la reseña de una novela a la que le tenía ganas, aunque no sabía muy bien qué me iba a encontrar una vez lo comenzara. Estoy hablando de Sombra y hueso, la primera parte de la trilogía Grisha de Leigh Bardugo. Había leído reseñas que hablaban súper bien de ella y me chocaba mucho la ambientación, ya que no es nada típica de la literatura fantástica, por mucho que su punto de partida sí que lo sea.

Alina Starkov es una huérfana que lo único que tiene en el mundo es a su amigo Mal, con quien se crió gracias a la labor humanitaria de un conde. Ambos trabajan para el ejército y deben cruzar La Sombra, una enorme pasa de oscuridad que tiene a su país aislado del resto del mundo y que está plagada de horrendas criaturas. A Alina le aterra el entrar en La Sombra y no tarda en descubrir que el interior es peor de lo que se había imaginado, cuando se desata el caos y el horror sobre ellos. De hecho, una de las terroríficas criaturas que pueblan La Sombra está a punto de matar a Mal delante de ella y es entonces cuando Alina descubre que no es una chica normal y corriente como creía, sino que tiene un inmenso poder.

Al salir de la sombra, Alina es llevada ante El Oscuro, el Grisha más poderoso, además del líder de estas personas con poderes que ocupan un puesto superior en la sociedad. Alina tiene el poder de la luz, algo único, lo que la convierte en la más que posible salvadora de su país, pues sólo ella puede destruir La Sombra, así que es conducida por la fuerza hasta la corte, donde la entrenarán y estará bajo el escrutinio y tutelaje del Oscuro. Eso sí, la corte es un lugar lleno de secretos y apariencias donde Alina no puede fiarse de nadie.

Como ya he dicho el punto de partida no es precisamente novedoso: chica aparentemente anodina descubre que tiene poderes y una misión importante por delante; chica es sacada de su entorno y llevada a un lugar que no conoce, donde no puede fiarse de nadie; chica tiene sentimientos por su amigo de toda la vida, pero también los desarrolla por otro chico del que no sabe si puede fiarse.

Es decir, que Sombra y hueso tiene una buena cantidad de clichés, aunque eso no es precisamente malo, ya que también tiene su dosis de originalidad.

En primer lugar, la más que impresionante ambientación, que hace que la novela sea única y se distinga a otras del género. Leigh Bardugo crea un mundo fantástico basado en la Rusia imperial y controla hasta el último detalle tanto de geografía como de política o sociedad. Y además sabe cómo ir introduciendo la información sin que resulte pesada o liosa. De hecho, apoya muy bien la historia y sirve de complemento, sobre todo porque muchas cosas las vamos descubriendo a medida que lo hace Alina.

En segundo lugar, también los personajes tienen rasgos que me resultaron originales. Es cierto que el trío principal está muchísimo más desarrollado que los secundarios, que en general pasan más desapercibidos, aunque dentro de este grupo hay unos cuantos que se te quedan en la memoria.

En lo que respecta al trío principal, pues tenemos a nuestra heroína, Alina, que no es precisamente la típica protagonista. Sí que es cierto que cumple con ese tópico de creerse que es peor de lo que en realidad es, pero en este caso está justificado y no es lo más importante de ella. Alina también es valiente, malhumorada y me sorprendió lo dispuesta que está a cruzar ciertas líneas, resultando un personaje no tan moral como cabría esperar en una novela así. Eso último me gustó mucho, ya que por lo general todas son unas santas mojigatas y tienen esos dilemas morales enormes, así que eso resultó un soplo de aire fresco.

Luego tenemos a Mal, que es el mejor amigo de Alina y que me cae como el culo, básicamente. No sólo es un soso de cuidado, sino que me cae fatal y, aunque evidentemente es el chico de la historia, creo que únicamente frena a Alina. Quiero decir, Alina bloquea su poder por él y todos los complejos que tiene vienen de la mano de él, ya que ella siempre ha estado enamorada de Mal, pero él se iba con cualquiera. Eso sí, luego el muchacho no tiene ningún reparo en echarle en cara a Alina todo lo que se le ocurre. Vamos, que es un coñazo de tío y logra que no dude en abandonarme al otro equipo.

¿El problema? Bueno, digamos que El Oscuro no se llama así por su encantadora forma de ser precisamente. El Oscuro es, de lejos, el mejor personaje de Sombra y hueso. Es misterioso, complejo y tiene un algo que hace que resulte magnético. En realidad, nunca sabes qué piensa o qué planea o cuales son sus verdaderas intenciones, pero sus apariciones en la historia molan mucho y es muy fácil el entender que Alina se vea fascinada por él.

De hecho, el triángulo (por llamarlo de alguna manera, ya que no estoy muy segura de que sea uno triángulo amoroso al uso) está muy bien planteado. Sí, Alina está enamorada de Mal, pero él no muestra ni una mísera señal de que pueda sentir lo mismo y, de hecho, parece que cada vez se aleja más de ella. Precisamente por eso, una vez Alina acaba en un lugar nuevo y pasando tiempo con El Oscuro, no resulta raro ni forzado que sienta atracción por éste, a pesar de que tampoco sabe si puede fiarse de él.

Y no sólo el triángulo está bien llevado, sino la historia en general, aunque no por eso Sombra y hueso sea la novela perfecta.

A pesar de basarse en clichés, tiene rasgos que la diferencian y en general funciona todo muy bien y resulta terriblemente entretenido. Pero también es verdad que a veces a Leigh Bardugo se le va la mano en algunos aspectos, como el convertir el entrenamiento de Alina en la corte en una película de instituto. Todo el tema de la academia de Grishas, con sus populares y demás me sobró mucho y hubiera preferido que la autora se hubiera centrado en otros aspectos o en intrigas palaciegas más adultas.

También tiene algún WTF? que otro, como el momento "vámonos de farra a una feria, aunque nos persigan los malos y tengamos una misión que realizar".

Pero, bueno, esos fallos se perdonan porque Sombra y hueso se lee con rapidez y, encima, resulta muy entretenido y disfrutable. Además, la narrativa de Leigh Bardugo es muy buena tanto a la hora de describir (de nuevo, maravillosa la ambientación) como a la hora de escribir acción o diálogos. Es decir, que es un placer leerla y yo ya estoy deseando leer las siguientes entregas, que tras el final de Sombra y hueso prometen mucho.

El próximo lunes literario estará dedicado a... El gran Gatsby de F. Scott Fiztgerald.

jueves, 24 de marzo de 2016

El necesita mejorar de Bajo Sospecha

La semana pasada, día como hoy, Bajo sospecha terminaba su segunda temporada y este año sí que estoy deseando que la renueven, no como tras su primera entrega, cuando su destino no me la podía traer más al pairo. Y es que en esta segunda tanda de episodios, los chicos de Bajo sospecha sí que se han puesto las pilas y han mejorado la serie.

¿Qué la han convertido en una serie maravillosa y buena? Pues no, tampoco es eso, que sigue siendo tirando a mediocre, pero sí que han sabido hacerla entretenida y han pulido las suficientes cosas como para que me importe y que quiera una tercera entrega.

Y es que este año la historia ha sido mucho más orgánica y lógica, estando mucho mejor llevado el misterio sobre Catherine Lemonier y el hospital que la desaparición de Alicia Vega. Tanto los giros como el mantener la intriga no ha sido forzado, ni cambiaban personalidades según les convenía en aras de la historia, lo que ya supone toda una mejora en la serie. Durante diez episodios han sabido tenernos a ciegas, llevándonos junto al equipo de policías de un giro a otro, de una vía de investigación a otra, sin que tuviéramos claro qué diantres estaba pasando en el hospital Montalbán.


Por eso, hemos tenido una temporada muy entretenida y también interesante, porque han tenido tramos con tensiones muy bien resueltas. Por ejemplo, la trama protagonizada por Gonzalo de Castro era relleno puro y duro, pero fue un arco tan disfrutable como bien hecho.

Eso sí, a pesar de esa mejoría, Bajo sospecha sigue teniendo serios problemas de guión y lo peor es que ya tuvieron esos mismos fallos en su primera temporada.

Puede que este año los actores no fueran por la vida con cara de malos, salvo Concha Velasco que parece mentira lo sumamente mal, histriónica y paródica que ha estado en el papel de doña Adela. El personaje era un cliché con patas, una Angela Channing patria, pero tampoco es que Concha Velasco se esforzara demasiado y es una pena porque esta mujer es muy buena y tiene papeles muy memorables.

Una de las caras "Soy muy mala".

Pero olvidándonos de Concha Velasco, los actores no han sido nada obvios, lo que ya es un punto a favor. Sin embargo, me sigue resultando sumamente irreal que absolutamente todo el mundo fuera malo y tuviera mierda. ¿De verdad era necesario que quien no estaba metido en el caso, fuera un hijo de puta o un criminal? ¿De verdad? Es que, una vez más, la galería de personajes de Bajo sospecha era terriblemente odiosa y, de paso, sacaban de quicio. Yo me he pasado diez episodios deseándole la muerte a prácticamente todo el reparto, salvo a los dos culpables finales, lo que, si se piensa bien, hace que fuera fácil desconfiar de ellos.

Y lo peor del caso que es que todo eso no se limitaba a los sospechosos, sino también al equipo policial, que a veces era más una carga que una ayuda.

Durante diez episodios han insistido una y otra vez en el conflicto de españoles contra franceses, sin darnos un descanso y sin dejarse de tópicos. Es cierto, que gracias a eso ha habido algunos chascarrillos geniales de Vidal (el del sarandonga es maravilloso), pero a mí se me hizo muy, pero que muy pesado, incluso un poco rancio.


Sobre todo porque había que admitir que los franceses ganaban de goleada en el terreno profesional. Es curioso como los guionistas de Bajo sospecha consiguieran durante toda la serie que el equipo extranjero, los aparentemente tocapelotas y soberbios, fueran los que tuvieran más razón que un santo. Hasta a la comisaria francesa, que también era muy odiosa, había que darle la razón porque el equipo policial español no dejaba de cagarla: Víctor estaba más a flirtear que al caso, tanto él como Vidal no han dejado de meter la pata perpetrando ilegalidades que se les acababan volviendo en contra... y, de hecho, el caso no empieza a avanzar de verdad hasta que la francesa se hace cargo de él.

Por suerte, en medio de ese caos de personajes odiosos y sumamente estúpidos, hemos tenido a dos que han destacado para bien. Si Vidal se destapó como una grata sorpresa en la primera temporada, en esta lo han sabido aprovechar muchísimo mejor. No sólo ponía un poco de humor en la serie, sino que ha demostrado ser muy útil en el caso y su relación de odio con la comisaria francesa ha dejado muy buenas escenas.


El otro personaje que hay que destacar es Alain, el policía francés, que es el personaje más majo, adorable y listo de todos los que han pasado por las dos temporadas de la serie. Durante los diez episodios, Alain ha actuando de forma consecuente, siendo prácticamente el único normal y demostrando una paciencia extraordinaria, sobre todo lidiando con un Víctor que podía pasar de ser gilipollas a un intenso violento.

Y precisamente la relación entre los dos ha sido un completo acierto.

Es curioso una vez más como a los guionistas de esta serie les sale el tiro por al culata. En lugar de apoyar al equipo español, se apoya al francés; en lugar de comprar esa historia de amor tan ridícula, se compraba muchísimo más la que se establecía entre Alain y Víctor.

La verdad sea dicha: no sé por qué tuvieron que meternos con calzador la relación de Víctor con Belén. Olivia Molina es una actriz muy, muy floja que sólo tiene un registro y encima el personaje era sencillamente insoportable. Yo no sé si los guionistas confundían un personaje femenino fuerte con una intensa de la vida, que se creía más lista que nadie y no dejaba de cagarla o qué, pero Belén era el horror. De hecho, era tan desagradable que a mí nunca me ha cabido en la cabeza que se pudieran interesar por ella. Si es que pasa de gritarle a Víctor y tratarlo como el culo a estar con él. WTF?

Yo aún sigo tirando confeti y soplando matasuegras al pensar en que se la cargaron.

Tampoco ayudaba que Víctor cerca de Belén era idiota y nos dieron unas escenas patéticas en grado sumo donde intentaba humillar al pobre Alain por haberse llevado él a la chica. ¿Qué es esto? ¿Una serie policiaca o Al salir de clase?

Sin embargo, Yon González y Hugo Becker funcionaban a las mil maravillas y sus escenas casi siempre molaban mucho. Además, la amistad que se va forjando entre ellos es muy chula y a mí me resultó muy bonito que Alain se saltara las órdenes de su jefa para no tener que mentirle a Víctor. Vamos, que los shippeo a muerte y que no me extrañaría, en cuestiones argumentales, que acabaran liándose. Eso sí, como en la ficción son más rancios que todas las cosas en general, seguro que no pasa. Tsk.

Negadme a mí el romanticismo, pero si pasan por novios con esas miraditas.

Pues precisamente ha sido esa camaradería entre ellos y Vidal lo que más me ha gustado de la temporada. También han tenido otros aciertos como Lidia y la historia de su hijo o lo estupendos que estuvieron Israel Ejalde y María Botto en el último episodio, además de la trama de Gonzalo de Castro.

Eso sí, si la investigación ha estado bien llevada (pese a las cagadas de Víctor, ha sido muy entretenida y siempre iba hacia delante), este año me he quedado muy decepcionada con el final. Es que ha sido una gilipollez enorme y sin sentido alguno. Cuanto más lo pienso, más estúpido me parece todo: ¿de verdad era necesario que Catherine convenciera a los demás se operar a su amigo ilegalmente? Porque, a ver, joder, que estamos en España, que va por la seguridad social y no tiene que pagar. Eso, sin contar que Catherine podía haber pagado la operación, que era una niña rica, o que sencillamente podían haber falsificado los papeles y ahorrarse tanto problema.

Luego, incluso comprando el tema de operar a escondidas y deshacerse del cadáver enterrándolo, ¿qué sentido tiene que Catherine huya acojonada perdida, creyendo que la van a matar y se tire semanas escondidas? O sea, en serio, ¿qué lógica tiene eso? ¿Y qué lógica tiene que Gorka y Sara maten a Belén y se lleven a Catherine? WTF?!


No sé, a mí me dio la sensación de que, al final, improvisaron la respuesta al misterio de Catherine Lemonier y me decepcionó muchísimo que fuera tan estupidez. O sea, Rafi está tan asustado por el bienestar de Catherine que prácticamente se mata para salvarla, cuando Catherine desaparece porque sí, porque ella lo vale. No sé, es que ni siquiera denuncia nada o tiene esa intención, ¿a qué viene ese pavor? ¿Y qué clase de médico no comprueba el puñetero expediente de su paciente antes de operarle? Vamos, que el argumento tiene más agujeros que el queso Gruyère.

Pero, vamos, pese a todos los defectos que le he visto a Bajo sospecha, la he disfrutado y ha tenido cosas buenas y ha mejorado. Por eso, me gustaría ver una tercera temporada, a ver si pulen ya lo que les falta... y me dan más Alain/Víctor porque mola mucho. Bueno, no sólo a mí, porque mi timeline de twitter prácticamente no comentaba otra cosa que las escenas entre ellos dos.

Así que reitero mi propuesta de que nos den una tercera temporada, con los españoles viajando a Francia, donde haya muertes en la típica urbanización idílica y Víctor y Alain tengan que hacerse pasar por matrimonio. No me digáis que no molaría mil.

martes, 22 de marzo de 2016

El ministerio del Tiempo 2x06 - Tiempo de magia

Le tenía muchas ganas a este episodio de El ministerio del tiempo porque Houdini siempre me ha molado y encima había espiritismo y demás y, la verdad, es que no ha podido gustarme más. Ha molado mil. Han salido muchísimos personajes ilustres, Pacino ha vuelto a ponerse en plan actor, hay más secundarios molones y han pasado muchas cosas. Así que dejo de enrollarme y vamos con la crónica.

El episodio comienza con Amelia en su casa, usando una especie de ouija con la que se escribe algo para obtener noticias de Julián (¡que alguien le pase su podcast, por favor!) y acaba obteniendo un nombre: Houdini. Yo salgo corriendo de esa casa o me escondo debajo de las sábanas aferrada a un peluche, pero como Amelia es más valiente que yo, pues le pregunta a los chicos sobre el tema y Pacino le explica que era un mago... bueno, también le habla de un chorizo al que le llamaban así porque se escapaba como nadie.

Amelia, reina del disimulo... o practicado para ejercer de Pantoja. No lo tengo claro.
Amelia: Es la cara que le voy a poner a Torres cuando me mande. Dientes, dientes, ¿sabes?
Respect, sistah.

A Alonso el tema le flipa, porque lo de las cadenas y el agua son sus dos peores pesadillas juntas, y también a Amelia por le notita. Sin embargo, Ernesto les envía la batseñal para que acudan raudos al despacho a que les explique la nueva misión.

Sí, él porque Torres no tiene ni repajolera idea porque Ernesto ha decidido seguir ejerciendo de jefazo en la sombra. Pero, bueno, que me enrollo y os tengo que hablar de la misión: un funcionario se ha infiltrado en una reunión espiritista en 1924 con unas gafas de espía súper chulas, que van reconociendo peña y grabando. En dicha reunión hay gente importante como Valle-Inclán o Ramón y Cajal, pero lo importante es un chico que supuestamente puede ver a través de cosas y, de hecho, lo demuestra en la reunión.

A Torres no le entra en la cabeza nada de esto, ni por qué es importante para el Ministerio, hasta que Ernesto le explica que el mago, Argamasilla, es un agente muy importante en su época. La patrulla empieza a liarse a debatir si es cierto (Amelia) o una engañifla (Pacino, of course) o, en el caso de Alonso, si esas cosas sólo son hechas por Dios. Sin embargo, Ernesto les corta el rollo explicándoles que un cazatalentos circense se ha puesto en contacto con Argamasilla y han planeado un viaje a Nueva York. El problema es que el cazatalentos es amiguito de J. Edgard Hoover, el creador del FBI, y temen que Argamasilla pueda ser un traidor que vaya a contarle a Hoover todo lo de viajar en el tiempo y demás.

Vamos, que la patrulla debe viajar con Argamasilla a Nueva York para evitar que se chive. Así que se preparan para la misión y los tres siguen con sus posturas. Ante el escepticismo de Pacino, Amelia le recuerda que viajar en el tiempo le parecería una bobada, pero lo haría. Pacino acusa el golpe, antes de quejarse de llevar capa, pero Alonso es partidario de la capa. La verdad es que les queda bien y como no son superhéroes, me imagino que hasta Edna Moda les daría su beneplácito.

 Pacino: "No hay nada más ridículo con capa."

Alonso: Tío, ¿y qué pasa con Batman? ¿Y con Superman? Llevan capa y te machacarían. ¡Ah, y Gil Pérez también la lleva!
Y contra eso nadie puede argumentar nada, querido Pacino.

Mientras, Torres contacta con el jefazo de Darrow para comentarle el problema de Hoover porque, claro, si el gobierno americano se hace con los viajes en el tiempo, se les acaba el negocio. Ahora bien, dejadme un momento para decir: ¡ja, sabía que era una corrupta! ¡Lo sabía!


Vale, ahora sigo con la patrulla, que ha contactado con Argamasilla y su padre. Primero, Amelia y Alonso se han hecho pasar por una periodista y su fotógrafo; después, Pacino como El gran Benito, un vidente. Que digo yo que podrían haberle buscado un nombre más molón. No sé, es que a mí Benito me suena al gato y al becario de Yo soy Bea. Vamos, que no me da mucho respeto. Bueno, para que no sospechen de Pacino, Amelia les enseña un reportaje que hicieron de él, Pacino se congratula de la fotografía del mismo y Alonso presume de haberla hecho.

Pacino: Colega, estoy tan bueno que hasta la capa me queda bien...

Pacino: ¿Y si le quito el puesto a Ramón García para dar las campanadas?
Pero en transparencias, como la Pedroche. Por fa, por fa.

Total, que pasan a una reunión espiritista, donde una mujer está haciendo el numerito. Cuando Argamasilla padre dice su nombre, Pacino pone cara rara, aunque pasa con los demás. La vidente decide elegir a Amelia (y eso que la pobre se estaba escondiendo detrás de su libro, táctica que falla más que una escopeta de feria cuando no quieren que te elijan a ti y lo sabemos todos) y se pone en plan adivina... al menos hasta que Pacino le revienta el numerito, eclipsándola con el suyo propio. Pacino, totalmente el su papel de Gran Benito, dice que las niñas no están en Moncloa, ni en El Pardo como ella dijo, sino que están muertas en un vertedero cerca de su casa.

Amelia (pensando): Si me concentro mucho en esto, no me verá fijo. Que no me vea, que no me vea...
Y así estamos todos en clase de matemáticas. #EsoEsAsí

Ramón y Cajal decide que hay que ir a comprobarlo y que el que haya mentido de los dos, acaba enchironado. Ojo, yo no entiendo ese poderío de Ramón y Cajal, pero olé él que enseguida lo aclara todo. Y es que resulta que Pacino tenía razón, así que Ramón y Cajal detiene a la vidente y se descubre ante Pacino, mientras Amelia y Alonso flipan.

Argamasilla padre quiere entrevistar a Pacino, pero éste va a hacer un viaje a Nueva York (¡qué casualidad!) con los periodistas. De hecho, van en el mismo barco que Argamasilla (¡qué casualidad, debe ser cosa del destino!) y éste les cuenta que Houdini le ha retado a demostrar sus poderes. Al oír el nombre, Amelia se interesa por él y Argamasilla les cuenta uno de los trucos escapistas de Houdini, algo que Alonso no aprueba.

A todo esto, Valle-Inclán está a punto de formar el club de fans de Argamasilla y se pone a decir lo genial que es, lo mierda que es nuestra patria y que es gallego y que cómo no va a creer en magia y meigas. Resumiendo: Valle-Inclán es argamasiller y su barba tiene más de tres pelos, por cierto.

De vuelta al Ministerio, Alonso quiere saber por qué Amelia está tan interesada en Houdini y ella le cuenta lo sucedido con su sesión espiritista y su planchette. Amelia también les explica lo que es una planchette (la ouija esa que escribe) y Pacino comenta que su abuela decía que no se debían jugar con esas cosas, algo que Alonso aprueba porque todo el tema de los espíritus le da mucho yuyu al pobre.

Alonso: No te puedes cargar a un espíritu y dan yuyu y... ¡Seguro que tienen que ver con el ADN!
¿Soy la única que quiere ver a Alonso viendo pelis de terror con Pacino? ¿Si? Vale, soy muy mala gente.

En el despacho de Salvador, Angustias les da los billetes de barco para viajar a Nueva York y Pacino explica que lo de las niñas lo sabía gracias a su familia de policías. Al parecer, fue una historia muy conocida y como Pacino es súper listo, lo aprovechó.

Al día siguiente, la patrulla vuelve a los años 20, donde, para desgracia de Alonso, tienen que viajar durante días en un barco para llegar a Nueva York junto a Argamasilla. Los cuatro flipan al llegar a la ciudad, también con el hotel en el que se van a hospedar. Es entonces cuando Amelia demuestra que habla inglés que ni es Oxford. En serio, Amelia, ¿de dónde viene ese pedazo de acento? ¿Has estado viendo películas en inglés? ¿Te han presentado a Muzzy o algo?

A todo esto, la llegada de la patrulla es vista por Lola, que está con un americano y llevando una peluca rubia que canta La Traviatta, por cierto.

Más tarde, Argamasilla recibe una nota porque ha quedado con el empresario circense y Pacino intenta apuntarse, pero no cuela. Por eso, Pacino le cuela un micrófono, decisión que Alonso aprobará en cuanto Pacino les cuenta lo que ha pasado.

El problema es que Lola y los americanos los están grabando, que se deben creer Carrie de Homeland o algo, y ven como Pacino le cuela el micro. Entonces, uno de los americanos se hace el encontradizo, le quita el micro de Pacino (que le cuela a otra señora) y le pone uno suyo. Que, por cierto, para ser un funcionario estrella del Ministerio, Argamasilla es más inocente que Bambi, macho, que no se mosquea por más que le manoseen el abrigo o porque tres desconocidos se apunten a un viaje con él, así, de repente.

Lola-chúpate-esa-Carrie-de-Homeland: Oh, como mola esto de trabajar con Yankis, por un lado espío y por otro sigo con mi maratón de series. Con esto de estar enchironada, llevo un señor retraso...

Argamasilla y su socio van a un club encubierto, donde se encuentran con Hoover (que es don Diego de la Vega o el genial Miguel Hermoso, del cual soy muy fan y quiero por encima de todas las cosas, ainss). El empresario le explica a Argamasilla que Houdini comprobará si sus poderes son de verdad, mientras Hoover lo mira en plan malvado de película.

A mí Hoover me mira así y me acojono viva.
Si parece que está practicando la mirada "estás muerto para mí" patentada por Lily Aldrin.

Al mismo tiempo, en la habitación del hotel, la patrulla escucha gospel en el micrófono y, claro, se mosquean. Alonso cree que Argamasilla se ha dado cuenta del micrófono, así que Pacino se china consigo mismo y decide arreglar su cagada él solo... bueno, con un poco de ayuda de Amelia, que ejerce de traductora. Gracias a Amelia, Pacino sabe a dónde tiene que ir y qué contraseña usar, así que se presenta en el club, justo cuando Argamasilla le está contando al empresario lo sumamente molón que es el Gran Benito. Pacino, entonces, debe pasar un examen de vidente y el tío lo borda, incluso se marca un John Travolta. Si es que Pacino es un maldito crack. Joder, Pacino, como molas, ¡uhhhh!

Aprovechando la situación, Pacino empieza a hacerse amigo de Argamasilla, incluso finge que ha averiguado su secreto del Ministerio del tiempo con sus poderes. Entonces, Argamasilla le explica que le va a contar su secreto al gobierno americano porque cree que Estados Unidos es un gran país y que podrá cambiar la historia a mejor. Argamasilla le propone colaborar con él, aunque no le presiona porque cree que cada uno debería tomar sus decisiones. Por cierto, por el camino, Pacino flipa bastante al toparse con Clark Gable. Jo, Pacino, te envidio MUCHO.

Argamasilla es Paciner y está a un paso de hacer esto:

Mientras, en el hotel, Amelia está preocupada y cuando Alonso comenta que parece una esposa preocupada, Amelia se china de lo lindo. Alonso le dice que no la entiende, pero que la respeta y que a alguien como él no puede pedirle más. Y me resulta tan mono. Ainss.

Al final, acaban hablando de Houdini. Resulta que Ameliapedia se ha informado y le explica a Alonso que Houdini es un alma atormentada, que únicamente ha querido contactar con su madre tras que ésta muriera. Ameliapedia también explica el espiritismo nace en su época, pero que tras la Primera Guerra Mundial se convirtió en un fenómeno social porque la gente quería comunicarse con sus muertos.

Houdini se reunió con Conan Doyle para una sesión de espiritismo con la esposa de éste, Jean. La mujer escribe una nota como si fuera la madre de Houdini, pero estaba escrito en inglés cuando la señora Houdini nunca lo había hablado y encima en la nota le llamaba Harry, su nombre artístico, cuando ella solía llamarlo Erik. Lógicamente, Houdini se sintió estafado y se fue tan cabreado que dedicó el resto de su vida a desenmascarar a farsantes, aunque también buscaba a alguien con poderes que pudiera contactar con su madre. Resulta que Houdini tuvo dos grandes amores en su vida, su madre y su mujer, a la que le prometió intentar contactar con ella tras su muerte, aunque acordaron una clave para no ser estafada.

Al oír la historia, a Alonso le pasa como a mí y nos encariñamos de Houdini en cero coma. Lo más triste de todo es que Houdini no logró contactar con ninguna de las dos.

Por otro lado, Pacino vuelve con Argamasilla al hotel, donde descubren que al segundo le han dejado una amenaza: o falla la prueba de Houdini o matarán a su padre. Pacino, entonces, lleva a Argamasilla con los demás para ponerles al corriente. Lo malo es que resulta que Argamasilla sí que tiene poderes y en una maleta de Amelia ve el libro sobre Houdini, así que intenta escapar e incluso amenaza con montar un escándalo... algo que Alonso corta de raíz con su delicadeza habitual. Vamos, que lo deja tonto de un golpe.

Amelia deduce lo que ha pasado, pero Alonso insiste en que no es posible, que sólo Dios puede ver a través de las cosas. Pacino decide que lo averiguarán cuando despierte... y así lo hacen cuando Argamasilla demuestra que puede verlos desnudos a través de la ropa. Tío, ¿pero por qué no miras también a Pacino?

 Argamasilla: Me tendréis atado, pero puedo joderos igualmente con mi súper visión de rayos x, muajaja.

Alonso: ¡Admítelo, pervertido! Tienes poderes por el ADN, ¿verdad?

Bueno, a ver, que me pierdo... pero, claro, Hugo Silva... ay... uy... esto... a ver... por dónde iba... ¡Ah, sí! Amelia le explica a Argamasilla que son funcionarios del Ministerio de 2016 y que ellos no han amenazado a su padre. De hecho, Amelia está convencida de que Darrow son los que están detrás de todo, lo que Argamasilla le cuesta creer, ya que tiene una visión un tanto inocente de Estados Unidos... o la tenía hasta que Pacino le dé una clase de historia. Argamasilla quiere comprobar todo lo que le han dicho y la patrulla le promete que así será, una vez estén de vuelta en el Ministerio, aunque primero debe fallar la prueba.

Al día siguiente, Houdini reparte cinco plumas en diez cajas y Argamasilla debe adivinar en qué cajas están. El pobre Argamasilla, para demostrar que no tiene poderes, las falla todas, lo que es prácticamente admitir que los tiene, porque por mera estadística tendría que haber adivinado alguna de las plumas.

Argamasilla intenta marcharse, pero Houdini lo retiene y le felicita por tener poderes. De vuelta en el hotel, Argamasilla no entiende nada, ya que había fallado todas y está muy nervioso. Houdini, además, le ha organizado una fiesta, así que tienen que irse cuanto antes, aunque, claro, no lo van a tener nada fácil. Por eso, a Amelia se le ocurre un plan: contar con Houdini y darle lo que más desea a cambio de su ayuda.

Amelia baja para informar al Ministerio de 1924 y Lola se reúne con ella. Resulta que Darrow quiere matar al pobre Argamasilla en la fiesta y eso es algo que Lola no va a permitir, por lo que se lo cuenta a Amelia, antes de pedirle que la siga. Amelia así lo hace, por lo que Lola le cuenta todo: que trabaja para Darrow, que no quiere que nadie muera y que ha sido Torres quien la sacó de la cárcel y que ésta colabora con Darrow. Por eso, el telegrama no puede llegar a Torres, así que Lola le recomienda que se lo envíe directamente a Ernesto.

 Lola: Hija, mía, qué rancias estamos, que no me dices ni lo bien que me queda el rubio. Pues que sepas que me he estado poniendo al día de The 100 en la furgoneta y puedo soltarte spoilers... y no sólo de tu vida, muajaja.

Amelia: Mierda, con tanto ver Starsky y Hutch con Pacino voy retrasadísima. Maratón en cuanto vuelva.

En la fiesta, el pobre Argamasilla está al borde del pánico y, claro, no ayuda que sea capaz de ver que todos, salvo los camareros, llevan pistola. Mientras los chicos controlan la sala, Amelia va a hablar con Houdini y le dice la clave que él había acordado con su mujer, dejándolo súper mega flipado. Amelia le ofrece la posibilidad de ver a su madre de nuevo, mientras un camarero le da una copa de champagne a Argamasilla. Éste está a punto de beber, cuando lo detiene Alonso al reconocer al camarero como un agente de Darrow.

En esas llega a Amelia para llevárselos de ahí, aunque el americano se da cuenta y pasa de cualquier atisbo de discreción y les persigue para dispararlos. Sin embargo, la patrulla y Houdini se han metido detrás de una cortina y éste les ha hecho desaparecer.

Houdini (cantando): Cuando crees que me ves, cruzo la pared...

Vuelven a aparecer en la habitación de hotel, justo cuando Amelia está diciendo que no pueden irse sin más. Todos se dan cuenta de que eso ya lo han vivido y aparece Houdini detrás de ellos, diciéndoles que no tienen tiempo que perder. El pobre Alonso no gana para disgustos, ya que no deja de flipar.

Así que, nada, los tres chicos vuelven al Ministerio, donde llegan a Argamasilla frente a Salvador (¡sí, ha vuelto! Ahora os cuento eso), todos se alegran un montón de verlo de nuevo y encima Salvador nos ficha a Argamasilla (que acepta al examinar a Irene). Por favor, que tengan una segunda patrulla con Pacino y Argamasilla y que, si eso, vayan rotando. En serio, molan todos un montón, así que sería muy genial volver a ver a Argamasilla en acción.

Argamasilla: ¿Y estos por qué están tan contentos?

Por su parte, Amelia lleva a Houdini a ver a su madre en una escena súper bonita, que me ha sacado la lagrimita entre la música y la carita de Houdini. Ay. De hecho, hasta la oye llamarlo, que era lo que más deseaba en el mundo. Al volver junto a Amelia, le jura que guardará su secreto. Oye, bien pensado, podrían traer de vuelta a Houdini también, que mola mucho.



Y ahora sí que me toca contaros la historia de cómo Salvador volvió a su puesto. ¿Recordáis que Torres no tenía ni idea de la misión? Pues bien, ella se mosquea porque sea Ernesto quien decida todo, mientras ella permanece in albis, pero Irene le echa un cable a él para que no pase nada. Esto hace que por fin Irene y Ernesto se sienten a hablar sobre lo que está ocurriendo. Ernesto piensa que es una traidora porque precisamente fue Salvador quien le dio otra oportunidad y le traicionó, a lo que Irene le dice que Salvador cometió errores. Entonces, Ernesto señala que ninguno de sus errores fue tan grave como el de la epidemia, por mucho que se alegre de que esté viva. Round 1 para Ernesto.

Resulta que Irene no lo está tanto y que hubiera preferido morir ella a todo lo que pasó. Entonces, le echa en cara que no respete a Torres y saca a colación lo típico de “no soportas que te mande una mujer”. Ernesto, sin inmutarse, le dice que la incompetencia no entiende de sexo. Round 2 para Ernesto.

Más tarde, Irene está con Torres y ésta le echa en cara que justificara a Ernesto. Irene cree que no pueden convertir cada reunión en una guerra, aunque Torres tiene una solución: echar a Ernesto tras que acabe la misión. ¡Será zorra! ¡Eh, no, ni de coña, que Ernesto mola mucho! Irene también se escandaliza y acaban discutiendo por lo que hizo Torres, pero ella está muy tranquila porque haría cualquier cosa por Irene, algo que a ésta no le parece bien.

Torres: ¡Maldita sea! Es que encima Ernesto no me manda vidas del Candy Crush, ya podría aprender de mi amiga Celia, tsk.

Tras una noche de pasión, Irene no puede dormir, así que le cotillea el móvil a Torres. Al día siguiente, tarda cero coma en ir a ver a Ernesto, que a su vez ha recibido el telegrama de Amelia, así que los dos se acaban de enterar de que Torres colabora con los americanos. A Ernesto le sorprende que Irene le mirara el teléfono y a ella que sólo le sorprenda eso, no el que durmieran juntas, pero Ernesto le dice que hay cosas que se notan: cómo la mira, por cómo le habla, el que casi matara a todo el Ministerio por salvarla...

Total, que los dos deciden que hay que intervenir (por muy duro que le resulte a Irene), así que se reúnen con Salvador, que aprovecha para trolear a Irene. Ernesto intenta poner paz para ir directamente al grano porque hay un operativo abierto... y básicamente se mea un huevo. La cuestión es que necesitan encontrar pruebas porque, claro, lo único que tienen es el testimonio de Lola y como que no. Salvador decide que tienen que pedirle ayuda a sus amigos de 1924.

Ernesto: Maldita sea, ¿voy a tener que llamar al Hermano mayor o qué? Encima me hago pipi...
Hola, me llamo Andrea y soy tan tonta que imaginarme a Ernesto diciendo "pipi" me hace muchísima gracia.

Así básicamente le tienen una trampa a Torres, haciéndole creer que Hoover ha interceptado a Argamasilla, por lo que Torres llama al jefazo de Darrow en cero coma. Ernesto e Irene aparecen para decirle que lo han grabado todo, que es una traidora y demás. Torres se defiende diciendo que Darrow no es el enemigo, sino que les puede ayudar con el dinero y que si no se lleva ella la comisión, lo hará otro. Sin embargo, Irene se muestra inflexible y la larga por corrupta.

Comentemos la mala suerte que tiene Irene con las novias (y lo mucho que le gusta traicionar, que ha traicionado a la traidora con la que traicionó a Salvador tras que le perdonara una traición anterior... vaya trabalenguas más majo me ha quedado). Yo sigo pensando que haría buena pareja con Lola, que encima no es mala gente. O que traigan a una agente para que Irene se líe con ella y formamos una segunda patrulla con Pacino y Argamasilla, ya que el segundo me ha parecido amor y no quiero que se vaya Pacino.

De hecho, en el avance vemos que ya en el siguiente sale Julián y, a ver, no es que lo odie ni nada, pero es que no quiero que se vaya Pacino. Es tan genial y hace tan buen equipo con los demás. De hecho, en mi opinión funciona muchísimo mejor que Julián y siempre anda dejando momentazos como en este episodio haciéndose pasar por vidente.

Bueno, pues eso, que esto me está quedando muy largo: un episodio súper molón, muy entretenido y con una trama súper bien pensada y, como es marca de la casa, lleno de secundarios muy memorables. El final con Irene recapacitando y haciendo posible que la familia se reúna ha molado mil y qué gusto da tener a Salvador de vuelta :3

El siguiente pinta bastante curioso, porque más que una misión en sí, parece que nos van a dar distintas historias y emparejamientos: Julián en Cuba, Alonso detenido en una manifestación, Amelia e Irene investigando algo y Angustias y Ernesto buscando facturas. Que, por cierto, ¡¿qué es eso de un hijo secreto de Ernesto?! ¡OMG! ¡Eso no lo veía venir, no de Ernesto! Flipo.