viernes, 30 de enero de 2015

Cinco consejos para mejorar Sleepy Hollow

El año pasado uno de mis estrenos favoritos fue Sleepy Hollow, pero en esta segunda temporada la serie se les ha ido de las manos y no termina de convencer. Vamos, es lo que pasa cuando manejas elementos tan dispares y de forma tan loca, que un simple desliz y todo se va a la mierda como un castillo de naipes. Sin embargo, los guionistas se han dado cuenta de que la cosa no funciona y están intentando arreglar la serie. De hecho, desde que volvieron del parón navideño están cambiando cosas.

Y como una es así de generosa... Vale, y adora a Tom Mison con su british acent por encima de todas las cosas, pues tiene unos consejillos para arreglar Sleepy Hollow.

1. El equilibrio es bueno, los dramas en exceso malo

Durante la primera temporada, supieron combinar muy bien las tramas a largo plazo con las relaciones entre los personajes y los casos semanales. En serio, todo era como un puzzle donde todo encajaba bien: todos los personajes tenían su desarrollo, se molestaban en explorar las distintas relaciones entre ellos y la combinación de los dos tipos de trama funcionaba muy bien.


Pero, oh, ahora la mayoría de las veces, todo trata sobre esa trama a largo plazo que, de hecho, han quemado en once episodios. Ha sido todo demasiado intenso, demasiado a bocajarro y no siempre les ha dado buenos resultados. Mejor cuando todo es más equilibrado, fluido, y cuando los giros son menos, pero más efectivos.

2. Un poquito de mal rollo, por favor

Sleepy Hollow, entre otras cosas, podía ser muy creepy. En serio, tanto los monstruos como las situaciones eran inquietantes: Moloch, Andy, los bosques, el purgatorio... Hasta las visiones que tenía Ichabod de Katrina daban mal rollo, así, en general. Ahora no, han perdido esa ambientación que distinguía Sleepy Hollow y, al menos yo, la echo de menos.

Antes veíamos cosas así y ahora...

No he podido resistirme a poner el gif, no. Jo, es muy difícil resistirse a este hombre en movimiento.

Aunque, eso sí, he de admitir que varios elementos de los casos de los dos últimos episodios sí que volvían a intentar tener ese elemento mal rollero: tanto la pintura como el pintor cubierto de sangre de Pittura Infamante daban miedito, al igual que el demonio del último episodio, Kali Yuga. De hecho, éste último ha tenido momentos de tensión muy conseguidos, sobre todo ese tramo final, así que espero que vayan por ahí.

3. El sentido del humor ayuda

La primera temporada de Sleepy Hollow fue tremendamente divertida. Sí, Abby e Ichabod estaban impidiendo el fin del mundo, pero eso nunca les impidió el tener escenas distendidas, ni el pasar buenos momentos. De hecho, ver a Abby enseñándole el siglo XXI a Ichabod era un parte importante de los episodios y siempre, siempre, resultaba muy gracioso.

Sin embargo, durante lo que llevamos de temporada el sentido del humor ha disminuido drásticamente y tenemos más dramas familiares insufribles que esas tonterías tan guays y que tanto molaban. Yo quiero ver a Ichabod aprendiendo a usar un coche o incluso quejándose de lo pedante que era Benjamin Franklin mientras Abby alucina. Sí, los dramas son importantes, pero no hay que perder el sentido del humor, sobre todo cuando es un elemento que funciona muy bien y tienes un grupo de personajes donde el colegueo se palpa. Eso sí, en el último episodio han recuperado ese espíritu de nuevo y hemos tenido a las hermanas Mills llevando a Ichabod a un karaoke, lo que ha molado mil.


De hecho, el humor se les da tan bien que el único personaje que de verdad ha cuajado dentro del grupo no ha sido ni la señora Crane, ya conocida, ni jinetes, ni hostias, sino el nuevo, el único divertido: Hawley, ese cazador de artefactos mágicos que tiene una moralidad dudosa, es impredecible y mola un montón.

4. Los personajes que molan no deberían desaparecer

En la primera temporada Jenny no era fija, pero empezó a aparecer con más asiduidad y acabó siendo ascendida a regular, lo que era una gran noticia porque Jenny mola cantidad. Luego llegamos a la segunda temporada y Jenny debió de irse a una playa a tomarse unos mojitos o algo porque la hemos visto muy poco y yo no lo entiendo porque Jenny no sólo mola, sino que interactúa muy bien con Abby e Ichabod.


De hecho, también han tenido episodios donde o bien Abby o bien Ichabod estaban más de adorno que otra cosa (vale, ver a Ichabod enfermito fue gracioso) y su relación se ha resentido. Otra cosa que no entiendo, porque la relación entre Abby e Ichabod es de lo más conseguido y son los que mejores escenas dan. Al menos, de nuevo en este último episodio, han decidido tratar el tema. Y como soy positiva, voy a tomarme las palabras de Ichabod como una promesa de los guionistas de que tienen que cuidar la relación de ambos y así lo van a hacer. Porque encima han demostrado que esa relación es mucho más natural y sana que otra en la que los guionistas parecen empeñados en no desistir.

Y, por cierto, eso me lleva al siguiente consejo:

5. Personajes coñazo, a freír espárragos. O, lo que es lo menos, menos Katrina y cía

Vamos a ser honestos: Katrina es un puto coñazo. Katrina es tan aburrida que ni siquiera la odio, que ya es decir. Además, es un personaje completamente inútil que no pinta nada: es una bruja pésima y cuyos poderes nunca sirven para nada, hace lo que le viene en gana caiga quien caiga y Katia Winter es la típica actriz que es más guapa que actriz y parece estar en una serie distinta al resto del reparto. Ni siquiera introduciéndola en la vida moderna, ha logrado mejorar.

Es aparecer Katrina en pantalla y saber que la diversión se acabó.

Ya te digo yo que lo eres, Katrina.


Lo peor es que no está sola, porque gracias a ella tenemos a Henry y al pesado de Abraham, que es otro que hasta aburre a las ovejas. Henry no es santo de mi devoción tampoco (adoro a John Noble, pero no termina de convencerme como jinete, lo veo hasta sobreactuado, con lo chachi que era cuando fingía ser bueno), aunque al menos hace cosas interesantes y pone a los demás en jaque. Los otros dos, en cambio, sólo son un coñazo. Un auténtico coñazo.

Estoy harta de los dramas de Katrina, que es la responsable de todos. De hecho, ha llegado un momento en que ni siquiera comprendo que Ichabod siga ahí, intentando darle una oportunidad a su matrimonio. A ver, Ichabod, cariño, ¿cuántas oportunidades piensas darle? Porque llevamos catorce episodios con la tontería, dándole vueltas al tema y no hay avance, lo que es muy desesperante.

Es que, encima, la señora Crane menudo cuajo que tiene. De verdad que yo ya no sé si quiere a Ichabod o su única intención es mantener al testigo, vamos, a Ichabod vigilado: entre las medias verdades, las mentiras, las manipulaciones y la forma que tiene de usar su matrimonio como un arma para salirse con la suya, no entiendo que Ichabod siga ahí, de verdad.

Además, se está interponiendo entre Abby e Ichabod y eso no mola nada de nada, al igual que su excesivo protagonismo. Así que, guionistas, mandadla la purgatorio de nuevo, volvedla mala o directamente matarla, me da igual, pero tanto Katrina como Abraham son dos coñazos que no interesan lo más mínimo y que deberíais cargaros de una vez. Yo sería muy feliz con las hermanas Mills, Ichabod y Hawley investigando casos raros, como una especie de versión moderna de Scooby Doo; siempre se pueden comprar un perro.

Y vosotros, ¿os está gustando la segunda temporada de Sleepy Hollow? ¿Cambiaríais algo de ella y qué sería?

miércoles, 28 de enero de 2015

Oda a Galavant

Bueno, pues esta semana se ha terminado la primera temporada de Galavant y el mundo va a ser un poquito peor porque no tendremos nuestra ración de aventuras locas y canciones graciosas. De hecho, estoy por arrancarme a cantar una balada tristona para que quede claro cuánto voy a añorar sus números musicales, sus chistes y a sus estupendos personajes.

Bueno, vale, Madalena, si te pones así no canto, chica.

También estoy por suplicarle a la ABC para que la renueve por una segunda temporada. Total, ¿qué les cuesta darnos otros ocho episodios de nada?

Por favor, ABC, por favor, por fa, renuévala.

En serio, si no la renuevan, me llevaré un disgusto muy grande... tan sólo superado por si renuevan Revenge por una quinta temporada. Por favor, por favor, gente de ABC, majos, terminad la tortura de la segunda y renovad Galavant, por fis. A mí me parece un intercambio bastante razonable.

Y es que, aunque Galavant no es la serie perfecta y aunque algunos números musicales han sido un poco meh (a mí la canción de Madalena me aburrió un montón y no aprovechó lo graciosa que puede llegar a ser Mallory Jansen), sí que ha tenido muchas, muchas virtudes que hacían de ella una serie maravillosa con la que pasabas 40 minutos con una sonrisa casi perenne en la cara.

Por un lado, me ha sorprendido muy mucho como han avanzado en la trama para ser una comedia de 20 minutos y contando únicamente con 8 episodios. En serio, tanto la historia como la situación en la que los personajes están ahora mismo no tiene nada que ver con su inicio y, lo mejor, todo ha quedado bastante natural. Sí, hay muchas cosas absurdas, pero es una comedia musical sobre un cuento de hadas, ¡el absurdo ya está en su planteamiento!


Así que, sí, las puertas de la mazmorra se abrían y todos siguen presos.

Y, sí, Isabella está prometida con un niño pequeño que la ha encerrado en la casa de muñecas más creepy de la historia. ¡Pero qué narices! Galavant no tiene que tener sentido, sino divertir e interesar y es lo que hace.

Porque ha conseguido que todos los personajes molen, incluso esa Madalena que se ha destapado como la villana más despreciable posible. Porque, oye, Madalena es un putón egoísta y vil que disfruta con el poder y jodiendo al personal, pero es muy clara, le encanta serlo y, como ya he dicho antes, Mallory Jansen tiene mucha vis cómica y hace que su Madalena sea tan malvada como divertida. Así que yo he disfrutado muchísimo viendo como pasaba de mera mantenida a hacerse con el trono sin despeinarse.


Todo eso, mientras el supuesto malo de la serie, el rey Richard, se mostraba como alguien más complejo de lo que parecía. Sí, es el ideólogo del retorcido plan para matar a Galavant, no tiene reparos en cargarse a quien sea, pero también es alguien que sólo busca que le quieran un poco, con un sentido del humor peculiar y, en cierta manera, un buen tío. Sólo hay que ver como se hizo amigo del juglar, aún sabiendo que era, palabras textuales de su zorrupia majestad, el boy-toy de Madalena.

Yo sigo amando al rey Richard por encima de todas las cosas y he disfrutado como una enana de su amistad con el cocinero y sobre todo con Gareth. También me ha gustado como, tras toda la temporada con Gareth diciéndole que se comportara con más cojones, lo hiciera al final. Aunque nada ha ganado a ese momento tan tierno, después de que Richard cantara esa nana tan bonita, con Gareth salvándole de Madalena y mandándolo con Galavant de vuelta a su reino para que esté a salvo en un barco pirata (si tenemos segunda temporada, que ojalá, pido que los piratas sean los comandados por Lord Grantham).




No, en serio, muero de amor con esos dos. Qué amistad más rebonica.

La verdad es que pintan bien las tramas propuestas de cara a esa segunda temporada, con Galavant cuidando del rey Richard. Y, sobre todo, haciéndose amigos, que eso yo lo veo venir, sobre todo tras ese hilarante número musical que han tenido juntos en el último episodio. Por cierto, me declaro fan de póster de ese número, porque ha sido uno de los mejores que han tenido. Qué risas, por favor.

También me interesa saber qué papel jugará Gareth, porque está claro que ahora Madalena se ha hecho con el trono de Valencia (yo la quiero vestida de fallera mayor, por cierto) su papel de villana aumentará, pero no sé qué hará Gareth: ¿seguirá siendo leal a Richard o preferirá el poder? ¿Se dejará seducir por Madalena? ¿Y qué será del pobre Sid que ha sido el único que se ha quedado como preso en el palacio?


El cliffhanger de Isabella ha sido el que más igual me ha dado porque, de hecho, la princesa de Valencia es la que menos me interesa de todos.

A decir verdad, ha sido el único personaje principal que no ha tenido un episodio centrado en ella y, también, el personaje más tópico. Es curioso porque los guionistas de Galavant han mostrado tener mucho cariño por todo su elenco: empezando por esa extraña (y brillante) pareja formada por el cocinero (que ya tiene hasta nombre) y Gwynne, que es tan lúgubre que deja a las góticas de alegres animadoras, y terminando por el juglar o los reyes de Valencia, que han tenido momentazos en los dos últimos episodios.

Los guionistas podían solucionar cosas de forma absurda, incluso olvidarse de ciertos detalles, pero no se han olvidado nunca de sus secundarios. Y eso mola, sobre todo porque yo le había cogido cariño al bufón, por ejemplo.

Otra cosa que me ha gustado de Galavant es que tiene un ligero toque de metaficción y lo ha tenido en su justa medida. Es decir, algo tipo Abed en Community y no tan bruto como hicieron en el episodio 100 de La que se avecina. Es decir, los personajes eran muy consciente de que, de repente, se ponían a cantar sobre sus sentimientos y no tenían reparo en hacer comentarios al respecto (el rey Kingsley dejando grogui a Galavant porque era un pesado cantando, por ejemplo). El juglar que actuaba a veces de narrador, también comentaba cosas como que nos estaba poniendo al día o que estábamos ante el final de temporada, todo ello con gran sentido del humor.


Porque, en serio, me he reído muchísimo con Galavant. Vale, no todas las bromas funcionaban igual, pero es que las han tenido tan buenas que todavía las recuerdo: el juego de palabras del eunuco, el episodio en el que todos decían algo súper rebuscado para quedar y otro personaje decía lo de "a las nueve, ¿no?", el mago Xanax, los reyes de técnicamente al lado del mar...

Vamos, así, como resumiendo, que Galavant me ha encantado y espero que la renueven, aunque sea difícil. Pero, jolín, es que ha tenido muy mala suerte con su emisión, pues los episodios del tres al seis siempre coincidían con algo importante (los Globos de oro y un partido decisivo de cara a la Super Bowl, si no me equivoco). Además, aunque no haya llegado a la audiencia que tiene Once upon a time, cuyo hueco ha heredado, sí que ha superado a las otras dos ficciones que la ABC emite el domingo: Revenge y Resurrection.

Sí, me estoy dando ánimos a mí misma, xD.

PD: Este post ha sido escrito mientras mi baby Groot y yo movíamos nuestros cabezones al unísono al ritmo de I want you back. Sí, me ha parecido muy apropiado, dado que estaba hablando de un musical y, así, de paso, os doy envidia, muajaja... Creo que se me ha pegado la maldad de Madalena. Ay.

lunes, 26 de enero de 2015

Ofrenda a la tormenta

El año pasado descubrí la trilogía del Baztán de la autora Dolores Redondo, cuyas dos primeras partes son El guardián invisible y Legado en los huesos. Luego, tuve que esperar a que publicaran la última entrega, Ofrenda a la tormenta, y a que pudiera hacerme con ella. Vamos, que cuando se lo regalaron a mi padre estas Navidades, lo cogí con muchas, muchas ganas y prácticamente me lo leí en dos días porque, otra cosa no, pero está de lo más interesante.

Ha pasado un mes desde que Amaia recuperara a su hijo y su madre, Rosario, desapareció, por lo que todos la dan por muerta. Sin embargo, Amaia no sólo no se lo cree, sino que teme que Rosario vuelva a terminar lo que empezó. El desasosiego es peor porque, a excepción de su compañero Jonan, nadie comparte su opinión.

Además, la muerte súbita de una niña en Elizondo no parece tal, sino un asesinato, ya que la pequeña tiene marcas en la cara y su padre intenta llevarse el cadáver. Según la bisabuela del bebé, el responsable no es ni más ni menos que Inguma, un demonio que bebe el aliento de los niños y les roba la vida. No obstante, a medida que Amaia se involucra en el caso, empieza a pensar que lo que ocurre es mucho peor, pues empiezan a aparecer casos demasiado parecidos al de la niña de Elizondo.

Llegamos al final de la trilogía del Baztán y lo hacemos con un caso que, aunque no nos pilla de nuevas, sí que resulta inquietante y aterrador desde el principio. Porque habrá muchas novelas negras, muchas historias horribles, pero hay pocas tan descorazonadoras y angustiosas como esta. Al menos, a mí el que se fueran asesinando a bebés recién nacidos me resulta una idea muy, muy fuerte.

Además, es que Dolores Redondo, una vez más, logra que la maldad esté muy presente a lo largo del libro, que la palpes y que te envuelta. Porque, de nuevo, la ambientación de la novela es maravillosa y es que la pluma de Dolores Redondo logra transmitir muchísimo: agobio, maldad, inquietud... Es muy sencillo compartir el miedo de Amaia hacia su madre, también el desasosiego en general que hay en su equipo porque, en serio, menudo caso truculento que tienen entre manos.

Eso sí, lo que no es tan sencillo es soportar a la inspectora Salazar.

Digamos, antes de pasar a la parte con spoilers, que la trama y las subtramas protagonizadas por los secundarios son lo que salva Ofrenda a la tormenta porque lo que es la protagonista, no puede resultar peor. Sí, el caso y la forma en la que la autora cierra la historia que ha planteado a lo largo de las dos novelas anteriores están muy bien, pero su protagonista no está a la altura.

Y, a partir de aquí, hay spoilers.

Así como en la primera novela sí que me gustó, en la segunda empezó a perder puntos a mansalva (las broncas histéricas a su marido por no ser capaz de amamantar a su hijo eran para mandarla a la mierda, por poner un ejemplo) y en esta tercera parte directamente me han entrado ganas de tirar el libro, a ver si así la inspectora Salazar se dignaba en usar su cerebro un mero segundo. Menos mal que se supone que es una policía estrella, porque si llega a ser una normalita, a lo mejor se le olvida cómo se respira o algo parecido.

Porque más que la inspectora fuerte, inteligente e intuitiva que se supone que es, lo que tenemos en Ofrenda a la tormenta es una adolescente hormonada, pava y egoísta incapaz de mirar más allá de su ombligo. No sólo es incapaz de ceder en nada, sino que era harto evidente quién era el malo de la historia y ella ni siquiera sospecha ni una sola vez y eso que tenía pruebas. Hostia puta, en serio, ¿qué necesitaba? ¿Un cartel luminoso señalándolo como si fuera un casino de Las vegas?

En serio, Jonan aparece asesinado en su casa, a manos de alguien a quien conocía y a los pocos días a Amaia le llega un mensaje del difunto con investigaciones sobre el caso y también de Markina, quien le había jodido la investigación en el cementerio francés y ni siquiera se lo plantea. WTF?! Mucho preguntarse qué quería decirle Jonan con su mensaje y ni siquiera piensa que a lo mejor quería advertirle del juez. De verdad, qué estupidez más grande.

Y, por si no tuviera poco con su propia estupidez (nunca le perdonaré que sospechara de sus propios hombres, que tanta lealtad le han ido mostrando, antes de pensar en el juez), va y engaña una y otra vez al pobre James mientras está en Estados Unidos porque operan a su padre. O sea, en serio, ¿qué mierda le pasa a esta mujer? Lo peor es que ni sentirse culpable, ni remordimientos ni siquiera interesarse por cómo va la operación del padre de su marido o cómo está pasando éste el trago.

Eso sí, ni Basajaun, ni Inguma, ni Cristo que lo fundó, el auténtico ser sobrenatural del libro es James, cuya paciencia rivaliza con la del santo Job. No sólo Amaia pasa de él continuamente, sino que encima le engaña, él lo sabe y sólo le pide que vuelva. En serio, yo soy James y a la inspectora la aguanta su tía.

Por suerte, como he dicho antes, el resto de personajes salva el libro, en especial las dos hermanas de Amaia, que protagonizan la subtrama más interesante de toda la novela. Me encantó cómo Ros consigue hacerse de una vez con el control de la empresa, la forma en la que se encara a Flora y, desde luego, las apariciones de Flora valen su peso en oro. Creo que Flora es el personaje más interesante de la trilogía: es una tocanarices el quince, una zorra cruel, pero también una persona con su corazón y sus problemas, lo que no deja de hacerla más interesante. Tras conocer su historia, una se pregunta cómo pudo defender tanto a su madre.

Lo único que he echado de menos y fue algo que sí que me decepcionó de Ofrenda a la tormenta es el poco papel que tiene Rosario y que no hubiera un cara a cara con su hija. En las dos primeras entregas, sobre todo en la segunda, Rosario era un personaje de esos que siempre se recuerdan: completamente malvada, inquietante y muy, muy fuerte. Por eso, el que acabara suicidándose sin verse las caras con Amaia me decepcionó mucho. Menudo final más poco a la altura con lo gran personaje que fue Rosario.

Aunque fue lo único que me sorprendió a lo largo de la lectura. Porque, eso sí, Ofrenda a la tormenta es, desde luego, el libro más predecible de los tres: la identidad del malo se sabe prácticamente desde el principio e incluso los pequeños giros (como la relación de Flora con Anne) se podían adivinar fácilmente. Por suerte, el libro sabe enganchar y es muy, muy adictivo. Yo me lo leí en dos días, me era muy difícil dejar de leer.

Dado los cabos sueltos que han quedado, imagino que, aunque la trilogía del Baztán se ha terminado, la autora no va a renunciar al personaje, pues está claro que ahora tiene que ir a ayudar a Dupree, que es como termina el libro. ¿Habrá investigaciones de la inspectora Salazar en Estados Unidos? ¿Sabremos al fin qué diantres ocurre con ese hombre? A mí siempre me ha dado la sensación de que está muerto, paranoias mías que no tienen mucho sentido, pero cierto es que en esta saga lo cotidiano y lo sobrenatural van de la mano.

A ver con qué nos sorprende la autora en el futuro. Eso sí, si sigue contando con Amaia Salazar por favor, por favor, que la mejore en vez de empeorarla todavía más.

El próximo lunes literario estará dedicado a... Magisterium I. La prueba de hierro de Holly Black y Cassandra Clare.

viernes, 23 de enero de 2015

The Librarians y el telar de las tramas

Hoy os vengo a contar las maravillas de una serie que esta semana ha terminado su primera temporada y que me ha encantado de principio a fin: The Librarians.

Ya, lo sé, no hago más que recomendaros nuevas series, como si no vierais las suficientes. Si a mí me pasa lo mismo, que a veces hasta me niego a ver alguna, pero ciertas personas acaban insistiendo tanto que acabo cayendo... Ainss, qué dura la vida del seriéfilo. Pero, bueno, os prometo que The Librarians merece muy mucho la pena, así que seguid leyendo para saber por qué.


Le tenía muchas, pero muchas, ganas a esta serie en primer lugar porque su responsable es Dean Devlin, cuyo anterior proyecto fue Leverage que es una de mis series favoritas (es fantabulosa total, en serio, deberíais verla a la de ya, hacedme caso) y en segundo lugar porque las tv-movies en las que se basa me encantaron. Las tres películas de The Librarian (o El bibliotecario en español) están protagonizadas por Noah Wyle (que para mí será John Carter por siempre jamás) como Flynn Carsen y son una especie de Indiana Jones más empollón y excéntrico y con elementos mágicos. Si os gustan las películas de aventuras y búsquedas del tesoro, vedlas porque os molarán.

Ahora bien: ¿es necesario ver las películas para entender la serie? No, en absoluto, porque el episodio piloto (que es doble, por cierto) está tan bien planteado que te introduce en el mundo de La biblioteca, mientras se avanza en la trama. Es cierto que si has visto las películas, comprendes mejor las motivaciones de Flynn, más que nada porque a ti también te toca la patata lo que pasa en el piloto, pero el espectador que se asome por primera vez a esta saga no se perderá.


Que, por cierto, no os he contado de qué trata exactamente The librarians.

Existe una biblioteca ajena al mundo que todos conocemos, donde se guardan aquellos objetos que tienen poderes mágicos para evitar que caigan en malas manos. El responsable de velar por ella y de lidiar con dichos objetos es El bibliotecario. El actual Bibliotecario es Flynn Carsen que, en medio de una de sus aventuras, acaba conociendo a la coronel Eve Baird que, evidentemente, alucina con Flynn y su trabajo. Todavía anonada por lo que ha visto, recibe un sobre de parte de La biblioteca y es que resulta que ha sido elegida por ésta para ser la guardiana de Flynn, algo que al hombre no le hace ni la más mínima gracia porque lleva mucho tiempo trabajando solo.

Sin embargo, pronto necesitará la ayuda de Baird porque descubre que alguien está matando a posibles bibliotecarios. Así, los dos van en busca de los tres candidatos que siguen con vida: Cassandra Cillian, un genio de las matemáticas que, debido a un tumor, sufre alucinaciones cada vez que usa su don; Ezekiel Jones, un experto ladrón y hacker; y, finalmente, Jake Stone, un superdotado experto en arte y arquitectura que, sin embargo, oculta su talento y lleva una vida de lo más sencilla.

Desde ese punto de partida, las cosas se comienzan a liar hasta el punto de que la magia resurge y los personajes acaban formando un equipo que viaja de un lado a otro investigando casos para recuperar objetos mágicos. No daré más detalles para que, si la veáis, os sorprenda. Sólo os diré que es muy divertida, pasan muchísimas cosas y está muy, muy chula. Es como una versión friki de Indiana Jones, lo que mola mucho.

Hombre, Christian Kane, qué alegría verte de nuevo en una serie :3

Su planteamiento recuerda a Almacén 13 (un grupo de personas que cazan artefactos con poderes para custodiarlos y que no hagan daño), aunque logra distanciarse de ésta y sólo tienen en común la caza de objetos mágicos. Bueno, y que ambas son muy entretenidas y también muy divertidas. No obstante, ni los personajes, ni los casos son parecidos.

De hecho, es curioso como en The librarians usan muchos tópicos del género para basar sus aventuras, pero logran darles un giro y hacerlos suyos. Por ejemplo, hay un episodio basado en cuentos de hadas, otro sobre una casa encantada, uno navideño con visita de Santa Claus incluida, uno con una feria de ciencias en un instituto... Son tramas que habremos visto muchas veces en otras series, pero aquí tienen su toque especial y te acaban sorprendiendo. Hay que ver, por ejemplo, como le dieron la vuelta al concepto de casa encantada en And the heart of darkness y lo logrado que fue todo el episodio.

Otra cosa que tiene a su favor son los personajes. Todos ellos tienen algo que los distingue y que hace que tengan un conflicto: Baird no termina de creerse lo que está viviendo, Stone no asume su talento, Cassandra tiene un tumor que podría matarla en cualquier momento, Jenkins no está acostumbrado a trabajar con personas tras haber estado mucho tiempo solo en el anexo... y Ezekiel es muy feliz consigo mismo, la verdad, xD. Esos problemas hacen que la dinámica sea más interesante. Sí, aprenden a llevarse bien y se nota la camaradería entre ellos, pero todos los personajes son humanos y meten la pata o no se ponen de acuerdo y es muy curioso ver la relación que se estable entre todos ellos.


Además, The librarians es la típica serie donde, por suerte, todos te caen bien y, en realidad, tienes problemas para decidir quién es tu favorito.

Yo hasta tengo problemas para decidirme con quien shippeo a Cassandra.

Así que The librarians es muy entretenida de ver, te caen todos genial y las aventuras están muy bien planteadas, algo que confirmas al ver el final de temporada. Por cierto, os diré que el final de la primera temporada está escrito de tal manera que serviría como final de la serie, pero deja la puerta abierta a una segunda temporada que, espero, tenga lugar porque es uno de los estrenos que más me ha gustado de este año.

Y ahora sí que sí, voy a hablar del final de la primera temporada, así que habrá spoilers, y os aconsejo que, si vais a hacerme caso y verla, paséis ya de esta entrada. ¿Habéis dejado de leer? ¿Si? Eso espero.

La cuestión es que la forma en la que Dean Devlin ha planteado la temporada ha sido muy, muy chula. A priori, eran meros episodios auto-conclusivos, como si fuera un procedimental sobrenatural más, y en parte lo era, pero también todo tenía su razón de ser. Porque, al final, todo está relacionado como en el telar del destino que tanta importancia tiene en el último episodio.


Sí que era cierto que había elementos de continuidad como la búsqueda de Flynn de la biblioteca, la lucha contra La hermandad de la serpiente y las ligeras pistas que apuntaban a que la trama tenía que ver con los mitos artúricos. No en vano el villano se llamaba Dulaque, que vendría a ser Du Lac, el apellido de Lancelot (sé que en español es Lanzarote, pero me niego a usarlo) algo a tener en cuenta sobre todo cuando el primer caso trataba sobre la corona del rey Arturo y Excalibur. Además, poco a poco, nos dieron ciertas pistas acerca de Jenkins, todas ellas muy bien introducidas: lo ambiguo que era al hablar sobre su estancia en el anexo, la conversación con Dulaque, el reconocer a Morgana...

El último episodio ha sido muy, muy divertido con Eve saltando de una realidad a otra junto a un Flynn que no recordaba nada. Ver cómo cambiaba el mundo dependiendo de quién se había convertido en Bibliotecario y cómo los personajes que conocíamos cambiaban dependiendo de dicha elección era tan interesante como divertida la reacción de Eve al descubrirlo. Sobre todo me quedo con el momento en que Stone le dice que salían juntos y la de veces que ella lo niega, xD.

Fan absoluta de las pintas alternativas de los tres.

Aunque lo que más me ha gustado ha sido ver que todos los episodios tenían su razón de ser: el haber ayudado a Santa Claus permite que Eve sea consciente de todo el embrollo temporal, los elementos que han ido encontrando son los que les ayudan a salvar el mundo y, de paso, encontrar al fin la biblioteca lo que, a su vez, permite que Flynn salve a Eve exactamente con la misma poción que usa en el episodio piloto. La temporada ha quedado como muy circular: se inició con la aparición de Dulaque, la llegada de los tres candidatos y la desaparición de La biblioteca y se ha cerrado con la derrota de Dulaque, la reaparición de La biblioteca y los candidatos marchándose a investigar por su cuenta, mientas Eve y Flynn se quedaban en ésta última.

Muy chachi piruli todo, vamos.

Además, la revelación de que Jenkins era Galahad fue muy chula. Que era un caballero de Camelot era algo que se venía sospechando (la de teorías que sacamos Artemisa y yo por tuiter) y al final resultó ser Galahad. Aunque lo que de verdad moló fue tanto la escena en la que lo cuenta (sobre todo por lo a tiempo que fue su aparición y el enfrentamiento con Dulaque) como la que mantiene con Eve, insinuando que todo ha sido obra suya para impedir que Dulaque cambiara el pasado y evitara la caída de Camelot. Hay que ver como controla Jenkins, colega.


Con todo lo sucedido en el final de temporada, queda abierta la puerta hacia la segunda y lo hace con la promesa de cambios: la introducción de Camelot podría traer consecuencias (me molaría ver pasar a más personajes relacionados con los mitos artúricos), ahora tienen a La biblioteca y Flynn ya no tendría que estar desaparecido buscándola. Imagino que la intención de los guionistas es tener a Flynn en la segunda temporada como fijo, en vez de recurrente, sobre todo porque Noah Wyle protagonizada Falling skies que si no ha terminado ya, termina este año.

Espero que sea así porque Flynn es un amor de personaje y me gusta mucho su dinámica con Eve. Así, además, podríamos tener dos casos por episodio y la posibilidad de que los protagonistas se vayan separando en distintos grupos para explorar las relaciones entre ellos, lo que a mí me molaría mucho.

Pero, bueno, sólo son teorías y aún no tenemos renovación oficial, aunque espero que la haya. Por favor, por favor, TNT, renuévala, anda.

jueves, 22 de enero de 2015

El acierto de Víctor Ros

Hace tiempo leí las novelas de Jerónimo Tristante sobre su detective Víctor Ros y me gustaron mucho, así que tenía muchas ganas de ver la serie que RTVE había hecho basándose en los libros y que, para variar con la cadena pública, se ha hecho de rogar. Hay que ver qué reticencia tienen a la hora de estrenar y renovar (sigo esperando la cuarta temporada de Los misterios de Laura, majos).

La cuestión es que, al saber que la primera temporada iban a ser seis episodios que adaptaban las tres primeras novelas, he decidido esperarme a ver el segundo para ver cómo habían planteado la adaptación. Y, la verdad, creo que los guionistas han optado por la elección más inteligente y acertada.

No voy a entrar a comparar una versión con la otra, ya que, sobre todo, me está pareciendo una muy buena adaptación. Sí, hay cambios, cosas nuevas, pero sí que creo que el espíritu de las novelas y del personaje está ahí, apoyado tanto por la forma en la que la serie está escrita como el estupendo casting que han elegido. Pero, bueno, antes de entrar en las actuaciones, diré que creo que han planteado el esquema de la forma más adecuada, dejando uno de los casos como hilo conductor de las temporada (las prostitutas asesinadas por una especie de Jack, el destripador que es uno de los dos misterios del primer libro, El misterio de la casa Aranda), combinado con los casos episódicos, que, de momento, se mantienen fieles a las novelas.


De esa manera, permiten el juego de adivinar quién o cómo ha realizado el asesinato y obtener las respuestas en ese mismo episodio, mientras mantienen la incógnita de quién está asesinando a las prostitutas. De hecho, han dotado a ese caso de largo recorrido de un fuerte componente emocional, no sólo porque están retratando muy bien a las prostitutas en general con Lola, la Valenciana a la cabeza, sino porque el mismo asesino ha matado al padrino de Víctor.

También han introducido un elemento de cotidianeidad que resulta muy interesante, pues se nota que los guionistas tienen cariño por los personajes secundarios y los están tratando con tanto mimo como a su protagonista. A decir verdad, es como si hubiera dos mundos muy distintos, unidos por Víctor: por un lado, la comisaría; por otro, el mundo que envuelve a las dos mujeres en la vida de Víctor.

La dinámica de la comisaría está muy conseguida: desde la evidente camaradería entre los miembros de la brigada hasta los enfrentamientos con el jefe y ese inspector que le quitó el caso de las prostitutas. Además, tanto Blázquez como Crespo funcionan muy bien como compañeros y, de paso, poner una leve nota de humor. Eso sí, al menos de momento, el cuarto miembro de la brigada está casi de adorno, ya que Sánchez sale muy poquito y no es tan reconocible como sus compañeros. Sánchez es, por cierto, el poli jovencito, por si os sirve de pista. Y, sí, me he aprendido el nombre del personaje por lo sumamente mono que es Joel Bosqued y porque aún sigo impresionada por su momento -tan necesario- de quitarse la camiseta en el videoclip de Maldita Nerea.


Sin embargo, lo que me está resultando más interesante es el retrato de las dos mujeres de Víctor Ros: se están tomando su tiempo con ellas, explorándolas tanto a ellas como el mundo de cada una, que es tan distinto al de la otra que la relación que establecen entre ellas resulta de lo más curiosa. De momento, se han hecho amigas, algo que me gustaría que continuara, pues la rivalidad sería demasiado típico y sería una pena porque esa escena en la cafetería de las dos congeniando estuvo muy, muy bien. Además, teniendo ambas cosas en común (serán de mundos diferentes, pero ambas son inteligentes, bondadosas y con un marcado sentido de la justicia) sería una pena que desaprovecharan la oportunidad de tratar esa amistad.

Siempre es de agradecer que escriban personajes femeninos fuertes y que caigan bien, porque, admitámoslo, normalmente son estos personajes los que salen mejor parados. En Víctor Ros, no obstante, hasta las secundarias tienen más fuerza que los secundarios, como probó la irrupción de las prostitutas en el funeral y la defensa que hace de ellas la viuda. Una muy buena escena, por cierto.


Y ayuda muchísimo el gran acierto de casting que han tenido, encabezado por un Carles Francino que, personalmente, me convence mucho como Víctor Ros. De hecho, he de admitir que su Víctor me resulta bastante más simpático que el de las novelas, al que le pesa la pedantería. El Víctor de Carles Francino es más cercano, incluso más humano, pues aunque es inteligente y se sabe con razón, no parece un sobrado al más puro estilo Sherlock Holmes, sino alguien más joven, inexperto y agradable, a pesar de que tenga carácter y determinación.

Las dos elecciones femeninas ya me gustaban sobre el papel y tanto Esmeralda Moya como Megan Montaner prueban que están muy, muy bien en sus papeles. La segunda ha demostrado que puede sacar cualquier papel que le pongan delante y, además, está especialmente guapa como Lola, mientras que la segunda está muy a la altura de esa señorita bien con fuerte carácter e ideales que es Clara Alvear.

El resto de los actores también está muy bien, incluso los que tienen personajes menos importantes. Y ya, si te gustan las series españolas, es muy divertido reencontrarse con actores y ver que incluso se repiten ciertos patrones: no sólo está medio Amar, sino que Carles Francino y Tomás del Estal tenían una dinámica parecida en Bandolera, Tito Valverde y Megan Montaner ahora son enemigos acérrimos en Sin identidad, la esposa de Tito Valverde era su secretaria eternamente enamorada de él en El comisario, incluso no es la primera vez que Nacho Fresneda y Carles Francino van a por la misma chica, que protagonizaron un triángulo muy divertido en Hospital central.


Ahora bien, ¿todo es perfecto en Víctor Ros? Pues no, porque es cierto que se han visto obligados a usar cromas y que, al no estar muy bien hechos, queda algo cutre, pero honestamente a mí eso no me importa. No es sólo porque los haya visto muchísimo peores (hola, Once upon a time in Wonderland y, eh, es americana) sino porque prefiero que me den una buena historia con efectos mediocres, que al revés.

Además, la estética que le están dando a la serie me gusta mucho, sobre todo en las escenas de acción, que me recuerda mucho a las películas de Sherlock Holmes protagonizadas por Robert Downey Jr. y Jude Law. Curiosamente, la primera película y el segundo episodio también compartían un esquivo pelirrojo que traía a los protagonistas a maltraer.

Vamos, por si había dudas, yo los lunes me quedo con el señor Ros sin pensarlo siquiera.

lunes, 19 de enero de 2015

Diez

Hoy os traigo la reseña de una novela que me regalaron porque, según la persona que me la regaló, era muy de mi estilo al juntar asesinatos y trama juvenil. Os estoy hablando de Diez de Gretchen McNeil, que en España ha sido publicada por Maeva.

La verdad es que sí me gustó, pero lo primero es lo primero: ¿de qué trata Diez?

Meg y Minnie son dos amigas inseparables que, contra todo pronóstico, han sido invitadas a la fiesta de las fiestas, que da la chica popular del instituto en una enorme casa que tiene en una isla y que durara tres días. A Meg no le apetece lo más mínimo ir, pero como Minnie se muere de ganas, al final cede. Al llegar a la isla, descubren que son diez invitados en total y que, entre ellos, se encuentra el chico con el que Meg estuvo a punto de salir, pero al que dio calabazas porque Minnie está obsesionada con él y, como sufre un transtorno bipolar, Meg siempre la antepone a todo y cuida de ella constantemente.

Por si no hubiera suficiente drama, una tormenta cae sobre la casa, aislándolos en esa isla donde están solos, la dueña de la misma no aparece y encuentran un tétrico DVD que amenaza con cobrarse una venganza. Sin embargo, uno de ellos aparece muerto y sólo es el principio, pues no tardará en haber otro cadáver y Meg comprende que la amenaza iba totalmente en serio.

Lo bueno que tiene Diez es que no oculta lo que es: un remake juvenil de Diez negritos de Agatha Christie. De hecho, Diez se puede resumir gráficamente con una imagen, algo que yo no suelo hacer, pero esta vez va a ser diferente. Y como el que me dio la idea fue Yos Paranoias en su blog (que os dejo el link aquí porque mola mil), pues esta imagen va en su honor, algo que, espero, le maraville pues Diez es el resultado de juntar estos ingredientes tan dispares:


Lo mejor del caso es que esa mezcla loquísima funciona, haciendo de Diez una historia muy entretenida que se lee con facilidad y engancha. De hecho, Diez tiene muy buen ritmo, a pesar de que, entre muerto y muerto y las pesquisas de Meg, también hay espacio para los problemas adolescentes: amoríos, peleas, dudas sobre si sus elecciones de cara al futuro son correctas... Seguramente habrá quien considere todo eso un lastre, algo que resta emoción y ritmo, pero yo creo que precisamente ese componente adolescente es lo que hace de Diez algo un poquito original.

Porque no es que Gretchen McNeil se haya basado en Diez negritos, es que lo ha escrito prácticamente igual: diez personas encerradas en una casa, van muriendo una a una... Incluso el desenlace recuerda muchísimo al de la novela de Agatha Christie.

Y ahí viene una de las mayores pegas que le he encontrado a esta novela: yo ya me había leído Diez negritos. De hecho, es una de mis novelas favoritas, que prácticamente leí de un tirón porque la tensión se palpa en cada página, la autora te va desmontando tus múltiples teorías y estás deseando leer lo que va a pasar a continuación porque sabes que nadie, absolutamente nadie, está fuera de peligro.

Eso no pasa con Diez, ya que es la versión light de la historia. Gretchen McNeil no logra que su novela resulte inquietante como la original, ni siquiera el peligro hacia todos los personajes es muy real, ya que Meg es la cara protagonista y, al menos yo, tuve claro que ella sí que iba a sobrevivir. McNeil, además, no es tan efectiva como Agatha Christie y su novela resulta muy, muy predecible.

Sin embargo, como ya he dicho es entretenida, se lee de un tirón y siempre están pasando cosas y el componente adolescente le añade un interés que como novela de misterio no llega a tener.

Eso sí, la trama está muy bien llevada, los personajes no lo están tanto. A excepción de Meg, no me interesó nadie y la mayoría de personajes son auténticos clichés. Meg es una chica responsable, la típica chica no popular que, sin comerlo ni beberlo, acaba estando mezclada con todo lo que pasa en su instituto. También es increíblemente paciente y leal, lo que la lleva a cuidar de Minnie y estar ahí para ella, aunque su amiga no es precisamente fácil.

Y es que Minnie tiene un trastorno bipolar, lo que provoca que Meg tenga que andarse siempre con pies de plomo: tiene que controlar que se toma la medicación, controlarla para que no haga algo de lo que se arrepienta más tarde, incluso controlarse a sí misma para no herirla. Por eso, aunque está enamorada del chico de la historia, no se permite el estar con él para no dañar a Minnie, ya ésta está obsesionada por él. El problema es que Minnie, bipolar o no, es una zorra egoísta e histérica a la que es imposible de soportar, por lo que era muy difícil creer la lealtad extrema de Meg, ya que Minnie la trata continuamente a patadas y es tan absorbente que hasta se enfada porque Meg se vaya a ir a la universidad. Yo me pasé toda la novela, deseando que el asesino acabara con ella para liberar a Meg y, de paso, dejar de aguantarla.

El resto de personajes son bastante olvidables, la verdad, incluso el interés amoroso de la protagonista. Sin embargo, he de decir que sí que me parece que la relación está bien planteada, también ese factor imposible. Aunque, claro, él es tan soso que no es que haya sido una relación que me haya encantado, era un elemento más de la novela y no es que me haya gustado mucho. Sin más, vamos.

En cuanto al estilo de Gretchen McNeil, he de decir que me sorprendió para bien. Los diálogos y las discusiones parecen sacadas de una serie juvenil, aunque les falta chispa. De hecho, se supone que Meg es muy aguda, aunque la mayoría del tiempo se guarde esos comentarios para sí, pero en realidad no lo resulta, por más que lo repitan a lo largo de la novela. No obstante, las narraciones sí que están muy conseguidas, sobre todo aquellas que eran más tétricas y tenían que ver con las escenas más duras.

Diez es una novela que, ante todo, es tan entretenida como adictiva. Seguramente si no se ha leído Diez negritos, puede que incluso sorprenda, aunque tampoco es una novela perfecta pues los personajes no están a la altura.

El próximo lunes literario estará dedicado a... Ofrenda a la tormenta de Dolores Redondo.

domingo, 18 de enero de 2015

Maromo de la semana 184

Mi amiga Irene llevaba un tiempo insistiéndome en que viera Chicago Fire y también su spin-off, Chicago PD. Yo me resistía un poco porque me fío de su gusto, así que sabía que me iba a enganchar no a una, sino a dos series, pero una es débil y acabó viendo ambas series estas Navidades y estoy enganchada. ¿Y a qué viene esta parrafada? Pues a que ese universo ambientado en Chicago lleno de bomberos, policías y seguramente médicos en la temporada que viene, pues está lleno de maromos. Y hoy os voy a poner a uno de ellos que, madre mía, cómo está este señor, que se llama...

Jon Seda


Jon nació el 14 de octubre de 1970 en Nueva York. Después de graduarse en el instituto, Jon empezó a trabajar en un gimnasio, lo que le llevó a dedicarse profesionalmente al boxeo y debía de ser bastante bueno. Sin embargo, era una carrera de riesgo y Jon acabó dejándola y, entonces, decidió pasarse a la actuación, algo que hay que agradecer porque esa cara no debería recibir hostiones de campeonato que la pudieran romper. Eso es así.

Su debut en la actuación fue en 1992, primero en la película Zebrahead y después en Gladiator, que no es la película de Russell Crowe, sino otra de la que no había oído hablar nunca. Durante sus primeros años de carrera, se dedicó a aparecer en películas como El amanecer, New York undercover, Atrapado por su pasado, Así me gusta... Vamos, las típicas películas que te puedes encontrar en la sobremesa de Antena 3 un fin de semana cualquiera. También trabajó en episodios sueltos de las series Policías de Nueva York y Sombras de Nueva York.


Sin embargo, en 1995 consiguió un papel importante en Doce monos y también en Las dos caras de la verdad, que son dos películas que me gustan mucho, sobre todo la última. Después, trabajó en las películas Sunchaser, Un timador con alas, Selena (sí, la de Jennifer Lopez) y The price of kissing (que suena totalmente a título de episodio de Once upon a time, no me digáis que no, xD). Y fue entonces, en 1997, cuando Jon, primero, apareció en Oz (donde repetiría en tres episodios a lo largo de la serie) y, sobre todo, fichó por la serie Homicidio, de la cual yo no había oído hablar, pero que duró siete temporadas. Jon estuvo en las últimas tres y repitió su personaje tanto en el crossover que hubo con la serie Ley y orden como en la película basada en la serie, que se realizó tras la cancelación de ésta.

De hecho, tras la cancelación de Homicidio, Jon interpretó a un personaje recurrente durante toda una temporada de Turno de guardia. Luego, tras aparecer en unas cuantas películas (Price of glory, Thin air, Little pieces... Vamos, nada demasiado importante) fue contratado como protagonista en una nueva serie, UC: Undercover, que fue cancelada tras su primera temporada.


Tras trabajar en varias películas (King Rikki, Invicto y Dos policías rebeldes II) e interpretar personajes episódicos en varias series (Hack, Las Vegas y The jury), volvió a intentar protagonizar una serie. En este caso fue Kevin Hill que, de nuevo, fue cancelada tras su primera temporada. Entonces, tras estar en dos episodios de Entre fantasmas, fichó por Fiscal Chase (o Close to home en su idioma original) que fue cancelada en su segunda temporada. Entonces, volvió a trabajar como episódico en series como CSI: Miami, House, Numb3rs, Último aviso, The closer, Hawaii five-0... Y, durante aquella época, también protagonizó la mini-serie The Pacific, que obtuvo muy buenas críticas.

En el 2011, Jon consiguió un personaje regular en la serie Treme, donde apareció como protagonista a partir de su segunda temporada. Estuvo en Treme hasta que terminó, en su cuarta temporada, compaginando su papel en dicha serie con el personaje recurrente de Antonio Dawson en Chicago Fire.

Una escena cualquiera de la seire, como veis hay muuuy buen material maromil :3

Antonio es el hermano de Gabriela Dawson, que es una de las protagonistas de Chicago Fire. Y como también es policía, pues aparece de vez en cuando en Chicago Fire y él fue uno de los que más papel tuvo en la creación del spin-off, Chicago PD, donde Jon es uno de los protagonistas. Antonio mola mucho y, encima, se pasea por la vida con pantalones oscuros y chupa de cuero, lo que no ayuda precisamente a que prestes atención al caso de la semana, pero bueno, no es algo de lo que te quejes. No voy a entrar mucho en hablar del spin-off porque es meterse en spoilers y creo que mola mucho ir sorprendiéndote con lo que va pasando. Pero, vamos, que ambas series están muy bien y es muy chachi que sean un crossover continuo. En serio, es raro el episodio en que no aparecen personajes o lugares de la otra y eso mola.

jueves, 15 de enero de 2015

Los misterios de la Plaza de los Frutos

Creo que, desde que se acabara la segunda temporada de Amar es para siempre, no he vuelto a hablar de ella y eso no está bien porque, tras lo irregular de su segunda entrega, sus responsables nos están dando una señora temporada con la tercera. Según le oí contar a Sara Rivero en el videoencuentro que protagonizó ayer por motivo de los dos años de emisión, han cambiado al equipo de guionistas y sí que se nota.

Sí que es cierto que no todo ha sido perfecto, aunque también es verdad que de lo único que me puedo quejar es del final que le dieron a Héctor Perea. Ya puestos a que desaparecieran tanto él como Asun, los podían haber mandado a Suiza con cualquier excusa o, incluso, proseguir con la separación para que cada uno fuera por su lado. De hecho, yo habría sido muy feliz si Asun se hubiera ido y Héctor se hubiera quedado, pero, bueno, al menos eso ha dejado a Bonilla en una situación muy interesante.

¿Encontrará el pobre Bonilla el amor ahora que se ha quedado solo? Espero que sí, que ya es hora.

Aunque ni eso compensa lo muchísimo que echo de menos a Héctor y lo que me harté de llorar cuando murió en brazos de Asun justo después de reconciliarse. No, en serio, menuda muerte cruel.

Y ahora bien: ¿quién mató a Héctor Perea?

Porque esa es otra de las cuestiones que siguen en el aire, junto a tantas otras esta temporada, aunque ya teorizaré más adelante, porque primero quiero quitarme el sombrero ante la protagonista de esta temporada.

En general, las heroínas de Amar nunca han sido demasiado de mi gusto, salvo un par de excepciones (Andrea, Alicia e Inés básicamente) y Laura Blasco es otra que se ha unido a ese grupo. Me encanta Laura, soy muy fan de ella y de cómo no es la típica heroína de telenovela. Laura sabe lo que quiere, es muy competente en el terreno tanto laboral como humano y lo demuestra cada día en la droguería, donde no le tiembla el pulso, pero al mismo tiempo siempre muestra muy buen carácter y corazón. También lo demuestra ante su madre, a quien no teme enfrentarse, pero al mismo tiempo es muy humana porque sufre, duda y comete errores.

Porque, sí, esa boda con Julián ha sido un error, pero también creo que ha sido la primera en esa situación que se ha casado por amor. Es cierto que ha influido el poder salvar su proyecto, lo que además cumplía la última voluntad de su padre, pero Laura quiere a Julián, aunque no se dé cuenta de qué clase de amor siente por él. De hecho, el triángulo amoroso de esta temporada está muy bien planteado, sobre todo por ese debate que abre entre la admiración o el cariño frente al amor y la pasión.


Sí, me creo que Laura cree amar a Julián, pero están dejando muy claro que lo que siente es cariño, es el recuerdo de su primer amor siendo niña, no un amor de verdad. Sólo hay que verla relacionarse con Jorge para saber que la atracción fluye entre ellos y que el químico, poco a poco, está conquistando a la señorita Blasco. Yo, la verdad, prefiero que vayan asentando la relación así, sin prisa, pero sin pausa, a que nos den supuestos grandes amores que luego no tienen mucho sentido.

Estoy deseando que Laura cruce esa línea que siempre mantiene con Jorge, que se deje llevar de nuevo, porque ese beso que se dieron no fue sólo cosa de él, sino de los dos.

Y si Laura es una gran protagonista, Jorge es un buen galán. Quizás no es tan carismático como otros que han pasado por la plaza, pero sí que me parece que es un personaje muy interesante. De hecho, los dos chicos de esta temporada son personajes llenos de dualidades y eso mola.

En el caso de Jorge, es un químico brillante, un chico encantador y trabajador que apoya honestamente a Laura, pero también trabaja para una célula anarquista. Con Jorge nos muestran un lado de entender esa resistencia, que cree que el fin no justifica los medios y que, a veces, está atado de pies y manos por tener que seguir órdenes. Su contrapartida sería Corrales, que es justamente todo lo contrario y no le tiembla el pulso al luchar por la libertad. En realidad, es un debate que ya habían tratado en otras temporadas, por ejemplo, en la tercera donde Fernando Solís y Álvaro Iniesta luchaban por lo mismo, pero cada uno de una forma distinta.


Será interesante ver cómo reaccionará Laura al descubrir la segunda vida de Jorge, al igual que lo será al descubrir la verdad sobre Julián.

Ay, Julián, Julián, qué personaje tan sumamente bien escrito. En serio. En casa, es el que más nos hace teorizar y ni siquiera a estas alturas sabemos quién es en realidad. Sí, nos confirmaron algo que se venía sospechando desde antes, que era homosexual y que su matrimonio con Laura tenía únicamente como fin el abrirle paso en la política por ser cabeza de familia. Sin embargo, no sabemos cómo es Julián: ¿es una buena persona o todo lo contrario? ¿Qué piensa en realidad? ¿Cuáles son sus verdaderas intenciones? ¿Todo lo que hemos visto de él es pura fachada o es alguien rematadamente reprimido?

Sabemos, porque nos lo han contado, que Julián en sus años mozos era un poco la oveja negra de la familia, que quería dedicarse a las artes y era muy liberal. Sin embargo, se marchó de España y al volver acabó convertido en el respetable abogado que es ahora.


Mi apuesta es que el Julián que conocemos es un personaje que interpreta las 24 horas del día y que, en realidad, ni es un meapilas, ni tan recto e inocente como aparenta. De hecho, yo creo que Julián forma parte de la cúpula del CIL (el grupo anarquista para el que trabaja Jorge) y que todos los elementos de su vida están planeados para crear una coartada perfecta, que nadie sospeche de él y, de paso, poder meterse en política. Eso, en realidad, es un plan tan arriesgado como brillante: el grupo obtendría información de primera mano, Julián tendría poder y podría cambiar el sistema desde dentro.

Si mi teoría fuera cierta, explicaría tanto la insistencia de Julián por contratar a Jorge, como el hecho de que a éste le pasaron la contraseña de la caja fuerte de los Blasco. De hecho, yo creo que Julián es quien abrió la caja fuerte a la muerte de Damián. Creo que a Damián le dio un infarto en su enfrentamiento con Cristina, pero que fue Julián quien tiene los documentos de la caja. También creo que Julián mató a Héctor, por cierto, cuando éste le pilló en el despacho, seguramente buscando el mechero con el microfilm.

Creo que, tarde o temprano, Julián se revelará como el auténtico villano de la temporada y, si tengo razón, va a molar mil. Y es que, de momento, tenemos a Juana como principal antagonista, pero Juana es un personaje muy obvio que, además, sabemos va a dejar de aparecer pronto, por lo que vamos a necesitar un nuevo malo.


Y ya que estoy con Juana, diré que esta temporada, además de los misterios, es la de las dualidades, ya que la mayoría de los personajes parecen dividirse siempre entre dos facetas de su persona: su moral y la lucha de Jorge, el deber y lo que siente en realidad Julián... Y, después, tenemos a Juana que muchas veces se debate entre el preocuparse de verdad por sus hijos y su obcecada obsesión con controlar las vidas de todos y dirigir una empresa en la que, por más que clame lo contrario, no tiene nada que ver.

Porque de verdad creo que Juana quería detener el matrimonio de su hija para salvarla de pasar por lo que ella pasó, que ella sabe mejor que la propia Laura que lo de Julián es admiración y que por quien siente algo es Jorge. Pero, claro, le puede el ansia de poder, el controlar Químicas Blasco y pierde toda la credibilidad.

Es un poco lo que le ha pasado con Ismael, al que ha puteado tanto y ninguneado y manipulado que él hasta tiene base para no creerla ahora que lo debería. En ese sentido, hasta podría creerme la ceguera de este muchacho, aunque no en lo demás. Laura siempre ha estado ahí para él, le ha apoyado en todo y nunca, jamás, le ha puesto la zancadilla, así que no tiene ni pies ni cabeza tanto la presión que ejerce sobre ella por su desmedido egoísmo, ni que la considere una traidora y mala hermana.

Y es que en Amar siempre, siempre, encuentran forma de superarse en cuanto a personajes estúpidos. Si el año pasado tuve que soportar a Valeria, que era rematadamente idiota, Ismael la gana de calle. No he visto a nadie tan sumamente idiota nunca, en serio. De acuerdo que esté enamorado de Cristina, pero es que sus niveles de ceguera no son ni medio normales: como ya he dicho, compro que no crea a su madre, pero Aquilino, Laura y Julián siempre han sido de su confianza. Incluso Benigna, que es ajena a los Blasco, le dijo que Damián se pasaba por la habitación de Cristina y él ni caso.

Odio eterno a los dos. Apuf, qué perezón de personajes.

Sólo espero que la asquerosa de Cristina le haga sufrir, sufrir de verdad, a ver si así espabila el idiota este. Lo malo es aguantarlos, porque con su trama me hierve la sangre. En serio, entre lo sumamente tonto que es él y lo asquerosa que es ella, me desespero. Porque encima Cristina no es tan lista como se cree, sus historias tienen más agujeros que el queso gruyer y sus mentiras acaban contradiciéndose continuamente, pero Ismael no se pispa de nada.

Que, por cierto, ya estaría bien que Clara le zurre a Cristina, porque el acoso y derribo al que le está sometiendo Cristina es deleznable. ¡Clara, que tú puedes con ella!

Al igual que lo es lo que le ha hecho a Aquilino. En realidad, el que Aquilino esté en esa situación legal no se sostiene, no con el historial que tiene Cristina y que Julián conoce por la investigación de Bonilla. Pero bueno, aceptemos pulpo como animal de compañía. Aunque espero que no nos tengan a Aquilino mucho tiempo entre rejas, porque le he cogido mucho cariño al final, ya que no deja de ser un hombre que, de nuevo, se debate entre dos facetas de su persona: el amante de Juana contra el amigo de Damián, ahora de Laura. Porque, encima, yo creo que Laura es la que más muestras de cariño que da, algo que a Aquilino, se ve, le toca la fibra sensible.

La verdad, me gusta muchísimo lo que han planteado con los Blasco, al igual que me gusta mucho el resto de historias nuevas: ese hostal venido a menos con los dos hermanos que se van a acabar matando mutuamente, Juanillo que es otro que también tiene dos caras, Paco que es un desastre pero muy divertido, Consuelo que es un amor, los Asturianos que siguen como siempre, la nueva chica para Bonilla que tiene nombre de presentadora...

Este año también están manejando muy bien las historias de los secundarios, que vuelven a mezclar la comedia con el drama, intercalando ambos géneros. Eso sí, sólo tengo dos pegas que ponerle: por un lado, Serafina me pone de los nervios (a diferencia del tonto de Paco, que no se da cuenta de nada, ella es consciente de lo que está haciendo, por lo que es una hipócrita de mucho cuidado que no deja de juzgar a su hija) y me encantaría que Consuelo la echara de casa a escobazos y, de rebote, le dé otros cuantos a Paco, a ver si espabila; por otro lado, el que hayan convertido a Dorita en una histérica que la mayoría del tiempo da vergüenza ajena.


Es curioso cómo han sabido darle la vuelta a la situación, pues al principio Lucía era muy odiosa (por no decir directamente ahostiable), mientras que Dorita era encantadora y han conseguido que ahora ésta última esté insoportable y que Lucía me caiga muy bien. No es de extrañar que Américo dejara a Dorita tras los continuos ataques histéricos de la muchacha, que podría irse a celosos anónimos con Juanillo o algo así.

Menos mal que han acabado con los enfrentamientos diarios entre Dorita y la ahora pareja Américo/Lucía porque resultaban cargantes y eran lo más aburrido del Café Reyes. Y es que en el nuevo café tenemos dos misterios que, poco a poco, se van aclarando.

Por un lado, a Víctor Reyes en general, del cual ahora sabemos que está buscando a su hijo, que acabó en un hospicio de las vascongadas para marcharse después a Barcelona. Esto cuadra perfectamente con la historia de Jorge, que sigo pensando que acabará siendo el hijo de Víctor (éste encontró familiar a Jorge al conocerlo, no nos olvidemos de eso), aunque ahora todo apunte que es el tal Tarradellas. Después del retorcido caso de Gabriel, imagino que vamos a tirarnos buena parte de la temporada yendo de una pista falsa a otra con este caso.

Por otro, la misteriosa y contradictoria Lupe, que es otra que cada vez que cuenta algo de sí misma, parece echar por tierra lo anterior. Nada encaja con la historia de Lupe. Es pobre como las ratas hasta el punto de no poder comer, pero tiene un vestuario que ni Sara Montiel; se supone que es de familia humilde, pero tuvo a su propia profesora de bel canto, ahí es nada; habla el francés a la perfección, conoce música inglesa que los demás desconocen. Eso, por no hablar del hermano con el que habla por teléfono, la obsesión por Víctor que nos han dejado claro que no es romántica. Yo creo que Lupe y su hermano quieren vengarse de Víctor (que, recordemos, en realidad se llama Enrique Forján) al creer que fue él quien se chivó de los españoles que iban a fugarse del campo de concentración francés, lo que provocaría la muerte de su padre.

Me ha quedado una entrada repletita de teorías, pero es que esta nueva Plaza de los Frutos está llena de misterios y, encima, ¿hay algo más divertido que dejarte la sesera intentando descifrarlos?

lunes, 12 de enero de 2015

La era de huesos

Hoy os traigo la reseña de un libro que me llamó muchísimo la atención por ser una mezcla de géneros muy loca: fantasía, distopía, aventuras... Estoy hablando de La era de huesos de Samantha Shannon, que, ahí va la mala noticia, es la primera entrega de una saga que, supuestamente, abarcará siete libros. Ahí es nada. Si es que me paso la vida esperando libros, qué le vamos a hacer.

En La era de los huesos nos encontramos con Paige Mahoney, una joven que trabaja para uno de los grupos mafiosos más importantes de Londres, en parte porque le gusta, pero sobre todo porque es más seguro para la gente como ella. Y es que Paige es una clarividente, como tantos otros en Inglaterra, lo que resulta peligroso pues sólo con existir ya está traicionando a su país, que se dedica a exterminar a los clarividentes.

Un día, Paige se mete en un lío y acaba siendo capturada con la policía y, aunque ella ya se ve siendo ajusticiada como tantos otros clarividentes, no sólo no muere, sino que acaba en un lugar que no habría imaginado. Resulta que el totalitario gobierno inglés, que tanta caza da a los clarividentes, colabora con los refaítas, una extraña raza que se dedica a recolectar personas para esclavizarlas y usarlas a su antojo. Eso sólo provoca multitud de preguntas en Paige que, desde el principio, está decidida a escapar a toda costa y recuperar su libertad.

Como veis, el argumento es bastante original, al igual que la mezcla de distopía y fantasía, que Samantha Shannon hace funcionar bastante bien. De hecho, todo lo que propone (el mundo, las distintas culturas, la mitología...) está muy bien armado, tiene sentido y de verdad compras ese Londres reprimido por su gobierno y lleno de todo tipo de clarividentes. Y es que Samantha Shannon ha hecho un trabajo espléndido a la hora de desarrollar ese Londres alternativo: es un mundo rico en detalles, está trabajado y es muy original.

Ahora bien, eso trae un pequeño fallo de la novela. Los clarividentes se dividen en siete tipos, que recoge, a su vez, varias clases. En las primeras páginas, lo primero que encuentras al abrir el libro, es un esquema sobre esa clasificación. Pues bien, es un lío tremendo. Al menos, yo no fui capaz de recordar toda esa clasificación y, a veces, resultaba un tanto confuso. El resto de la terminología, por suerte, se entendía perfectamente y no costaba ni hacerse con ella, ni entender cómo funcionaba en Londres de Paige, ni Sheol-I, que es a donde va a parar y queda atrapada por los refaítas.

A decir verdad, la novela tiene ciertos fallos que evidencian que es la primera obra de su autora, Samantha Shannon, aunque aún así sigue siendo tan entretenida como interesante.

Por un lado, el ritmo de La era de huesos es un tanto irregular, ya que empezamos con acción pura y dura, pero luego la situación se estabiliza y asistimos a la adaptación de Paige a Sheol-I, lo que tiene que pasar y lo que va descubriendo. No por ello deja de entretener, ni resulta aburrido, pero sí que se aprecia que Samantha Shannon a veces se va por los cerros de Úbeda y mete paja.

Por suerte, contamos con una gran protagonista y narradora, cuyo viaje resulta muy bien escrito, interesante y elaborado. Paige es una superviviente curtida por la situación en la que vive, también es resolutiva y dura de pelar. Pero Paige no es perfecta, es impulsiva y cabezota y, a veces, los árboles no le dejan ver el bosque, aunque poco a poco va madurando y mirando el mundo desde esa perspectiva más adulta. La verdad era que con sus aciertos y sus fallos, sus luces y sus sombras, Paige es una protagonista con la que resulta muy fácil conectar. Además, me gustó que fuera una luchadora. La pobre siempre acaba viéndose sometida a la voluntad de los refaítas, pero no porque no intente escapar ni deje de luchar.

Y si Paige es una buena protagonista, con una buena evolución, el resto de personajes no está a la altura. Samantha Shannon se centra tanto en su protagonista que descuida al resto, lo que constituye otro de los fallos de La era de huesos. Lo peor es que tiene material de sobra, personajes que pintan bien y que podrían dar muchísimo de sí. Yo creo que, si en vez de narración en primera persona, hubiera optado por tercera y haber hecho de la novela algo más coral, ésta habría ganado. Sí, Paige viene muy bien para descubrir lo que está pasando, adaptarse a esa nueva realidad, pero hay personajes que están haciendo cosas que ella desconoce y que podrían haber molado muchísimo si Samantha Shannon se hubiera molestado un poco en ellos.

Por ejemplo, El custodio se me antojó interesante, pero es que siempre está ligado a Paige y más que ver, adivinamos lo que está haciendo.

He de decir que las conversaciones entre El custodio y Paige, su interacción, sí que me gustó, pese a que desde el primer momento sabes qué va a ocurrir. El problema es que, mientras que durante toda la novela Samantha Shannon se toma la relación entre ambos con calma (lógico, dado que Paige no se fía de él por ser un refaíta), hacia el final mete el turbo y de golpe y porrazo nos habla de amor, lo que queda muy precipitado. Habría sido muchísimo más adecuado dejarlo como una amistad, que pudiera derivar en amor más adelante, que soltar la bomba con tanta brusquedad. Además, van a ser siete libros, no tiene por qué quemar sus recursos tan rápido.

Como ya he dicho, La edad de huesos tiene varios fallos, que yo achaco a la inexperiencia de Samantha Shannon. No obstante, pese a ésta, la narración es digna de señalar: bonita, pero efectiva, se deja leer muy bien y retransmite a la perfección la forma de ser de Paige.

También, pese a los fallos que tenga La edad de huesos, resulta una novela que funciona: resulta muy entretenida, se lee con facilidad, engancha y el mundo que propone es tan original que le puede sacar muchísimo partido en las siguientes entregas y sin que recuerde a otras sagas. No sé por qué la están comparando con Harry Potter o Canción de hielo y fuego porque parecerse, lo que es parecerse, nada de nada.

Por cierto, a finales de mes se publicará en Inglaterra su segunda parte, The mime order, que espero que nos llegue pronto porque estoy deseando saber cómo continúan las aventuras de Paige Mahoney.

El próximo lunes literario estará dedicado a... Diez de Gretchen McNeil.