miércoles, 29 de junio de 2016

El descubrimiento de Laurel Healy

Cuando supe que el matrimonio King, las cabezas pensantes detrás de The good wife, tenían un nuevo proyecto entre manos me emocioné porque, bueno, ¡The good wife molaba un cojón! Luego leí la premisa y me pareció un locurón, pero los King siempre se han manejado bien con la locura y, encima, el protagonista masculino es Aaron Tveit, al cual quiero desde que vi Graceland porque es una monada de chico. Ya sabéis, soy de esas que ve una serie por su argumento.

Bueno, total, que llevo ya dos episodios de BrainDead y me parece maravillosa. Ma-ra-vi-llo-sa. Y por eso os voy a hablar de esta comedia política con invasión alienígena incluida.

Ya os había dicho que era un locurón.


Laurel Healy (Mary Elizabeth Winstead) trabaja haciendo documentales, pero se ha quedado sin presupuesto para acabar su último proyecto. Por eso, su padre (Zach Grenier) le ofrece un trato: si vuelve a Washington DC y ayuda en la campaña a su hermano Luke (Danny Pino), senador demócrata, él la financiará. Por eso, a Laurel no le queda más remedio que aceptar, a pesar de lo mucho que odia la política.

Su hermano la coloca en un puesto de ayuda a los votantes y, así, es como Laurel conoce a una mujer, que acude asustada porque su marido ha cambiado drásticamente en un día: ha dejado de beber, se viste diferente, se comporta como nunca lo había hecho... Y es que, aunque Laurel todavía no lo sabe, un meteorito ha caído y, con él, han llegado unos seres que toman posesión de la gente, deshaciéndose de sus cerebros.

Eso sí, por el momento, Laurel está más ocupada con la política, gracias a la intervención de Gareth Ritter (Aaron Tveit), mano derecha del senador republicano Red Wheatus (Tony Shalhoub). Gareth acude a proponerle un trato que a priori favorecería a su hermano, pero justo entonces Wheatus es sustituido por los aliens, cambia radicalmente y cambia las tornas, dejando a Luke Healy en muy mal lugar. Pero la batalla política sólo acababa de comenzar.


Los King demostraron lo bien que se les daba hablar de política americana a medida que avanzó The good wife y siguieron la carrera de Peter Florrick gracias al inconmensurable Eli Gold y sus tejemanejes. Por eso, yo ya contaba que BrainDead iba a molar lo suyo y, de hecho, cumple con esa función, por los juegos políticos y triquiñuelas varias que se hacen los dos bandos son súper entretenidos de ver, además de un ejercicio de reflexión sobre la política y las personas que la llevan a cabo.

A Laurel no le gusta ni la política, ni ese mundo en el que su familia se mueve, por lo que ejerce siempre una voz crítica y que refleja bien lo que seguramente pensará el espectador. Por ejemplo, cuando su hermano aprovecha una causa que ella lleva sólo por ayudar, por hacer lo correcto, para quedar bien ante los medios y Laurel lo critica abiertamente.

Además, Laurel Healy es una gran protagonista.

Si en su anterior serie teníamos a Alicia Florrick, que era magnética, compleja, pero no estaba diseñada para caer bien (y de hecho, la serie narra cómo va cayendo en algo que al principio la asqueaba), Laurel es mucho más sencilla, pero también más simpática. A Laurel se le da bien la política, pero es ante todo una chica liberal que sólo quiere rodar sus documentales, pero que aprovecha esa situación para intentar ayudar. Es muy sencillo no sólo empatizar con ella, sino quererla desde el primer momento porque tanto el personaje como la actriz son muy adorables.


Y ayuda muchísimo ese duelo perpetuo mezclado con tensión sexual que Laurel tiene con Gareth, que es mucho más cínico y retorcido que ella. La verdad es que Gareth, al menos de momento, parece el personaje más complejo de todos, al igual que el más impredecible. Tengo ganas de que empiece a sospechar que su jefe, el senador Wheatus, no es el mismo de siempre y ver cómo reacciona, sobre todo porque parece que Gareth está destinado a entenderse con Laurel e investigar la invasión alienígena.

Bueno, además de a liarse y hacer feliz a la shipper que llevo dentro. Porque, sí, yo lo shippeo desde el piloto. Tengo un problema, nunca lo he negado. Continuemos.



De la invasión poco sabemos, tan solo que los seres (que parecen hormigas) parecen ser adoradores de Donald Trump y convierten a la gente en una versión súper conservadora y rancia de ellos mismos. Desde los estilismos propios de los cincuenta hasta la devoción con la que hablan de los ideales republicanos, compartiendo detalles como la lectura de los mismos libros, lo mucho cuidan sus cuerpos y que siempre escuchan una canción en concreto.

Eso sí, poco sabemos de lo que planean, aunque los King no se están yendo por la rama y esa trama, al menos en estos dos episodios, va bastante rápido: no sólo la pobre Laurel tuvo que presenciar como a alguien, que se resistía a los aliens, le estallaba el cerebro, sino que ya ha notado que algo raro pasa y ha contactado con alguien que se ha dado cuenta que las explosiones cerebrales tienen que ver con unos insectos.

Pero, vamos, que la invasión sólo es una excusa para hablar de política, aunque de todas maneras los dos frentes molan mucho. Y es que los King han sabido aprovechar lo mejor de The good wife para ofrecernos una serie totalmente diferente: así, tenemos sentido del humor, una banda sonora increíble (bestial el previously cantado) y los juegos de poder que tanto molaban en el Chicago de Alicia Florrick y compañía.

Me hubiera gustado algún crossover (oh, por favor, una aparición de Eli Gold y su hija), pero tampoco es que sea necesario, sobre todo porque BrainDead tiene su propia personalidad y, de momento, mola mucho.

lunes, 27 de junio de 2016

Silber, el tercer libro de los sueños

Hoy os traigo la reseña de un libro que me moría por leer, ya que cerraba una de las trilogías que más he disfrutado: Silber. Soy muy fan de Kerstin Gier, de su sentido del humor y de lo completas que son sus novelas y tanto la trilogía de El amor a través del tiempo como Silber me han encantado. Eso sí, también tenía un poco de miedo, ya que Esmeralda, la tercera y última parte de El amor a través del tiempo, no había cerrado todas tramas y tenía algún agujero en la trama que otro.

Sin embargo, tras haber leído Silber, el tercer libro de los sueños he acabado muy, muy contenta. Así que, nada, aquí os dejo la reseña, empezando, como siempre, por la sinopsis:

Tras que Arthur intentara matar a Mia en el anterior libro, la vida de Liv, Henry y Grayson ha vuelto a la normalidad, aunque la calma no les dura mucho. Por un lado, tanto Arthur como Anabel, que ha salido del psiquiátrico, parecen dispuestos a seguir cercándoles y poniéndoles en peligro; por otro, Liv, en un ataque de locura transitoria, miente a Henry, diciéndole que tuvo un novio anterior a él y la mentira no deja de crecer y crecer, mientras Liv y Mia deben afrontar un revés distinto: tras la boda de su madre, Lottie dejará de cuidarlas.

Como decía, Silber es la segunda trilogía que leo de Kerstin Gier y, por tanto, conozco su estilo: le prima más tanto el humor como la relación entre los protagonistas, dejando en un segundo plano las tramas de fantasía. Por eso, tenía claro que, a pesar de que la existencia de un demonio era algo que llevaba flotando en el ambiente desde el principio, la trama de los sueños iba a seguir siendo una excusa para hablar de las vidas de Liv, Henry y cia.

Eso sí, a diferencia de su anterior saga, Kerstin Gier sí que cierra todas las tramas en esta última entrega de Silber: desde la identidad de Secrecy, hasta la amenaza que suponían Arthur y Anabel, incluso la pequeña duda que suponía la posible existencia del demonio y la amenaza de que iba a pasar algo malo en el eclipse.

Por tanto, estoy muy contenta tanto con eso, como con las respuestas, que han sido bastante coherentes con la clase de historia que nos estaba contando Kerstin Gier. Es decir, que también han sido predecibles y que la acción no ha primado precisamente, pero eso no quiere decir que Silber, el tercer libro de los sueños sea aburrido. Todo lo contrario. Es un libro que se lee con rapidez y que se disfruta porque sigue siendo muy divertido y está poblado de personajes inolvidables, a los que cada vez se les coge más cariño.

Eso sí, si estás buscando un libro de giros locos, misterios y un sinfín de aventuras, no os engañéis: no es una novela para vosotros, ni Kerstin Gier una autora que os vaya a gustar. Porque, como ya he dicho, le da importancia a otras cosas: el día a día, las personalidades, el sentido del humor, el amor... Vamos, que tanto el desarrollo de personajes como las relaciones entre ellos le parecen más importantes que las tramas de aventura, que no dejan de ser una excusa para hablar de los primeros.

De hecho, la mayoría de las revelaciones han servido para explorar la personalidad de personajes que, hasta este momento, habían pasado por desapercibidos, sobre todo la misteriosa Anabel.

Yo me he quedado satisfecha tanto con esas respuestas, como con esa importancia que se le ha dado a esos personajes más olvidados como Anabel o Florence. Además, es que me he reído muchísimo con la narración de Liv y los líos en los que se metía ella sola, al seguir con esa mentira que se le escapa por un enfado con Henry. También me ha gustado mucho cómo se ha enfrentado a la amenaza que supone Arthur y cómo Liv ha estado tan unida a Grayson y Henry durante toda la aventura.

Grayson sigue siendo la adorabilidad hecha chico, mientras que Henry será uno de mis personajes favoritos, ya que es inteligente, nunca se da por vencido y me encanta su relación con Liv y cómo se apoyan mutuamente.

Vamos, que me sigue encantando el estilo de Kerstin Gier, con sus historias juveniles llenas de personajes que molan mucho (soy muy fan de sus protagonistas) y sentido del humor. El final de Silber me ha parecido muy a la altura, lo he disfrutado muchísimo y lo he leído en un verbo, por lo que se me ha hecho corto y ya sólo me queda esperar que le dé por sacar alguna otra saga, aunque la espera será larga.

El próximo lunes literario estará dedicado a... Amor con amor se paga de Sarah MacLean.

lunes, 20 de junio de 2016

El Rithmatista

La reseña de hoy va dedicada a mi querido Yos Paranoias, que me recomendó este libro y a su autor, Brandon Sanderson. Y como yo me fío de su criterio, pues no dudé en hacerme con El Rithmatista... y no me ha podido molar más. ¡Madre mía, qué libro más guay! Estáis tardando todos en haceros con él, que conste en acta.

Pero, bueno, para daros algo más que mi palabra, será mejor que os hable de él en condiciones. Así que, venga, empecemos: ¿de qué trata El Rithmatista?

Joel vive en un mundo donde la humanidad se distingue entre personas normales y Rithmatistas, siendo éstos elegidos en una misteriosa ceremonia y teniendo la habilidad de animar figuras bidimensionales (conocidos como Tizoides) y defenderse de ellas. De hecho, los Rithmatistas se dedican a estudiar para poder ir a Nebraska, donde defienden al mundo de los malvados Tizoides salvajes, que pueden destrozar a los seres humanos.

Pues bien, Joel adora a los Rithmatistas y, aunque no posee el poder para animar las líneas, es muy bueno dibujando y sólo quiere estudiar rithmática. Con la llegada del verano, tiene un plan para que el profesor Finch, uno de los mejores profesores del campus rithmatista, le enseñe, pero justo en ese momento Finch es retado a duelo y vencido por un nuevo profesor, que acaba de llegar del campo de batalla.

Sin embargo, Joel logra poder estar a las órdenes de Finch, justo cuando una serie de desapariciones de alumnos Rithmatistas está teniendo lugar, por lo que maestro y alumno comenzaran a investigarlas, con ayuda de Melody, una joven Rithmatista a la que se le da terriblemente mal dibujar y, por eso, Finch tiene que ayudarla durante el verano.

Otra cosa no, pero lo primero que se viene a la cabeza con semejante punto de partida es: original. No he leído ningún libro que se asemeje a El Rithmatista, ni que tenga ninguna premisa similar, lo que me emocionó muchísimo cuando comencé a leer la novela. Entre la ambientación del mundo de Joel (Asia ha conquistado Europa y los Estados Unidos son en realidad una serie de islas) y lo especial que es esa magia llamada rithmática no puedo más que arrodillarme y alabar a Brandon Sanderson, porque encima todo está súper bien desarrollado y pensado.

De hecho, al principio de cada capítulo hay un poco de teoría sobre la rithmática: formas de defensa, cómo funciona, hipótesis varias... Todo eso acompañado de esquemas y de una serie de ilustraciones, que colaboran a darle su propia personalidad al relato y que hacen que la edición sea distinta, especial.

Y no sólo las bases de ese mundo fantástico están bien pensadas, sino la trama en sí y las decisiones que Brandon Sanderson va tomando a lo largo de la historia. Personalmente, me gustó muchísimo el hecho de que los dos protagonistas, Joel y Melody, sean exactamente lo contrario: mientras que él tiene un don para dibujar y no posee poderes rithmatistas, ella tiene un gran don, pero se le da horriblemente mal trazar las líneas. De hecho, y sin entrar en spoilers, me sorprendió muy gratamente tanto el que no usara los típicos clichés de historia de fantasía, como la forma en la que desarrolla a todos los personajes, en especial a los dos protagonistas jóvenes.

Y es que tanto Joel como Melody tienen una personalidad muy bien definida y ambos tienen ese algo que los hace especiales, memorables, sobre todo en el caso de ella. Porque Melody es la ama. Mientras que Joel quizás es más típico, aunque no por eso cae mal, Melody roba absolutamente toda escena en la que aparece con esa fuerza tan suya, lo divertida que es y también lo melodramática que puede ser. Es imposible leer El Rithmatista y no acabar amando con la fuerza de los mares a Melody.

El resto de personajes también cumple su función: desde lo adorable que es el profesor Finch hasta lo sumamente inquietante que es Nalizar, el profesor recién llegado y que nunca sabes qué pensar de él. Me ha encantado lo bien que juega Brandon Sanderson con Nalizar, las dudas que provoca (¿es tan malo como parece o sólo un idiota? ¿Joel tiene razón con respecto a él o sencillamente está paranoico y su lealtad a Finch le ciega?), al igual que también me encantó cómo desarrolla el misterio principal.

Porque a lo largo de El Rithmatista surgen varios interrogantes, pero el principal es esa serie de desapariciones de alumnos rithmatistas. Y la trama no puede estar mejor llevada, ni ser más adictiva, pues la verdad es que El Rithmatista se lee en un suspiro, yendo a más a medida que la historia avanza.

Todo ello condimentado con la grandiosa pluma de Brandon Sanderson, que se adapta a cada tipo de escena (¿se puede ser más inquietante que el principio de la novela?) y que tiene unos diálogos memorables. Vamos, que estoy encantadísima con el estilo de Sanderson, también cómo plantea las historias y que ya me he propuesto ir leyéndome todas sus sagas, porque me ha dejado completamente encandilada.

El próximo lunes literario estará dedicado a... Silber, el tercer libro de los sueños de Kerstin Gier.

viernes, 17 de junio de 2016

Jane the Virgin y la rotura de clichés

De todos los finales de temporada hay unos cuantos que me han encantado, pero de todos ellos ha habido uno que se ha convertido en mi favorito: emotivo, romántico, divertido, emocionante y con un final de quedarte en el sitio, mientras la boca se te iba abriendo ante cada giro que los guionistas iban introduciendo con maestría. Y estoy hablando de Jane the Virgin, claro está.

Y es que Jane the Virgin ha conservado en su segunda temporada el espíritu de la primera, esa mezcla de oda y parodia de las telenovelas, condimentada con mucho corazón y mucho sentido del humor. Lo que tiene mucho, pero mucho, mérito, sobre todo porque son temporadas de dos episodios en los que no deja de haber giros y de pasar cosas.

Además, creo que Jane the Virgin es una serie muy a tener en cuenta por otras cuestiones, que también hacen que sea distinta al resto de series.


Por ejemplo, la forma en la que plantean el amor.

No sé, porque evidentemente no conozco a los guionistas, si todo estaba planeado o fueron cambiando de dirección a medida que escribieron la historia. Pero la cuestión es que en esta segunda temporada ha abandonado ese camino que llevaba a que Jane acabara con Rafael al final. Desde el episodio piloto quedaba claro que la pareja era la formada por ellos dos, pero desde principios de la segunda temporada los guionistas apostaron por Michael y se han molestado en dejar muy claro que ya no hay rastro de triángulo, que Jane eligió a Michael porque le quiere y es feliz con él.

¿Que puede que retomen el tema en episodios venideros? Pues no digo que no, sobre todo en una serie como esta, pero voy a centrarme en esta temporada. Además, yo creo que a Rafael lo van a acabar emparejando con Petra, porque Justin Baldoni únicamente funciona con Yael Grobglas, mientras que Gina Rodriguez tiene una química brutal con Brett Dier.

Pero yo estaba hablando del amor, no del reparto.

En algunos lugares en Internet he leído que Michael peca de ser perfecto, pero yo no lo veo así. Michael no es perfecto, tiene sus defectos como todo hijo de vecino (se obsesiona demasiado con los casos, a veces su carácter le juega malas pasadas...), simplemente es un novio normal en una relación normal.


Y es que, a veces, la ficción ensalza y romantiza las relaciones tóxicas y dañinas que no son buenas para uno o ambos miembros de la pareja. En muchísimas series la pareja principal se hiere constantemente, incluso se tratan mal justificándose en el amor o usan ese amor a modo de chantaje para salirse con la suya. Por ejemplo, y sin salir de la misma cadena, Elena y Damon de The vampire diaries son absolutamente tóxicos el uno para el otro: la dependencia, el hecho de que Damon raramente ha respetado las decisiones de ella, los chantajes emocionales... Puede que los actores tengan química, puede que te vendan que es un amor épico, pero no dejan de ser dos personas que se hacen daño constantemente.

Eso en Jane the Virgin no es así, tanto Jane como Michael respetan al otro y apoyan al otro: Jane nunca ha reprochado a Michael su implicación con los casos, incluso le ha ayudado si era necesario, mientras que él la apoya en su deseo por ser escritora y también en su aventura como madre, tratando a Mateo con un cariño infinito.

Pero es que las relaciones deberían ser así, deberían ser compañerismo, respeto y amor. Una pareja debería tener las mismas prioridades, estar en la misma página, confiar en el otro e intentar que todo vaya bien, aunque eso incluya lidiar con los padres del otro (Michael siempre se esfuerza por Rogelio y sus cosas, pero Jane también ha luchado por congraciarse con los padres de él). Por eso, no es que Jane y Michael pequen de perfeccionismo, es que son una pareja sana y también real.


De hecho, me ha gustado muchísimo que se hayan ahorrado el factor celos. Jane eligió a Michael, se comprometió con él y Michael no ha tenido celos de Rafael, por lo que sólo me queda aplaudir a los guionistas. Habría sido muy sencillo introducir esa clase de tramas, pero se lo ahorraron y se dedicaron a mostrar como los dos organizaban su boda y su futura vida en común, teniendo en cuenta a Rafael porque es el padre de Mateo.

También en esta temporada ha quedado claro que la relación de pareja de Rafael y Jane no era sana, sobre todo porque él ejercía un rol de poder que no era bueno. Rafael no es mala persona, en realidad tiene bastante buen corazón, pero la relación con Jane ha sacado lo peor de él, convirtiéndolo en alguien sin escrúpulos: usar la confesión de Michael a Jane, que oye por accidente, para destruirle tras que Michael se metiera en líos por recuperar a Mateo fue un acto deleznable, al igual que el hecho de que engañara a Jane al decirle que no lo había hecho.

No sólo eso, sino que Rafael no ha dudado en usar su posición como padre de Mateo para hacerle chantaje emocional a Jane, aprovechándose de la importancia que ella le da a la familia y que Jane es Jane e intenta agradar a todo el mundo. Y eso no está bien, no es ni justo ni sano, por lo que me sorprendió, al igual que me agradó, que en el final de temporada Rafael decidiera dejar que Jane se fuera sin presentar más batalla.


No es que sea demasiado fan de Rafael, pero sí que me ha gustado ese proceso de maduración que ha tenido esta temporada. También su acercamiento a Petra, con quien me gustaría, y no me extrañaría, que acabara estando.

De hecho, otro punto fuerte a destacar es el tratamiento que han tenido de todos sus personajes femeninos. Todas las mujeres Villanueva han tenido tramas muy a su altura y han demostrado que se puede ser fuerte sin ser perfecta e incluso equivocándose, que se puede crear angustia romántica sin recursos manidos, dramas o convertir a un miembro de la pareja en verdugo. Sí, estoy hablando de lo coherente que ha sido tanto la separación como la posterior situación de Xiomara y Rogelio. Los dos se quieren, quieren estar juntos, pero él desea tener hijos, mientras que ella no, así que hacen lo razonable y es cortar para que no haya resentimiento.

Por cierto, me parece un gran acierto, también algo bueno, que se presente a una mujer que no quiere tener más hijos y que no se la juzgue, ni sea la típica villana de turno (ya sabéis, ese cliché de mala de comedia romántica que odia a los hijos del futuro marido que quiere cazar). Son aspectos de la vida real que no suelen tener representación en la ficción, pero en Jane the Virgin sí son tratados y lo hacen de maravilla.

Otro ejemplo sería la depresión postparto de Petra, que ha sido una parte importante de la segunda mitad de temporada y que han presentado con mucha delicadeza. Desde el principio, el embarazo de Petra fue prácticamente lo contrario al de Jane: el de Jane fue por accidente, el de Petra planeado; Jane tiene un lado maternal muy fuerte, Petra no tiene ese instinto; Jane lo quiere hacer todo ella, lo estudia hasta la extenuación, mientras que Petra prefiere emplear niñeras para cuidar de sus gemelas.


Lo mejor es la forma en la que hablan de ese tema. Habría sido muy fácil poner a Jane de buena y a Petra de mala, pero no lo hacen así. Hemos visto que Petra quiere a sus hijas, que es consciente de que no es la típica madre y eso la hace sufrir.

Y es que tanto la relación que han mantenido como el contraste entre ambas ha sido otro de los grandes aspectos de la temporada. Jane y Petra son personas muy distintas, pero los guionistas en ningún momento toman bando: quizás los instintos de Petra no sean los más sensatos, pero es verdad que Jane siempre se cree que ella es la buena. Vamos, que tanto una como la otra tienen sus defectos y virtudes, aunque siempre se molestan en explorar lo que sienten o cómo toman las decisiones que toman.

Así, también, nos han regalado el más interesante viaje de Petra. Petra, al igual que Michael, en el episodio piloto representaba un rol muy claro en las telenovelas: mientras que él era el tercero en discordia, ella era la villana dispuesta a cualquier cosa para retener al galán, que era el papel de Rafael.

Sin embargo, con el devenir de los episodios hemos visto que Petra realmente quiere a Rafael, no es que quiera cazar al rico galán para vivir bien, sino que le ama. Se preocupa por él y quiere estar con él, pero al mismo tiempo se respeta lo suficiente como para pararle los pies cuando Rafael, dolido por el rechazo de Jane, intenta estar con ella. En esa escena, no me quedó más que aplaudirles muy, muy fuerte, porque fue toda una declaración de intenciones y, de nuevo, me pareció que fueron muy originales y mandaron los clichés a paseo.


Precisamente porque el amor de Petra hacia Rafael es verdadero y por el hecho de que los dos han congeniado muchísimo a lo largo de la temporada, les veo futuro como pareja. A diferencia de Rafael y Jane, ellos dos sí que tienen esas mismas prioridades, esa misma forma de ver la vida, por lo que podrían funcionar muy bien.

Y por esa humanización de Petra, ese esfuerzo que no deja de hacer para mejorar como persona, el final de temporada ha sido tan efectivo. Desde que Anezka, la gemela secreta de Petra, aparece se intuye que no es la chica ingenua que aparenta. Por eso, era tan duro ver a Petra defender a su hermana, quererla, porque sabías que tarde o temprano, como pasa en las telenovelas, la hermana secreta va a hacer algo horrible. Lo que no podía imaginar era que su intención desde el principio era dejar a Petra en un coma inducido, para ocupar su lugar y, de paso, conseguir a Rafael.


El giro fue una pasada y como cliffhanger funciona a la perfección, ya que te deja el alma en vilo por la pobre Petra, al igual que el otro cliffhanger que ejecutaron con perfección.

La segunda mitad de temporada ha estado protagonizada, en parte, por esa boda de Jane y Michael, pero también por la muerte de Rose. No quedaba claro quién la había matado y hasta se podía sospechar del propio Michael (a fin de cuentas, Rose no sólo había matado a Nadine, sino que su presencia suponía un peligro para Mateo), lo que se transformó en una especie de sombra constante, mientras Derek, el hermanastro de Rafael, se presentaba como una amenaza evidente que acababa jodiendo al bueno de Rafael (curioso el paralelismo entre Rafael y Petra, por cierto).

Por eso tuvo tanto sentido, a pesar de que fuera una sorpresa mayúscula y un WTF de padre y muy señor mío, que al final Susanna resultara ser Rose, que había estado compinchada con Derek todo el tiempo. Estos giros sólo los pueden hacer en Jane the Virgin, por supuesto, ya que no se toman en serio a sí mismos y siempre han empleado esos giros locos y elementos completamente surrealistas. Pero les quedó de puta madre, sobre todo por el paralelismo que era el que Rose volviera con Luisa con su The most romantic story of all time, justo cuando Rose disparaba a Michael en su noche de bodas tras lo romántico que había sido su enlace con Jane.


No, en serio, el sufrimiento que tengo yo en el cuerpo no conoce límites. ¡Ay, mi Michael!

¡No podéis matarme a Michael, cabrones! ¡Y en su noche de bodas!

Bueno, vistas las últimas informaciones (Jane va a perder la virginidad en la tercera temporada, pero no ni en el primer episodio, ni tampoco en el último), yo me voy a consolar con una teoría: Michael en coma y puede que más tarde desmemoriado, para acabar recuperándose y teniendo su noche de bodas con Jane en el sexto episodio de la tercera temporada, que sería el cincuenta de la serie. Y, de paso, teniendo a Michael en el hospital, o él o Jane podrían darse cuenta de que Petra está ahí atrapada.

Es mi teoría y me voy a aferrar a ella a lo loco, porque no me pueden matar a Michael. Punto.

miércoles, 15 de junio de 2016

Recomendación épica: Leverage

Ya sabéis que tengo esa sección, que actualizo de Pascuas a Ramos, en la que os recomiendo una serie que a mí me parece una maravilla, pero no es especialmente conocida. Soy así de generosa o de malvada, depende de cómo queráis verlo. Bueno, la cuestión es que se acerca el verano, las series nos abandonan y es una buena época para maratonear e ir recomendándonos series.

Así que hoy os voy a hacer un favor y os voy a contar las maravillas de una de las series más molonas e inteligentes y divertidas que he visto jamás: Leverage. En España, por cierto, la titularon como Las reglas del juego y, si no me falla la memoria, la emiten en Energy.


Total, que yo he hablado de Leverage por aquí más veces, pero nunca os he hablado en serio sobre lo genial que es. Y eso está a punto de cambiar.

Empecemos por el principio: ¿de qué trata Leverage? Nate Ford (interpretado por Timothy Hutton) solía ser un gran investigador de una compañía de seguros. Sin embargo, su hijo enfermó y la compañía a la que tanto dinero le ahorró, no consintió en financiar el único tratamiento que podría ayudar al niño y éste acabó muriendo. Desde entonces Nate se ha dedicado a beber y a llevar una existencia tirando a miserable... al menos hasta que le contratan para recuperar unos planos.

El trabajo le obliga a formar equipo con tres criminales como los que solía perseguir: Parker (Beth Riesgraf), una ladrona experta; Alec Hardison (Aldis Hodge), genio y un gran hacker; y Elliot Spencer (Christian Kane), un completo badass de la vida que puede deshacerse de cualquiera con un par de hostias. Por ciertos motivos, el aparente trabajo fácil no es tal y Nate acaba recurriendo a Sophie Deveraux (Gina Bellman), una estafadora a la que él solía perseguir, para que les ayude. A partir de ahí, los cinco deciden colaborar juntos para ofrecer justicia allí donde la ley no puede hacer nada... delinquiendo, eso sí.


Es decir, durante todos los episodios aparece alguien que se ve puteado por una persona poderosa, contra lo que no puede hacer nada. El caso llega a oídos del equipo, que acaba organizando una estafa, robo y plan maléfico en general para dar su merecido al malo y que la víctima se vea recompensada. Y, ojo, cuando digo plan maléfico, me refiero a un plan retorcido y súper inteligente que nunca es lo que parece.

Entonces, ¿es un procedimental? Sí, lo es, ya que se limita a resolver casos, con pequeñas tramas horizontales que ocupan la temporada. Sin embargo, los guionistas de Leverage se lo curraron mucho y no hay ningún caso o estructura que se repita, por lo que todos sus episodios son muy interesantes y no resultan nada aburridos, todo lo contrario.

De hecho, Leverage es una serie muy, muy divertida. Evidentemente tienen episodios más en plan coña que otros (The Rashomon job será uno de los episodios con los que me he reído en mi vida), otros más serios o incluso más tiernos (The Van Gogh job es precioso no, lo siguiente, qué historia de amor más bonita), pero todos molan un montón. De hecho, el más flojo sería el piloto y aún así está muy, muy bien.


Además, los guionistas son muy frikis (hacen episodios homenajes o usan nombres de personajes o actores molones como nombres falsos, ¡y muchos de Doctor Who!) y la química del grupo traspasa la pantalla, porque la camaradería entre los cinco protagonistas se nota mucho y todos los personajes funcionan perfectamente.

Y los personajes son otro gran punto a su favor. Personalmente, siempre tengo dudas sobre cuál de ellos es mi favorito: la excéntrica Parker, que es rara, dice lo primero que piensa, no empatiza y es la puta ama, además de un amor; Nate, el líder y un hombre torturado, pero súper listo (sus planes son retorcidos y muy impresionantes de ver), divertido y cínico a partes iguales; Elliot, sensible y bruto a partes iguales, el hombre que te hará fangirlear aunque no te vayan los tíos (las escenas de Elliot pateando culos son lo mejor, palabra); Hardison con sus frikeces, sus chorradas y sus anécdotas...

No he encontrado ningún gif de Elliot pateando culos, pero fangirleo igualmente con este.

Es que, encima, hasta los secundarios molan un huevo: la ex-mujer de Nate, mi adorado Sterling (que es Sexy Mark Sheppard, palabras mayores), Tara... Todos ellos molan mucho y también sacan mucho partido a los personajes episódicos y los artistas invitados. Y, eh, sale Wil Wheaton siendo un chungo, al más puro estilo The big bang theory al principio de los tiempos. Bueno, y no es el único conocido que sale: Richard Chamberlain, Danny Glover, Emma Caufield, Cary Elwes

Ah, y para los que os gusten las tramas parejiles, aquí también hay. Además, creo que lo plantearon de forma muy inteligente, porque te dan mucho material para shippear y una de las dos historias de amor es lo más mono del mundo, pero al mismo tiempo lo hacen sin dramas y sin ocupar muchos minutos, por lo que en este caso sí es una añadido y no algo que se les acaba volviendo en su contra.

Además, es que Parker y Hardison son TAN monos. En serio, lo son por separados y juntos también. Ainss.



Vamos, que Leverage es una serie perfecta para el verano, porque es divertida, entretenida y será una de las pocas series que no sufre ninguna racha mala y todos sus episodios mantienen el nivel. Y, si le dais una oportunidad, seguro que al amáis tanto como yo, porque mola un huevo y entre unos y otros te pasas la vida fangirleando y, oye, eso es muy bonito.

Y, bueno, sólo me queda deciros que el reparto es maravilloso, que cumplen con sus personajes, con los personajes que se inventan para estafar, que Gina Bellman tiene una galería de acentos para flipar y que, de nuevo, Leverage mola mucho, pero mucho, mucho.

Es decir, si os gustan las películas de robos en plan Ocean’s eleven, Leverage os va a encantar. Y, encima, ya está acabada, son temporadas cortas (la que más episodios tiene es la cuarta y son 18) y tiene final cerrado. Si es que no se puede pedir más.

En serio, vedla, ¡no os vais a arrepentir!

lunes, 13 de junio de 2016

Marcada a fuego

Una vez más os traigo una reseña sobre la saga Psi/Cambiantes de Nalini Singh, donde se mezcla el romance con la ciencia-ficción y que cumple ese esquema de pareja por libro, aunque esta mujer va complicando la trama más a medida que avanza la historia. Es decir, que se pueden entender sin leer los anteriores, porque las historias de amor son independientes, pero es mejor seguir el orden porque la luchas de poder entre las distintas razas y la conspiración son una trama continuada que une todos los libros.

Con ese pequeño resumen, ya sólo me queda decir que esta saga mola muchísimo y que cada libro va a más y es más interesante. Y hoy voy con la sexta entrega, Marcada a fuego, que tiene como novedad que, por un lado, está protagonizado por una centinela de los leopardos (que tuvimos a la grandiosa Brenna, pero ella era de los Snow Dancer y no era centinela) y, por otro lado, trata una relación entre distintas razas de Cambiantes.

Mercy, centinela de la manada de leopardos DarkRiver, es la única hembra de su camada que todavía no se ha emparejado porque no quiere estar con un hombre sumiso, sino alguien que esté a su altura, aunque al mismo tiempo teme que precisamente la fuerza de su compañero pueda costarle su libertad y no está dispuesta a que nadie le dé órdenes. El problema es que su leopardo interior necesita contacto físico, pero a Mercy no le atrae nadie... Corrección: sí que le atrae alguien, pero no puede ser peor candidato.

Y es que Riley no es sólo su compañero de faenas, sino que es el teniente de los Snow Dancer, es decir, un lobo y, encima, un macho dominante. Vamos, que Riley no puede ser peor elección, sobre todo porque los dos no han dejado de pelearse desde que comenzaron a trabajar juntos gracias a la alianza de sus clanes. La rivalidad entre ellos es muy fuerte y no dejan de meterse el uno con el otro, pero en el fondo todo eso oculta una atracción que va a más y que pilla a ambos por sorpresa, mientras investigan el secuestro de un joven científico.

Marcada a fuego ha sido un libro bastante distinto a lo que nos tiene acostumbrados Nalini Singh, ya que se ha centrado muchísimo más en la relación que en la trama que engloba la situación política y ese malvado plan del Consejo Psi. Normalmente, los elementos están más equilibrados, pero también es verdad que la relación entre Mercy y Riley es la más compleja de todas las que ha escrito.

Porque no sólo ha explorado el hecho de que sean Cambiantes de clanes distintos y, por tanto, de razas distintas, sino que también ha desarrollado como les afecta el ser Cambiantes. A fin de cuentas, los Cambiantes tienen una parte animal muy poderosa y esa parte animal tiene una serie de instintos que no tiene un ser humano y en este caso complica las cosas. Porque tanto Mercy como Riley son dominantes, lo que les hace chocar constantemente, ya que cada uno intenta ser el dominante en la relación y les cuesta encontrar el equilibrio.

La verdad es que no soy demasiado fan de ese componente de posesión que suele haber en las novelas románticas, pero Nalini Singh lo usa de tal manera que no está mal pensada. Quiero decir, los Cambiantes son en parte animal, se convierten en uno y tienen algunos rasgos de esa personalidad. Sin embargo, tampoco es que controlen a su pareja o la dominen, sino que siempre acaban llegando a un equilibrio en el que son compañeros iguales, además de almas gemelas. Vamos, que una novela de estas características que va sobre quién es el dominante, el temor a ser anulada o a cambiar por un hombre, podría haber sido un desastre, pero creo que la autora no lo desarrolla nada mal.

Además, se agradece que la protagonista sea alguien con las ideas muy claras y que no tenga ninguna clase de trauma o impedimento para sentir. Mercy mola mucho, es divertida, fuerte, imperfecta, independiente y no se achanta ante nada.

Eso sí, aunque Nalini Singh se centra sobre todo en la relación entre Mercy y Riley, también encuentra espacio para los secundarios, los cuales ya conocemos. No sólo hemos visto cómo siguen protagonistas de otras novelas anteriores como Lucas y Sascha y Brenna y Judd, sino que también explora un poco la situación actual en la que se encuentran todos los grupos que están luchando por hacerse con el poder: las maniobras del Consejo, el padre de Faith intentando ayudar desde dentro, los movimientos de los humanos, la estabilidad de los dos grupos de Cambiantes... Marcada a fuego ha sido el libro en el que más personajes han aparecido, lo que mola mucho, sobre todo porque ha quedado muy natural y no resultaba ni forzado, ni daba la sensación de ser relleno.

Bueno, y además Nalini Singh sigue desarrollando la historia de Sienna y Hawke, que parece que está cocinando a fuego lento, pues hace varios tomos que se ve venir, pero de momento no pasa nada. Y me muero por leer su novela, pero aún me quedan unas cuantas.

Y creo que no me queda nada más que añadir, porque he dicho unas cuantas veces lo bien que escribe esta mujer y los diálogos tan molones que nos regala. Además, a cada libro va ampliando el mundo donde desarrolla sus historias y nos va presentando nuevos personajes, aunque siempre de forma muy natural y tan bien pensada que no cuesta nada hacerse una idea de toda la situación.

El próximo lunes literario estará dedicado a... El rithmatista de Brandon Sanderson.

sábado, 11 de junio de 2016

La segunda carrera de Barry Allen

Hace unas semanas ya le dediqué una entrada a The Flash, pero fue dedicada a un aspecto muy concreto y como es una serie que me encanta y la temporada ha tenido tanto sus luces como sus sombras, pues quiero hablar de ella otra vez.

Primero quiero dejar claro que, pese a todo, The Flash será la serie del universo catódico DC que más disfruto y eso que tanto Supergirl como Legends of tomorrow me han gustado mucho (la segunda ha sido una grata sorpresa, por cierto). Sin embargo, The Flash tiene algo especial y, además, acierte o no es una serie que cumple con algo que para mí es muy importante: siempre entretiene y nos da episodios de cuarenta minutos que se ven en un santiamén, lo que se agradece muchísimo.


Es decir, que esta segunda temporada ha sido, ante todo, entretenida y se agradece muchísimo lo bien equilibrados que siguen estando sus elementos: por supuesto que sus personajes viven dramas y hay giros que te dejan con la boca abierta, pero siempre hay alguien que sirve de contrapunto y nos da escenas más ligeras. Y precisamente es tanto ese equilibrio como sus personajes el punto más fuerte de The Flash.

La química entre ellos siempre es palpable, pero además saben sacarle partido, sobre todo para impedir que los personajes vayan por los derroteros intensos que sí recorren los habitantes de Star City. Por ejemplo, Caitlin a estas alturas podría haberse convertido fácilmente en una reina del drama o una emo de mucho cuidado, porque no se puede tener peor suerte que esta muchacha, pero tanto Cisco como Barry se han encargado de ayudarla y de mantenerla con los pies en el suelo.

Instauremos el hashtag #SufroComoCaitlin, ella lo merece.

Por eso ha sido tan divertido lo bien que han exprimido el multiverso, una idea que me parece súper bien pensada, sobre todo si quieren darle a los actores retos nuevos sin tener que renunciar a los personajes que conocemos. Ahora, hemos visto las versiones más fieles a los cómics de Cisco y Caitlin sin renunciar a los personajes que tanto queremos y es un puntazo, sobre todo por las reacciones de todo el mundo y por ese gran partido que le pueden sacar a la mayoría de los actores y también al juego que dan los dopplegangers al más puro estilo Orphan Black.

No sólo hemos tenido una excursión a Tierra-2, sino que hemos visto enfrentamiento entre versiones y a nuestros personajes versionando a sus dobles maléficos, lo que ha sido tan entretenido de ver como descacharrante.

Y ese concepto también nos ha permitido que sigamos disfrutando de Tom Cavanagh, por quien yo tengo un crush muy grande, con un Harrison Wells alternativo, que ha sido la gran revelación de esta segunda temporada. De hecho, me ha gustado mucho cómo han ido integrándolo en el equipo y explorando esa personalidad tan compleja que tenía Harry. Al final, era una parte más del team Flash, una importante y que encajaba perfectamente con Barry, Caitlin, Cisco y Joe, teniendo con cada uno una relación distinta, pero muy chula. A mí con quien más me gusta es con Cisco, ya que resultaban súper divertidos.

Voy a dejar de hablar de Harry, porque me voy a poner en modo fangirl y no es plan.


Esta suelo ser yo cuando veo a ese hombre.

Eso sí, me ha gustado muchísimo cómo han resuelto su arco, siendo quizás el mejor escrito de la temporada, tanto por cómo se ha integrado, tanto por cómo han llevado la relación con su hija. Sólo me queda desear que vuelva este Harry la próxima temporada, porque le he cogido mucho cariño.

Y si Harry ha sido un gran ejemplo de cómo integrar a alguien en el equipo, también ha servido para evidenciar un problema que llevan teniendo desde la primera temporada: Iris West. Hoy no voy a hablar de sus repentinos sentimientos románticos por Barry, porque ya me quejé en su día, sino en el hecho de que parece el pegote humano de la serie. No me entendáis mal, no odio a Iris. No me gusta, pero no la odio, como, por ejemplo, sí odié a Laurel en la segunda temporada de Arrow. Y hablo de Laurel porque son dos personajes que comparten ese rol de chica del héroe que no funciona.

Eso sí, mientras que Laurel era odiosa a más no poder en la segunda temporada, sí se veía el camino que estaba recorriendo. No sólo tenía un papel, aunque fuera como instigadora de la caza hacia Arrow, sino que se veía claramente que los guionistas tenían un plan para ella: bajarla a los Infiernos para que se alzara como Black Canary.

Sin embargo, en el caso de Iris es que, sinceramente, no veo que vaya a ningún lado. Puede que me sorprendan, que me gustaría, pero de momento sólo veo que la tienen ahí sin ningún propósito o algo que hacer. Es muy curioso oír la típica conversación de ayudar a Barry y, mientras que Caitlin y Cisco diseñan armas para neutralizar al malo de turno, lo único que dice Iris es que va al periódico por si escucha algo. Gran aporte al equipo, sí señor.

El momento Pepito Grillo de la semana, patrocinado siempre por Iris, como su única labor en la serie.

Lo peor del caso es que ni siquiera se molestan en intentar usarla. Podrían hacer que fuera amiga de Caitlin, por ejemplo, pero se contentan con usar a Caitlin para oír sus divagaciones románticas sin que haya una verdadera amistad.

De hecho, lo único que hicieron con Iris en toda la temporada fue provocar ese encuentro con su madre, en lo que parecía una serie paralela, pero es evidente que lo único que les interesaba era introducir a Wally. Curiosamente sí se han esforzado en desarrollar la relación de Wally tanto con su padre, como esa compleja relación entre él y Barry, que ha pasado por varias etapas: desde la desconfianza y la rivalidad hasta la admiración al conocer que Barry es Flash, lo que les llevará a la amistad...

O quizás ya no, porque el final de The Flash ha sido de lo más impredecible y flipante, con ese Barry completamente llevado por el dolor y volviendo atrás en el tiempo para reiniciar la historia. Me imagino que la nueva situación no durará mucho (¿habrán enviado a Harry a Tierra-2 para arreglar el problema?), pero va a ser muy interesante ver esa realidad alternativa donde Barry no ha perdido a su madre y donde Eobard Thawne no ha sustituido a Harrison Wells y, por tanto, Barry no debería tener poderes por el momento.


Me encanta lo arriesgados que son en The Flash y que me recuerden tanto a mi adorada Fringe, donde había mundos alternativos, líneas temporales distintas y demás. Precisamente por ese riesgo en las tramas y por esa presunción de que el espectador es inteligente, hay que alabar a The Flash, aunque a veces fallen en algunos aspectos.

Porque personalmente me ha parecido que este año no han enfocado al villano de la forma adecuada. En ese sentido, me ha recordado a lo que les ha pasado en Arrow: veintitrés episodios son muchos para mantener la tensión, sobre todo si se presenta al malo desde el primer episodio. Si Eobard Thawne funcionó tan bien en la primera temporada fue porque dedicaron una primera parte a jugar con él: ¿era bueno o malo? ¿Podía Barry fiarse de él o tenía que salir corriendo?

Sin embargo, esta temporada con Zoom lo presentaron al inicio de temporada y su momento álgido lo alcanzó bastante pronto, cuando arrastró a Barry por Central City. El problema vino cuando tenían que rellenar episodios sin vencerle y se liaron a repetir la misma fórmula en la que Zoom secuestraba a alguien y acababa en Tierra-2. En serio, ¿cuántos personajes pasaron por eso? El propio Barry, Caitlin, Wally, Joe, Jesse...

Esa mecánica se hizo un poco cansina y creo que habría sido mejor si hubieran tenido menos episodios de margen. Además, tampoco se molestaron en explicar demasiado su malvado plan hasta el último episodio, lo que quedó un poco anticlimático.


Lo que sí me gustó es lo bien que jugaron con su identidad, no porque no pensara que podría ser Jay Garrick, sino porque no pensé que fuera ESE Jay Garrick y menos aún que, al final, no se llamara así. De hecho, la revelación de que Jay Garrick en realidad era el Flash de Tierra-3 y que era una versión de Henry Allen fue un golpe maestro y un gran detonante para ese cambio de juego con el que iniciarán la tercera temporada.

Por cierto, ¿soy la única que quiere ver Tierra-3? Me muero de curiosidad y abre muchas posibilidades de cara a ver a personajes que conocemos de otra forma distinta. De hecho, les vendría muy bien para recuperar actores cuyos personajes están muertos (Katie Cassidy moló TANTO de Black Syren, de hecho sigo pensando que sería una gran villana para Arrow) o personajes que conocemos con otros actores.

Vamos, que la segunda temporada de The Flash no ha sido tan redonda como la primera, pero ha molado igualmente y se agradece el riesgo en las tramas. Qué larga se va a hacer la espera para su vuelta y para ver qué tienen planeado ahora que Barry se ha chinado del todo y ha reescrito la historia.

miércoles, 8 de junio de 2016

La grandeza del Caso

Ayer se terminaba la primera temporada de El caso en TVE y yo no puedo más que comenzar esta entrada pidiendo su renovación y no sólo porque se quedara todo en el aire, sino porque la serie lo merece y durante trece episodios no ha hecho más que crecer y demostrar lo sumamente bien orquestada que está y lo diferente a otras series españolas que es.

Y es que El caso es una de esas pocas que sabe aprovechar la larga duración de las series españolas a su favor y sin que se note las tramas de relleno para llegar a la hora y pico de episodio. De hecho, es precisamente su duración lo que ayuda a que pueda desarrollar el caso de forma no sólo entretenida, sino compleja y que juegue con el espectador a deducir qué está ocurriendo, al igual que hacen los protagonistas. Muchas veces en los procedimentales americanos los casos no tienen ese factor complejidad, más que nada porque los cuarenta minutos por episodio no permiten mucho margen de maniobra.


Además, en El caso también encontraban tiempo para dedicarle no sólo al caso del Asesino del Rosario, sino también a los personajes que conforman ese universo tan variado donde viven los protagonistas. Y eso, en mi opinión, ha sido otro acierto porque el elenco de personajes de El caso no sólo funciona, sino que todos son muy interesantes, al igual que sus relaciones.

Porque El caso demuestra cariño por sus personajes, dándole sus propias historias y desarrollando sus situaciones. Salvo Aparicio, se ha explorado las situaciones de todos los personajes de la redacción, incluso la de Aníbal que no era uno de los que más protagonismo tenía en un primer momento. Y, encima, cada una de esas historias servía para hablarnos de algo diferente, ya fuera algo más de la época, como algo más universal: el problema de estar endeudado de Germán, Aníbal teniendo problemas con el Opus, Paloma siendo madre soltera, Rodrigo y su matrimonio fallido, la independencia de Margarita...

Quizás no han sido tan brutales como deberían, estando la serie ambientada en plena dictadura franquista, pero creo que con eso se ha ganado en el factor encanto. Además, yo creo que han sabido usar la época muy a su favor: sin hacer una serie que fuera una crítica constante o un drama constante, pero sí usando los elementos de la dictadura para complicar la vida de los protagonistas, la publicación de la revista e incluso la investigación de ese caso a largo plazo que es el de Santa Cruz.

Vamos, que la dosis de crítica al régimen era la justa y la necesaria, siendo más una herramienta para contar la historia que viceversa y eso me ha gustado.


Sobre todo porque también ha servido para poner a los personajes en situaciones de riesgo (Germán a punto de ser condenado al garrote porque un policía le tiende una trampa, la pareja de franceses a punto de ser ajusticiados cuando eran una mísera cabeza de turco…) y, también, para justificar perfectamente el que el caso del Asesino del Rosario avance muy poco a poco. ¿Cómo va a hacer Jesús avances si el propio gobierno protege al asesino? Por cierto, golpe maestro que Santa Cruz sea alguien bien relacionado hasta el punto de que su primera víctima sea la hija de los guardeses del Pardo. Toma ya.

Es también digno de admiración lo bien que emplean la carta de Santa Cruz, ya que apenas le hemos visto, pero durante toda la temporada ha sido una presencia constante e inquietante, dándonos escenas de auténtica tensión: la visita en mitad de la noche a Clara, el ataque contra Rebeca... Vamos, es escuchar su musiquita y yo ya me ponía nerviosa.

Y, como decía al principio, en el estupendo final de temporada no se resolvió el asunto, no estamos un poco más cerca de resolver el caso, por mucho que Jesús y Camacho hayan descubierto que hubo una víctima previa a Asunción Montenegro. Lo que no sería tan malo, si el maldito Santa Cruz no siguiera con su juego de torturar a Jesús, amenazando ahora a Clara y Montenegro, a quien yo llamo, al igual que Jesús, Peluso porque no se puede ser más amor que ese chico.


O sea, por favor, tiene que haber segunda temporada para que se resuelva tanto eso como los otros cliffhangers que empezaron a marcarse: desde Rodrigo detenido y con un consejo de guerra ante sí (en serio, miedo me da que Rodrigo es mi favorito y eso suele ser muy malo para el personaje), hasta la posibilidad de que Gerardo haya muerto, lo que tampoco te aclaran demasiado. Vamos, que espero que TVE me renueve de una tacada tanto El caso como El ministerio del tiempo porque ambas se lo merecen y yo necesito más episodios.

Porque, como no me canso de repetir, El caso ha demostrado ser una serie muy buena, con personajes estupendos y que contaba mensajes que a mí me gustaban mucho.

Porque nos han hablado del amor como debe hablarse, sin que haya víctimas o verdugos, sino personas que cometían equivocaciones, pero que tampoco deseaban herir a nadie. Como ese Jesús enamorado de Rebeca, pero incapaz de darle lo que ella deseaba y haciéndose a un lado porque sabía que Camacho sí podía ofrecérselo. ¿Se puede hacer algo más bonito? La verdad es que la dinámica entre los tres me ha encantado, con los dos antiguos amigos enamorados de la misma, ella siendo muy clara y ellos condenados a entenderse.


Bueno, a mí el personaje de Camacho me ha encantado, me ha parecido uno de los más complejos. Quizás su papel no era el más agradecido, porque a veces era enemigo, a veces un amigo desagradable, pero también es cierto que nunca tienes demasiado claro por dónde va a salir y que el conflicto entre querer medrar, hacer justicia y la lealtad a Jesús y Rebeca es interesante.

Al igual que me ha gustado mucho cómo han enfocado la complicada situación sentimental de Clara. Por mucho que haya sufrido, Clara nunca se ha dejado llevar por la rabia, ni ha intentado herir a nadie, lo que le ha llevado a soportar carros y carretas. Y me ha gustado mucho que no se haya retratado a Gerardo como un cabrón, que habría sido lo más fácil, sino como una víctima de su época al que la sociedad no le dejaba ser ni él mismo, ni feliz. El pobre Gerardo daba mucha pena porque en ningún momento pretendía herir a Clara, incluso intentó arreglar las cosas y es terriblemente injusto que la culpa sea de esa sociedad arcaica y odiosa.

Aparentemente, Gerardo ha muerto en el accidente de tren, pero Clara ha notado alguna cosa rara, así que a mí me gustaría que siguiera vivo y que desarrollaran esa historia de amor con Cabrera, que se ha insinuado más que mostrado. Jolín, que Gerardo me da ternurita y quiero que sea feliz, al igual que quiero que Clara sea feliz.

Que, por cierto, me ha parecido todo un acierto que la relación de Clara con Peluso vaya poco a poco, en parte porque era lógico (bastante tenía Clara con superar el engaño como para meterse en otra relación), en parte porque así es más original y en parte porque creo que así sí pueden construir una historia de amor y no sólo de despecho. Sería muy sencillo para Clara aprovecharse de los evidentes sentimientos de Miguel para vengarse de Gerardo u olvidarse o tener eso que él le negaba al no sentirse atraído por ella, pero no lo hace y yo creo que eso mola mucho.


Porque en El caso nos han contado que el amor se basa en el respeto, en estar en sintonía con la pareja, admirarla y estar para lo bueno y para lo malo y eso mola mucho. Porque no sólo Jesús se hace a un lado porque sabe que no puede darle a Rebeca lo que quiere, sino que Clara está ahí para Gerardo y respeta a Miguel y Rodrigo y Paloma han demostrado estar para el otro ocurra lo que ocurra.

Es curioso porque al principio la historia de estos dos parecía un cliché (el jefe que está con la secretaria a escondidas, si es que hasta le llega a poner un piso), pero con el paso de los episodios hemos visto que no era una aventura, ni un capricho, sino que se querían. Rodrigo ha luchado por la nulidad matrimonial para estar con Paloma, ha adoptado a su hijo como suyo y le ha defendido con uñas y dientes, mientras que ella también le ha defendido a él y le ha ayudado constantemente. De hecho, la petición de matrimonio fue muy bonita, a pesar de que la interrumpieron, y el detalle del anillo me llegó a la patata.

Jolín, hay que salvar a Rodrigo para que nos vayamos de boda. ¡Maldita sea!


Bueno, y para acabar este repaso a la primera temporada de El caso (que me está quedando larguísima, lo sé, ¡pero hay mucho de lo que hablar!), sólo me falta señalar lo sumamente bien que está el reparto. Todos cumplen con su papel de maravilla, el buen rollo traspasa la pantalla y es que, encima, saben sacar partido a sus personajes, los cuales nunca me cansaré de alabar, porque, en serio, ¿se puede molar más que ellos? Si es que es la típica serie donde nunca terminas de tener muy claro cuál es tu favorito... Vale, antes he dicho Rodrigo, pero yo tengo un crush muy grande con Fernando Cayo. Y, vamos, que no es como si no adorara a Margarita, Clara, Jesús, Paloma, Germán...

Pues eso, que ojalá nos den una segunda temporada. Que espero que así sea porque necesito que esos cliffhangers se resuelvan y, encima, la audiencia ha sido muy regular.

No, en serio, ¿qué esperan para renovar tanto El caso como El ministerio del tiempo?

PD: En realidad, quiero creer en esa teoría de la conspiración de que están renovadas, pero TVE está esperando a ver qué pasa con Imanol Arias y Ana Duato para pronunciarse sobre Cuéntame y por eso no tenemos noticias. Soy más feliz así, ¿vale?

martes, 7 de junio de 2016

Filtro

Con un día de diferencia, pues ayer estuve toda la mañana fuera, os traigo la reseña del Lunes Literario y está dedicada a un libro al que, desde que supe de su existencia, le tuve muchas ganas porque, además de una portada súper chula, tenía muy buena pinta: Filtro, la primera entrega de la saga Pociones, de la escritora Amy Alward. ¿Y de qué trata Filtro?

Samantha Kemi es la aprendiza de su abuelo en su taller de alquimia. Durante un tiempo, la familia Kemi gozó de prestigio al ser los mejores alquimistas de la ciudad, aunque en la actualidad su negocio únicamente sobrevive como puede. Y es que la competencia contra las pociones manufacturadas es brutal y ya prácticamente nadie las compra a los alquimistas de verdad.

Sin embargo, cuando la princesa Evelyn acababa envenenada por un filtro amoroso, que ha hecho que la princesa se enamore de su propio reflejo, la familia real decide convocar a todos los alquimistas para cumplir una antigua tradición: la Expedición Salvaje, en la cual todos los alquimistas que desean participar pueden crear una poción para salvar al miembro de la familia real que esté en peligro. Si se logra tal proeza, dicho alquimista ganará dinero y prestigio, por lo que Sam no duda en apuntarse, esperando reflotar el negocio familiar.

¿El problema? Su máximo rival, el dueño de los laboratorios que hacen las pociones manufacturadas, tiene un hijo, Zain, con quien Sam siempre ha tenido una relación un tanto extraña... Ah, sí, y la hermana del rey, una bruja que desea hacerse con el trono, también ha sido convocada y ve la oportunidad perfecta para llevar a cabo su venganza.

Es decir, que Filtro tiene un montón de ingredientes para molar: una búsqueda a la desesperada, una mitología desarrollada y original, una historia de amor que pinta bien, problemas políticos... Lo malo es que se queda en nada.

Quizás es por las ganas que le tenía a Filtro, pero me ha decepcionado. No es que sea un libro horrible, que no me haya gustado nada, porque se puede leer, pero sí que he tenido la sensación de que desaprovecha un punto de partida que puede dar mucho juego. Además, lo peor del caso es que me da la sensación que es más falta de talento por parte de la autora que porque haya cometido errores. Es como si, por más que lo intentara, haya algo que simplemente no funciona.

Es evidente que la intención de Amy Alward es que sea un libro de aventuras, pues Sam no deja de viajar de un lugar exótico a otro para buscar ingredientes extraños, mientras intenta resolver la receta de la poción que necesita. El problema es que, aunque no es que resulte aburrido, porque no es así, tampoco es emocionante. Sí, pasan muchas cosas, pero no tiene ese factor enganche o la tensión necesaria o el encanto que, por ejemplo, sí que tienen las novelas de Rick Riordan, donde sus protagonistas van de un problema a otro.

Bueno, a decir verdad, la falta de encanto es lo que más afecta a Pociones.

Samantha resulta una protagonista muy sosa, olvidable. Amy Alward hace un esfuerzo para que no sea perfecta, algo en lo que caen muchas autoras. También le da trasfondo, relaciones con su entorno y un conflicto (quiere ser leal a su abuelo, a su negocio, pero le interesan las técnicas novedosas de los laboratorios), pero no logra que resulte mínimamente interesante o que mole o que le cojas cariño. No es que la odiara, aunque a veces hace cosas un tanto reprochables, pero tampoco es que recuerde muy bien cómo es y eso que leí Filtro hace tan solo unas semanas.

Y como Samantha, el resto de personajes está bien planteado, pero es bastante olvidable. Por ejemplo, Sam va acompañada de una buscadora de ingredientes, una especie de Indiana Jones femenina, por lo que se supone que es una tía que mola... pues no, no lo hace. O sea, tú sabes que pretende serlo, que es la intención de la autora, aunque no da esa sensación.

Vamos, que Amy Alward es una autora muy poco efectiva, por mucho que lo que plantee esté bien. Eso se nota, sobre todo, en la historia de amor.

Sam y Zain se conocen desde hace tiempo y, antes de que empiece la acción, ya sabemos que hay cierta atracción, aunque no se relacionen mucho. La amiga de Sam comenta que Zain está loco por Sam, ella da a entender que él le gusta pero que no cree que sea posible tener nada... Es decir, que el romance no sale de la nada o se enamoran cruzando una mirada, lo que está bien. El problema es que las interacciones de ambos no pueden ser más sosas y Zain parece que no tiene personalidad.

Y, jolín, da rabia porque el punto de partida es bueno: desde ese mundo donde viven magos con humanos y donde la realeza no sólo gobierna, sino que ofrece estabilidad, hasta esa historia de amor entre dos rivales. Pero es que se queda en nada. En nada.

Filtro es un libro entretenido, pero bastante soso, por lo que no te aburrirás leyendo y tampoco te emocionarás. Se supone que la saga está formada por dos partes, así que le daré otra oportunidad a su continuación cuando salga, aunque tampoco es que recomiende demasiado Filtro. Sinceramente, hay novelas mucho mejores en el mercado.

El próximo lunes literario estará dedicado a... Marcada a fuego de Nalini Singh.

viernes, 3 de junio de 2016

7 superconsejitos para reflotar Arrow

Cuando hablamos de The Flash, Miki suele quejarse de que el único rol que tiene Iris West en la serie es dar El superconsejito del día, algo que me hace mucha gracia porque básicamente es verdad. Así que hoy he decidido versionar a Iris y darles unos cuantos superconsejitos a los guionistas de Arrow para ver si pueden arreglar el desastre que ellos mismos han organizado.


Y es que, aunque la cuarta temporada de Arrow empezó muy bien, ha ido decayendo a medida que avanzó y, aunque creo que no ha sido tan desastrosa como la tercera, tampoco ha estado a la altura y su season finale ha sido súper sosa en comparación con las de las otras series del universo DC. Así que, venga, vamos con Los superconsejitos para reflotar Arrow.

1. Haced algo con los puñeteros flashbacks

Nunca he sido lo que se dice una fan de los flashbacks de Arrow y, de hecho, creo que el peor episodio de la serie es ese que es todo un flashback, creo que allá por la primera temporada. Sin embargo, en las dos primeras temporadas, los flashbacks llevaron a explicar el origen de Slade Wilson y desarrollar la complicada relación entre él y Oliver. Vamos, que tenían una utilidad de cara a la trama.

Pero, ¿alguien me puede decir de qué ha servido la historia de este año? Además de aburrirme y dejarme mirar el móvil sin que me perdiera nada vital. Porque la historia en la isla no tenía ningún tipo de utilidad, ni siquiera exploraba personajes que veíamos en la actualidad. Por ejemplo, en la tercera te contaban el origen de Katana y la relación que tenía Oliver tanto con ella como con su marido, quien le ayudaba. Vale, mira, eso tenía un pase, ¿pero esto? Esto es mero relleno coñazo y o bien hacen algo o bien dejan los flashbacks para momentos puntuales cuando sea estrictamente necesario.



Vamos, es que de esta cuarta temporada sólo salvaría el flashback con Constantine y el que estaba dedicado a la amistad de Oliver y Laurel tras la muerte de Tommy.

2. Presentar al villano en el primer episodio no es buena idea

Vale, veintitrés episodios son muchos y comprendo que cuando sólo tienes a un grupo de luchadores y nada de poderes pues es difícil eso de mantener la tensión y te quita muchas opciones. Sin embargo, es algo un poco de cajón que si introduces al malo como tal en el primer episodio pues vas a perder tensión y la posibilidad de meter giros locos, que mantengan el interés. Eso, por no hablar de que traer a un malo malísimo que no haga mucho durante veintitantos episodios pues como que se pierde tanto credibilidad como esa sensación de peligro que ayuda a meterse en la historia.

Por eso, de cara a la quinta temporada les suplico que hagan como con Merlyn y Slade: no revelar la identidad del malo, ni sus planes, hasta que la temporada esté avanzada. Es mejor tenerlos investigando, luchando a ciegas y que vayan descubriendo cosas que decir: este tío es el villano, daos de hostias durante toda la temporada, pero con cuidadito que todos tenéis que llegar al tramo final.

3. Construid un buen villano, anda

Cuando Damien Darhk fue presentado, era un villano con muchísimo potencial: era poderoso, inquietante y era evidente que contaba con una enorme ventaja en contra del team Arrow. Sin embargo, ha terminado siendo un villano descafeinado que se ha pasado toda la temporada dando discursitos de villano, sin hacer nada realmente chungo, salvo la muerte de la pobre Laurel, que encima fue totalmente gratuita. Quiero decir, la mató porque sí, porque ni siquiera intentó matar a Arrow, que era quien le tocaba las narices de verdad.


Yo he estado pensando y tengo claro qué me gustaría ver de cara a la quinta temporada: Black Syren como villana principal, siendo ese hecho revelado en la finale de invierno. Sería un golpe genial porque sería sorpresivo y como Black Syren es Lauren Lance en versión metahumana de Tierra-2 sería un golpe emocional y, encima, ella tiene poderes. No me digáis que no molaría.

4. La oscuridad cansa, dadme un poco de sentido del humor

Arrow siempre ha sido una serie oscura y Oliver Queen un personaje torturado, pero al principio de la serie había sentido del humor, había ligereza. ¿Dónde ha quedado eso? Porque ahora todos son unos amargados de mucho cuidado y únicamente personajes como Curtis y los señores Smoak han ofrecido algo de humor. Jolín, es que tanta intensidad te satura y hace que todo dios te acabe cayendo mal en un momento o en otro.


Además, las otras series de la DC tienen ese toque de aventura y sentido del humor que les sienta tan bien, pero hay hueco para que haya drama y angustia cuando es necesario. Personajes como Barry Allen, Caitlin Snow o Sara Lance son unos pupas de cuidado, pero no por eso van todo el día dramando y haciendo el gilipollas porque están “torturados”. Así que, por favor, por favor, aprended del resto de series y haced que Arrow sea más animada, por favor, que así las penas se llevan mejor.

5. Dejar que el fandom lleve tu serie no es buena idea

A ver, todos los fans nos hemos quejado alguna vez de que los guionistas siguen empeñados en algo que no nos gusta y no comprendemos por qué no lo cambian.  Véase, la fijación de los guionistas de The Flash por meternos la pareja Barry-Iris por los ojos cuando ni funcionan ni haya nadie que la siga. Sin embargo, creo que existe una línea muy fina entre ser crítico y corregir algo que no gusta o no funciona y dejar que la gran mayoría de los fans dicten tus acciones porque son fans, no escritores, y eso se nota.

Precisamente las decisiones tomadas para agradar a esa gran parte del fandom tan ruidosa han sido las que no han funcionado: la gran importancia del Olicity en detrimento de la acción pura y dura, el protagonismo desmedido de Felicity o la muerte de Laurel han sido decisiones que, en mi opinión, no han venido nada bien a Arrow. Al igual que el dejar a Malcolm Merlyn permanentemente en la serie porque es John Barrowman y tiene su legión de fans. Así que, por favor, señores guionistas, tened algo de criterio y, aunque no digo yo que mandéis al fandom a tomar viento fresco, sí que tomad cierta distancia porque suele ser mejor para las historias.

6. Cuidado con el manejo de los personajes

A ver, en realidad va todo un poco relacionado, pero es que la gran mayoría de personajes este año ha estado inaguantable: Malcolm Merlyn no sirve para nada, salvo para dar por culo y volver loca a la pobre Thea cada x tiempo; Dig es un auténtico peñazo de personaje y sigo diciendo que él debería haber muerto en lugar de Laurel, quien sí tenía recorrido y varias facetas que explorar y luego tenemos a Felicity.

Ay, Felicity.

A ver, yo quiero mucho a Felicity y por eso creo que tengo más manga ancha con ella. Quiero decir, que a Dig le habré deseado la muerte como que mil veces a lo largo de la temporada, pero no lo eh hecho con Felicity, a pesar de los intentos de los guionistas.


Y es que Felicity ha abrazado por completo ese rol de Mary Sue que ya se estaba viendo en temporadas anteriores. Felicity es perfecta. Felicity hace todo bien. Felicity siempre tiene razón y es la mejor y le da mil vueltas a los otros personajes. Jolín, vale que Felicity mole, que lo hace, pero otra cosa es dotarla de esa superioridad que tiene sobre todos los personajes y que la hace un poco insoportable. Además, han logrado que, siendo ella la que tenía razones para enfadarse con Oliver, sea un poco bastante petarda.

Porque ahora mismo parece que Felicity ha sido diseñada para amargarle la vida a Oliver y juzgarle. Bueno, como a todos los demás, porque cómo se pasa con Dig, estando éste en la miseria tras la muerte de Laurel. Pero, a lo que iba, Felicity se ha erigido una especie de tirana sin piedad y con doble rasero que decide lo que está bien y está mal: desde querer inmiscuirse en la decisión sobre miniOliver, hasta ordenarle a Oliver que mate a Darhk, mientras le hunde en la miseria por ser oscuro y no haber cambiado, lo que, por una vez, no era así.

Pero, bueno, parece que en la finale ha vuelto a ser ella misma y se ha agradecido verla tan alegre y tan friki como solía ser. Así que, por favor, ¡devolvedme a mi Felicity divertida y no a la reina del drama, por fa, por fa!

7. No escribáis dramas parejiles. No sabéis hacerlo. Asumidlo

El último punto va relacionado con lo anterior. A mí me gusta la pareja Olicity, de verdad. Y siempre me ha gustado precisamente porque Felicity era alegre y le transmitía eso a Oliver y era todo como muy mono y divertido. Y precisamente es lo que nos dieron al principio y lo que funcionaba porque era ligero y era bonito ver a Oliver evolucionar y confiar en ella y tomar las decisiones conjuntamente en lugar de ser el tirano petardo de la temporada pasada.

¿Por qué no se han podido pasar así toda la temporada y como complemento a las tramas?


No obstante, decidieron tirar por el drama. Ah, el drama, qué mal se les da escribirlo a esta gente. Hay guionistas que te pueden escribir cómo se rompe una relación y que el sufrimiento sea mayor porque eres incapaz de elegir bando, ya que entiendes a los dos (por ejemplo, en la segunda de Daredevil hemos tenido una historia así y era imposible no entender a todas las partes implicadas), pero los guionistas de Arrow no pueden. Ellos siempre hacen que una de las dos partes sea odiosa y torture a la otra: Diggle no atendiendo a razones para joder a Oliver, Oliver no queriendo estar con Felicity, Felicity hundiendo en la miseria a Oliver a la primera de cambio...

Por eso, dejaos de dramas, por favor. Porque, encima, los personajes que mejor funcionan son esos que no son unos intensos de la vida. Creo que en esta temporada con las dos únicas personas que no me he cabreado han sido Laurel y Thea, precisamente porque no la tomaban con los demás a pesar de tener problemas. Así que en la quinta dadme un grupo unido, sin problemas y, si vais a seguir apostando por Olicity, que estén juntos y sin dramas importantes, aunque tengan sus peleas.

Habrá que ver cómo hacen la quinta, aunque a mí me da esperanzas el hecho de que Curtis vaya a ser fijo y también el que vaya a haber crossovers a cuatro. Si Arrow gana cuando aparece Barry Allen en Star City, me imagino que también lo hará cuando lo haga Kara Danvers.Eso sí, espero que también les dé por recuperar a Constantine y Vixen, ya sea para Arrow (le dieron mucha vida a la serie en los episodios en los que estuvieron y Matt Ryan es tan... argg. Pues eso) o para las demás (Legends sería una buena opción).