lunes, 16 de febrero de 2015

Felices por siempre jamás

El año pasado descubrí a Stephanie Perkins y sus dos novelas me encantaron (Un beso en París y Lola y el chico de al lado), así que estaba deseando leer la última parte de su trilogía, Felices por siempre jamás. Además, he de decir que me encanta la portada que ha elegido Plataforma Neo (la encargada de traer estos libros a España) y que conserva la estética de los anteriores, no como la original que es fea a rabiar.

Y si en la primera parte tuvimos a Anna, en la segunda a Lola, en esta tercera tenemos a Isla, que es maravillosa... Y yo descubrí que el nombre se pronunciaba "Aila" no "Isla"... yo decía "dumbledore" literalmente, no os extrañéis de que sea tonta... Em... Y me estoy enrollando, así que directamente voy con la sinopsis.

Isla Martin está locamente enamorada de su compañero de clase Josh Wasserstein, un joven desastroso que se pasa la vida dibujando, desde que ambos empezaron en la escuela para estadounidenses en París a la que acuden. Eso sí, Isla es tan tímida que ya no es que no se haya declarado, sino que apenas puede hablar con Josh. Sin embargo, tras una visita al dentista, una buena dosis de medicamentos y encontrárselo en la ciudad de donde ambos son, Nueva York, Isla comienza a hablar con él.

Además, en otoño ambos comienzan su último curso antes de la universidad y para Josh todo ha cambiado, pues sus amigos ya han dejado la escuela. No obstante, Josh encontrará en Isla una amiga y algo más, aunque eso sólo hará que surjan más cuestiones: ¿el amor será suficiente? ¿Qué ocurrirá cuando el curso acabe? Y, sobre todo, ¿puede su relación funcionar a pesar de los propios problemas de ambos?

Como siempre, Stephanie Perkins no se limita a escribir una relación, sino que se toma muy en serio a sus personajes y sus trasfondos. Y es que los personajes de esta mujer son realmente increíbles: cercanos, encantadores, divertidos, profundos, adorables... En serio, es imposible no cogerle cariño a los personajes que aparecen en esta saga; al igual que lo es no sentirse identificado con los problemas de dichos personajes, ya que son muy reales y muy propios de la edad de los protagonistas.

En este caso, tenemos a dos personajes que no nos resultan desconocidos, ya que a ambos los conocimos en Un beso en París. Por un lado, tenemos a Isla, que es la protagonista y narradora, y por otro lado a Josh, que es el mejor amigo de Ètienne St. Clair.

Isla es un encanto de chica. En serio. Es tímida, espontánea, divertida, cariñosa, responsable e insegura. Tiene tanto luces como sombras, lo que hace de ella un personaje muy cercano. Además, Isla es muy transparente, la conoces prácticamente desde la primera página y tiene una evolución que me gustó mucho.

Josh, por su parte, es más difícil de conocer, ya que no ejerce de narrador y lo hemos a través de la perspectiva de ella. Y es cierto que Isla lo conoce mejor que la mayoría, pero Josh está en una situación delicada y hecho un lío y no es hasta que ocurren ciertas cosas que logra aclararse. Tanto él como Isla tienen sus defectos, ambos la cagan en su relación, pero eso no deja de ser muy normal y también el proceso para que ambos acaben madurando muchísimo.

De hecho, es que Felices por siempre jamás trata mucho el tema de madurar, de dar el siguiente paso y de perseguir lo que uno quiere sin perderse a sí mismo en el camino. Y es que tanto Isla como Josh comparten precisamente ese problema, aunque sean distintos y sus situaciones también lo sean. Josh está tan atrapado en sus sueños de futuro, en la promesa de una situación mejor, que no se da cuenta de cuánto está perdiendo en el presente, mientras que Isla, al principio, está tan cegada por Josh que eso le hace perder la perspectiva.

Cada novela de Stephanie Perkins es distinta, tanto en su tono como en los temas a tratar, pero sí que es cierto que las dos primeras tienen una estructura similar (desarrollar la relación entre los protagonistas hasta que acaban juntos), mientras que Felices por siempre jamás muestra lo que ocurre una vez los protagonistas están en una relación. De ahí que se centre en como ambos concilian los distintos aspectos de su mundo, a los que se les ha sumado la relación que mantienen.

Por eso precisamente me ha parecido muy original, sobre todo para ser una novela juvenil. También me lo ha parecido el mensaje que envía la novela, que el amor puede ayudarnos, pero que todo depende de nosotros mismos.

Además, Isla y Josh están rodeados de todo un mundo de personajes que son geniales: Kurt, las hermanas de Isla (Hattie en concreto es una ídola) y también aparecen los protagonistas de las novelas anteriores (sí, sale Étienne y es para morirse de amor, ainss). Así que Felices para siempre, en cierta manera, sirve como el final de una trilogía y es un final que es tan sumamente genial como los tres libros que la conforman.

Stephanie, escribe pronto cualquier cosa, por favor.

El próximo lunes literario estará dedicado a... El umbral de la eternidad de Ken Follet.

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