martes, 22 de enero de 2013

Un tulipán blanco para Walter

Aviso: Esta entrada es mi despedida a Fringe, es decir, que tiene spoilers de toda la quinta temporada. Yo no la leería hasta no haber visto el último episodio de la serie.

Fringe se ha terminado. Tras cinco temporadas ha echado el cierre y hemos podido despedirnos de Walter, Olivia, Peter y compañía. Y, al menos yo, lo he hecho con lágrimas en los ojos.

Porque Fringe, salvo muy al principio, siempre ha sido una serie con mucho corazón, en la que los casos eran meras excusas para asistir a las relaciones, evoluciones y motivaciones de los personajes, sobre todo ese trío con tanta química, alquimia y que tan bien ha funcionado siempre con su particular dinámica. De hecho, ya no solo el final de la serie, sino toda la quinta temporada ha tratado más sobre los lazos entre Walter, Olivia y Peter, sobre su lucha para ser felices y redimirse, que sobre la lucha con los Observadores, que no dejaban de ser el obstáculo ha vencer.


Porque el camino de estos personajes siempre ha estado lleno de obstáculos. Creo que en ninguna serie ningún personaje ha tenido que encarar tantas desgracias y problemas como estos tres. ¿Existe algún drama que no hayan tenido que vivir Olivia y Peter? Separaciones, engaños muy jodidos (la situación con BOlivia fue muy puta y muy bien orquestada, por cierto), muertes, la pérdida en dos ocasiones de su hija... Vamos, que parecía que a los pobres les había mirado un tuerto.

Sin embargo, tanto Olivia como Peter no solo han sobrevivido y, además, estando juntos, sino que han tenido que ejercer de héroes, de salvadores del mundo, pese al dolor que suponía perder a Etta de nuevo.

Quizás el dolor de Peter fue más evidente que el de Olivia, pues al fin y al cabo casi pareció recorrer el camino de Anakin Skywalker y estuvo a punto de convertirse en un Observador. Por cierto, dos apuntes: 1) Joshua Jackson estuvo fantástico en ese arco, su actuación fue tan sumamente acojonante que se vio muy bien como se iba transformando; 2) qué miedo tenía yo de que se le cayeran las cejas y el pelo, oyes. Pero, por suerte, Olivia es mucha Olivia y logró salvarlo de su ira y sus ansias de venganza.


En el caso de Olivia, su proceso fue mucho más comedido, pero afectaba lo mismo. Porque es Olivia, porque normalmente es una mujer dura, pero también sensible y Anna Torv es maravillosa y, aunque no hiciera grandes alardes, el sufrimiento estaba ahí y era angustioso ver como lo pasaba de mal al notar que también estaba perdiendo a Peter.

Y por si Olivia no había demostrado ya lo mucho que mola, por si no tenía suficiente con salvar a Peter de sí mismo, en estos dos episodios finales ha sido la responsable de salvar al mundo, sacrificándose. Cierto es que la idea de resetear el tiempo y recuperar a Etta, era poderosa, aunque estoy segura que, hasta sin esa motivación, Olivia habría pasado por lo mismo, por ese mega chute de cortexiphan que le permitió saltar de nuevo entre universos y, de paso, recuperarlo.

Porque yo había echado de menos el other side con su Olivia pelirroja que, aunque al principio la consideraba la zorra entre las zorras, acabó ganándome y con Lincoln, a quien siempre he amado por encima de todas las cosas. Me hizo mucha ilusión el verles de nuevo, más mayores (el maquillaje acojonante), felices, juntos y con una familia. Ay, qué bonito. De hecho, fue el mayor de los guiños que los guionistas hicieron a su propia serie, porque en esta quinta temporada hemos visto muchos de esos, sobre todo con los monstruos de la semana que utilizaban para putear a los Observadores.


Muy fantabuloso todo, por cierto.

Otro de esos guiños, el más sentimental, fue el protagonizado por Walter y Astrid junto a Gene la vaca, congelada en ámbar. Tras cinco temporadas en los que Walter llamaba a la pobre Astrid cualquier cosa que empezara por "A" y en las que ésta siempre había ejercido de apoyo-niñera de Walter, fue muy bonito ver su despedida con ese "tienes un nombre muy bonito".

Y ahora es cuando llego a la parte más sentimental, la que me arrancó lágrimas a mansalva, porque me toca hablar del grandísimo Walter Bishop.

Fringe siempre ha tratado de las relaciones entre padres e hijos y en esta última temporada ese tema se ha acentuado todavía más. Walter fue el motor de la serie, el que la inicio, tanto por ser el genio que Olivia necesitaba, como por provocar todo el lío de las realidades alternativas al cruzarlas para salvar al Peter del over there. Y Walter ha sido quien ha cerrado la serie, sacrificándose como no supo hacer en el pasado para que Peter recuperara a su hija.


A lo largo de estos trece episodios, hemos visto la culminación del viaje de Walter, cómo la culpabilidad y el miedo le acosaban. En el pasado, Walter se había dejado llevar por la arrogancia, como le dice a su ayudante Carla Warren "sólo hay un sitio para un dios en su laboratorio y es él". Poco a poco, Walter fue cambiando, no solo por la extracción de ciertas partes de su cerebro, sino por Peter. La relación paterno-filial siempre fue un pilar de la serie y en la quinta temporada no ha sido menos, ya que Walter confiaba en que Peter lo mantuviera como estaba, sin convertirse en aquel Walter orgulloso y maquiavélico, aunque también tenía un miedo atroz a perderlo.

Así que, claro, lo que ha hecho que me saltaran las lágrimas ha sido precisamente Walter. Éste, creyendo que era tanto su destino como su oportunidad para redimirse, se ha sacrificado al viajar al futuro con Michael, el niño Observador, donde tendría que vivir el resto de su vida, alejado de su familia.

La despedida de Peter me partió el corazón, lo mismo para cuando se despide de Astrid, pero ya cuando, justo al final, Peter recibe de parte de su padre el tulipán blanco, no podía estar más emocionada. Ese dibujo sujeto por Peter tiene tal implicación que, personalmente, me pareció la forma perfecta de terminar la serie, después de ver que, efectivamente, Peter y Olivia han recuperado a Etta.


De hecho, el final les ha quedado tan cíclico que sólo de pensarlo quiero aplaudir. September, uno de los doce Observadores originales, sucumbió a las emociones y salvó a Peter de morir en el lago, siendo otro de los motores de la trama de la serie. September, al igual que Walter, ha sido otro de los que cerraron la historia, pues bajo el nombre de Donald, convertido en humano (¡y con pelo, qué cambio!), ha ayudado a Walter a idear el plan que les salvaría de los Observadores. Al final, resultó que September/Donald era el padre de Michael, el niño Observador, y fue el amor por su hijo lo que provocó lo demás. Por eso es tan sumamente perfecto que, al final, fuera Walter quien salvara a Michael, el hijo de su amigo, y cruzara con él al futuro. Sencillamente perfecto.

Sé que esta quinta temporada de Fringe y parte de la cuarta han tenido malas críticas, pero a mí me han encantado igualmente. Fringe es una serie maravillosa de cabo a rabo, que ha sabido reinventarse, no resultar pesada y que siempre ha sabido emocionar con sus personajes.

Dios, cómo los voy a echar de menos.

2 comentarios:

  1. A mí también me ha encantado el Final. Sin entrar a valorar lo de los reseteos varios, paradojas temporales varias y lo que hubieran borrado y dejado de borrar, aquí el tirar por de cerrar las tramas y volver al día de la Invasión en el que no ocurre nada y que esta vez Peter pueda abrazar a Etta me parece perfecto! Y Olivia con una sonrisa entiendiendo muchas cosas la igual que Peter con su Tulipán quien también sabe qué significa. De ahí el último cliffhanger a modo de mirada chunga de Peter que en otro momento de la serie habría dado mucho juego!!

    Me encantó que Walter con el niño yendo al futuro, Walter despidiéndose de Peter y Astrid lagrimones. Bolivia-Lincoln y los Fringe Events creados por Peter y Olivia para robar a los calvos y salvar a Broyles todo un homenaje a la serie!

    Yo también la echaré de menos!!!

    ResponderEliminar
  2. Yo tampoco voy a entrar en la lógica de los reseteos y demás porque me dolería la cabeza, xDD. Sin embargo, creo que han cerrado todo bastante bien y el final es una preciosidad. Eso sí, a mí la escena del tulipán no me pareció ningún cliffhanger, simplemente que Peter comprendía que Walter se había sacrificado de algún modo por él, que se había redimido que, a fin de cuentas, es lo que significaba el tulipán para él.

    A mí me encantó todo, hasta la identidad de Donald, el plan, el reencuentro con Gene. Fue una pasada de final de serie, sep.

    ResponderEliminar