martes, 26 de abril de 2016

El ministerio del Tiempo 2x09 - Óleo sobre el tiempo

Tras dos semanas que se han hecho muy largas, El ministerio del tiempo ha vuelto del parón con sus últimos cinco episodios de temporada y lo ha hecho con un episodio donde Velázquez por fin participaba en una misión de forma activa. Yey. Y, vamos, ha sido un episodio genial, así que no me voy a andar con coñazos y empiezo ya con el análisis:

La acción arranca en el Alcázar de Madrid en 1734, donde la reina Isabel de Farnesio intenta acostar a su marido, Felipe V, que está empeñando en que su camisa de dormir está envenenada. La mujer lo logra, su alteza se acuesta y entonces, cuando le dejan a solas, un trío de personas ataviadas de negro, en plan ladrones molones, dejan al rey grogui, aunque él logra verles. Cuando el rey queda inconsciente, los recién llegados cambian algunos cuadros de la habitación y acaban quitándose las máscaras, por lo que vemos que es Lola, que está tan contenta con el hecho de robarle los cuadros a un rey.

Isabel de Farnesio: Buenas noches, hasta mañana, los Lunnis y su alteza se van a la cama.
Felipe V: Jo, yo hoy quería escuchar Los tres cerditos.

En el presente, la patrulla vuelve de su misión en Sitges en 2010, cuando Amelia les dice que es el santo de su padre y tiene que irse corriendo. A Alonso le sorprende que Amelia se haya saltado la cita que tenía con él, ya que no es propio de ella, mientras que a Julián le sorprende que queden a menudo. Alonso le cuenta que solían quedar con Pacino a hacer cosas modernas y yo me acuerdo de Pacino y quiero llorar.

Por su parte, Velázquez nos tiene una crisis de identidad ministérica y decide dimitir, pero Angustias le vacila como ella acostumbra, ya que lo ha intentando otras siete veces. Velázquez le dice que está harto de ser un chupatintas, que quiere crecer como artista... cuando le llega una notificación al móvil: un hombre ha colgado una foto con uno de sus cuadros. ¿El problema? Que dicho cuadro se quemó en el incendio del Alcázar de Madrid de 1734.

Velázquez tarda cero coma en irle con el cuento a Salvador, que se sorprende al ver que Velázquez se ha enterado de ese pequeño misterio, aunque tampoco parece sorprenderse al saber que tiene un alarma en su móvil que le avisa de cuando le buscan en Internet. Oh, Velázquez, érase un hombre a un ego pegado.

Total, que para saber qué está ocurriendo con exactitud, ya que sospechan que se tratan de traficantes de arte intertemporales, hay que mandar a alguien al Alcázar justo antes del incendio. Velázquez se ofrece como unas veinte veces, pero Salvador le dice que no con ese tono de padre cansado de su hijo pesado. Sin embargo, como andan cortos de personal e Irene se ha ofrecido tanto a ir ella como a que él la acompañe, pues Velázquez acaba yendo de misión, tan contento él.

 Velázquez: Jo, jefe, venga, venga, déjame ir, por fa, por fa, ¿puedo ir? Anda, di que sí, por fa...

Salvador: Que no... Hay que ver, este es más insistente que el niño de La momia... ¿Estaría bien que le hiciera lo del cuchillo y la mano? Mmm.

En 1734, Lola está trabajando con los de Darrow para robar los cuadros quemados, cuando se queja de que les falta un hombre y espera que Walcott mejore pronto. Sin embargo, uno de sus compañeros le informa de que eso no va a ser posible. Esperad, ¿desde cuándo está Walcott enfermito?

Amelia, por su parte, regresa a su casa y la criada la pilla con unos pantalones. Amelia intenta que la criada no comparta la noticia con su madre, pero ésta huye espantada. Y no es lo único incómodo, ya que el padre de Amelia se empeña en que la criada, Enriqueta, se quede a tomar el postre con ellos porque, claro, también es su santo. Uh, llamadme desconfiada, pero el señor Folk o bien se está tirando a la criada o tiene intenciones de ello. Por si Amelia no tenía suficiente con semejante incomodidad, su madre le comenta que hace mucho que no recibe carta de Julián. ¡Pero dejadme a la pobre Amelia en paz!

Más tarde esa noche, cuando Enriqueta le lleva la leche de antes de dormir, ésta le pregunta que como puede tener prometido si lleva pantalones. Amelia le explica que una cosa no quita la otra y también le regala algo por su santo, por lo que Enriqueta le da las gracias y le dice que su prometido volverá pronto y le dice que cuando encuentras al hombre que quieres, lo sabes. Nada, todos hurgando en su herida, ¡qué alguien tenga compasión!

Amelia (pensando): Dientes, dientes... ¿Pero van a dejar de echarme sal en la herida? ¡Qué estoy muy confusa y echo de menos a Pacino y en mi época no puedo ver Dawson Crece para saber qué hacer en estos casos!

En la actualidad, Julián está cenando con Alonso en sustitución de Amelia y éste último presume de lo que ha cocinado. Si es que se confirma mi teoría de que era el chacho de Pacino y de que ve a Arguiñano. Ahora no dejo de visualizar a Alonso dándolo todo en Masterchef y me parece tan molón, que deberían hacer un especial en la web de RTVE y lo sabéis todos. Bueno, que me enrollo, al final Alonso le dice a Julián que quería hablar con Amelia porque quiere oír su opinión porque es mujer.

Julián se lo toma con humor, sobre todo cuando tiene que coger el teléfono de Alonso y es Elena. Julián ayuda a Alonso a que hable en plan moderno con ella, mientras el pobre Alonso pone unas caras de acojono súper graciosas (tío, que fuiste el Cid 3.0., ¡tú puedes con ello!) y acaba quedando con ella. Julián le toma el pelo porque Alonso le había negado que su problema venía a raíz de una mujer y, de paso, tras ponerle al día, le dice que no quería contarle nada para no remover sus heridas. Jo, si es que Alonso es lo más adorable del mundo.

En el ministerio, mientras, Irene está preparando la misión con Velázquez. Se van a hacer pasar por un matrimonio de indianos que han amasado una gran fortuna en América y van a visitar al rey para cambiar un cuadro de Velázquez por un título nobiliario. A Velázquez la idea no le mola, ya que no quiere que le roben otro cuadro, así que propone llevarle un queso gigante a la reina que, al parecer, la llamaban La parmesana porque le encantaba el queso. A Irene el nuevo plan no le convence lo más mínimo, así que le ordena a Velázquez que se presente con el cuadro y punto.

Así lo hacen al día siguiente, cuando cruzan la puerta hacia 1734 con el cuadro y un poco de parmesano, por si acaso. Irene, por cierto, está contentísima de la vida y, de hecho, está como en su salsa, ahí, haciendo de adinerada.

La viva estampa de la felicidad.

Total, que se reúnen con la reina Isabel de Farnesio, que se muestra entusiasta sobre Velázquez y su arte, así que, claro, como era de esperar, Velázquez se viene arriba con el tema y se hace fan de la reina. Irene corta el tema de raíz y se las apaña para que la reina les permita darle el lienzo ellos mismos al rey, por lo que pueden pasar a su estancia. La reina les advierte que el rey sufre de, ojo al dato, "vapores melancólicos que le empañan el espíritu". Esta va a ser mi nueva excusa para todo y, por su puesto, la razón de que tanto el rey, como yo cuando me convenga, estemos así es del ADN y lo sabemos todos.

Cuando le ofrecen el lienzo a Felipe V, que está desvariando sobre ánimas en el Alcázar que destrozan cuadros, Velázquez se fija en que varios de los cuadros que hay en la estancia son falsificaciones.

Mientras estos dos están de misión, Alonso se reúne con Elena, que claramente está interesada en él. Algo súper comprensible, por otro lado. El pobre Alonso sigue acojonado perdido mientras flirtea (o lo intenta), aunque gana puntos cuando le explica a Elena que la defendió porque no soporta que ataquen a una dama. Elena le da las gracias, también un besito, le dice que es lo más raro que ha encontrado y que quiere salir con él, pero sólo si él quiere.

Momento: ¡pardiez, que me ha besado, voy a entrar en modo pánico!


Por otro lado, en Houston en la actualidad, Lola visita a Walcott, que tiene muy, pero que muy, mala pinta. Lola sólo va a saber qué tal está, pero Walcott le dice que lo va a hacer todo público y que su mujer tiene los documentos que prueban que la radiación le está matando, la radiación del sistema de teletransportación. Walcott le avisa a Lola que un día empezará a sangrar, que luego se le caerán mechones de pelo y entonces sabrá que ese día tiene razón. Walcott también le pide que viaje al pasado para destruir a Darrow y salvarlos a todos.

 Walcott: Un día vas a empezar a sangrar y vas a ver que tengo razón y estás enferma.

Lola: No me jodas, que ya pasé por eso en un internado al que fui y no mola nada.

Hostia, tú, yo esto no lo había visto venir. ¡Qué fuerte, qué fuerte! Que, por cierto, el karma es muy malo. Si al final Walcott iba a estar mejor en el castillo de Toledo que lucrándose a base de robar arte y putear al Ministerio.

Después, Lola va a ver al Darrow Jefazo para pedirle que le asigne más gente a su misión y, de paso, le informa de lo que Walcott le ha dicho. El Darrow Jefazo dice que sus teorías no tiene fundamento y que el cáncer le ha afectado al cerebro. Tío, que le has provocado tú el cáncer, ten un poco de lo que hay que tener.

De hecho, prácticamente después el pobre Walcott la palma entre terribles sufrimientos, por culpa de esa radiación de nada, menor que la de una radiografía.

En el Alcázar, Irene y Velázquez tienen que hacer el paripé de matrimonio, así que tienen que dormir juntos. Deciden observar las obras que aún no han cambiado, aunque a Velázquez le duele el que, para una vez que tiene una misión, ésta consista en quemar sus propios cuadros en lugar de salvarlos. Irene le recuerda el propósito del Ministerio y Velázquez dice que lo comprende, pero que este caso es distinto porque: ¿qué habría de malo en dejar esos cuadros en museos para ser vistos? Pues yo estoy con Velázquez, ¡salvemos los cuadros! Total, que dejen que se quemen las copias y salvan los buenos.

Mientras Velázquez está diciendo eso, los hombres de Darrow gasean el Alcázar, así que los dos se quedan dormidos. Al día siguiente, el pobre Velázquez amanece sobre Irene, mejor dicho, su cara sobre el chirri de Irene y el pobre se pone todo violento. Sin embargo, Irene se hace cargo de la situación y, mientras él va a comprobar los cuadros que quedan, ella pide ayuda.

Resacón en el Alcázar.


Ernesto y Salvador, entonces, ponen al corriente a la patrulla para que vayan a echar una mano. A Amelia no le mola nada eso de colaborar con Felipe V, ya que mandó sitiar su ciudad durante un año y la bombardeó. Amelia también dice que en ese año Felipe V no importaba, que era su mujer la que se encargaba de todo y Salvador tiene que explicarles que básicamente el rey estaba como una cabra.

Así que los tres se reúnen con Irene y Velázquez, haciéndose pasar Amelia por la hija del falso matrimonio y a Alonso por su marido. Julián, por su parte, se hace pasar por un amigo de la familia, que es un doctor recién llegado de la Sorbona y especializado en el equilibrio de los humores. La reina se sorprende al saber que, quizás, el problema de su marido tiene solución y no duda en pedirle a Julián que le eche un vistazo... algo difícil, ya que Felipe V ha escapado. Bueno, más que escapar, se ha ido a una fuente creyéndose una rana. Yo con esto me muero, soy súper tonta, qué le vamos a hacer.

 Isabel de Farnesio: Ay, señor, qué paciencia he de tener entre el marido, el reino y lo lenta que me va la ADSL en palacio. ¡No sabéis lo que tardan en cargarse los episodios semanales de las series de Shonda! Pues, nada, veamos qué tripa se le ha roto a Felipe ahora.

Felipe V: Croac, ¡mmm, moscas!
No me digáis que tanto los actores como la escena no son maravillosos.

Julián le atiende (me gusta pensar que le da un Frenadol) y el rey le cuenta que él amaba Francia, Versailles y sus jardines, pero que odia el Alcázar. Le explica que su abuelo Luis le obligó a partir a España, para quitarlo de en medio, y que le ordenó ser español, algo que no le mola, porque podría ser francés. Bueno, hijo, piensa que los españoles tenemos a Rafa Nadal y los franceses sólo inquina hacia él, en algunas cosas salimos ganando.

Felipe V confiesa que nunca ha querido ser rey, que de hecho consiguió dejar de serlo hace diez años y que fue muy feliz, pero su dicha no duró mucho porque su primogénito murió y que, entonces, la reina le obligó a volver. A Julián le pasa como a mí, que Felipe V le da ternurita y se le nota mucho. El monarca, por cierto, le dice que él no necesita mucho para ser feliz: sólo una Biblia y una mujer.

Amiguis.

Y mientras Julián se hace amigo del rey, las chicas hacen lo mismo con la reina. Isabel les explica que su marido odia vivir encerrado en el Alcázar, así que intenta hacer lo posible por controlar sus crisis. También les explica que, cuando llegó a la corte, todos se reían de ella por inculta y que la eligieron por creerla sumisa e incapaz de hacerse con las intrigas palaciegas. Pero, por suerte, no es así y por eso el país va bien. De hecho, la misma Isabel dice que lo único que necesita es hacer feliz a su esposo para poder seguir gobernando. Esta mujer es una puta ama, una puta ama, en serio. Muy fan de ella.



Al mismo tiempo, tienen a Alonso cangureando a Velázquez, que sigue afectado por el tema de sus cuadros y le suelta un pedazo de monólogo, con referencia a Blade Runner incluida, sobre un cuadro en concreto del que tiene que despedirse. Para variar, Alonso no le hace básicamente ni caso al pobre Velázquez, pero éste ni se da cuenta, que está muy afectado despidiéndose de La expulsión de los moriscos.

Una vez todos reunidos, acuerdan un plan: como sólo hay dos lugares con cuadros originales en todo el Alcázar, cada chica vigilará una de ellas, mientras que Alonso y Julián se encargarán de los corredores. El primero que vea a los ladrones, tiene que dar la voz de aviso. Velázquez protesta porque él no tiene papel en la misión, ya que Salvador ha prohibido que se ponga en peligro, pero Amelia es muy hábil y le hace sentirse el más especial de todos al encargarle que vigile las comunicaciones.

La noche llega y Julián tiene que asegurarle a Felipe V que está vivo, algo que le tranquiliza y no da ningún problema a la hora de acostarse. Los demás, están cada uno en su lugar, salvo Julián, que tarda cero coma. Por cierto, señalar que Alonso sigue cangureando a Velázquez que invade totalmente su espacio personal para comprobar que los pinganillos funcionan.

Alonso: Oye, Velázquez, ¿no crees que este momento se puede malinterpretar?
Ya te digo, Alonso...
Velázquez: Oh, qué bien hueles últimamente, Alonso.
O quizás no lo he malinterpretado para nada.

En una escena muy molona, en plan película de robos, los hombres de Darrow se cuelan en la sala donde está Amelia para robar. Cuando ella da el aviso, los demás se dirigen hacia allí, mientras Velázquez quiere saber si han cogido uno de sus cuadros. Una vez se disipa el gas, la patrulla se quita las máscaras y también los de Darrow. Cuando sale uno de éstos, los chicos lo atrapan y Alonso lo deja grogui en cero coma, con ese estilizando tan suyo.

Entonces, lo llevan a su habitación, donde lo interrogan. El de Darrow dice que los cuadros están mejor en un museo que calcinados, algo que Velázquez y yo compartimos, pero no es suficiente para que Alonso baje el tono de interrogador experto y chungo. El yanki les dice que no le importa morir, que cuanto antes mejor porque así se ahorra el sufrimiento. Irene no entiende nada, pero el tío de Darrow pasa de dar más explicaciones, además de que la forma de viajar de los españoles es más segura, y coge la pistola de Alonso para pegarse un tiro, ante la estupefacción de todos los demás.

Alonso: O nos dais el último libro de Canción de hielo y fuego u os arrepentiréis, gaznápiro.
Irene: Eso, que quiero saber quién va a acabar mandando.

El disparo alerta a Lola, que decide que lo mejor es que salgan corriendo. Los de la patrulla van detrás de ellos (menos Velázquez, al que Irene le encarga la importante misión de vigilar al muerto), pero cuando llegan a la habitación del rey no los encuentran. Julián, entonces, tiene que darle una pastillita a su alteza para que siga durmiendo, mientras Irene descubre un pasadizo.

Julián se queda esperando a Amelia, mientras Alonso e Irene siguen hasta que da con un almacén donde están los cuadros robados.

De vuelta al Ministerio, Salvador les felicita por recuperar los cuadros, aunque no están muy contentos por no haber cogido los de Darrow. Salvador también les informa que Ernesto está consiguiendo el cuadro que lo inició todo, pero Velázquez prefiere que esté con un ricachón que quemado. Si es que es verdad, Salvador, que ganas de quemar cuadros, leñe.

Al final, Salvador se queda a solas con Velázquez para consolarle diciéndole que no sólo van a quemar sus cuadros. ¡¿Pero qué clase de consuelo es ese, Salvador?! Éste insiste en que la historia dice que esos cuadros se quemaron en el incendio del Alcázar y Velázquez dice que, como están las falsificaciones, que lo aprovechen, porque pueden corregir la historia sin cambiarla en realidad. Hijo, Salvador, pero mira que eres terco, si es una solución perfecta.

Salvador: No he visto a nadie más cabezón en toda mi vida...
Hombre...
Salvador: Tú, chitón, o mando a Pacino a Altamira y no vuelves a verlo.

La patrulla se marcha y Julián propone tomar una copa antes de irse a casa, pero a Amelia le falta hacer la croqueta para huir. Julián se pregunta si le estará rehuyendo, aunque Alonso no tiene ni idea. Julián también dice que va a vender su casa, porque le trae demasiados recuerdos, así que Alonso le ofrece un catre en la suya. También le dice que echa de menos a Pacino y que era agradable tener a alguien en casa y eso sale a colación de que le pregunte a Julián qué le ha dado al rey para calmarlo, porque cree que va a necesitarlo cuando ve a Elena.

Amelia, al regresar a casa, descubre a Enriqueta robando en su casa y ésta le dice que es por necesidad, que su madre está enferma. Amelia le dice que podía haberle pedido el dinero (ya te digo) y la despide por romper su confianza. Enriqueta la amenaza con contar lo de los pantalones, pero Amelia sigue inflexible, aunque le da el resto del jornal del mes. Uh, esto tiene pinta de acabar fatal. En serio, ¿quieren dejar de putearme a Amelia? Jolín, pobrecita.

En el Ministerio, Salvador recibe la visita de Lola, lo que deja tanto a él como Angustias súper flipados. Tras la típica conversación inicial, Salvador amenaza con encerrarla de por vida, pero Lola sabe que no lo hará porque tiene una oferta para él. En ese momento, la nariz le sangra y Salvador se preocupa, aunque no tanto como yo. ¡Ay, que se nos muere Lola! ¡No me fastidieis, que Lola mola mucho! ¡Ay, ay!

Los recuerdos de 'El internado' me están provocando tantos feelings. Ay, no quiero pasar por eso otra vez.


Tomando un café, Lola le dice que quiere acabar con Darrow y que le ofrece la cabeza del jefazo en bandeja de plata. Salvador comenta que no le sorprende el que traicione a Darrow, ya que siempre traiciona a todo quisqui, pero Lola matiza que ella nunca ha sido de nadie. Muy cierto, ella siempre ha ido a la suya y por eso mola y por eso no debería morir. Bueno, que me pierdo, Salvador le pregunta que por qué se arriesga y Lola le dice que hace tiempo que su vida está en riesgo y que, a cambio de entregarle a Darrow, quiere que las obras no se quemen, se queden en el Ministerio.

También nos enteramos de que Lola tiene parte del libro de las puertas y Salvador quiere recuperarlo, pero Lola le dice que por el momento se lo quedará. Lola le dice que va a acabar con Darrow en ese mismo momento y para ello decide un ordenador, con el que habla por Skype con el Darrow Jefazo.

Mientras le dice que la misión acabó y que las obras están en el Ministerio, se va poniendo la chaqueta. Darrow Jefazo se escandaliza porque, claro, qué le va a decir a todo el mundo y Lola le recomienda que diga que Darrow ha terminado porque ningún negocio vale vidas humanas. El Darrow Jefazo sigue insistiendo en que Walcott mentía, cuando Lola usa su pulsera, se presenta en el despacho del jefazo y se lo carga de un tiro en la cabeza en una especia que no puede molar más. Joder, en serio, Lola es la puta ama. ¡OMG!




Luego, Velázquez se presenta en el despacho de Salvador todo ofendido para renunciar, pero Salvador le dice que va a conservar las obras en el Ministerio. Lo mejor del caso es que le hace creer a Velázquez que ha sido cosa de él, cuando le ha ignorado, que ha sido el leiv motiv del episodio, ¿no? Pero, oye, así se queda el hombre todo contento.

Para acabar el episodio, Velázquez se queda mirando uno de sus cuadros, Julián está mirando pisos, a Amelia la ve en la calle Enriqueta y la sigue, los reyes ven todo contentos como arde el Alcázar (¿no era más fácil mudarse, que tienen que quemarlo?) y Alonso llama a Elena y se acuesta con ella.

El episodio me ha gustado mucho porque ha sido muy variado y completo, ya que además de una misión, hemos tenido un poco del día a día de la patrulla y hemos avanzado con el frente Darrow (¡y de qué manera!). Además, el tema de los cuadros y de Felipe V e Isabel de Farnesio me ha parecido súper interesante y, encima, Velázquez ha tenido mucho protagonismo, lo que siempre es bien.

El avance del de la semana que viene me ha dejado loquísima, porque anda que no van a pasar cosas: desde el tema de la vampira de Barcelona, hasta la aparición de Alexandra Jiménez como una de Las Sin Sombrero, pasando por el pasado de Salvador, Ernesto encontrando a su hijo y una trama de niños robados. Vamos, no sé cómo van a hacerlo para hilar todo, pero el episodio tiene pintaza y estoy deseando ver a Alexandra Jiménez porque es amor del bueno (y ya me emociono sola al imaginármela con Pacino y Argamasilla en una segunda patrulla).

4 comentarios:

  1. Pues sí molaría muchísimo que Alexandra fuese el fichaje de la patrulla junto con Pacino y Argamasilla aunque también sea del siglo XX como el policía.
    No me puede molar más ver a Velázquez de prota, ese despertar entre las piernas de Irene es Tremendo! Y qué ego tiene mola mil cada vez que se deleita en si mismo! Lo de la alerta en Internet es muy grande no parará en todo el día de engrandecer su Ego!!!
    Lo de Darrow ha molado muchísimo Lola es la Puta Ama! Habéis leído El tiempo es el que es? Una pasada la novela se lee en un plis!!! Irá Lola a los orígenes de Darrow y los destruirá?
    Sí lo de la sangre y el robo es Taaan El Internado jejeje!
    Parece que Julián está superando lo de su mujer porque se ha mudado de piso.
    Y me encantan Alonso y Elena no pueden ser más monos!!
    Amelia no sé si va a algún sitio o sólo es que sale escopeteada para irse a su siglo. Pensé que abroncaría más a la criada pero que le daría el dinero. Ahora la trama va a molar muchísimo! A ver qué tal el siguiente capítulo!!

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    1. Sí, porque encima aunque Pacino y ella son del siglo XX, ambos son de épocas muy distintas, nada que ver los ochenta con los años veinte. Así que el contraste puede molar un montón.

      Velázquez y su ego son grandes no, lo siguiente. Si es que hay que querer a Velázquez por su ego también, jajaja.

      Lola la putísima ama, cómo ha molado la escena, por favor. Pues estoy que me quiero pillar la novela, pero todavía no he tenido la oportunidad. Pero caerá.

      Menos mal que Julián está superando lo de Maite. Hoy no ha llegado al nivel de Pacino, pero ha estado muy bien. Se agradece que no sea un penas.

      Yo creo que Amelia únicamente está huyendo de Julián porque la pobre tiene un cacao en la cabeza impresionante. Quiero decir, estaba enamorada de Julián con quien cree tener un futuro, pero él no pone de su parte y desaparece. Luego conoce a Pacino, siente algo por él y se acuestan y entonces Pacino se va y Julián vuelve. Como para que la pobre no sepa qué hacer con su vida sentimental. Ay.

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  2. Me ha encantado el episodio. Y eso que estaba predispuesta porque he echado muchísimo de menos la serie pero es que ha sido genial se mire por donde se mire.

    Muy fan de que se le haya dado tanto protagonismo a Velázquez que es muy grande (él y su ego, por supuesto XD) y espero que vuelvan a juntarle con Irene en alguna misión porque han molado muchísimo juntos.

    La misión ha estado chulísima. Coincido contigo en que parecía una peli de robos. Se lo han currado bastante, la verdad. Además, el rey y la reina eran unos personajazos. A mi también me ha dado ternura el rey y me he hecho fan incodicional de la reina. Que gránde esa mujer. Qué forma de manejar el cotarro.

    Julián ha vuelto con el nivel de intensidad bajo mínimos y me ha vuelto a gustar mucho. Que vale, que no es Pacino que mola mil, pero hoy ha estado muy bien. Alonso como siempre siendo un amor (lo de sus prácticas culinarias me ha hecho mucha gracia. Definitivamente tenías razón y Pacino le debía tener de chacho).

    La parte de Amelia también ha estado muy bien y el próximo capítulo pinta genial visto el avance. El asunto de dónde podría venir con los pantalones me ha dejado bastante intrigada.

    Lo de Lola no lo he visto venir para nada pero me da mucha penita que le vaya a pasar lo mismo que Walcott.

    Y me uno a tu petición de que Alexandra Jiménez (que es genial) se una a la serie formando patrulla con Pacino y Argamasilla. Además, por lo visto en el avance, la historia de su personaje pinta chula.

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    1. Me dejaron muy sorprendida lo bien que funcionaban Velázquez e Irene juntos, ya que normalmente él siempre tiene escenas con Angustias y Salvador. Ahora tengo curiosidad por ver cómo funcionaría el binomio Velázquez/Ernesto.

      Los reyes eran una pasada. Además, luego estuve investigándolos y no nos fue nada mal con ellos, a pesar de sus rarezas.

      Con Julián estaba yo un poco recelosa, porque era su primer episodio sin Pacino y estaba sufriendo mucho. Pero me sorprendieron para bien. Mira, parece ser que después del drama de Filipinas ha decidido hacer caso a Celia Cruz y dejar de llorar, xD. Además, es muy interesante el que tenga que hacerse un hueco de nuevo, tras la ausencia de Pacino, sobre todo en lo que a Amelia se refiere.

      Calla, calla, que me morí de la risa porque yo tenía la coña esta de que Pacino tenía a Alonso de chacho, pero es que va a resultar que es verdad, xDD.

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