miércoles, 14 de diciembre de 2011

Legacy

Acabo de terminar de leer Legacy, la primera parte de la trilogía ideada por Cayla Kluver, y me ha dejado tan buen sabor de boca que estoy deseando hacerme con la segunda parte, Alera. Suerte que estamos en diciembre y dentro de poco Papa Noel y los reyes majos surtirán mi biblioteca de nuevo :P

La cuestión es que estoy impresionada y deprimida a partes iguales. Cayla Kluver, la autora de Legacy, lo terminó teniendo catorce añitos y, de hecho, como por culpa de su edad las editoriales la ignoraron, acabó auto-editando su novela con la ayuda de su madre. Estoy muy fascinada con ese dato, Cayla Kluver a los catorce escribía mejor que muchos autores adultos y experimentados, por lo que la admiro y envidio al mismo tiempo.

Legacy nos narra la vida de la princesa Alera, que nació después de que una cruenta guerra entre su reino, Hytanica, y Cokyria. Alera va a cumplir diecisiete años y es costumbre que las princesas se casen a los dieciocho con un hombre que pueda ser rey pues, en su reino, las mujeres no pueden más que ser reinas consortes. El padre de Alera está empeñado en que contraiga matrimonio con Lord Steldor, a quien Alera odia por su carácter egocéntrico e iracundo. Y, por si no tenía suficiente con dicha situación, en su vida hace aparición Narian, un joven y atractivo guerrero de Cokyria, que despierta en Alera la pasión y el amor.

A través de la perspectiva de la princesa Alera, que narra la novela en primera persona, vamos conociendo poco a poco las costumbres de su reino, algunos retazos de historia (que es necesaria para comprender la situación política de Hytanica) y, sobre todo, las intrigas palaciegas, además de, claro está, los sentimientos de Alera.

Alera no es una narradora divertida y carismática, pero sí bastante efectiva, descriptiva y, sobre todo, lógica. Al fin y al cabo Alera ha sido criada para ser la sucesora, para tener un deber para con su reino aunque sólo sea como reina consorte y, además, la historia se desarrolla en una especie de Edad media. Por eso, encontraremos muchas descripciones ya no sólo de la situación, sino de vestidos y lugares, en vez de acción a raudales, de la que somos tan partícipes como Alera: no la conocemos de primera mano, sino que alguien la explica y únicamente recibimos las noticias importantes.

A pesar de su carácter descriptivo y pasivo, la historia no se hace lenta ni pesada y resulta una novela bastante ágil y entretenida. Aunque, claro, hay que tener en cuenta que se acerca más a Orgullo y prejuicio que a cualquier novela de aventuras y que prima el desarrollo de los personajes y de las relaciones entre ellos que las batallas. A mí, personalmente, siempre me ha resultado muy interesante este tipo de desarrollo, el ver cómo los distintos personajes interactúan entre sí, las intrigas y los secretos.

De hecho, en mi opinión, es una novela bastante original porque tiende más a usar la coherencia y la cabeza que el corazón. Me explico. Habitualmente en una novela romántica, se tiende hacia el final feliz, poniendo que los protagonistas hagan lo que haga falta para estar juntos, a que el estar juntos sea el objetivo principal, pero en Legacy no es así.

He leído algunas reseñas en las que critican al personaje de Alera por ser pasiva, incluso tildándola de pava o débil, porque no actúa de manera contundente para evitar el compromiso con Steldor y poder estar con Narian. Alera sí que es un personaje pasivo, en el sentido de que no actúa, pero porque, en realidad, no tiene margen de movimiento. Es muy bonito decir que se escape con Narian o que se case con el en secreto, sí, pero no sería consecuente con Alera porque ella no es egoísta y, sobre todo, tiene un sentido del deber bastante inculcado.

A lo largo de la novela, Alera se preocupa por su reino, por la política, por la manera de protegerlo, así que está en una situación muy complicada. Sí, quiere a Narian, pero la relación con él es insostenible: ya no sólo su padre no permitiría el enlace, sino que no puede obligar a su pueblo a aceptar un monarca en el que jamás confiarían. Y si renunciara al trono por amor, condenaría a su hermana pequeña a su propio destino fatal.

Es decir, me parece muy inteligente la situación creada por Cayla Kluver y que está muy bien creada porque se entiende perfectamente a Alera y el debato interno con el que carga durante todo el libro: querer o deber.

Eso sí, si Alera me parece que está muy bien desarrollada y construida, tengo mis reticencias con Narian. No sé, para ser el chico, el amor de Alera, el que se supone que debes apoyar, ni le veo carisma, ni he llegado a apreciarlo en ningún momento, resultándome bastante indiferente. Al menos de momento.

La relación está muy bien llevada, haciendo que Alera se vaya enamorando poco a poco de Narian, por el que siente fascinación nada más saber de su existencia. Pero, una vez más, la parte de él me parece bastante débil. Quizás se deba a que no tenemos su punto de vista, pero su enamoramiento por Alera me resulta un tanto artificial. Es que, no sé, no logro cogerle el punto a Narian, ya sea porque apenas habla, porque Cayla Kluver se pasa con el misterio entorno a su persona o porque, simplemente, no me ha gustado, pero, vamos, paso un montón de Narian.

Prefiero, con mucho, a los otros hombres en la vida de Alera. Por un lado tenemos a Steldor, que desde el primer momento se descubre como un gilipollas un tanto sobón, pero que a medida que va avanzando la historia, adquiere matices que me hacen sospechar que es algo más que un idiota. Por otro, tenemos a los guardias que protegen tanto a Alera como a su hermana Miranna: Destari, Halias, Temmerson... Todos ellos tienen una personalidad muy definida.

Y, para acabar, me he reservado a mi personaje preferido, que desde el primer momento me conquistó y yo sigo amándole por encima de todas las cosas: London. London es el guardaespaldas personal de Alera, es irónico (tiene unos puntos muy buenos), es rebelde, es listo, tiene un pasado misterioso, aprecia de verdad a Alera y será de los pocos que se sabe lo que se hace.

De hecho, a mí me gusta mucho la relación de estos dos. Soy muy retorcida, lo sé, pero me gusta la química de los personajes y, si tuviera que elegir con quién acaba Alera, diría London sin dudarlo. Tengo muy claro que no pasará, pero, bueno, no es ni la primera vez ni la última que me pasa ;)

En conclusión, Legacy es una novela muy elegante e inteligente, que combina muy bien el amor con las intrigas palaciegas en una historia que resulta muy coherente, bien armada y repleta de personajes muy humanos, de esos que se hacen un hueco en tu corazón. Además, Cayla Kluver tiene una narrativa muy cuidada, bonita, aunque no llega a ser recargada y resulta perfecta para la historia que nos está contando.

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