Blancanieves (Mirror, mirror), Tarsem Singh, 2012

Cada cierto tiempo ocurre un fenómeno en el cine y es que coinciden dos películas que más o menos tratan de lo mismo (las versiones de Robin Hood en el 91, por ejemplo) y en este 2012 eso ha vuelto ha suceder porque, al parecer, estamos en el año de Blancanieves. Primero se estrenó la serie Once upon a time donde Blancanieves (encarnada por Ginnifer Goodwin) es la clara protagonista y luego viene el duelo cinematográfico, que es el que me ocupa... En parte.

La cuestión es que casi todo el mundo que conozco (además de blogs, webs y tal) está que no caga con Blancanieves y la leyenda del cazador, que es la versión de Charlize Theron y Kirsten Stewart que va de oscura, madura, súper épica y demás. Pues bien, como yo tiendo a ser retorcida con esas cosas, paso bastante de esa: por un lado, porque a priori no me parece demasiado original (parece que sigue la estela de Once upon a time) y, por otro, porque la Alicia de Tim Burton me traumatizó un poco: también llevaba esa estética de aventura épica, de peliculón y se quedó en... Vamos a ser benevolentes y decir "nada" en vez de otras cosas menos agradables.

A mí la que me interesaba era Mirror, mirror que, no sé por qué, en España dejaron con el soso Blancanieves en vez de Espejito, espejito. Misterios de los que ponen títulos. Total, que el viernes pasado fui a verla con mis amigas Irene y Leyre y salimos encantadas del cine tras habernos reído como locas con la película.

Mirror, mirror nos presenta la historia de Blancanieves (Lily Collins), una joven y hermosa princesita con la piel tan blanca como la nieve y el cabello negro como el carbón, que se queda al cuidado de su malvada madrastra (Julia Roberts) que está muy ocupada derrochando el dinero del reino.


Y aunque el planteamiento es el mismo de siempre, el del cuento, la historia se aleja bastante de ésta y adquiere personalidad propia. De hecho, fue eso precisamente lo que me llamó la atención de los trailers y lo que me gustó de la película: su originalidad, su estética colorista y muy peculiar, también su sentido del humor y su halo de película de aventuras.

En esta Blancanieves la reina es malvada, sí, pero también es graciosa, peculiar e histriónica. Julia Roberts es una actriz que siempre me ha gustado mucho y en esta película se nota que disfrutó, que le gustaba el personaje. Es ella la que nos cuenta el inicio de la historia con cierta ironía (me encantó lo de: al parecer, antes nadie trabajaba y todos cantaban y bailaban, ya..., xDD) y queriéndose mucho, mientras asistimos a unas imágenes muy curiosas.

Como contrapartida de la malvada (y chistosa) reina, claro está, tenemos a Blancanieves que me parece un gran personaje. Blancanieves empieza siendo una princesita muy, muy pava, débil, delicada, excesivamente dulce, pero a medida que la historia avanza va evolucionando, madurando, hasta acabar convertida en una gran heroína.


La encargada de darle vida es Lily Collins que, además de ser una fuente continúa de chistes gracias a sus cejas, salva muy bien el papel mostrándose encantadora, vulnerable y con carácter cuando así lo requiere el papel. Curiosamente, nada más ver el póster en el cine, Leyre me hizo ver algo que todavía no sé cómo se me pasó porque es verdad. Y es que, yo no sé si es cosa de ella, de su agente o de los responsables de la película, pero parece que Lily Collins intenta emular a Audrey Hepburn; de hecho, en medio de la película le aparece misteriosamente un flequillo que acentúa ese aire a Audrey.

Y, como en todo cuento de hadas que se precie, también tenemos un apuesto príncipe. En este caso, el encargado de ponerle cara es Armie Hammer, que a mí personalmente me gustó mucho tanto físicamente como actuando. Y es que el príncipe tiene esa mezcla entre galán y desastre que me resulta encantador; Armie Hammer, además, cumple muy bien hasta con la parte más cómica de su personaje, que no os pienso decir en qué consiste para que vayáis a verla ;P


Además, también tenemos a siete enanos que han re-inventado por completo y que sólo se parecen en el número con los hombrecillos bonachones que trabajan en las minas del cuento. En este caso, los siete enanos son forajidos que roban ayudados de unas curiosas piernas-muelle; cada uno de los siete tiene su propia personalidad, representada por su forma de vestir por lo que, de primeras, más parecen los Village people que los enanitos de Blancanieves, pero, además de que protagonizan varios puntos muy buenos, se les acaba cogiendo cariño.

Y si los enanos no se parecen en nada, el resto de la historia anda en la misma línea. En esta versión, Blancanieves no es la princesita que llega a casa de los enanitos, de hecho ni siquiera llega a probar la manzana envenenada de la reina. Qué va. Aquí, Blancanieves aprende a luchar, a preocuparse de los problemas del reino y a tomar la iniciativa, recuperando el espíritu de las películas de Errol Flynn. Y, aunque hay besos de amor verdadero, no despiertan a la princesa de su sueño, sino que salvan al príncipe de cierto maleficio.


Otra vuelta de tuerca que me gustó mucho fue la interpretación del espejo mágico de la reina, sobre todo en la escena en la que lo conocemos y que, de verdad, impresiona.

En conclusión, Blancanieves (Mirror, mirror) es una película muy recomendable, quizás un poco infantil, pero que también puede ser vista por un adulto. Entretenida, divertida, llena de aventuras, con una estética muy cuidada y tan original como la revisión de la historia. Buenos actores con Julia Roberts, magnífica, a la cabeza; buenos diálogos, unos cuantos puntos muy memorables... Vamos, que me encantó ^^

8'7/10

PD: Se me ha olvidado comentar que tiene el final más WTF? que alguien se puede echar a la cara y con el que casi morimos. En serio, yo no sé qué se estaban fumando los guionistas cuando lo escribieron, xD.

PD2: ¡Qué poco queda para Los juegos del hambre! Yey =D