Pues con bastante retraso, pues lo terminé hace ya días, pero aquí está la reseña del último libro que he leído: Los doce clanes de Jonathan Stroud.
He de admitir que por un lado estaba ansiosa por leerlo, pero por otro me daba algo de miedo. Y es que Jonathan Stroud me enamoró con sus libros anteriores, los que formaban la trilogía de Bartimeo, un demonio de lo más cachondo, cuyas notas a pie de página eran divertidísimas. Por eso me daba miedo que o bien se repitiera o bien comparara ambas historias y esta saliera perdiendo, pero no ha sido así porque no tiene nada que ver, es completamente diferente.
Los doce clanes (The valley heroes en su versión original, mucho más apropiado todo sea dicho; sigo sin entender por qué se sacaron la traducción del título de la chistera) comienza con la historia de La batalla de la gran roca, donde se nos relata como el héroe Svein reúne a otros once héroes para luchar contra los trows, maliciosos seres que amenazaban a sus respectivos pueblos. Los doce héroes luchando juntos, logran destruir a los trows y expulsarlos de sus tierras, aunque en el fragor de la batalla los doce fallecen.
Desde entonces, tanto las tumbas de los héroes como una serie de runas mantienen a los trows alejados de los doce clanes - uno por cada héroe - y éstos, con el tiempo, han dejado de ser los guerreros de antes para convertirse en seres más civilizados que ni siquiera usan armas.
En ese panorama, siendo el tercer hijo del matrimonio que lidera el clan Svein, nace Halli Sveinsson que, por si no tenía suficiente con ese hecho, nace en una fecha maldita. Desde ese momento, muchos creen que Halli está destinado a ser malvado y que, además, sea bajito, patizambo y tirando a feo, tampoco ayuda. Pero, a pesar de eso, Halli crece feliz escuchando las historias de Svein, sobre todo de labios de su tío Brodir.
Sin embargo, al hacerse mayor, Halli empieza a notar que no encaja en su hogar. Por un lado, el destino que le aguarda - tener una familia y una parcela de tierra donde poder tener una granja - no le agrada en absoluto, ya que a él le gustaría emular a Svein y ser un verdadero héroe, algo mal visto en época de paz; por otro, su lengua afilada, su imaginación e inquietud no le traen más que problemas, pues todos aquellos que le rodean son conformistas y de mente bastante cerrada.
A pesar de las broncas, de los castigos, Halli sigue siendo fiel a sí mismo y a su forma de ser. Y es así como se precipitan los hechos que le llevan a vivir su gran aventura.
La asamblea, donde se reúnen los doce clanes, se celebra en el clan Svein y Halli no puede acudir como castigo por una de sus gamberradas. Por eso se dedica a vagar de un lado a otro, a curiosear, sin ir vestido como el miembro del clan Svein que es. Así es como conoce a Aud, la hija del líder del clan Arne, de quien se queda prendado en el mismo momento en que la ve y trata con ella.
También conoce a los Hakonsson, la familia líder del clan Hakon y los villanos de la historia, que provocarán que Halli decida emprender un viaje de venganza cual héroe antiguo. Y eso será sólo el principio, ya que Halli no deja de vivir aventuras y, sin comerlo ni beberlo, meterse en líos de los que, quizá, no pueda salir.
En Los doce clanes, Jonathan Stroud crea su propia mitología nórdica repleta de detalles, costumbres y supersticiones. Todos temen cruzar las runas, por ejemplo, porque las viejas historias dicen que al otro lado moran los trows y que a aquel que pase le ocurrirán desgracias. La novela, además, está repleta de las historias de Svein, el héroe más importante de los doce, que se cuentan al principio de los capítulos.
Resulta curioso y tremendamente interesante, que el autor se esmere tanto en crear su propia mitología, además de su propio mundo, para después ponerla en duda. Y es que la idea central de la novela es la de replantearse lo que creemos saber, las normas que nos han impuesto y que, para que las cumplamos, añaden terribles desgracias para aquel que no las siga.
Así, tenemos tres aspectos, representados por diferentes personajes. Por un lado, aquellos que creen ciegamente en esas normas, en las leyendas y las reglas de los héroes, que son prácticamente todos, quizás más representados por el haya de Halli. Por otro, Aud que no cree nada: desde que las leyendas son meros cuentos hasta que no existen los trows. Finalmente, Halli estaría en medio, debatiéndose entre lo que le han enseñado, lo que conoce, y la lógica aplastante de los argumentos de Aud.
Gran personaje Aud, por cierto. Una vez más nos encontramos ante una chica fuerte, independiente, que tiene su propia visión del mundo y es muy fiel a ella. Al tener la mente abierta, al no centrarse en su clan y en que su clan es el mejor, Aud se ha dado cuenta que todas las leyendas son iguales, sólo cambia el protagonista dependiendo de la zona, por lo que ha acabado no creyendo en ellas. También cree que su padre es un ser patético que se arrastra a favor de aquel que tiene poder y es fiel a su palabra, pues en vez de fijarse en Leif, el heredero de los Sveinsson, lo hace en Halli, que no tiene ni futuro, ni un físico agradable, pero sí una gran personalidad.
Halli, el claro protagonista de la novela, es otro gran personaje. Nunca ha tenido las cosas fáciles: en su casa no encaja y no parece que su familia haga mucho por aceptarle tal y como es; además su físico y su forma de ser no le hacen precisamente un ser querido en su clan. Desde pequeño le dicen que su destino es vivir apaciblemente en una granja, cosa a la que él se revela, él quiero algo más: aventuras, acción, alejarse de los borregos que tiene por vecinos...
A lo largo de la historia, Halli lucha sin parar. Es un auténtico ejemplo de superación, también de evolución, pues va madurando a través de las páginas y perdiendo poco a poco la inocencia infantil, los sueños de un niño amante de las leyendas de Svein, para cambiarlos por otros más maduros, más profundos. No puedes evitar quererle, ya sea por ser el patito feo y marginado, ya sea porque es el único que usa la cabeza entre tanto cenutrio cerrado de mente.
En España, Los doce clanes ha sido publicada por Montena - al igual que la saga de Bartimeo -, que nos ofrece una edición de tapa dura bastante cuidada, en la que respetan la portada original de la novela, lo que es de agradecer.
Una novela que te hace pensar, llena de aventuras, acción trepidante, diálogos divertidos y unos personajes adorables, todo ello aderezado con la prosa hermosa y efectiva de Jonathan Stroud, al cual cada día admiro más.
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