Pues nada, voy con una reseña que tenía pendiente desde navidad y que, de hecho, quería haber subido la semana pasada, pero se me fue la pinza y me olvidé. Lo peor del caso es que el libro en cuestión, El salón de ámbar de Matilde Asensi, me gustó bastante.
En su día me leí Todo bajo el cielo de la misma autora, que fue muy famoso y estaba todo el mundo que no cagaba con él y no me gustó nada. No sé si fui yo, si fue el libro, si me pilló torcida... No lo sé, la cuestión es que me aburrió tanto que pensé que no leería nada de Matilde Asensi, de la cual mi padre es bastante fan (pero también lo es de Toti Martínez de Lezea o de Simon Scarrow, que me aburren, así que no me fiaba de él). Al final, como me conoce, me dijo que me leyera El salón de ámbar que iba sobre ladrones y... Bueno, ya sabéis que los ladrones a mí me pirran, así que en cuanto terminé El misterio de los hermanos siameses, me puse a leerlo.
En El salón de ámbar nos encontramos con Ana María Galdeano, una ladrona de guante blanco que es el peón del famoso grupo de ladrones conocido como El grupo de ajedrez, que está formado por seis ladrones que no se conocen entre sí y que cada uno tiene una misión en el grupo (Roi que es el Rey es el que dirige, Läufer que es el Alfil es el hacker...).
Ana debe perpetrar un robo que les han encargado y, una vez que lo hace, encuentra algo raro en el cuadro que con el que acababa de hacerse. El Grupo de ajedrez lo investiga y, tras desentrañar una serie de pistas, descubren que se trata del camino para encontrar El salón de ámbar, una cámara del siglo XVIII construida con ámbar (de ahí el nombre, efectivamente), que es un tesoro mítico que obsesiona al pueblo ruso. Por eso, Ana acompañada de Cavalo (el Caballo del grupo), un hombre muy atractivo que la tiene loca, debería buscar dicha obra de arte.
La novela, narrada en primera persona por Ana, combina la vida privada de Ana con las distintas “aventuras” que va viviendo y, también, una historia de amor. A decir verdad, en lo que refiere a acción y aventuras se queda un poco a medio camino, utilizando durante toda la historia un ritmo bastante pausado que, sin embargo, no la hace pesada, aunque, personalmente, me pareció que desaprovechaba la idea del Grupo de ajedrez que me parece muy interesante.
De hecho, también desaprovecha mucho el grupo de ladrones, dejándonos a Rook y Donna prácticamente en un cuarto plano, limitando su actuación a un par de frases en las conversaciones del grupo y un par de menciones muy vagas y generales a lo largo de la novela.
Y es que, mientras preparan el plan para encontrar El salón de ámbar (que es la mayoría del libro), únicamente toman parte activa Ana, Cavalo y Läufer, además de Amalia, que es la hija de Cavalo. A mí fue Amalia la que más me sorprendió, pues para ser “la hija adolescente” no resulta ni repelente, ni típica, sino que resulta un personaje agradable y, la verdad, muy bien retratado, pues de verdad parece una cría de trece años.
Por otro lado, el trío responde a los perfiles de cualquier película de “búsqueda de un tesoro”, es decir: la chica, el chico guapo y el amigo que sirve como alivio cómico.
Ana es una chica normal y corriente, con cierto aire crítico y sentido del humor, que resulta una buena narradora, aunque no es memorable o diferente, como la novela en general (a cada libro en primera persona que leo, me reitero en que es imprescindible tener el personaje adecuado para hacerlo). Cavalo gana muchísimo cuando saca la vena de padrazo, aunque tampoco es un gran galán.
Y luego está Läufer, que es de lejos mi personaje favorito. Quizás sea porque tengo debilidad por los personajes cómicos o, quizás, porque es de los pocos que tienen personalidad y no son tan típicos y apáticos como la parejita, pero disfruté de cada aparición suya, ya fuera física o cibernética.
En realidad, el problema que le encuentro a El salón del ámbar es que le falta personalidad, que no termina de decantarse por la clase de libro que es y resulta un tanto descafeinado. Creo que es porque, a medida que avanza la historia, se centra más en la trama romántica y Ana y Cavalo, aunque caen bien, tampoco son nada del otro mundo.
No obstante, es una novela que está muy bien escrita, con una narrativa fluida, con sentido del humor y que, dependiendo del pasaje, se convierte en una oda al arte. Así que, claro, la estudiante de historia del arte que llevo dentro, se emocionó mucho. Matilde Asensi, además, sabe llevar muy bien el ritmo y, aunque es pausado, no resulta una historia aburrida o pesada, sino muy entretenida.
En conclusión, El salón de ámbar es una novela entretenida, que se lee muy fácil porque está muy bien escrita, aunque los personajes acaban convirtiéndose en el eslabón más débil porque son bastante grises. Un libro que hay que leer con la única intención de pasar un buen rato, pues no es de esos que se convierten en tus libros favoritos.
Hola, acabo de subir una entrada a mi blog comparando esta novela con una de Julia Navarro.
ResponderEliminarUn saludo!
http://rimelporlibro.blogspot.com.es/2012/03/julia-navarro-vs-matilde-asensi.html
Ahora le echo un vistazo ;)
ResponderEliminar