viernes, 22 de agosto de 2014

La fuerza de los secundarios

Creo que todo aquel que haya visto esta segunda temporada de Amar es para siempre estará de acuerdo conmigo en que ha sido un epic fail de los que hacen época. No sé si ha sido cuestión de mala suerte, de falta de tino o qué, pero en las historias principales no han dado ni una.

Luis y Alejandra no funcionaron y se los quitaron de encima en un tris.

Román desapareció un buen día y Marina se quedó un poco en tierra de nadie.

Y el summum ha sido la historia central, la importante, esa historia de amor que se supone que debe dejarte pegado al televisor, que debe hacer que apoyes a los pobres protagonistas que lo pasan muy mal. Mientras que Inés y Mauro sí que fueron una buena pareja protagonista, Valeria y Diego han sido un error tras otro. Desde el principio no dieron en el clavo con ellos y a dos semanas del final del temporada, la situación aún es peor.


Porque hace falta hacerlo mal, pero mal, para que en estos momentos de la historia esté deseando que los tortolitos acaben mal y que sea Elena quien tenga el final feliz.

La cuestión es que Diego y Valeria resultan muy antipáticos, siempre ha sido así, pero desde el momento en que estuvieron juntos fueron a peor. Ambos son estúpidos (la culpa de sus males la tienen únicamente ellos dos), egocéntricos, egoístas (todo el mundo tiene que hacer de todo por ellos, pero ellos jamás mueven un dedo por nadie) y peores personas de lo que ellos mismos se creen, por lo que pierden toda su credibilidad cuando se muestran con tal prepotencia ante Elena.

Sí, Elena ha hecho cosas malas, pero es un personaje bastante humano que, en el fondo, no deja de ser un animal herido. El padre de Valeria le jodió la vida en dos ocasiones y luego tuvo que cargar con ella, siendo la representación de todo lo que la destruyó, de ahí que siempre se debata entre el odio y el cariño hacia su sobrina. Sin embargo, a mí me toca mucho las narices que la tachen de asesina por callarse el hecho de que Augusto asesinara a Rubén, cuando Diego robó un dinero a sabiendas de que eso mataría a Augusto y Valeria apoyó las acciones terroristas de su marido. Por tanto, la parejita tiene credibilidad cero cuando van de dignos y atacan a Elena, irónicamente cuando ella les estaba ayudando y hacía tiempo que, en cierta manera, se había redimido.


Además, Elena ha sido el personaje del cuarteto principal que ha ofrecido arcos más interesantes y Belén López ha estado soberbia en todos ellos, en especial en esa caída en picado tras que Augusto le estropeara la boda y le hiciera luz de gas.

No me voy a explayar con este tema porque he dejado varias veces claro el cómo considero que han sido dos de los peores personajes que han pasado por la serie en sus dos etapas. Sólo añadiré que, de verdad, espero que él acabe en la cárcel por estafador, que al fin y al cabo lo es, y que Valeria se quede hasta sin Pilar, a la cual no se merece por mucho que ahora vaya de madre coraje. En serio, no se merecen nada mejor porque son tan rematadamente estúpidos y prepotentes que se han buscado todos sus problemas. Porque manda narices que todo el mundo les ha dado algún consejo, que ellos han ignorado porque son más listos que nadie y luego la han cagado: Belén le advirtió a Valeria en el negocio con los americanos, Marina la advirtió contra Martín Angulo, Telmo lleva semanas intentando que Diego entrara en razón, al igual que los detectives... Pero, nada, que ellos siguen con su prepotencia, creyendo que siempre tienen la razón, pues que lo paguen.

Que no va a pasar, pero bueno.

La cuestión es que la temporada se ha salvado por los secundarios, esos personajes que les sirven tanto para un roto como para un descosido. Don Patricio siempre fue un gran alivio cómico, al cual sigo echando de menos como el primer día y el que espero que recuperen alguna vez porque, además de gracioso, el hombre tenía corazón y podía emocionar como nadie.


Lo mismo que le ocurre a don Aniceto con su academia. Por la academia hemos visto desfilar todo tipo de historias, algunas más afortunadas que otras, pero todas me han interesado y, encima, servían tanto para la comedia como para el drama. La aventura de la auto-escuela con Marina fue divertidísima, al igual que las reuniones políticas o la búsqueda del tesoro del billete de lotería. Yo aún me río al recordarlos a todos cubiertos de hollín al explotar la caja fuerte. También las historias de Rufino (de las pocas veces que han tocado la homosexualidad desde que se pasaron a Antena 3, por cierto), Maite y Samuel, el padre Isidro (del que hablaré más adelante) y la vida personal de don Aniceto han cumplido sobradamente.

Sin embargo, para mí esta temporada los personajes clave han sido, con el perdón de don Patricio de mis amores, los detectives y Dorita.

En un principio, habría dicho Héctor a solas, más que nada porque el trabajo de Javier Collado esta temporada ha sido increíble por los extremos que ha alcanzado Héctor (era hasta doloroso verlo tan oscuro en su época desmemoriada, aunque el trabajo de Javier Collado fue una pasada), pero es cierto que los tres se han repartido los dramas. El arco de Héctor en coma y posterior recuperación, Bonilla y su historia con Brígida, el retorcido caso de Gabriel (con lo remono que es Álvaro Morte a mí me tenía muy engañada, xD), la re-aparición de Ana y Teresa y las paranoias de Asun... Sí, han tenido sus momentos angustiosos, pero es de lo que van las telenovelas, ¿no?


Al menos, han conseguido que me involucrara: he cavilado sobre el caso de Gabriel, he deseado que Héctor volviera a ser Héctor, que Brígida tuviera un final feliz, que a Bonilla se le acabe la mala suerte en el amor (que de momento no parece, pero yo tengo mis esperanzas puestas en Clara) o que Asun se pire a Suiza de una vez para no aguantarla más.

Es que a mí Asun nunca me ha gustado, es muy intensa y perfecta para mi gusto (en casa hasta la llamamos Pluscuam de pluscuamperfecta, se entiende, xD). Es una cosa personal mía, los personajes que hacen todo bien, tienen la razón por encima de todas las cosas y que el resto no hacen más que alabarlos pues me repatean. Mucho. Y, claro, no ha ayudado su intensidad exagerada ante la muerte de Teresa y sus dudas sobre Héctor, que quizás eran más sobre sí misma y sus sentimientos hacia Gabriel.

La cuestión es que han protagonizado tramas con fuerza y que no se han extendido demasiado, ni le han dado mil y unas vueltas a lo mismo (¿acaso la relación de Diego y Valeria ha evolucionado, más allá de la mágica reconciliación sin venir a cuento a unas alturas donde sentido no tenía?), al igual que ha hecho Dorita. Porque, madre mía, la pobre Dorita las ha pasado más putas que Caín esta temporada y eso que, además de ser un amor de chica, en la primera temporada siempre protagonizó tramas amables.


En esta le han dado todo el sufrimiento, repartido, pero se lo han dado: la muerte de su abuela, la posterior aparición del cabrón de Natalio y todas las consecuencias que eso supuso y no sólo para ella y ahora la aparición de su padre, que me imagino que acabará como el rosario de la aurora porque ese tío seguro que es un caradura que quiere estafarla y seguro que la mete en más líos. Sólo espero que Héctor la salve en el último minuto, que en esta temporada se está dando mucho lo de que unos ayuden a los otros.

De hecho, ahí también radica la fuerza de los secundarios, además de en que funcionan y están teniendo tramas potentes, en que están todos relacionados. Así como el cuarteto protagonista siempre ha ido un poco a su bola, los secundarios están teniendo todos relación con todos.

Sólo hay que ver, por ejemplo, cuántos personajes han colaborado en la trama de la aparición de Clara: los Asturianos, don Patricio, don Aniceto, Katherine, el padre Isidro... Y eso tiene su encanto, sobre todo porque todas esas relaciones son muy distintas y funcionan muy bien, porque encima sacan muchos aspectos diferentes de los personajes y eso les hace más humanos y más simpáticos. Don Aniceto es muy militar, tiene mala baba, pero también es alguien que siempre está ayudando a todo el mundo y que se preocupa por los demás.


Aunque el rey de esos giros ha sido el padre Isidro que se ha convertido en uno de mis personajes favoritos.

Yo he de ser sincera y cuando un cura aparece en Amar, me echo a temblar, porque telita como son... aunque luego les acabo cogiendo cariño, véase a don Senén, que siempre tenía la palabra infierno en la boca y muy mala leche, incluso podía llegar a ser muy cruel, pero al final mostró tener su corazoncito.

Bueno, pues cuando Isidro aparece en la plaza, tan recto, tan dispuesto a cambiar la academia (casi echando a Leonor y a Amadeo), yo no me fiaba ni un pelo de él. De hecho, hasta me replanteé que no fuera ni cura ni nada y quisiera hacerse con la academia en plan el trono de hierro de Juego de tronos. Ni siquiera cuando ayudó a los Asturianos a librarse de la cárcel, de los antecedentes y del tarado de Alfredo le vi con buenos ojos. Pero, oh, apareció Katherine en escena y lo cambió todo.

Es curioso como en un par de semanas han conseguido engancharme tanto a una relación porque, en serio, los shippeo un montón. Yo les veía química (de esa de: en cualquier momento, en medio de esa discusión, barren la mesa y frunjen de lo lindo), pero tampoco me lo creía porque Isidro era como que muy cura y no le veía cediendo a la tentación. Pero cedió y el viaje de Isidro se volvió muy interesante y él se mostró como un hombre recto, también bueno, al que el amor le ha superado. Y está siendo muy divertido, sobre todo por Dafnis Balduz, que es un estupendo actor y expresa muy bien todo lo que siente Isidro sin necesidad de palabras.


Además, es muy curioso ver a alguien tan estoico como el padre Isidro cediendo a la pasión y a los celos (no puedo ser la única que le vea cantando Dos hombres y un destino con Bonilla) y dándonos escenas súper románticas, como ese reencuentro en la academia o la de ayer en el hostal cuando admitió que la quería.

Eso sí que es dar en el clavo, señores guionistas. Ahora espero que tengan final feliz y que él cuelgue los hábitos para irse a Estados Unidos con ella, que, eh, él ya habla inglés y estuvo dispuesto a hacerlo antes de que Katherine le hiciera un Robin Scherbatsky, vamos, un: no, no, no, por qué me haces esto, no, no, no, xDD.

No, en serio, dadles un final feliz, por favor, que ellos sí lo merecen.

A ver cómo cierran todo en estas dos semanas que quedan (insisto, quiero un final horrible para la parejita de lerdos, que me caen muy mal) y a ver cómo desarrollan la tercera. De momento, los Blasco han entrado con mucho mejor pie. Las familias adineradas siempre les han salido bien (los Robles, los Roldán y los Rivas dieron muy buenos momentos) y las relaciones entre los cinco personajes que conocemos pintan interesantes y, sobre todo, la prota no parece una pavisosa, sino una chica dulce, con las ideas muy claras y muy resolutiva.

Pero ya habrá tiempo de hablar de los Blasco cuando se centren en ellos.

PD: Por cierto, me declaro muy fan de esa reunión de Física o química sesentera que están marcando, que de momento tenemos a cuatro actores en la misma temporada (Ana Milán, Javier Calvo, Andrea Duro y Alex Martínez, éstos repitiendo como pareja, además). Lo dije en tuiter y me reafirmo, creo que va siendo hora de traer de vuelta a Gonzalo Ramos y a Marc Clotet para aumentar la reunión, aunque sea durante unos episodios ;P

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