lunes, 28 de septiembre de 2015

El secreto del trapecista

Por estos lares se es bastante fan de Javier Ruescas. Le he leído prácticamente todo lo que ha publicado (encima el muchacho es bastante prolífico, yo empiezo a pensar que tiene un plan de dominación mundial y lo quiere financiar con nuestra ruina, xD) y, encima, me ha gustado todo lo que he leído de él: desde su trilogía de fantasía Cuentos de Bereth, hasta esa trilogía que habla sobre el éxito y la música, Play; pasando por esa novela corta escrita a dos manos que es Pulsaciones.

Vamos, que en cuanto sé que tiene un proyecto nuevo, lo apunto en mi lista (interminable) de Libros que quiero y, en cuanto puedo, le echo el guante. Pues bien, al fin he podido leer El secreto del trapecista, la primera parte de su nueva trilogía Las crónicas de Fortuna, donde vuelve al género de la fantasía, pero con una vuelta de tuerca que hace que todo sea bastante original: lo mezcla con el mundo de los circos ambulantes.

Kyle vive junto a sus amigos Lavelle y Gunnir en un orfanato y se pasan los días actuando en la calle para intentar conseguir algo de dinero con el que poder huir. Como no es legal, ya que el reino de Fortuna tiene ciertos problemas con los circenses y sus poderes, un día los tres amigos tienen que huir. Es en plena huida cuando Kyle, de pronto, descubre que es un circense: es un trapecista, lo que quiere decir que puede saltar alturas increíbles, entre otras cosas.

Esa misma noche Kyle es secuestrado, pero sus dos amigos acuden a su rescate, aunque no sale cómo planean y los tres acaban siendo llevados a un extraño circo donde se ven obligados a trabajar, lo que supone una tortura para Lavelle, que es una payasa que odia hacer reír. Pero los chicos no piensan quedarse quietos y, mientras aprenden más sobre los circenses y su historia, buscan una forma de huir.

Aunque le tenía muchas ganas a El secreto del trapecista, también me asustaba un poco, ya que estaba orientado a un público más infantil. Y, claro, a medida que creces y vas leyendo, las historias enfocadas a un lector más joven, pueden parecer demasiado simples. Sin embargo, aunque si bien es cierto que no me ha parecido la novela más redonda del autor, sí que me gustó y, de hecho, me la leí en un par de días.

Y es que su mayor defecto también es una de sus virtudes: el ritmo. El secreto del trapecista tiene un ritmo endiablado, que a veces peca de precipitado. Eso, por un lado, es bueno, ya que no dejan de suceder cosas y resulta muy entretenido, pero creo que es un poco excesivo y que le resta el asentar un poco la relación entre los personajes y el desarrollar a éstos últimos como algo más que el motor de esa acción.

Eso, no obstante, no quiere decir que los personajes sean planos porque no es así. En este caso tenemos a un trío muy bien definido, con sus distintas personalidades y sus motivaciones y todos ellos cumplen a la perfección. Mientras que Kyle es el líder natural, también el mediador, Gunnir es el que está obsesionado con la magia hasta un punto que resulta desesperante. Se comprende que quiera ser mago, también es bastante humano el que tanto su sueño mezclado con inocencia y lealtad le cieguen, pero no por eso no tienes ganas de arrearle a ver si espabila.

Cerrando el trío protagonista, tenemos a una chica como bien manda la tradición y, en este caso, resulta que Lavelle es mi personaje favorito. Creo que es el personaje más trabajado y complejo y la que de verdad tiene un dilema muy bien construido. Ella es una payasa, como bien la señala la marca de su cara, algo que detesta y que tampoco se le da bien y algo de lo que no puede desprenderse. También creo que Lavelle es el personaje mejor llevado, con una gran evolución, seguramente porque no es ni la fuente de los misterios como Kyle, ni el detonante de la trama del próximo libro como Gunnir.

Pero, bueno, la verdad es que ningún personaje chirría, ni siquiera los secundarios que van apareciendo en las aventuras del trío y que hacen del reino de Fortuna algo más poblado y florido.

Precisamente es ese detalle, esa mitología tan desarrollada y original uno de los puntos más fuertes de la novela. Javier Ruescas nos presenta un mundo completamente nuevo, con una cantidad de detalles estupenda que deja claro lo mucho que ha trabajado en él. Fortuna, además, es interesante tanto como escenario como por el conflicto que presenta entre circenses y humanos. Quiero decir, el enfrentamiento entre gente con poderes y gente corriente no es nuevo, pero toda la historia de los circenses resulta muy interesante, sobre todo por las incógnitas que deja de cara a las próximas partes.

De hecho, me sorprendió que, aunque fuera bastante predecible, sí que tuviera una trama un tanto oscura y compleja. Toda aparición del viejo mago que se cruza con los protagonistas es de lo más inquietante y es el que hace que la historia se quede en el punto más interesante de cara a la segunda novela, El recuerdo del mago.

Vamos, que para ser una historia un tanto infantil, un lector adulto la puede leer perfectamente y también disfrutar. Fue una grata sorpresa que la historia se fuera complicando a medida que avanza, aunque acuse ese ritmo demasiado frenético que no le permite profundizar demasiado en ciertos aspectos. Sin embargo, como ya he dicho, resulta muy entretenida y la pluma de Javier Ruescas sigue siendo de lo más efectivo, aunque sí que pareció más sencillo que en sus otras obras, lo que demuestra que este hombre sabe adaptarse a cualquier género.

Además, en este caso también tengo que comentar la edición. Es de tapa dura y muy, muy bonita, sobre todo porque Javier Ruescas trabajó con la ilustradora Lola Rodríguez y a lo largo de la novela descubrimos unas ilustraciones muy chulas. Algo que ayuda todavía más a que esta saga se diferencia de otras, junto con la gran idea de desarrollar un mundo basado en el circo, para mí el gran acierto de la novela junto con Lavelle.

La verdad es que tal y como se queda El secreto del trapecista, tengo muchas ganas de leer la segunda parte, El recuerdo del mago, porque puede molar aún más.

El próximo lunes literario estará dedicado a... El misterioso Sr. Brown de Agatha Christie.

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