lunes, 21 de septiembre de 2015

Un canalla siempre es un canalla

Hace un tiempo descubrí a Sarah MacLean y su trilogía El amor por números, que desde aquí os digo que si os gusta el género romántico (y un poco erótico-festivo), debéis leerla a la de YA porque no tiene desperdicio. Bien, cada novela de esa trilogía está protagonizada por una pareja distinta, pero que tienen relación entre sí. En ese caso era el hecho de que los chicos de las dos primeras entregas y la chica de la tercera eran hermanos.

Pues Sarah MacLean repite la fórmula en su nueva saga, Las reglas de los canallas, que está formada por cuatro novelas y, de momento, os reseño la primera, Un canalla siempre es un canalla. Sí, acaban de publicar la cuarta y última, pero yo voy a mi ritmo. Bueno, total, que la nueva saga está ambientada en el mismo Londres que la trilogía anterior e incluso la protagonista de Un canalla siempre es un canalla es una vieja conocida para los lectores de sus obras anteriores.

¿Significa eso que no se puede leer Un canalla siempre es un canalla sin haber leído las novelas anteriores? No, desde luego que no. De hecho, esta novela supone el inicio de la saga y presenta al amplio abanico de personajes que irán apareciendo a lo largo de las siguientes entregas. Además, Sarah MacLean explica muy bien lo que es necesario saber, por lo que no, no es necesario leer El amor por números... aunque, insisto (a lo Matías Prats), es una trilogía que mola mucho y que debería leerse por eso.

Pero, bueno, ahora sí que sí, vayamos con Un canalla siempre es un canalla, empezando por su sinopsis:

Diez años atrás, cuando prácticamente acaba de quedarse huérfano, el marqués de Bourne pierde absolutamente todo en una partida de cartas a manos del hombre que debía cuidar de sus intereses y padre de su mejor amigo. Despojado de todo salvo de su título nobiliario, a Bourne sólo le mueve una única cosa: recuperar las tierras de su familia. Por eso, es uno de los cuatro propietarios del club de juegos más exclusivo de Londres, una especie de rey en los bajos fondos londinenses. Eso le da dinero, poder, pero no la oportunidad de recuperar lo que es suyo... hasta que se entera de la gran noticia: sus tierras han sido añadidas a la dote de Lady Penelope Marbury.

Por su parte, años atrás, el compromiso de lady Penelope con uno de los hombres más poderosos y respetables de Londres, el duque de Leighton, se rompió cuando él eligió casarse con la mujer a la que amaba. Desde entonces, lady Penelope se ha visto no sólo rodeada de escándalo, sino que ha ido recibiendo propuestas de matrimonio cada vez peores y, además, ella no desea un mero matrimonio habitual, sino que desea la pasión y el amor.

Cuando, tras rechazar a su mejor amigo, su padre le comunica que ha obtenido las tierras de su amigo de la infancia, Bourne, a Penelope no le parece bien. Sin embargo, antes de que pueda hacer algo al respecto, Bourne reaparece en su vida y prácticamente la obliga a casarse con él, aunque le promete que la mantendrá al margen de la parte perversa y oscura de su vida, pero, claro, Penelope no está muy por la labor, ya que lo que ella quiere es vivir aventuras y nuevas experiencias.

En cuanto leí de qué iba Un canalla es siempre un canalla, me sorprendió muchísimo que Sarah MacLean recuperara a Penelope que, en Once escándalos para enamorar a un duque, había ejercido de obstáculo. Sin embargo, aún fue todavía más sorprendente el conocer a Penelope, ya que ella es muy genial y, por otro lado, ofrecía la otra cara de la moneda.

De hecho, me gustó particularmente que, cuando se refería a todo aquel asunto de su pasado, se alegrara de veras por Leighton y Juliana y anhelara que algo así le pasara a ella. Me pareció muy original y ayuda a querer más a lady Penelope, que no puede ser más encantadora. Lista, con carácter, buena y preocupada por los demás, hasta por ese Bourne que no le pone las cosas nada fáciles.

El trabajo que Sarah MacLean realiza con Bourne también es digno de admirar. El juego de puntos de vista que se trae está muy bien escrito. Así, podemos ver a Bourne actuando como un auténtico capullo delante de lady Penelope, pero luego, al leer su punto de vista, le comprendes mejor y es imposible no odiarlo a muerte. Todo un acierto, si tenemos en cuenta que es el galán de la función y es una novela romántica, así que la función de todo es que quieras que los protagonistas acaben juntos.

Y, la verdad, la relación entre ambos está muy conseguida. Es divertida, sexy y complicada, más que nada porque Bourne tiene muchos problemas, está amargado, le cuesta espabilar y no habrá hombre más cabezota en la faz de la tierra. Sin embargo, resulta muy creíble que lady Penelope le dé una oportunidad. A fin de cuentas, se han criado juntos y Penelope le aprecia de verdad y conoce su problemático pasado, así que es fácil comprender el que esté buscando al chico del que estaba enamorada. Además, la evolución de Bourne está muy bien llevada, junto con la de la relación, de ahí que el final de Un canalla siempre es un canalla sea de mis favoritos.

Pero como no voy a entrar en spoilers, os vais a tener que contentar con eso. O leerlo y así sabréis cuál es.

Por suerte, Penelope y Bourne no están solos, sino que están acompañados de una serie de secundarios que no sólo están perfectamente definidos y dibujados, sino que se antojan de lo más interesantes. Las hermanas de Penelope son muy distintas entre ellas y respecto a Penelope, pero sus apariciones son grandiosas, al igual que los amigos y socios de Bourne en El ángel caído. De hecho, las interacciones entre ellos y lady Penelope, para desesperación de Bourne, son muy, muy divertidas.

Ya en el epílogo Sarah MacLean te deja claro cuál va a ser la pareja de la segunda novela, Amor con amor se paga, que evidentemente estoy deseando leer.

Por lo demás, es que sólo me queda repetirme porque, la verdad, Sarah MacLean nunca falla: no sólo tiene una pluma exquisita y un don para los diálogos ingeniosos, sino que todas sus novelas son divertidas, románticas y de lo más entretenidas. Y con Un canalla siempre es un canalla cumple con todo eso, de hecho se lee prácticamente de un tirón y, mientras lo lees, no dejas de disfrutar como una enana. Vamos, que es una lectura de lo más recomendable.

El próximo lunes literario estará dedicado a... Las crónicas de Fortuna I. El secreto del trapecista de Javier Ruescas.

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